jueves, 31 de enero de 2013

Ajedrez ”El peón es el más importante instrumento de la victoria. El Rey es la pieza más débil”, Paul Morphy



”El Ajedrez es algo más que un juego; es una diversión intelectual que tiene algo de Arte y mucho de Ciencia y es además, un medio de acercamiento social e intelectual". Capablanca  
 




El ajedrez tradicional se juega en un tablero de 8×8, un total de 64 cuadrados (técnicamente “escaques”) en los cuales los dos ejércitos de blancas y negras constituidos por 8 peones, 2 torres, 2 caballos, 2 alfiles, reina y rey se baten en duelo por ver quién es capaz de ganar la cabeza del rey contrario. El modelo que se ve en la imagen se lo debemos a Howard Staunton, es el más habitual y el que se emplea en las competiciones oficiales.

 
Sobre este juego existen muchas leyendas, pero sin duda una de las más famosas es la siguiente:

Cuenta la leyenda que hace mucho tiempo reinaba en cierta parte de la India un rey llamado Sheram. En una de las batallas en las que participó su ejército perdió a su hijo, y eso le dejó profundamente consternado. Nada de lo que le ofrecían sus súbditos lograba alegrarle.
Un buen día un tal Sissa se presentó en su corte y pidió audiencia. El rey la aceptó y Sissa le presentó un juego que, aseguró, conseguiría divertirle y alegrarle de nuevo: el ajedrez.
Después de explicarle las reglas y entregarle un tablero con sus piezas el rey comenzó a jugar y se sintió maravillado: jugó y jugó y su pena desapareció en gran parte. Sissa lo había conseguido.

Sheram, agradecido por tan preciado regalo, le dijo a Sissa que como recompensa pidiera lo que deseara. Éste rechazó esa recompensa, pero el rey insistió y Sissa pidió lo siguiente:

Deseo que ponga un grano de trigo en el primer cuadro del tablero, dos, en el segundo, cuatro en el tercero, y así sucesivamente, doblando el número de granos en cada cuadro, y que me entregue la cantidad de granos de trigo resultante.
El rey se sorprendió bastante con la petición creyendo que era una recompensa demasiado pequeña para tan importante regalo y aceptó. Mandó a los calculistas más expertos de la corte que calcularan la cantidad exacta de granos de trigo que había pedido Sissa, es decir:
1 + 2 + 4 + 8 + … + 262 + 263
Cuál fue su sorpresa cuando éstos le comunicaron que no podía entregar esa cantidad de trigo ya que ascendía a:

18.446.744.073.709.551.615 granos de trigo

El rey se quedó de piedra. Pero en ese momento Sissa renunció al presente. Tenía suficiente con haber conseguido que el rey volviera a estar feliz y además les había dado una lección matemática que no se esperaban.
Esta leyenda es bastante conocida. Seguro que much@s de vosotr@s sabíais de su existencia. Pero hay una variante que serviría para que la lección matemática se la llevara el listillo de Sissa:
Supongamos que el rey al pensar que la petición de Sissa era irrisoria le hubiese ofrecido granos de trigo en esa progresión pero hasta el infinito, es decir:
1 + 2 + 4 + 8 + … + 262 + 263 + 264 + …
Veamos qué hubiera pasado:

Llamemos S a la cantidad cantidad de granos de trigo que recibiría Sissa, es decir:
S = 1 + 2 + 4 + 8 + … + 262 + 263 + 264 + …
Ahora operemos de la siguiente forma:
S = 1 + (2 + 4 + 8 + … + 262 + 263 + 264 + …) = 1 + 2·(1 + 2 + 4 + 8 + … + 262 + 263 + 264 + …)
Es decir, sacamos factor común 2 de la parte de la suma que teníamos entre paréntesis. Pero como podemos observar lo que nos ha quedado entre paréntesis es exactamente igual a S. Esto es:
S = 1 + 2·S —> (Despejando) —> S = -1
Por tanto la generosidad infinita del rey se ve recompensada: no solamente no debe pagar nada a Sissa sino que éste le debe entregar un grano de trigo.
El fallo de este razonamiento es muy sencillo (para alguien que esté algo familiarizado con estos temas claro).
El fallo está en mezclar la aritmética finita (números) con la transfinita (infinitos). No podemos despejar de esa forma porque S no es un número, es el límite de una serie divergente, es decir, que tiene a infinito.

