Este accesorio tan difundido en nuestros días, durante largo tiempo fue una seña de dignidad, extendiéndoselo sobre las estatuas y las divinidades. En gran cantidad de monumentos Egipcios, Asirios y Persas, se ven reyes rodeados de servidores que sostienen un quitasol. No hace mucho, en ciertas regiones se veían vendedores ambulantes que en una funda de cuero lleno de paraguas a modo de flechas bajo el brazo, pregonaban su mercancía para atraer la atención, en España. Al evocarlos pensamos en todos los hombres que le precedieron en la invención y en la venta de paraguas, y nos sentimos atraídos hacia una época muy lejana de la historia
El paraguas es un invento curioso por su nombre, su historia y su
diseño. Es uno de esos objetos que lleva con nosotros miles de años sin
apenas cambiar de aspecto: otros inventos han variado radicalmente su
forma en pocos años, pero los paraguas de hace siglos son casi
indistinguibles de los de ahora. Fíjate en este anuncio de la empresa
inglesa Kendall & Sons Ltd. del siglo XVIII:
Sin embargo, el año del anuncio, 1756, es “ayer por la mañana” comparado
con la historia del paraguas, que tiene unos 2.400 años y fue inventado
en China.
Otros pueblos habían usado instrumentos para protegerse de los
elementos como el sol y la lluvia, por supuesto: eso ha venido
sucediendo desde que existe la humanidad. Pero es que lo que inventaron los chinos fue un paraguas en
toda regla: con varillas formando un armazón…¡y plegable, como los de
ahora!
De hecho, el paraguas es un buen recordatorio de cómo nuestro
etnocentrismo cultural es una solemne estupidez. Piénsalo: alrededor del
año 600 a.C. tenemos descripciones de un paraguas en China. En un
manual de ceremonias, el Zhou-Li (Los Rituales de Zhou), se
describe cómo colocar un objeto que cubre al Emperador en sus
apariciones. El objeto tiene 28 varillas arqueadas y cubiertas por una
tela. Las varillas están unidas a un palo de madera que puede deslizarse
dentro de un cilindro hueco, colapsando las varillas y cerrando el
objeto…Las diferencias con nuestros paraguas de ahora son mínimas.
El propio ideograma chino para el paraguas ha tenido pocos cambios a
lo largo del tiempo. Como probablemente sabes, muchos caracteres chinos,
aunque en su inicio eran idealizaciones de los objetos que
representaban, han ido cambiando hasta que el “dibujo” es irreconocible.
Pero fíjate en el de paraguas…es fácil de ver que es simplemente un
paraguas idealizado:
No está muy claro de dónde sacaron sus inventores la idea de crear un
armazón de madera con una tela por encima y, desde luego, no sabemos el
nombre del inventor. Se piensa que el origen puede ser, por un lado, el
utilizar ramas de árbol (las varillas de madera y la fronda en vez de
tela) o tal vez, por otro lado, las tiendas de campaña. Al fin y al
cabo, el paraguas es algo así como un “techo de tienda de campaña
portátil”.
En cualquier caso, el paraguas se utilizaba en China para protegerse
tanto del sol como de la lluvia, pero sólo las personas de alto linaje
lo usaban (no necesariamente la realeza, pero desde luego no los
campesinos). En aquella época, construir un objeto de esas
características (especialmente el sistema de madera plegable y la seda
que se usaba para cubrirlo) era costoso y requería gran habilidad, de
modo que los paraguas eran objetos de lujo: los pobres se cubrían con
capas de agua o se mojaban.
Sin embargo, aunque en Europa se utilizaban diversos objetos para
cubrirse del sol (ninguno de ellos plegable), el concepto de sujetar
algo sobre la cabeza para no mojarse era desconocido. Los viajeros
occidentales relataban tras sus viajes las extrañas costumbres de los
pueblos asiáticos (como los japoneses, los indios y los siameses) que
los utilizaban con regularidad en sus ceremonias. Aunque el diseño chino
llegó a Persia y eventualmente a Europa a través de la Ruta de la Seda,
había un problema fundamental para su popularización, más allá de la
dificultad de su construcción: la imagen.
Los europeos, ya desde la Antigua Grecia, habían asociado el parasol
(y el paraguas se parecía mucho) a las mujeres. De hecho, existe incluso
algún texto de Anacreonte en el que se afirma que el que un hombre
lleve un paraguas es una muestra de afeminamiento. De modo que las
mujeres griegas llevaban parasoles, como las etruscas y las romanas,
pero los hombres no: las gruesas capas de agua eran su única defensa
contra la lluvia.
Pero es que el propio concepto de utilizar el paraguas para
resguardarse de la lluvia no era común en Europa: como hemos dicho, lo
que se utilizaban eran parasoles. Aunque en castellano la palabra
“paraguas” es de etimología evidente y referida a la lluvia, fíjate en
la palabra en inglés: umbrella, que viene de umbra en latín, “sombra”.
