Las tortugas son reptiles, pertenecientes al orden Testudines (o
Chelonia) y se distinguen de todos los otros vertebrados porque tienen
un caparazón exterior que protege su cuerpo.
Se caracterizan por tener un tronco ancho y corto, protegido
por un caparazón formado, generalmente, por placas óseas revestidas de
placas córneas, y a veces sólo por placas córneas. Del caparazón salen,
por delante, la cabeza y las patas anteriores, y por detrás, las patas
posteriores y la cola. Hay tortugas que lo tienen dividido en dos partes,
una dorsal o superior y otra ventral, unidas entre sí.
La característica más
importante del esqueleto de las tortugas es que la columna vertebral está
soldada a la parte dorsal del caparazón. El esqueleto hace que la
respiración sea imposible por movimiento de la caja torácica y se lleva a
cabo, principalmente, por la acción de las extremidades.
En la mayoría de las
tortugas, el caparazón forma una envoltura con cavidades por donde
pueden sacar las extremidades, la cabeza y la cola. Algunas especies
tienen un caparazón tan voluminoso, que en su interior pueden esconder
completamente las extremidades y la cabeza.
El caparazón es una adaptación del esqueleto, presentándose las vértebras en la forma de placas dorsales externas. Esta apariencia genérica se ha mantenido por más de 200 millones años para todas las especies de tortugas.
El cráneo presenta
características de un gran primitivismo. No tienen dientes, pero sí una
mandíbula afilada, parecida a un pico.
Existen
dos grandes tipos de tortugas:
a) tortugas pleurodiras que son aquellas que doblan su cuello largo de forma lateral y esconden la cabeza retrayéndola hacia dentro de su caparazón. Poseen una membrana interdigital, y están adaptadas a la vida acuática o semiacuática, encontrándose en ríos y lagos de agua dulce de América del Sur, África y Australia.
b) tortugas criptodiras a este grupo pertenecen 200 especies, que presentan una gran variedad en su forma y comportamiento: algunas de estas tortugas viven en los océanos pero los nacimientos ocurren en la tierra. Después de que salen del huevo las tortugas se dirigen al agua y no vuelven a tierra firme hasta que las hembras vuelven a poner sus huevos. Otras tortugas de este grupo, se han adaptado a vivir solamente en tierra firme, inclusive en desiertos y otras son semiacuáticas, pudiendo convivir en perfecta armonía entre sus nidos o cuevas y en ríos o estanques de agua dulce.
Pocos animales son más tranquilos y pausados que las tortugas. Sin
embargo, eso no implica que no podamos sorprendernos ante sus habilidades y curiosidades, sea cual sea la especie que estemos observando.
- Seguramente habrás oído decir que la tortugas lloran,
pero no es cierto. Las tortugas marinas, cuando nadan en el mar,
excretan la sal que absorben del agua a través de sus ojos, y esto es lo
que hace que, muchas veces, parezca que están llorando.
- La mayor tortuga que se conoce era una Tortuga Laúd y pesaba nada menos que la friolera de 752 kilos
.
- La media de edad de las tortugas residentes en las islas Galápagos,
las más longevas, ronda los 80 años. Sin embargo, en Hainan, una zona
situada al suroeste de China, se ha encontrado una tortuga que, según
los investigadores, tiene 500 años, lo que la convertiría en el reptil vivo más antiguo del mundo.
- Aunque la creencia popular es que si una tortuga se queda bocarriba no se puede voltear, esto no es cierto. Si se encuentra en buen estado de salud, puede perfectamente darse la vuelta y continuar caminando. Sólo si su salud es precaria o es muy anciana no podrá hacerlo.
- Aunque la creencia popular es que si una tortuga se queda bocarriba no se puede voltear, esto no es cierto. Si se encuentra en buen estado de salud, puede perfectamente darse la vuelta y continuar caminando. Sólo si su salud es precaria o es muy anciana no podrá hacerlo.
- Algunas tortugas pueden vivir hasta más de un año sin ingerir ningún tipo de alimento.
- Los machos de las tortugas de las Galápagos compiten entre sí por
razones territoriales o por las hembras. El combate no puede resultar
menos cruento, ya que el macho vencedor es aquel que logra estirar más el cuello fuera del caparazón.
- El sexo de las tortugas es determinado por la
temperatura durante la incubación. Si ésta se ha producido por debajo de
los 29 grados de temperatura, todas las tortuguitas serán machos,
mientras que cuando la temperatura es superior, todas las nuevas
tortugas son hembras.
- Su sentido de la orientación es magnífico. Se dice de ellas que tienen
una brújula natural y muchos investigadores buscan la explicación en el
campo magnético terrestre.
