El hipo es
algo habitual que todos tenemos de vez en cuando, y para todos nosotros
el hipo no es más que una molestia pasajera que aparece de forma
espontánea y se marcha de la misma manera, sin que tengamos que hacer
nada especial para pararlo. Pero ¿nos hemos preguntado alguna vez por
qué tenemos hipo?
El gran culpable de la incómoda repetición de un ‘¡hip!’ al que le podemos dedicar horas es el diafragma. Sin embargo, esta membrana no nos causa malestar por placer, ya que el hipo suele ser su respuesta a alguna irritación.
El ruido que acompaña el proceso proviene de la entrada del aire en la laringe
que, al llevar velocidades extrañas para el cuerpo, lo rechaza. La
laringe manifiesta la extrañeza mediante la glotis, la abertura superior
de la laringe y el órgano de la voz, que se cierra en un acto reflejo y
provoca el extraño sonido que da nombre a todo el problema: ‘hip’.
Los ataques de hipo son contracciones repetidas, espamódicas e
involuntarias del diafragma que provocan una inspiración súbita, seguida
de la contracción de las cuerdas vocales, lo que cierra el paso del aire que ha entrado y origina un sonido carecterístico.
Los ataques cortos suelen deberse a causas muy triviales (ataques de tos o de risa, comer o beber demasiado rápido o cantidades muy copiosas o de temperaturas muy
diferentes, los nervios, ansiedad u otras emociones fuertes, consumo de
tabaco o alcohol, o tener el estómago o la garganta previamente
irritados. etc).
Normalmente los ataques de hipo pasan solos. En los casos muy frecuentes y de larga duración, el médico puede recetar sedantes para amortiguar los ataques o realizar pruebas que determinen la verdadera causa del hipo. En casos realmente extremos se puede recurrir a la cirugía para cortar el nervio frénico.
Normalmente los ataques de hipo pasan solos. En los casos muy frecuentes y de larga duración, el médico puede recetar sedantes para amortiguar los ataques o realizar pruebas que determinen la verdadera causa del hipo. En casos realmente extremos se puede recurrir a la cirugía para cortar el nervio frénico.
Sin embargo, lo normal es recurrir a remedios caseros para
eliminar el ataque, aunque algunos no han sido explicados científicamente:
* Contener la respiración y contar hasta 10.
* Respirar el aire dentro de una bolsa de papel.
* Beber un vaso de agua a pequeños sorbos, conteniendo la respiración.
* Pinzar el labio superior con los dedos pulgar e Índice.
* Tragar pan seco o hielo machacado.
* Tirar suavemente de la lengua.
* Cerrar los párpados y presionar sobre los ojos.
* Tragar una cucharada de azúcar.
En el caso del susto tradicional que creemos
necesitar para evitar el hipo tiene que ver con intentar estabilizar la
respiración, ya que intentar inspirar la mayor cantidad de aire puede,
en cierto modo, resetear el sistema respiratorio.
Cuando nos asustamos, solemos quedarnos literalmente sin aire, una
sensación que se tiene porque no se puede inspirar más cantidad de aire.
Sin embargo, existe un remedio que sí fue probado por The England
Journal of Medicine en 1971: una cucharada de azúcar blanca o miel bajo
la lengua, ya que hace que el cuerpo se relaje y cambie el ritmo de la
respiración, lo que puede también calmar el hipo.
Fuente:
cosaspracticas.lasprovincias.es
http://yaestaellistoquetodolosabe.lacoctelera.net
http://blogs.20minutos.es
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