Cuando se sacude el látigo con fuerza éste restalla, chasquea, cruje, hace un ruido seco muy fuerte.
Pero ¿por qué hace tanto ruido? ¿golpea contra sí mismo? ¿contra el aire?
Este chasquido es un estallido sonoro en miniatura producido por el
extremo del látigo que, al ser lanzado con fuerza, se desplaza más
rápido que la velocidad del sonido.
Al restallar el látigo, se aplica al extremo del mango una gran
energía que no tiene otro sitio adónde ir que a lo largo del propio
látigo como una onda en movimiento. Esta energía cinética (de
movimiento) depende de la masa del cuerpo y en mayor proporción de la
velocidad del movimiento. Así que, conforme se va desplazando,
encuentra cada vez menos masa porque el grosor del látigo disminuye y,
como la energía se ha de mantener, aumenta la velocidad.
El aire está formado principalmente por moléculas de nitrógeno y
oxígeno. Estas moléculas están vibrando en constante movimiento a una
elevada velocidad (a unos 480 m/s a temperatura ambiente). Si algún
cuerpo se desplaza a través del aire a una velocidad menor, les da
tiempo más que suficiente para, digamos, apartarse. Pero si la velocidad
del cuerpo es comparable a la suya no les da tiempo, se amontonan en el
extremo y son empujadas hacia adelante: aire comprimido y acumulado que
crea una onda de choque que, realmente, es un fuerte sonido. Porque
recordemos que el sonido no es más que aire en vibración.
Nota sabionda: No toda la energía que llega a la
punta de látigo se transforma en sonido. Una parte se consume en las
hebras finales que acaban por deshilacharse y partirse, y otra regresa
reflejada hacia atrás a través del látigo.
Fuente:
http://www.sabercurioso.es
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