De hecho, el umbracullum (un gran parasol) era y es
utilizado para dar sombra al Papa, uno de los pocos hombres en utilizar
un instrumento así en la Europa medieval. No sólo eso: el escudo de
armas del Vaticano durante la sede vacante (el período de tiempo entre dos papas) sigue teniendo hoy en día el umbracullum papal:
Poco a poco, finalmente, el paraguas (para protegerse del sol) fue entrando en Europa y haciéndose popular. Al principio se extendió por Italia y Francia…para el regocijo de los ingleses, que se reían y consideraban a sus vecinos del sur afeminados por utilizarlos. En el siglo XVII ya era relativamente común en el sur de Europa.
En Inglaterra el paraguas tuvo que luchar contra esa asociación
femenina durante mucho tiempo. Aún en 1706 los diccionarios lo
describían como una “pantalla usada comúnmente por las mujeres para
protegerse de la lluvia”. Uno de los primeros hombres en utilizarlo
abiertamente en Londres fue el doctor Jonas Hanway (el que aparece en el
anuncio de 1756), que sufría las burlas de los londinenses cada vez que
llovía y salía a la calle con su paraguas. Otro inglés, John Macdonald,
relata cómo incluso en 1770 la gente se reía de él y le gritaban, “¡Eh! ¡Francés! ¿Por qué no llamas a un carruaje para no mojarte?”
En el siglo XVIII los paraguas eran muy dificiles de usar, pues eran
grandes, pesados e incomodos. Con su baston y sus varillas de caña o de
ballena, y su cubierta de seda (o lienzo) engrasada, era dificil de
abrir una vez mojado, y ademas solia gotear sobre el portador. Aun asi
fue ganando popularidad, pues costaba menos que alquilar un coche en
dias de lluvia. De ahi que se multiplicaran los fabricantes y los
vendedores, y que los inventores trataran de mejorarlo.
De modo que podemos considerar el final del siglo XVIII como el
momento en el que, ya en toda Europa, se considera el paraguas como un
objeto cotidiano y las tonterías se acaban. Poco a poco fueron
mejorándose los materiales, hasta llegar al metal y las telas baratas
que usamos hoy en día (por no hablar de la fabricación en serie) que han
hecho del paraguas un objeto ubicuo…pero, curiosamente, igual que los
tiburones son casi iguales que hace millones de años, el paraguas es
prácticamente igual en diseño al que describe el Zhou Li.
Por cierto, no sólo se ha utilizado el paraguas a lo largo de la
historia para protegerse del sol o la lluvia: también ha sido un arma.
Por ejemplo, el disidente búlgaro Georgi Markov fue asesinado en 1978
por un agente de la KGB…¡con un paraguas! Markov estaba esperando al
autobús cuando un extraño le pinchó con la punta de un paraguas en el
muslo, aparentemente sin querer. El extraño se disculpó y se fue…tras
dejar, con la punta del paraguas (en la que había una jeringuilla) una
bolita de platino-iridio con ricina, un veneno potentísimo del que, aún
hoy, no se conoce un antídoto. ¡Ojito con los paraguas!
Superstición
Estamos llenos de supersticiones y una de ellas, es la de no abrir el paraguas o sombrilla dentro de casa, bajo un techado, o en un recinto cerrado y tampoco en el vestíbulo o porche, aunque no vivamos en este sitio, si lo hacemos estamos invocando a dioses malignos y la luz eterna de los moribundos. Se dice que abrirlos es dar paso a nuestra mala suerte, esto ya en la antigüedad o mejor dicho en el siglo XVII, que fue cuando se introdujo de oriente los paraguas en Europa ya se incorporaron con algunas de estas supersticiones, ya que era un objeto algo peligroso con un diseño de acabado en puntas y al abrirlo sus varillas metálicas también podían ser motivo de un accidente, y muchas estas supersticiones ha llegado a nuestros días y aun tenemos este miedo a hacer algunas de estas cosas ya que siempre se ha dicho, mas vale prevenir que curar. También el girarlo muchas veces dando vueltas en si mismo, hacer esto espanta a la suerte, tampoco se puede poner encima de la cama o de una mesa, trae desgracias, puede desencadenar alguna muerte cercana o adelantar la de un enfermo, hay que ponerlos en los paragüeros un objeto creado expresamente para ello. Pero sin embargo, si a alguien se le olvida en un lugar extraño o lo pierde, significa que le esperan agradables sorpresas.
Paraguas o quitasoles en la pintura:
El Quitasol es una obra de Goya que data de 1777 de óleo sobre lienzo con unas dimensiones 104×102 cms y se encuentra actualmente en el Museo del Prado
El Quitasol |
Las mujeres desempeñaban un papel muy
importante en las obras de Goya: bailando, vendiendo flores….La mujer
del famoso cuadro del pintor adopta su postura con una sonrisa
encantadora. Este tapiz debía colgarse encima de una puerta, motivo por
el cual Goya colocó a la joven beldad sobre un montículo cubierto de
césped, desde el que dirige su mirada hacia el espectador, plenamente
consciente de su belleza. Su acompañante protege su delicada piel del
sol abrasador con el parasol.
