¡Pues claro que se puede crecer! Pero en una nueva dirección. Crecer como persona y no como consumidor.
El árbol de los sentimientos intenta recordarte que tú eres algo más que aquello que consumes. Tu identidad no depende de la ropa que llevas, del coche que conduces, de dónde está tu casa, de cuántos televisores tienes... Te han inculcado la idea de que sólo eres alguien si tienes recursos para consumir. Esa es la nueva idea de “supervivencia” que la sociedad occidental transmite en cada anuncio publicitario: “tú no serás nadie en la sociedad hasta que no consumas para estar más delgada, tener a una chica guapa a tu lado, alcanzar la fama, etc.”
Y claro, todos con ese “chip” instalado en la cabeza comportándonos al uso. Mirando lo que lleva puesto nuestra vecina, o si el coche de nuestro jefe es de gama alta. Y entonces empezamos a clasificar a las personas y buscamos rodearnos sólo de gente “próspera” para intentar “ascender” en un camino al que llamamos con vulgaridad “felicidad”.
La felicidad está muy lejos de los anhelos materiales, pues éstos tarde o temprano caducan, ya sea por la obsolescencia pactada o porque se rompe de verdad. Y la felicidad es algo que reside en el corazón para siempre. Es algo que está siempre presente, que no puede soñarse ni recordarse. O se es feliz o no.
Las crisis nos enseñan humildad. ¿Qué mas da si ahora esos zapatos algo gastados en vez de tirarlos se llevan al zapatero a que los repare? ¿Por qué no coger el autobús para ir al trabajo o quedar con varios compañeros para compartir un coche?
Hemos asociado “felicidad” al término “comodidad”. Y todo aquello que requiera un mínimo de esfuerzo y sacrificio queda completamente descartado. Como por ejemplo el intentar reparar un móvil: “mejor lo cambio con el programa de puntos porque así me consigo una cámara mejor”.
¿Crees que “felicidad” es ocio? “Voy a pedir un crédito para irme de vacaciones al Caribe y así ser un poquito más feliz”.
Todo eso no es más que placer. Un placer maravilloso, pero con fecha de caducidad. El placer no es malo, pero quizá debas replantearte dónde buscarlo. Quizá el placer ya no sea derrochar y derrochar comprando cualquier cosa. ¿Puede venir a través de leer un buen libro en su formato ebook más barato? ¿Quizá de dar un paseo tranquilo con los pies descalzos por la casa? ¿Organizando una fiesta en tu casa donde todos los amigos aporten algo sencillo de comer? ¿Comprando un videojuego entre varios? Los circuitos del “segunda mano” llevan años ahí y en algunos países forman parte de una cultura cotidiana donde no se ve extraño el aprovechar algo que otros ya no quieren. En definitiva un “placer” más económico y ecológico.
Ahora bien, si lo que buscas es la felicidad, ésta tal vez te la pueda dar la cultura, la formación, el luchar por tus sueños, el amar, el aprender a reírte y disfrutar de todas las experiencias de la vida, o simplemente siendo tú.
¿Quieres ser feliz? Pues empieza a focalizar tu atención en el lugar donde tiene su morada. El mismo lugar donde residen ciertos valores de civismo y de comunidad que pueden ayudarte a convivir con una situación de crisis dolorosa.
Se te mide por la persona que eres, no por lo que tienes o pretendes tener. Y aunque a veces la gente que te rodee no lo vea así y te empuje a entrar en el circuito matriz de “ten mucho y muy caro para demostrar que eres”, sé valiente. Ve más allá. Pues quien realmente te mira de cerca es la VIDA.
Abre los ojos a todas la emociones desde las que se te puede manipular: venganza, envidia, orgullo, soledad... y coge las riendas de tu ser para dar los frutos que sólo tú puedes DAR A LUZ. Cuando hayas dado esos frutos, entonces ya vendrá la recompensa material. Pero no intentes crear la casa por el tejado.
CREA, INNOVA, permítete explorar nuevos caminos conscientes para enfrentar la crisis. Que tu única misión en esta vida no sea sólo la de convertirte en un recolector de dinero. Tú eres mucho más que una máquina de consumir. ERES UNA MÁQUINA VIVIENTE PARA CREAR. Y es por ahí por donde vendrán los verdaderos ingresos (materiales y/o no).
En tu mano (y no en la tienda) está la posibilidad de ser verdaderamente feliz... ¿Te decides?
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