...Bovary
¿No tenían otra cosa qué decirse? Sus ojos, sin embargo, estaban llenos
de una conversación más seria; y, mientras se esforzaban en encontrar
frases banales, se sentían invadidos por una misma languidez; era como
un murmullo del alma, profundo, continuo, que dominaba el de las voces.
Sorprendidos por aquella dulzura nueva, no pensaban en contarse esa
sensación o en descubrir su causa. Las dichas futuras, como las playas
de los trópicos, proyectan sobre la inmensidad que les precede sus
suavidades natales, una brisa perfumada, y uno se adormece en aquella
embriaguez sin ni siquiera preocuparse del horizonte que no se
vislumbra...
Gustave Flaubert
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