Pero volvamos al ajedrez... 

José Raúl Casablanca, que nació en La Habana el 18 de noviembre de 1888, fue un extraordinario caso de   ajedrecista precoz.



 A los cuatro años de edad, después que su padre, oficial del ejército, concluyó una partida de ajedrez que estaba jugando con un amigo, el pequeño Capablanca insistió en mostrarle a su progenitor que una jugada antes había movido mal un caballo, desde una casilla blanca a otra del mismo color. Comprobado esto, el padre le preguntó al niño cómo sabía el movimiento de las piezas, a lo que el pequeño contestó que viéndolos jugar en sus tertulias diarias, y agregó que podía ganarle una partida. Entre risueño y curioso, el padre jugó con José Raúl y... perdió.



El gran maestro español de aquella época, Celso Golmayo, tomó gran interés por el niño y jugó muchas veces con él, confesando que no podía darle la ventaja de un caballo.
  Esta facilidad para jugar y analizar el ajedrez acompañó a Capablanca toda su vida. Para él ser uno de los más grandes no le costó un esfuerzo demasiado grande, aunque terminaría pagando su falta de preparación al confiar demasiado en su talento natural ante el tablero. 

En aquélla época La Habana era una de los epicentros del mundo del ajedrez y el joven Capablanca se vio influenciado por ello. Según él mismo reconoció le marcó profundamente el match por el Campeonato del Mundo entre Chigorin y Steinitz, en 1892. Pero sobre todo quedó prendado del juego de Harry Nelson Pillsbury en unas simultaneas a la ciega en las que el norteamericano jugó 16 partidas de ajedrez, varias partidas a las damas (también a la ciega) y una mano de whist.

El joven Capablanca fue progresando y el salto a la fama se produjo cuando tenía 13 años, al convertirse en campeón de Cuba al derrotar a Juan Corzo, jugador que era considerado el ajedrecista más fuerte del país. El match tuvo lugar en el año 1901, a pesar de perder las dos primeras partidas Capablanca logró remontar y obtuvo el triunfo antes de la última ronda. Además jugó partidas muy bellas, como la siguiente que podéis ver en el enlace. El match transcurrió como sigue:

 
Campeonato de Cuba - La Habana 1901


1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
13
Total
 J. Capablanca
0
0
=
1
=
=
=
1
1
=
1
=
0
7
 J. Corzo
1
1
=
0
=
=
=
0
0
=
0
=
1
6


Sus estudios lo alejan por un tiempo del ajedrez y luego se traslada a los Estados Unidos de Norteamérica, para seguir en la Universidad de Columbia la carrera de ingeniería. Representando a dicha Universidad, juega varias veces al ajedrez y tiene ocasión de medirse con el entonces fuerte maestro Delmar, a quien vence en tres partidas consecutivas con la ventaja de un peón y salida otorgada por Capablanca. Tal hazaña provoca gran revuelo en los centros de ajedrez, y ello le hace comprender a Capablanca que su vocación está precisamente en la práctica del juego-arte, por lo que abandona los estudios de ingeniería.

En 1905 comenzó a frecuentar el Club de Ajedrez de Manhattan: En la noche del 6 de abril de 1906 participó en un torneo relámpago en el que, tras sucesivas partidas eliminatorias, venció al gran Emanuel Lasker, ante el asombro de todos, adjudicándose el torneo. Lasker estrechó la mano de su vencedor diciéndole: "Es notable joven, usted no ha cometido errores".