-Tienen pulmones, como nosotros. La suerte que tienen es que pueden
almacenar grandes cantidades de oxígeno en sangre y tejidos y permanecer
sumergidas hasta 6 horas
- Algunas especies no alcanzan la madurez sexual hasta los 50 años.
- Las tortugas existen desde hace
más de 150 millones de años y sobrevivieron a todos los cambios del
planeta.
Todos los años, las tortugas marinas de cada
especie se reunen en ciertos lugares del océano para aparearse. Poco
tiempo después, las tortugas marinas hembras salen del mar en las playas
en las que cavan sus nidos y ponen sus huevos. La mayoría de las
especies desova por la noche, aunque la golfina lo hace durante el día.
Se cree que las hembras de algunas especies hacen sus nidos en las
mismas playas donde nacieron.
Después de salir del agua, la tortuga marina
hembra se arrastra hacia arriba por la playa hasta encontrar un sitio
apropiado para desovar. (Si son perturbadas por luces o por ruidos en
la playa, las hembras de la mayoría de las especies retornarán al agua
sin haber puesto sus huevos.) Una vez que la hembra ha encontrado un
lugar adecuado para hacer su nido, cava con sus aletas un hoyo del
tamaño de su cuerpo. Luego, con las aletas traseras, hace un hoyo más
profundo y en forma de vasija alargada; con mucho cuidado va sacando la
arena con una de sus aletas y la echa a un lado; luego saca más arena
con la otra aleta.
Cuando el hoyo que forma el nido está terminado,
la hembra deja caer sus huevos en él, uno o dos a la vez y de apariencia
coriácea. Mientras ella hace esto, le brotan lágrimas para mantener sus
ojos húmedos y libres de arena. Los huevos tienen un diámetro de 4 a 7
cm.
Como promedio, una hembra puede poner 100 huevos
en cada nido. En Surinam, sin embargo, las tortugas marinas verdes ponen
un promedio de 142 huevos por nido, mientras que en las Islas Galápagos
el promedio es de 80, más o menos. Parece que la tortuga kikila, en
Australia, pone un promedio de únicamente 50 huevos por nido. En algunos
lugares, los mapaches y otros animales se roban los huevos y se los
comen conforme la hembra los va dejando caer en el nido.
Cuando la hembra ha terminado de depositar sus
huevos, los cubre con arena y apisona bien el nido. Luego trata de
camuflarlo lanzando arena a todo el rededor y balanceando su cuerpo
sobre la playa. Este camuflaje no siempre su cometido. Después de que la
hembra abandona el nido para volver al mar, existe la posibilidad de
que los cangrejos y otros animales lo excaven y se coman los huevos.
Una hembra puede poner una nidada aproximadamente
cada dos semanas durante el período de reproducción y en una sola
temporada puede hacer de tres a ocho nidos, es decir, pone hasta 1000
huevos. Generalmente las tortugas marinas hembras anidan cada dos o
cuatro años. Por lo tanto, puede haber grandes diferencias en el número
de nidadas de un año a otro.
Una de las razones por las que las tortugas
marinas ponen tantos huevos es que son muy pocas las tortuguitas que
sobreviven después de la incubación y llegan a ser adultas. Si el nido
está en un lugar demasiado bajo en la playa, los huevos pueden ser
destruidos por mareas altas o lluvias fuertes. La temperatura del nido
afecta a las tortuguitas que se están incubando. Si supera cierto nivel,
todas o la mayoría de las crías serán hembras, pero si ha estado por
debajo de ese nivel, la mayoría serán machos.
Si los huevos no son destruidos por el agua, o
por los depredadores, se incabarán en aproximadamente dos meses. Por lo
general, todos los huevos de un nido se incuban en el mismo tiempo.
Conforme las tortuguitas salen de los huevos, empiezan a forcejear para
abrirse camino hacia la superficie de la playa; arañan la arena de los
lados y de la parte superior del nido, la cual va cayendo en el fondo de
éste junto con las cáscaras vacías de los huevos. De esta manera, el
fondo del nido se va levantando gradualmente hacia la superficie.
Tortuguitas laúd dirigiéndose al mar
Cuando las crías están justamente bajo la capa
superficial de la arena, esperan hasta que afuera esté fresco antes de
salir. Generalmente esto significa que las tortuguitas, que miden
alrededor de 5 cm de largo, aguarden la noche para abandonar el nido e
iniciar su carrera hacia el mar. Esta es una etapa muy peligrosa en la
vida de las tortugas marinas. Instintivamente, las tortuguitas se
dirigen hacia la parte más brillante del horizonte, la que, por lo
general, se encuentra sobre el agua; pero pueden desorientarse si
brillan luces tierra adentro; si esto sucede, las crías se arrastrarán
en esa dirección y morirán; y aún cuando se dirijan hacia el mar, pueden
ser atacadas por mapaches, cangrejos, pájaros y otros animales.
