Hasta el momento en que los libros electrónicos no incorporen una app de “olor”, no creo que nada pueda sustituir el placer de entrar en una vieja librería, de esas con estanterías hasta el techo repletas de volúmenes, de esas con una estrecha escalera de caracol, de esas en las que el librero está escondido tras pilas de libros, leyendo con tranquilidad...
Mmmmm... y ese olor....
Mmmmm... y ese olor....
Simplemente, es irreemplazable.
Una librería de las de antes, donde puedes encontrar volúmenes raros, ediciones especiales, novedades selectas, y que además huele tan bien que atrae todavía más....
Espero no ser la única enamorada del olor de los libros. Cada vez que cojo uno lo primero que hago es olerlo, pasar sus hojas muy rápido una tras otra para notar su olor. Algunos huelen a biblioteca, otros al corte inglés, otros a la persona que te ha dejado el libro, otros a librerías… aunque mis libros no huelen a nada (o por lo menos yo no noto mi propio olor por el hecho de ser mío). Pero los libros antiguos tienen todos unos olores particulares, ‘’huelen a viejo’’. ¿Por qué huelen así las hojas que llevan tanto tiempo impresas?
La explicación está en los materiales utilizados en su fabricación: el papel, las diferentes tintas, las tapas,… y también en las condiciones de conservación. no es lo mismo tener los libros almacenados en una habitación seca, fresca y apartada de los rayos del sol, que tenerlos expuestos en una habitación donde puede haber humedad, o bien rayos directos de sol, olores fuertes, etc. El papel y las tintas son fundamentales en el proceso porque de su calidad depende lo rápido que capten olores, la cantidad de elementos químicos volátiles que contengan y otras muchas consideraciones.
El olor de los libros antiguos es el resultado de cientos de compuestos orgánicos volátiles (VOCs, por sus siglas en inglés) liberados desde el papel al aire. Además de inconfundible, este olor puede resultar muy útil para conocer el estado de conservación de los viejos volúmenes, según un estudio que acaba de publicar la revista Analytical Chemistry. "Oliendo" los gases emitidos por 72 documentos antiguos de los siglos XIX y XX con una nueva técnica llamada "degradómica material", un equipo de científicos británicos y eslovenos ha conseguido identificar 15 moléculas volátiles que podrían ser buenos marcadores para cuantificar a ciencia cierta el riesgo de que se degraden la celulosa, la lignina (el polímero orgánico más abundante en el mundo vegetal, que desprende olor a vainilla), la fibra de madera y otros componentes de los libros. Esta técnica no invasiva podría ayudar a las bibliotecas y los museos a preservar una amplia gama de objetos basados en papel, algunos de los cuales se están deteriorando rápidamente debido a su avanzada edad.
Fuente:
http://principioultimo.blogspot.com.es
http://www.trenditup.com
http://www.muyinteresante.es
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