Ella sostiene en la mano el abanico
cerrado, accesorio imprescindible de las mujeres españolas en la época
de Goya como si fuera un cetro. Los abanicos, que solían estar decorados
suntuosamente y con muchos colores, no sólo servían para refrescarse,
sino que además constituían un medio de comunicación, ya que cada
movimiento, cada abertura y cada cierre, tenía un significado. Mediante
este lenguaje conocido por todas las clases sociales, la dama podía
hacer una señal secreta de invitación al hombre elegido, así como un
desaire.
Vertumno y Pomona |
Sin embargo, es Vertumno y Pomona de Jean Ranc, un cuadro de estilo Neoclásico, el que más a menudo se ha citado como antecedente del Quitasol. Hay que recordar, además, que Ranc fue uno de los pintores que trabajó para los primeros borbones españoles —comenzando por Felipe V—,
importando el gusto neoclásico y el colorido armonioso y elegante para
la pintura española regia. Todo ello muestra que el tema del galanteo
entre dos jóvenes con parasol de por medio era un lugar común en la
pintura galante del siglo XVIII.
La originalidad de Goya hay que buscarla en la espontaneidad,
realismo y naturalidad con que Goya hace aparecer la anécdota, la
expresión de una cercanía al espectador que consigue con el tamaño de
las figuras (en los cuadritos de gabinete rococó son pequeñas y rodeadas
de naturaleza), la composición academicista, neoclásica, y sobre todo
con la mirada directa de la joven sonriendo al espectador, a quien hace
cómplice del posible galanteo.
En cuanto a la composición, las líneas de fuerza dibujan casi un
triángulo equilátero en el que se enmarca la muchacha. Esta figura
geométrica expresa una gran serenidad. Por otro lado, todas las miradas
convergen en el rostro de la joven, matizado por una sombra filtrada de
suaves tonos verdes creados por el color de la sombrilla. El óvalo de la
joven es una elipse regular y en ella se cruzan dos diagonales
determinadas por la dirección de la mirada del mozo y la línea del muro
de la izquierda, cuya perspectiva se ha forzado para que esta diagonal
incida en el buscado centro de atención del cuadro.
El color en este cuadro, al igual que el de todos los cartones para
tapices, es luminoso y contrastado de vivos tonos, como en el resto de
los cartones. Pero es un colorido en el que destaca sobremanera el
estudio lumínico, como ocurría en El bebedor
(1777), con el que hacía pareja, al situar el rostro de la dama —como
se dijo— en el centro de convergencia de las líneas que estructuran la
composición. La faz de la damita se sitúa en primer término, pero en
zona de sombra. Los fuertes contrastes de tonos en el hombro del mozo y
la matizada difusión de la luz sombreada en el rostro de la joven, están
resueltos con una maestría poco común.
Leonid Afremov
Nació en 1955 en la ciudad Bielorusa de Vitsyebsk.
Sus cuadros son realmente originales y, en un estilo que se clasificaría cómo neoimpresionista, describen personajes y paisajes de gran belleza.
Tienen un toque especial, seguramente derivado de su amplísima gama de colores y de que no utiliza pinceles, sino pequeñas paletas, que le dan un original relieve a sus cuadros.
Nació en 1955 en la ciudad Bielorusa de Vitsyebsk.
Sus cuadros son realmente originales y, en un estilo que se clasificaría cómo neoimpresionista, describen personajes y paisajes de gran belleza.
Tienen un toque especial, seguramente derivado de su amplísima gama de colores y de que no utiliza pinceles, sino pequeñas paletas, que le dan un original relieve a sus cuadros.
Clásicos del cine:
Y ¿quien no recuerda esta escena?
Y por último, os dejo unas imágenes de unos paraguas muy, pero que muy originales...
El Nubrella es una burbuja impermeable que cubre la cabeza y los hombros sujetadas por una correa que envuelve el hombre alrededor del portador.
El paraguas de 40 libras británicas (unos 64 USD), puede resitir vientos de hasta 80 km/h, incluso puede ser utilizado por los ciclistas para mantenerlos secos en el camino.
Y cuando la lluvia termina, el Nubrella se puede deslizar tras la cabeza.
El inventor Alan Kaufman, de 49 años, de Florida, dijo: “La mayor ventaja es que el usuario no tiene que llevar nada cuando no está en uso, ya que va detrás de la cabeza como una capucha“, según reporta The Sun.
Afirma que ahora la gente puede andar en bicicleta y trabajar al aire libre por completo ya que tiene manos libres y se puede mantener protegido.
Alan cree que su creación podría ser útil para cualquier persona que trabaja al aire libre, pero no tiene una mano libre para cargar un paraguas.
Dijo: “Millones de personas están obligadas a trabajar al aire libre, sin importar cuáles son las condiciones y simplemente no pueden sostener un paraguas y llevar a cabo sus tareas
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