Una broma de duendes
Hugo Fernando Conterno
Sabido es que los duendes son grandes bromistas. No son "grandes"
por su tamaño, sino por su enorme tendencia natural a divertirse con la
seriedad ajena. El trabajo de ellos es de suma importancia para la
tierra, son los encargados de tomar las bolitas de energía que están
dispersas y llevárselas a las hadas, para que den formas a las flores y
hojas de las plantas, y especialmente ellos pueden transformar las
bolitas de energía negra que salen de la gente enojada en preciosas
perlitas verdes.
Una extraña sociedad secreta, que por el simple
hecho de ser nombrada aquí dejó de ser secreta -pero ese es un secreto-
formada por hombres muy serios, decidió que nadie debía interferir con
sus burbujitas negras. Es que ellos pretendían que todas las burbujitas
se conviertan en nubes negras para tapar definitivamente el sol. Como
todos se dan cuenta, era un plan muy oscuro y serio.
Esta
sociedad, que era secreta, se reunió un día gris y todos sus miembros
decidieron que los duendes y sus bromas ya no eran graciosos, y que eran
un verdadero peligro para sus oscuros planes, por ello planificaron con
mucha prolijidad y cuidado el modo de hacer que los duendes dejaran de
transformar sus burbujas oscuras en preciosas perlas verdes, que además
daban energía a las hadas que formaban las plantas y llenaba el mundo de
color, vida y alegría. Luego de un corto debate en el que discutieron
cuestiones de forma y fondo sobre la base de estadísticas acordaron que
encarcelarían definitivamente a todos los duendes.
El plan era
simple, como los duendes son grandes bromistas y una de sus travesuras
preferidas es desacomodar las pipas, los sellos, las corbatas y los
paraguas sin estrenar, idearon una trampa con barrotes invisibles que
consistía en colocar todos estos elementos ordenados de mayor a menor y
por color en degradé. Ante este señuelo los duendes entrarían tentados
en desordenar a las trampas. El oscuro plan funcionó a la perfección.
Las trampas se dispusieron en los bosques siguiendo un esquema de
triángulos y en todas ellas había una pipa, un sello con muchas letras y
un escudo, dos corbatas con los nudos hechos y un paraguas sin
estrenar.
Todos los duendes fueron atrapados, puede que el
primero no haya percibido la trampa pero lo extraño es que los restantes
hacían filas para ingresar, hasta se ordenaban de menor a mayor, y
cantaban felices al ingresar, ninguno intentó escapar.
El duende
que me contó esta historia asegura que ellos no pudieron resistirse en
hacer esa broma, yo estaba confundido, le pregunté qué broma, se rió
hasta caerse de la silla.
La otrora sociedad secreta festejó en
secreto, tan contentos estaban que se animaron a sonreír, el éxito del
oscuro plan estaba asegurado, aunque el más serio de los serios
continuaba preocupado, dicen que estaba más serio que de costumbre
(afirmación realizada por el contador del grupo que señaló que tenía
cinco fruncidas extras en su ceño), hasta con sus solas burbujas negras
ya se estaba formando una nubecita sobre su casa. Pero los menos serios
de los serios se atrevieron a sonreír infringiendo el artículo 38 del
código de su sociedad, hasta algunos se aflojaron los zapatos y
estiraban relajados los dedos de los pies, y unos pocos decidieron
juntarse a festejar.
Se reunieron en secreto en un salón con un
piano, uno de ellos se animó a tocar una melodía fúnebre, pero poco
importaba al más despistado del grupo que pese a la triste canción
intentó bailar, luego de años sin darle ritmo a su corazón se tropezó,
uno se rió, se paró e intentó de nuevo, al quinto intento y entre risas,
arrancó el baile, el de corbata marrón se paró y aplaudía feliz. En el
acto todos los duendes quedaron libres, es que las trampas funcionaban
con energía mental, si los carceleros bailan no hay rejas para nadie,
ambos se vuelven libres.
Con tranquilidad los duendes salían de
las jaulas, jugando con las pipas a las que le ponían jabón para hacer
burbujas, con los sellos sellaban papeles imaginarios que decretaban la
libertad, con los paraguas se dejaban llevar por el viento y de las
corbatas salían preciosas mariposas de tela.
La antigua sociedad secreta se disolvió sin necesidad de ninguna
formalidad, muchos de sus miembros se transformaron en pintores,
escultores, narradores, trovadores, fabricantes de juguetes y de abrigos
de colores. También otros formaron otra sociedad secreta más secreta
que la anterior.
Cuando el duende que me contó la historia
terminó su relato comprendí la gran broma de los duendes, no lucharon
contra la sociedad ni las trampas, simplemente la disolvieron, de la
trampa hicieron una fiesta y hasta las hadas encantadas con la alegría
encontraron energía para hacer una primavera entera.
Al llegar a
mi casa descubrí todas mis corbatas entre los juguetes de mis hijos,
ellos alegaron que fueron los duendes, cuando me reí de su ocurrencia
vi cómo la planta casi seca que estaba en una maceta en la ventana de
pronto estaba llena de flores, mi risa se volvió carcajada y me caí de
la silla.
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