Nunca
pensé que un bostezo pudiera despertar tanta ternura en mi corazón. Sonreí
mientras la miraba. Mis ojos querían grabar aquel momento. Inmortalizarlo.
Probablemente, en un futuro no muy lejano ya no la tendría a mi lado. Tal vez
un Ángel en forma de profundo sueño
viniera a buscarla. Posiblemente me la arrebataría para llevarla a descansar a
un lugar lejano, pero a la vez, cercano a mi padre. Cercano a ese hombre que
fue su sombra y tanto añoró en los últimos años…
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Ese
gesto cogidos de la mano me llenó de recuerdos. Recuerdos de una niñez ya
lejana. Cuando ella, con expresión segura me entregaba una protección de Madre
entregada. Era un gesto sencillo, pero en mi mente de niño era una postura que
me hacia sentir importante.
Recordé
como caminando a su lado y cogidos de la mano,
sabía que nada malo podía suceder, ya que ella estaba allí para
protegerme.
Mi
mano derecha avanzó llena de ternura hacia su frente. Mis dedos dibujaron
diminutos círculos sobre su piel brillante. Deseaba trasmitirle confianza.
Deseaba que ella se sintiese segura. Si, esa certeza que antaño ella me entregaba
al sentirme entre sus brazos. Abrazos intensos que me llenaban de determinación
en mi alma de niño.
Abrió
por un instante los ojos. Sentí como con su mirada buscaba mi persona. Ella
necesitaba saber si aun estaba allí. ¿Como no iba a hacerlo? Cuantas veces en
mi niñez la enfermedad en forma de virus me acechó y ella pasaba las horas a mi
lado o pedía a mis hermanos que lo hicieran, cuando sus muchos quehaceres no se
lo permitían. Cuantas veces en la noche me acunó hasta hacerme sentir el niño
más feliz de la tierra. Si, estaría allí a su lado el tiempo que fuese
necesario…
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