miércoles, 5 de septiembre de 2012

El ruiseñor

común está considerado como el rey de los pájaros cantores. Es, por méritos propios, el pájaro que más ha sido cantado por poetas y escritores de todos los tiempos. La Naturaleza dotó al ruiseñor de unas cualidades excepcionales en sus órganos de canto, que le permite emitir sus variadas frases líricas, de amplia tesitura, con un poderoso volumen de voz que hacen que sea el cantor por excelencia de los bosques, vegas y jardines. Es sobre todo al amanecer y al atardecer cuando se producen los cantos más melodiosos.

Su canto posee un admirable registro de silbidos, borboteos de notas roncas, líquidas, con un volumen y fuerza que muy pocos cantores tienen. 

De admirable belleza, este ave  , cuyo nombre científico es Luscinia Megarhynchos, es un pájaro pequeño que actualmente se considera como parte de la familia de los “cazamoscas”, la que integran unas cuantas especies de aves de Europa. El ruiseñor es un pájaro emigrante, insectívoro, de dieciséis centímetros de longitud en total, de los cuales siete centímetros corresponden a la cola. La parte superior del cuerpo es de color marrón rojizo, bastante uniforme desde el nacimiento del pico al final de la cola. La parte inferior es de color ceniciento, con matizado más blanco en el mentón, vientre y debajo de las alas, quedando únicamente coloreado de marrón rojizo la parte no cubierta de la cola por la parte inferior.  Las alas tienen las puntas redondeadas, para volar grandes distancias durante las migraciones. La hembra se diferencia ligeramente del macho, en el color de la cola y el obispillo, que es más rojizo, aunque no es fácil apreciarlo en el campo. Los ejemplares inmaduros tienen un plumaje muy moteado.


El hábitat característico de esta especie son los sotobosques arbustivos, zonas con abundante maleza, incluso en parques jardines urbanos. Lo importante es que haya bastante matorral donde se sienta seguro, ya que no le suele gustar los espacios abiertos. También son querenciosos de los cursos fluviales y charcas donde haya abundante vegetación fluvial e insectos asociados a la masa de agua, los que constituyen su principal aliento.

El ruiseñor llega a nuestra Península en marzo o abril, procedentes de África tropical y de Oriente Medio que es donde hibernan. y suele volver, año tras año, al lugar donde ha criado por primera vez. 


Los machos son los primeros que hacen acto de presencia en los lugares donde han de criar, y donde saben imponer su autoridad, no permitiendo que otro macho ocupe su zona tradicional de dominio. A los ocho días, aproximadamente, aparecen las hembras. Los machos más adultos se emparejan con su compañera de temporadas pasadas, y los jóvenes impetuosos que por primera vez van a casarse se ven asediados por las jóvenes hembras reclamadas por ardiente celo y de las cuales una de ellas ha de ser su fiel pareja para el futuro. Comienzan los cortejos de estos machos levantando la cola y bajando el pico hasta más abajo que sus patas y entonando cantos muy melódicos. Construye la hembra sola el nido, a base de pequeñas ramitas entre las zonas de vegetación densa  para protegerlo lo máximo posible. Para la nidificación, los ruiseñores suelen tener predilección por lugares más próximos al suelo y que estén protegidos por maleza o plantas diversas. No obstante, es frecuente que construyan el nido entre el ramaje de arbustos de poca altura, entre las hojas bajas de las pitas, entre las hojas de palmeras pequeñas o entre la hierba que trepa en la base de un árbol. 
En fin, siempre el ruiseñor anida en las proximidades del suelo y a una altura no superior al metro. Cuando construyen el nido en el suelo suelen protegerlo de la humedad con una buena base de hojarasca. El resto lo construyen con raíces, hojas menudas, hierbas, etc., y el interior lo recubren con pelos de palmera o hierbas muy finas.

Repartidos y acomodados por fin en sus respectivos territorios, los machos demuestran su vigor lanzando a los cuatro vientos sus potentes voces. Parece como si pretendiesen superarse para que sus frases líricas alcancen mayor distancia. En realidad, es su ardiente celo amoroso el que con sus cantos lanzan al aire, esperando ser reconocido en lontananza por su hembra que pronto ha de llegar o de la novia que han de conquistar, en el caso de los jóvenes.

La nidada es de cuatro a cinco huevos de color verde aceituna, solo los incuba la hembra durante trece días, ambos congéneres alimentaran a lo poyos a base de insectos y orugas al nacer. y, a medida que van creciendo, les suministran diversos frutos pequeños, como moras de árbol, fresas, etc. Al cumplir un mes los pollos ya son independientes y se dispersan.

 Busca el alimento cerca del suelo, bajo las hojas de los árboles y entre la hierba. En verano acude a beber a los arroyos y manantiales cercanos a su territorio.
Ruiseñor japonés
 
El vuelo del ruiseñor común es bajo, directo y fuerte entre los arbusto de los parajes que habita.

A últimos de septiembre empiezan los ruiseñores a prepararse para la hibernación, que han de efectuar en el África Ecuatorial. Parece ser que se reúnen en determinados parajes para emprender, en bandadas, el vuelo a través de la Península.





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