Noche
de 5 de enero...
Sara
deposita el vaso de agua en la cocina y encamina los pasos enfundada en sus viejas
zapatillas hacia el anticuado escritorio. ¡Qué cómodos se
encuentran sus pies dentro de las raídas zapatillas!
–
Tengo que comprarme unas nuevas- Piensa por enésima vez
Allí…
esperando pacientemente está su inseparable portátil. Se sienta en la silla y
pasa los dedos con un suave gesto, casi con cariño sobre un teclado ligeramente
gastado. Abre la carpeta titulada “Recuerdos” y a golpe de su dedo índice
repasa una vez mas las imágenes de su vida. Las imágenes de esos momentos
vividos, momentos que no volverán…
Escucha
un rumor sordo que proviene del exterior de la casa. Distingue, que el camión
de la basura abandona la calle. La televisión hace de orador improvisado, para
que el silencio no produzca un ruido ensordecedor en su corazón.
Cada
fotografía es una escena de su vida. Allí están sus padres, sus hijos, sus
primos, su hermano… Bajo el tacto de su huella digital van pasando las imágenes
y… por unos momentos se detiene en una estampa
plasmada en blanco y negro...
Allí
están sus padres cobijándola. Su padre serio, enjuto y sobrio. Pero con un
interior bonachón. Ella… ella… con su faldita corta y su jersey de lana que
pacientemente había tejido su madre… Su madre, obstinada y trabajadora. Siempre
pendiente de todos los detalles, para que todo estuviera bien.
Esa
imagen dispara el pensamiento y los recuerdos se agolpan en su mente…
-
Recuerdo esta noche cuando era una niña, cuando aún
vivía en mi pueblo, cuando la inocencia
aún anidaba en mi creencia- Pensó
apoyando la barbilla sobra la palma de la mano.
-
Recuerdo la emoción de aquellos momentos... La
recuerdo como si lo estuviera viviendo¡¡ahora mismo!!
Es increíble la nitidez con la que mi corazón siente aquellas emociones. Me resulta abrumador sentir la cercanía de aquellos
días, a pesar de todos los años que han pasado...- Mira detenidamente la fotografía, distingue
el aljibe y esboza una sonrisa
-
Fuera de la casa, en el lugar que en su día había
ocupado un aljibe en el que yo me caí librándome de ahogarme gracias a los
gritos de mi hermano, se había construido un cuarto de baño ¡con bañera! Toda una novedad
para mí en aquella época- La mirada se perdió en el color sepia de la pared,
mientras los recuerdos llegaban a borbotones.
-
En la noche del 5 de enero, cuando la oscuridad
inundaba el lugar, se oían los cascos de los camellos, ¿quizás fueran caballos?
Cerrábamos entonces presurosamente las ventanas para que pudieran pasar sus majestades
los reyes sin que nosotros los viéramos ¡¡Estaba prohibido!! nos decían nuestros padres, bajo pena de no dejarnos…
¡¡ningún juguete!! El sonido de unos cencerros anunciaba la inmediata presencia
de los camellos. Éstos comían las mazorcas de maíz que les dejábamos en el
alféizar de la ventana, bebían todo el agua que estaba en los calderos que
dejábamos en el suelo y... se alejaban-
Sacude la cabeza a ambos lados, sonriendo de forma liviana.
-
Durante todos aquellos minutos mi madre no estaba en
casa, se encontraba en el baño de afuera. Y… recuerdo que yo lloraba, lloraba
mucho, desconsoladamente, pensando que se la iban a llevar…
-
Más tarde, cuando ya estábamos acostados, escuchábamos
unos golpes en la ventana. Eran los Reyes Magos que nos recordaban que ya era
hora de dormirse, y que si no lo hacíamos pronto, se irían sin dejarnos los
juguetes tan deseados. Yo me acurrucaba en la cama, me hacía pequeña, muy pequeñita.
Cerraba los ojos con fuerza y llamaba al sueño para que viniera a visitarme ya,
sin esperar ni un segundo más... Pero los nervios eran más poderosos que el
sueño, y éste... tardaba en llegar. Por fin el cansancio me vencía y... los
párpados se cerraban lentamente...- Pasea
los dedos por el teclado en una nueva caricia.
-
Lo mejor…¡¡aún estaba
por llegar!! Lo mejor era despertar en compañía de mi hermano y con mucho
sigilo acercarnos al comedor... Íbamos los dos juntos, medio descalzos (una de
nuestras zapatillas estaba en el comedor, esperando llenarse de regalos), entonces
abríamos la puerta despacio... muy despacio... con una mezcla de temor e
ilusión. Temor a que no hubiera nada para nosotros, ilusión por todo lo que
esperábamos encontrar tras la puerta...-
Un leve hormigueo recorre el pecho de Sara.
-
La alegría de encontrarme con una muñeca, la emoción
de poder cogerla y abrazarla... ese olor particular que tenía a juguete nuevo. Olor
a cientos de horas que se abrían ante mi en su compañía...- Respira profundamente
en busca de esa fragancia.
-
Es algo indescriptible… Algo, que solo pueden entender
aquellos que lo han vivido...- Piensa
sonriendo con nostalgia.
Se
levanta de la silla y sus viejas zapatillas la llevan ante la caldera de gas.
La pone en funcionamiento. Se abraza a si misma en un intento frustrado para
disipar el frío que acompaña su cuerpo.
-
Ese momento... la ilusión que había en todo mi ser... todas
la emociones que en aquellos instantes hacían palpitar mi corazón tan fuerte
que parecía que se me iba a salir del pecho, todo eso... aún permanece en mi
interior y cada noche del 5 de enero revive en mí
con toda intensidad, como si lo estuviera viviendo ahora, en este mismo
momento... No hay duda de que de todo el año esta es la noche más mágica, es
una noche de sueños e ilusiones...
De
nuevo sentada ante el ordenador, pulsa el teclado en busca de la estampa
siguiente y sus recuerdos…
En
aquel mismo instante sus rememores se fueron de aquel cinco de enero. Se fueron
en un rápido silencio en busca de otros días, de otros momentos vividos, de
otras historias que un día tendría que contar…
Sara,
se para un instante ante la siguiente fotografía. Sonríe. Casi tiene que
aguantar una carcajada al revivir los recuerdos de aquella nueva imagen…JpTorga
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