En su primer encuentro internacional, enfrentó al maestro norteamericano Eugene Delmar, a quien le ganó todas las partidas, a pesar de haberle otorgado ventaja de peón y salida.
Entre fines de 1908 y 1909 participó en una prolongada gira estadounidense; de un total de 734 partidas, ganó 703, entabló 19 y sólo sufrió 12 derrotas.
En 1909, a la edad de 20 años, Capablanca ganó un encuentro al campeón estadounidense Frank Marshall (+8 -1 =14). Fue la insistencia de Marshall lo que permitió que se le dejara participar al joven Capablanca en el torneo de San Sebastián, España en 1911. Ésta era una de las competiciones más importantes de la época; todos los grandes jugadores del planeta estarían presentes excepto el entonces campeón mundial Emmanuel Lasker. Al inicio del torneo Ossip Bernstein y Aaron Nimzowitsch objetaron la presencia del invitado pues éste no había ganado todavía ninguno de los grandes torneos. Sin embargo, después de que Capablanca ganara su primer juego contra Bernstein (en una partida que le otorgaría el premio a la brillantez), éste reconoció su talento y dijo que no se sorprendería si su vencedor terminaba ganando la presa mayor.
Tras una movida durante un juego en la variedad de ajedrez rápido, Nimzowitsch se ofendió a raíz de un comentario de Capablanca, a quien respondió: "Los jugadores sin trayectoria deberían mantener la boca cerrada en presencia de sus superiores". En el acto, Capablanca retó a Nimzowitsch a enfrentarlo en una serie de juegos rápidos, los cuales ganó fácilmente. Los maestros presentes en el lugar concluyeron que el joven cubano era insuperable en la variante rápida, distinción que le correspondería hasta el final de su vida. Capablanca efectivamente terminó ganando el campeonato (nuevamente frente a Nimzowitsch), usando una apertura muy admirada por Mikhail Botvinnik,  y asombrando el mundo del ajedrez al ganar con balance de +6 -1 =7, delante de Akiba Rubinstein, Carl Schlechter y Siegbert Tarrasch.

En 1911 retó a Lasker por el campeonato del mundo. El alemán aceptó el desafío pero propuso 17 condiciones para el cruce. Capablanca no estuvo de acuerdo con algunas y no llegaron a un acuerdo.
En 1913 jugó en La Habana y terminó segundo detrás de Frank Marshall, habiendo perdido una de las partidas contra el norteamericano después de tener una posición ventajosa. Reuben Fine afirmó que Capablanca había exigido al alcalde el desalojar a todos los espectadores para que no lo vieran en el mal estado de ánimo mientras perdía. Esta historia ha circulado en libros y en la Red; sin embargo, el libro de Edward G. Winter documenta que la historia de Fine no tiene ningún fundamento. Demuestra en cambio que los 600 espectadores presentes, que naturalmente apoyaban a su compatriota, le dieron a Marshall una fuerte ovación. Las notas del mismo Marshall corroboran esta versión: cuando oyó el griterío de la multitud creyó que lo iban a linchar, por lo que pidió una escolta de seguridad para que lo llevara rápidamente a su hotel. Después le contaron lo que había sucedido en realidad.
Inmediatamente después de esto Capablanca obtuvo un resultado de +13 -0 =0 en un torneo en Nueva York, aunque Oldrich Duras era el único Gran Maestro Internacional entre sus rivales.
En septiembre de 1913 consiguió un trabajo en el Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba. El sueldo mediano le permitió seguir disfrutando de su pasión ajedrecística y realizar algunos viajes al exterior en busca de nuevos desafíos. Durante muchos años fue el cubano más famoso.
Luego jugó una serie de partidas en Europa contra los mejores jugadores de la época: en Berlín derrotó a Jacques Mieses y a Richard Teichmann; en San Petersburgo jugó una serie de seis partidas, dos contra Alexander Alekhine, dos contra Yevgeni Znosko-Borovski y dos contra Fedor Duz-Khotimirsky, perdiendo una vez contra Znosko-Borovski y ganando el resto. Estos fueron sus primeros encuentros con Alekhine, quien fue superado ampliamente. Luego en Riga batió a Nimzowitsch en un elegante final de alfiles de color opuesto. En Moscú venció a Bernstein en una partida que aparece en muchas antologías como una joya por la jugada ganadora 29... - Db2!!, y por la nueva estrategia de peones colgantes. En Kiev superó a Bogatyrchuk entre otros. Ya en Viena derrotó a Richard Réti en una partida y a Savielly Tartakower 1,5-0,5. Capablanca dio también un gran número de partidas simultáneas destacadas por su rapidez y gran cantidad de victorias.
En el gran torneo de 1914 en San Petersburgo, con la participación de la mayoría de los mejores jugadores del mundo (con la excepción de los del Imperio austrohúngaro), Capablanca se encontró con el gran Lasker por primera vez en un torneo normal (el cubano había ya ganado la final del mencionado torneo de ajedrez relámpago de 1906, en el que innovó con una ahora famosa composición final). Capablanca tomó ventaja de un punto y medio en las rondas preliminares, y obligó a Lasker a luchar por el empate. Ganó nuevamente el premio por brillantez contra Bernstein y tuvo algunas victorias importantes contra David Janowsky, Nimzowitsch y Alekhine. 
Sin embargo fue víctima de una notoria mejoría de Lasker en la segunda parte del torneo, que incluyó una famosa victoria del alemán. Terminó segundo, detrás de Lasker con 13 puntos contra 13,5 del alemán, pero adelante de Alekhine, quien finalizó en tercer puesto. Al concluir el torneo, el Zar Nicolás II proclamó a los cinco ganadores de premios (Lasker, Capablanca, Alekhine, Tarrasch y Marshall) como "Grandes Maestros del Ajedrez".

