Cuando menos piensas sale el sol, dice una canción de Shakira.
El amanecer es un símbolo de comienzo, y que salga el sol significa que desaparece la oscuridad, la tormenta y por lo tanto, el miedo y el dolor. El amanecer y el sol saliendo son símbolos de esperanza.
El sol aparece en la historia de la pintura con mayor o menor
importancia, siendo siempre un elemento único, que nos activa y da
energía. Ver el sol es siempre positivo. Llena el cuadro de luz y
brillo.
Pero, ¿cómo han pintado sus amaneceres algunos de los pintores más famosos?
Me hice esta pregunta y me sorprendí al encontrar algunas obras que no conocía. Originales amaneceres y pinturas donde el sol es el protagonista.
Por ejemplo, esta pintura de Vincent Van Gogh:
Trigo al amanecer “Trigo al amanecer” (Wheat Rising Sun), 1.889
El amanecer de Van Gogh es dulce, lento y cálido. Este cuadro no
tiene el nerviosismo de otros, aunque si su energía. Es como si
estuviesemos recibiendo la bendición del sol, relajando nuestras
preocupaciones y preparando el terreno para la vida. Y es además, un sol
que se expande hacia todo lo que existe, haciendo desaparecer las
sombras y llenando todo de colores.
El más famoso amanecer de la historia del arte creo que es éste, el de Claude Monet: Impresión
Aunque estoy segura de que tiene más y seguiré buscándolos. Este
amanecer fué impactante en su tiempo, por la cantidad de color que
contiene, la luz reflejada en el agua y la atmosfera flotando. Parece un
esbozo, pero sólo así se consigue el aire que tiene este cuadro.
Mi amanecer preferido, que se puede ver en el museo Thissen, y al
verlo te sorprenderás, pues no hay foto en el mundo capaz de captar la
luz que tiene ese cuadro. El amanecer de Caspar David Friedrich.
Sólo en persona se puede ver el increible efecto de la luz
expandiéndose por la tela. Si vas a Madrid, ¡no puedes quedarte sin
verlo!
¿Y Dali? ¿Pintaba amaneceres? Mira este…
¡Un sol huevo sale por el horizonte!
Y este de Picasso también es sorprendente:
Picasso siempre necesitaba meter personas en sus cuadros. Incluso en un amanecer, hay una de sus mujeres.
Y por último, un simbolista como William Blake. Una pintura donde la
figura de un hombre representa la creación. Está pintado como si fuera
un sol radiante, expandiendo su energía. Pinta al sol, a Dios y al
hombre al mismo tiempo.
Este cuadro,llamado “Frontispicio para Europa”, de 1794, es un grabado en relieve, pluma y acuarela, pintado por William Blake .
*Arriba mi cuadro Goldmundo, que representa al sol como padre de la vida.
Pintar el sol y el amanecer es un tema muy agradecido. Tus cuadros siempre brillarán si tienen la luz del sol.
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El Sol es la estrella más cercana a la Tierra y el mayor elemento del Sistema Solar. Las estrellas son los únicos cuerpos del Universo que emiten luz.El Sol es también nuestra principal fuente de energía, que se manifesta, sobre todo, en forma de luz y calor.El Sol contiene más del 99% de toda la materia del Sistema Solar. Ejerce una fuerte atracción gravitatoria sobre los planetas y los hace girar a su alrededor. El Sol se formó hace 4.500 millones de años y tiene combustible para 5.000 millones más. Después, comenzará a hacerse más y más grande, hasta convertirse en una gigante roja. Finalmente, se hundirá por su propio peso y se convertirá en una enana blanca, que puede tardar un trillón de años en enfriarse. |
Sólo vemos la capa exterior. Se llama fotosfera y tiene una temperatura de unos 6.000 ºC, con zonas más frías (4.000 ºC) que llamamos manchas solares.
La energía solar se crea en el interior del Sol, donde la temperatura llega a los
15 millones de grados, con una presión altísima, que provoca reacciones nucleares.
Se liberan protones (núcleos de hidrógeno), que se funden en grupos de cuatro
para formar partículas alfa (núcleos de helio).