Otros depredadores, como las aves marinas, los
tiburones y algunos peces, amenazan a las pequeñas tortugas una vez que
han logrado llegar al agua. Durante las primeras semanas de vida, ellas
no pueden permanecer mucho tiempo bajo la superficie del agua ni tampoco
son capaces de nadar con la rapidez y fuerza suficiente para salvarse
de estos depredadores.
Poco se conoce sobre la vida de las tortugas pre-adultas; este período en su historia de vida se conoce como los años perdidos.
Se cree que las que finalmente logran sobrevivir pasan los primeros
meses de su vida en bancos de sargazos que flotan a la deriva a corta
distancia de la costa. Allí se encuntran protegidas de muchos enemigos y
pueden alimentarse de otras criaturas más pequeñas que viven en esos
bancos.
Hasta que no llegan a tener por lo menos un año,
estas jóvenes tortugas están a merced de las corrientes marinas. La
golfina de pocos meses, por ejemplo, puede ser arrastrada por la
Corriente del Golfo tan al norte como a la altura de Massachusetts, en
la costa nororiental de los Estados Unidos.
No se sabe cuánto tiempo tardan las tortugas
marinas en llegar a la madurez, pero se calcula que es entre 8 y 50
años. Este largo período para alcanzar la edad madura presenta
particulares problemas relativos a la conservación de las tortugas
marinas. La depredación causada por los tiburones, la caza por humanos y
la captura casual en las redes, en las que mueren asfixiadas, son todos
factores que se combinan para reducir las oportunidades de sobrevivir y
reproducirse que tiene una tortuga marina.
Arturo y Clementina
El vals lento de las tortugas
Katherine
Pancol (Casablanca, 1954) es una de las escritoras con más éxito en
Francia. Periodista y guionista de series de televisión, a los
veinticinco años empieza su carrera como novelista con Moi d'abord. Le seguirán La Barbare, Scarlett si posible, hasta que publicó la novela que la lanzó a la fama internacional, Los ojos amarillos de los cocodrilos,
una obra que se convirtió en Francia y España en un fenómeno de ventas.
Ahora llega la segunda parte de esta gran saga familiar, El vals lento de las tortugas.
La nueva entrega de la desmembrada y moderna familia parisina sigue los patrones iniciados en Los ojos amarillos Ahora, Josephine Cortès, de 43 años, es una célebre novelista que ha sabido conservar su carácter auténtico y reservado. Ya no vive en la periferia sino que se ha mudado con sus dos hijas adolescentes a un piso en el céntrico y exclusivo barrio parisino de Passy.
La nueva entrega de la desmembrada y moderna familia parisina sigue los patrones iniciados en Los ojos amarillos Ahora, Josephine Cortès, de 43 años, es una célebre novelista que ha sabido conservar su carácter auténtico y reservado. Ya no vive en la periferia sino que se ha mudado con sus dos hijas adolescentes a un piso en el céntrico y exclusivo barrio parisino de Passy.
Los personajes que
conocíamos bien nos vuelven a divertir con sus historias aunque con
importantes cambios. La diabólica madre o la histérica hermana siguen
presentes, aunque relegados a un plano secundario. El generoso padrastro
ya vive con la gorda de sus sueños y con su hijo genial. El cuñado
encantador, poco presente en el primer libro, tiene ahora un papel
importante. Y aparece un perro, tan feo y simpático que produce miedo.
Asimismo, en esta nueva entrega, Pancol ha querido introducir un toque
de novela negra con los crímenes inesperados que ocurren cerca de donde
vive la protagonista o ese marido a quien se lo habían comido los
cocodrilos y que ahora se lo encuentra uno por el metro. Ocurren tal
cantidad de cosas que el lector no tendrá tiempo de aburrirse.
El vals lento de las tortugas habla de amor, de la amistad, de ser
madre, del trabajo, de las dudas existenciales, de los adolescentes y de
la vida familiar a principios del siglo XXI. No está mal y, todo ello,
con una dosis de humor importante.
El estilo de Pancol es cuidado,
rápido, inteligente y se adapta perfectamente a las diferentes
situaciones narradas. Las historias de los personajes, las vidas que se
cuentan, las elecciones de cada uno de ellos, se entremezclan con
verdadero acierto y, en ningún momento, el lector se siente perdido en
esta inmensa ciudad de gentes y destinos.
El vals lento
es una novela divertida, con cierto parecido a las obras de Anna Gavalda, con quien se la ha comparado muchas veces, pero Katherine Pancol consigue que no se le escape ni un hilo en esta inmensa telaraña de historias y los personajes.
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