Durante los tiempos de guerra Capablanca se desplazó a lo largo de Sudamérica, aunque participó en pocos torneos. Apenas acudió a los torneos que se disputaban en New York, en las que siempre obtuvo la victoria. 


Tras la tempestad llegó la calma y tras finalizar la guerra por fin se pudo concertar el encuentro contra Lasker, que quedó fijado para el año 1921. Capablanca sabía que no podía dejar pasar la ocasión de dejar impreso su nombre en la historia del ajedrez, por lo que llegó al comienzo del match en el mejor estado de forma de toda su carrera. El cubano, que jugaba en casa, dominó el match por completo a pesar de un comienzo igualado. Lasker no consiguió derrotarle en ninguna partida y se mostró claramente inferior, era el final del reinado más largo de la historia del ajedrez. El alemán comentó que el húmedo calor de La Habana mermó su condición física. Esto, unido a que Lasker había dejado su juventud muy atrás, hicieron que su juego no fuese el de otros tiempos. El match no se jugó completo, ya que Lasker, tras la decimocuarta partida, pidió un cambio de sede a un lugar más fresco. Ante la negativa de Capablanca, Lasker deicidio no jugar el resto de partidas. Estos fueron los resultados de las 14 partidas disputadas:


Campeonato del Mundo - La Habana 1921


1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
13
14
Total
 J. R. Capablanca
=
=
=
=
1
=
=
=
=
1
1
=
=
1
9
 E. Lasker
=
=
=
=
0
=
=
=
=
0
0
=
=
0
5

           
 Ese año publicó su obra más famosa “Fundamentos del ajedrez” que ha sido considerada por muchos la mejor obra ajedrecística jamás escrita.

Esta fue la época dorada de Capablanca, que incluso consiguió encadenar 10 años seguidos sin conocer la derrota (1914-1924)... pero como todas las rachas tienen su fin, la derrota llegó en el Torneo de New York (1924) a manos de Richard Reti. A partir de este año su juego entra en un profundo bache y no consigue la victoria en ninguno de los torneos a los que acude. Se empieza a especular con que la magia de Capablanca se ha terminado. Pero nada más lejos de la realidad, en 1926 regresa a la senda de la victoria y lo hace de forma aplastante, por lo que vuelve a ser temido por todos los que se sientan frente a él en un tablero. En el torneo de New York de 1927 se reunieron los mejores jugadores del mundo del ajedrez y Capablanca finalizó en primer lugar con una superioridad pasmosa:


    Torneo de New York 1927




1 - José Raúl Capablanca 14 ptos
Caricatura de Capablanca
2 - Alexander Alekhine 11'5 ptos
3 - Aaron Nimzowitsch 10'5 ptos
4 - Milan Vidmar 10 ptos
5 - Rudolf Spielmann 8 ptos
6 - Frank Marshall 6 ptos













Durante estos años Capablanca recibió constantes críticas por las duras condiciones que exigía a los aspirantes a su título de campeón del mundo. Pedía un fondo mínimo de 10.000 dólares, a esta cantidad se le llamó "el muro dorado" y fueron muchos los grandes jugadores que no pudieron reunir esta cantidad, como Nimzowitsch o Rubinstein... de hecho pasaron 6 años hasta que apareció un rival con dicha cantidad de dinero, su nombre les sonará: un ruso llamado Alexander Alekhine, que consiguió reunirla a duras penas.
            