Cada partícula alfa pesa menos que los cuatro protones juntos. La diferencia
se expulsa hacia la superficie del Sol en forma de energía. Un gramo de materia solar libera
tanta energía como la combustión de 2,5 millones de litros de gasolina.
El Sol también absorbe materia. Es tan grande y tiene tal fueza que a
menudo atrae a los asteroides y cometas
que pasan cerca. Naturalmente, cuando caen al Sol, se desintegran.
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El Sol (todo el Sistema Solar) gira alrededor del
centro de la Via Láctea, nuestra galaxia. Da una vuelta cada 200
millones de años. Ahora se mueve hacia la constelación de Hércules a 19
Km./s.
Actualmente el Sol se estudia desde satélites, como el Observatorio Heliosférico
y Solar (SOHO), dotados de instrumentos que permiten apreciar aspectos que, hasta
ahora, no se habían podido estudiar.
Además de la observación con telescopios convencionales, se utilizan: el coronógrafo,
que analiza la corona solar, el telescopio ultravioleta extremo, capaz de
detectar el campo magnético, y los radiotelescopios, que detectan diversos tipos
de radiación que resultan imperceptibles para el ojo humano.
Luna llena
Hay
libros que nos atrapan por la vista: portadas que llaman poderosamente
nuestra atención, como invitándonos a descubrir las calladas historias
que cobijan sus páginas. Algunos recelarían al dejar semejantes “joyitas
de papel” entre las manos del pequeño lector, pero pocos se atreverán a
cuestionar que tan importante como transmitir buenas historias es
educar, mediante cuidadas ediciones, el gusto estético de los más
pequeños.
De esta manera, llega hasta nuestras manos el trabajo más reciente del diseñador francés Antoine Guilloppé (Chambèry, 1971), célebre por el personaje de la curiosa Akiko, que en el presente álbum vuelve a demostrar su destreza creativa a través de una obra exquisita elaborada sobre la dilogía del blanco y el negro, de la luz y la sombra para reconstruir la inquietante atmósfera de una noche de luna llena en plena naturaleza.
Aunque se pudiera creer lo contrario nadie duerme en este enigmático lugar. Todos los habitantes del bosque mantienen sus sentidos alerta ante cada ruido insospechado, y sus siluetas se perfilan en cada página troquelada, en esta ocasión mediante el láser, a modo de virtuosas filigranas de papel que ora se iluminan por la claridad del astro ora se camuflan en la penumbra como si estuviéramos ante el haz y el envés de una misma realidad.
Ni el sobresalto del zorro, ni el rugido el jabalí conseguirán ensordecer aquel extraño sonido que desconcierta a todas las criaturas. Las palabras, entonces, se hacen innecesarias y sobran para reconstruir esta atmósfera inquietante en la que el tiempo se detiene precipitando la curiosidad del niño, al que le espera una sorpresa final con mucha más ternura de lo que tan enigmático y original volumen parecía augurar.
De esta manera, llega hasta nuestras manos el trabajo más reciente del diseñador francés Antoine Guilloppé (Chambèry, 1971), célebre por el personaje de la curiosa Akiko, que en el presente álbum vuelve a demostrar su destreza creativa a través de una obra exquisita elaborada sobre la dilogía del blanco y el negro, de la luz y la sombra para reconstruir la inquietante atmósfera de una noche de luna llena en plena naturaleza.
Aunque se pudiera creer lo contrario nadie duerme en este enigmático lugar. Todos los habitantes del bosque mantienen sus sentidos alerta ante cada ruido insospechado, y sus siluetas se perfilan en cada página troquelada, en esta ocasión mediante el láser, a modo de virtuosas filigranas de papel que ora se iluminan por la claridad del astro ora se camuflan en la penumbra como si estuviéramos ante el haz y el envés de una misma realidad.
Ni el sobresalto del zorro, ni el rugido el jabalí conseguirán ensordecer aquel extraño sonido que desconcierta a todas las criaturas. Las palabras, entonces, se hacen innecesarias y sobran para reconstruir esta atmósfera inquietante en la que el tiempo se detiene precipitando la curiosidad del niño, al que le espera una sorpresa final con mucha más ternura de lo que tan enigmático y original volumen parecía augurar.
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