común está considerado como el rey de los pájaros cantores. Es, por méritos propios, el pájaro que más ha sido cantado por poetas
y escritores de todos los tiempos. La Naturaleza dotó al ruiseñor de
unas cualidades excepcionales en sus órganos de canto, que le permite
emitir sus variadas frases líricas, de amplia tesitura, con un poderoso
volumen de voz que hacen que sea el cantor por excelencia de los bosques, vegas y jardines. Es sobre todo al amanecer y al
atardecer cuando se producen los cantos más melodiosos.
Su canto posee un admirable registro de silbidos, borboteos de notas
roncas, líquidas, con un volumen y fuerza que muy pocos cantores tienen.
De admirable belleza, este ave , cuyo nombre científico es Luscinia Megarhynchos, es un pájaro pequeño que actualmente se considera como parte de la familia de los “cazamoscas”, la que integran unas cuantas especies de aves de Europa. El ruiseñor es un pájaro emigrante, insectívoro, de dieciséis centímetros de longitud en total, de los cuales siete centímetros corresponden a la cola. La parte superior del cuerpo es de color marrón rojizo, bastante uniforme desde el nacimiento del pico al final de la cola. La parte inferior es de color ceniciento, con matizado más blanco en el mentón, vientre y debajo de las alas, quedando únicamente coloreado de marrón rojizo la parte no cubierta de la cola por la parte inferior. Las alas tienen las puntas redondeadas, para volar grandes distancias durante las migraciones. La hembra se diferencia ligeramente del macho, en el color de la cola y el obispillo, que es más rojizo, aunque no es fácil apreciarlo en el campo. Los ejemplares inmaduros tienen un plumaje muy moteado.
De admirable belleza, este ave , cuyo nombre científico es Luscinia Megarhynchos, es un pájaro pequeño que actualmente se considera como parte de la familia de los “cazamoscas”, la que integran unas cuantas especies de aves de Europa. El ruiseñor es un pájaro emigrante, insectívoro, de dieciséis centímetros de longitud en total, de los cuales siete centímetros corresponden a la cola. La parte superior del cuerpo es de color marrón rojizo, bastante uniforme desde el nacimiento del pico al final de la cola. La parte inferior es de color ceniciento, con matizado más blanco en el mentón, vientre y debajo de las alas, quedando únicamente coloreado de marrón rojizo la parte no cubierta de la cola por la parte inferior. Las alas tienen las puntas redondeadas, para volar grandes distancias durante las migraciones. La hembra se diferencia ligeramente del macho, en el color de la cola y el obispillo, que es más rojizo, aunque no es fácil apreciarlo en el campo. Los ejemplares inmaduros tienen un plumaje muy moteado.
El hábitat característico de esta especie son los sotobosques arbustivos, zonas con abundante maleza, incluso en parques jardines urbanos. Lo importante es que haya bastante matorral donde se sienta seguro, ya que no le suele gustar los espacios abiertos. También son querenciosos de los cursos fluviales y charcas donde haya abundante vegetación fluvial e insectos asociados a la masa de agua, los que constituyen su principal aliento.
El ruiseñor llega a nuestra Península en marzo o abril, procedentes de África tropical y de
Oriente Medio que es donde hibernan. y suele volver, año
tras año, al lugar donde ha criado por primera vez.
Los machos son los
primeros que hacen acto de presencia en los lugares donde han de criar, y
donde saben imponer su autoridad, no permitiendo que otro macho ocupe
su zona tradicional de dominio. A los ocho días, aproximadamente, aparecen las hembras. Los machos
más adultos se emparejan con su compañera de temporadas pasadas, y los
jóvenes impetuosos que por primera vez van a casarse se ven asediados
por las jóvenes hembras reclamadas por ardiente celo y de las cuales una
de ellas ha de ser su fiel pareja para el futuro. Comienzan los cortejos de estos machos
levantando la cola y bajando el pico hasta más abajo que sus patas y
entonando cantos muy melódicos. Construye la hembra sola el nido, a base de
pequeñas ramitas entre las zonas de vegetación densa para protegerlo lo
máximo posible. Para la nidificación, los ruiseñores suelen tener predilección por
lugares más próximos al suelo y que estén protegidos por maleza o
plantas diversas. No obstante, es frecuente que construyan el nido entre
el ramaje de arbustos de poca altura, entre las hojas bajas de las
pitas, entre las hojas de palmeras pequeñas o entre la hierba que trepa
en la base de un árbol.
En fin, siempre el ruiseñor anida en las
proximidades del suelo y a una altura no superior al metro. Cuando construyen el nido en el suelo suelen protegerlo de la humedad
con una buena base de hojarasca. El resto lo construyen con raíces,
hojas menudas, hierbas, etc., y el interior lo recubren con pelos de palmera o hierbas muy finas.
Repartidos y acomodados por fin en sus respectivos territorios, los
machos demuestran su vigor lanzando a los cuatro vientos sus potentes
voces. Parece como si pretendiesen superarse para que sus frases líricas
alcancen mayor distancia. En realidad, es su ardiente celo amoroso el
que con sus cantos lanzan al aire, esperando ser reconocido en
lontananza por su hembra que pronto ha de llegar o de la novia que han
de conquistar, en el caso de los jóvenes.
La nidada es de cuatro a cinco huevos de color verde
aceituna, solo los incuba la
hembra durante trece días, ambos congéneres alimentaran a lo poyos a base de
insectos y orugas al nacer. y, a medida que van creciendo,
les suministran diversos frutos pequeños, como moras de árbol, fresas,
etc. Al cumplir un mes los pollos ya son
independientes y se dispersan.
Busca el alimento cerca del suelo, bajo las hojas de los árboles y
entre la hierba. En verano acude a beber a los arroyos y manantiales
cercanos a su territorio.
El vuelo del ruiseñor común es bajo, directo y fuerte entre los arbusto de
los parajes que habita.
A últimos de septiembre empiezan los ruiseñores a prepararse para la
hibernación, que han de efectuar en el África Ecuatorial. Parece ser que
se reúnen en determinados parajes para emprender, en bandadas, el vuelo
a través de la Península.
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