Capablanca se vio obligado a aceptar este desafío, no podía seguir defraudando al mundo del ajedrez. Alekhine se había preparado concienzudamente para este match, mientras un confiado Capablanca había descuidado su preparación; incluso unos días antes de comenzar el encuentro de Buenos Aires había estado en Brasil dando sesiones de simultaneas. Este match colmaba las aspiraciones de los aficionados, los dos mejores jugadores del mundo se enfrentaban en la plenitud de sus carreras. Alekhine nunca había conseguido derrotar a Capablanca en una partida y el cubano confiaba en demasía en la facilidad y naturalidad de su juego. La mezcla de todos estos ingredientes dio como resultado la victoria de Alekhine. Tras dura lucha (75 días y 34 enfrentamientos), el ruso se proclamó nuevo campeón del mundo por 18'5-15'5. Tras el movimiento 81 Alekhine recibió de manos del árbitro una carta escrita de puño y letra por Capablanca en la que le otorgaba la victoria.

Estimado Dr. Alekhine: Abandondo la partida. Es usted, pues, el campeón del mundo y lo felicito por su éxito”. Mis cumplidos a madame Alekhine. Cordialmente suyo, J.R. Capablanca.

Al juego de Capablanca le faltó la técnica tan perfecta de anteriores ocasiones. Esto se debió a que enfrente tenía un rival muy duro, que siempre complicaba la posición y le llevaba a cometer errores en los que antes nunca había caído. El match se desarrolló como sigue:


Campeonato del Mundo - Buenos Aires 1927


1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
13
14
15
16
17
 J. Capablanca
0
=
1
=
=
=
1
=
=
=
0
0
=
=
=
=
=
 A. Alekhine
1
=
0
=
=
=
0
=
=
=
1
1
=
=
=
=
=



18
19
20
21
22
23
24
25
26
27
28
29
30
31
32
33
34
Total
=
=
=
0
=
=
=
=
=
=
=
1
=
=
0
=
0
15'5
=
=
=
1
=
=
=
=
=
=
=
0
=
=
1
=
1
18'5

           
Este resultado conmocionó al mundo del ajedrez, nadie esperaba que Capablanca pudiese ser derrotado. Por ejemplo, Spielmann vaticinó que Alekhine no ganaría ni una sola partida, esta opinión se basaba en la actuación de Capablanca en el Torneo de New York jugado unos meses antes. La razón del por qué de la caída del cubano parece clara: su mala preparación al sentirse superior a su rival. Capablanca siempre se comportó de un modo similar, solía obtener sus victorias con el mínimo esfuerzo posible, lo que le llevaba a un estado de confianza en el que descuidaba en demasía su preparación.


Tras esta severa derrota Capablanca decidió prepararse con intensidad para recuperar su trono (tal vez por primera vez en su vida). La expectación iba creciendo esperando la reedición de este duelo... pero nunca llegó a producirse ya que Alekhine jamás aceptó los retos del cubano y se dedicó a aceptar otros desafíos de jugadores más débiles. El motivo es sencillo, Alekhine exigió a Capablanca las mismas condiciones que el cubano había exigido cuando era campeón del mundo, pero fue más benévolo con el resto de sus rivales. El comportamiento de Alekhine no fue lícito, aunque tampoco lo fue el muro dorado que exigió el cubano cuando estaba en la cima del ajedrez.


Capablanca alternó victorias y derrotas en los años siguientes, pero desencantado por no poder enfrentarse a Alekhine abandonó el ajedrez en 1931. Durante 4 años se limitó a dar exhibiciones de simultaneas por EEUU, Cuba y México. Pero el ajedrez corría por sus venas y decidió poner fin a su periodo de retiro en 1934. Volvió a jugar torneos en Europa, aunque consiguiendo resultados discretos. Cuando todo el mundo le consideraba acabado (por segunda vez) Capablanca reaccionó, tal vez animado porque Euwe había arrebatado el título mundial a Alekhine y tenía esperanzas de que el holandés aceptase su reto. Tuvo un año sensacional, en 1936, venciendo en casi todos los torneos que disputó (incluso se dio el placer de derrotar a Alekhine en el torneo de Notingham).

Durante los años siguientes el juego de Capablanca fue decayendo hasta llegar al fin de su carrera en 1939. Su última competición fue la Olimpiada de Buenos Aires, donde no perdió ninguna partida. Una de las razones que le llevaron a abandonar definitivamente el ajedrez fue el total convencimiento de que ya no podría enfrentarse a Alekhine. Totalmente desanimado renunció a seguir jugando. 

Capablanca es considerado como uno de los grandes ajedrecistas de todos los tiempos, en su época fue apodado como "El infalible" o "La máquina humana". Su estilo fue imitado por las generaciones posteriores, como ocurre con todos los jugadores que dominan durante un largo periodo de tiempo. Ha sido uno de los jugadores que más seguidores ha tenido a sus espaldas (también los tiene en la actualidad) y no sólo debido a su juego, ya que sus rivales cuentan que era muy educado y de simpatía natural.



            No sólo se dedicó a jugar, fue un gran escritor: en inglés escribió "My chess career" y "Chess fundamentals", en castellano publicó obras como: "Torneo de La Habana 1913" o "Lecciones elementales de ajedrez". También dirigió la revista Capablanca Chess Magacine, junto a Juan Corzo.
Le fueron otorgados 19 premios a lo largo de su carrera, algo al alcance de muy pocos ajedrecistas. Para Capablanca el ajedrez era algo natural, sin duda debido a su gran talento y a que aprendió a jugar con sólo 4 años. Reti, en su libro "Los Grandes Maestros del tablero", compara la facilidad de Capablanca para jugar al ajedrez con aprender un idioma, que se hace de forma más natural y fluida cuanto más temprana es la edad del alumno. Para Capablanca jugar al ajedrez era algo sencillo, por lo que conseguía analizar las posiciones con gran facilidad. Gracias a esto movía las piezas con rapidez, lo que trajo aparejado que nunca tuviese problemas de tiempo en ninguna partida. En su época tal vez hubo jugadores con más calidad táctica (como Rubinstein), pero su fino estilo le hizo invencible durante una larga época. No hay más que echar un vistazo a los torneos en que finalizó primero para comprender su superioridad, el segundo clasificado solía terminar a bastante distancia del cubano.



Capablanca propuso una modificación sobre el ajedrez convencional introduciendo dos nuevas piezas: el canciller y el cardenal. Estas dos piezas serían mezclas de torre-caballo y de torre-alfil, respectivamente. Así nació el Ajedrez de Capablanca.





Para ello había que rediseñar el tablero quedando en 10×10 o 10×8 escaques. En este tablero los peones en la apertura pueden abrir avanzando tres casillas en lugar de las dos originales.

En la siguiente imagen se puede ver un ejemplo de tablero en 10×8 de Ajedrez Gótico, una variante americana del Ajedrez de Capablanca en el que las piezas se disponen según Torre – Caballo – Alfil – Reina – Canciller – Rey – cardenal – Alfil – Caballo – Torre.

 


Capablanca pensó que estas dos piezas no ortodoxas eran clave para impedir las tablas y para que los juegos fueran más espectaculares. El cardenal por ejemplo es capaz de dar mate estando solo en el tablero ante un rey.
Como variante, el Ajedrez de Capablanca no llegó a revolucionar nada. La idea del ajedrez de Capablanca no llegó a cuajar porque rápidamente se vió que la predicción de las tablas eternas que hizo el Gran Maestro cubano no llegó a suceder. Otras variantes del ajedrez como el ajedrez hexagonal de Gli?ski sí que han tenido más éxito, especialmente en Polonia, país natal de Gli?ski.



 
También existen otras variantes como el ajedrez para tres jugadores o incluso, para cuatro. Y como no, el Ajedrez 3D al que jugaba Spock.


O más recientemente, Sheldon Cooper y Leonard Hofstadter en The Big Bang Theory…


El Ajedrez 3D se compone de 3 tableros fijos de 4×4 escaques dispuestos en escalones y tres tableros adicionales de 2×2 que se pueden mover para atacar o usar como puente de un tablero fijo a otro. Estos tableros pueden colocarse por arriba o por debajo haciendo que alcance hasta 7 niveles. Las reglas desde luego son algo complicadas.
Seguramente en la cabeza del genio cubano no cabían todas las posibles combinaciones que se pueden hacer sobre este juego milenario que a día de hoy sigue ostentando una de las cumbres de los deportes de ingenio, destreza e inteligencia.


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