martes, 10 de junio de 2014

Leyenda de la luna nueva (leyenda nahuatl)





Hace muchas eras, antes de que los dioses decidieran crear al hombre, existían dos espíritus que se amaban, él era un guerrero plateado su nombre era Cuetlāchtli, la historia dice que cada noche lideraba a sus hermanos y hermanas a la batalla, un líder amado y respetado por todos; ella era la doncella Mētztli, la de la hermosa luz blanca, la favorita de la diosa Coyolxauhqui, la diosa de la luna y regente de los Centzon Huitznáhuac, los dioses de las estrellas.


La leyenda cuenta que antes incluso que el hermano de Coyolxauhqui, el Dios-guerrero Huītzilōpōchtli naciera y la asesinara, la diosa solía tener a Mētztli cerca, y ella era a la única que permitía que le adornase, pues era su doncella más hermosa, tanto que cada vez que ella tocaba los cascabeles que adornaban a la diosa, estos brillaban de felicidad. La Diosa no hacía nada sin su fiel doncella, y cuando era hora de dormir, al anochecer, le permitía quedarse con ella. Pero Mētztli una vez que terminaba sus deberes, salía a asomarse por entre las montañas y dejaba que su brillo se difundiera como un suave resplandor plateado.

Un día, cazando con sus hermanos, Cuetlāchtli decidió acampar en las cercanías de la Sierra de Coatepec, donde la doncella vivía. Cuando esta salió esa noche, el joven guerrero pudo ver el resplandor plateado que acariciaba todo el valle. Sin decir nada a sus hermanos, fue por su cuenta a investigar de dónde provenía tan bella luz. Cuentan que cuando se miraron por primera vez, no se escuchó ningún sonido en toda la Sierra más que el latir de sus corazones como si fueran uno solo. Tan fuerte y claro se escucharon que el Xochipilli, Dios del amor, sonrió con alegría y Xōchiquetzalli, su hermana gemela, la diosa de la belleza, bailó con él toda la noche.

Ambos jóvenes se enamoraron y todas las noches el joven guerrero abandonaba a sus hermanos y cantaba a su doncella, ella a su vez acariciaba con su luz al dichoso joven, y en las noches, a la sombra del palacio, ellos se amaban.

Pero llego el día en que Coyolxauhqui intento matar a su madre, Cōātlicuē y fue descuartizada por su hermano. Huītzilōpōchtli expulso a su hermana y a sus hermanos al firmamento y estos se convirtieron en la luna y las estrellas. Cómo lloró esa noche Mētztli por su señora, lamentando su suerte, ni siquiera los tiernos cantos y caricias de su amado Cuetlāchtli podían alegrarla. Una noche ella esperó a su amado y le dio las palabras más dulces y las caricias más tiernas, le juró su eterno amor…. Y se despidió de él, pues su lugar estaba con su señora.

Esa misma noche ayudada por la diosa Xōchiquetzalli, quien lamentaba el estado de Coyolxauhqui, llegó a la luna montada sobre un quetzal. Una vez con su señora, comenzó a brillar tanto que la luna entera se iluminó y así ella pasó a ser la luz de luna y la belleza del astro.

Pobre Cuetlāchtli, quedó devastado, y desde entonces cada noche él iba a la montaña y aullaba su dolor, tanta pena daba que sus hermanos se le unieron. La leyenda cuenta que Xochipilli, viendo tanto dolor en su alma, convirtió al guerrero en un animal peludo, de cuatro patas que aullaba a la luna todas las noches, y le prometió que una vez al mes, su amada Mētztli podría bajar a visitarlo con ayuda del quetzal de Xōchiquetzalli, siempre y cuando nunca dejara de llamarla con su amor. Desde ese día su espíritu vive en los lobos de la sierra, y aúllan a la luna que brilla en el monte. Y una vez al mes, la luna se apaga, pues Mētztli baja a la Tierra para estar con su amado Cuetlāchtli.

Suelta mi mano, Sin Bandera


No, no es necesario que lo entienda,
por que nunca le ha servido la razón
al corazón, el corazón no piensa…
No mi vida, ¿para qué te esfuerzas?
no me tienes que explicar,
siempre tu libertad, por mucho que eso duela

Y si, entiendo que quieres hablar,
que a veces necesitas saber de mi
pero no sé si quiera saber de ti,
y vivir así, seguir así… pensando en ti

Suelta mi mano ya por favor
entiende que me tengo que ir,
si ya no sientes més este amor
no tengo nada més que decir.
No digas nada ya por favor,
te entiendo, pero entiéndeme a mi.
Cada palabra aunmenta el dolor
y una lágrima quiere salir

Y por favor no me detengas,
siempre encuentro la manera de seguir
y de vivir aunque ahora no lo tenga.
Y no mi vida, no vale la pena
para que quieres llamar
si el que era yo, ya no voy a estar
esta es la ultima escena…

Y si, entiendo que quieres hablar,
que a veces necesitas saber de mi
pero no sé si quiera saber de ti,
y vivir así, seguir así… pensando en ti

Suelta mi mano ya por favor
entiende que me tengo que ir,
si ya no sientes més este amor
no tengo nada més que decir.
No digas nada ya por favor,
te entiendo, pero entiéndeme a mi.
Cada palabra aunmenta el dolor
y una lágrima quiere salir...

Pequeña muerte, Galeano




No nos da risa el amor cuando llega a lo más hondo de su viaje, a lo más alto de su vuelo: en lo más hondo, en lo más alto,nos arranca gemidos y quejidos, voces de dolor, aunque sea jubiloso dolor, lo que pensándolo bien nada tiene de raro, porque nacer es una alegría que duele. 

Pequeña muerte, llaman en Francia a la culminación del abrazo, que rompiéndonos nos junta y perdiéndonos nos encuentra y acabándonos nos empieza. Pequeña muerte, la llaman;pero grande , muy grande ha de ser, si matándonos nos nace.


Sakura, cerezo en flor



Sakura (桜 o サクラ?) o flor del cerezo japonés, es uno de los símbolos más conocidos de la cultura japonesa. 
En Japón, las flores de cerezo, son una metáfora de la vida. Un breve y brillante instante de florecimiento, seguido por la inevitable caída y muerte.


La palabra proviene de saku, que significa “florecer”, y la terminación en plural ra. La flor se puede encontrar representada en varias expresiones, como el kimono, herramientas de escritura y utensilios de cocina. La flor de sakura también es un símbolo de vínculo entre personas, de valentía, tristeza y felicidad. Además, es una metáfora de las cosas que no son eternas en esta vida. El color de la flor depende de la especie, las hay blancas, rosáceas, amarillas, de rosa intenso, verde pálido o rojo claro.

La flor de cerezo es un símbolo de la belleza femenina y la sexualidad y también es un símbolo habitual en los grabados en madera tradicionales japoneses desde hace muchos siglos, y como consecuencia aparece a menudo en el tatuaje japonés que se ha inspirado artísticamente en estas muestras de arte tradicional.

El Bushido, el código del samurái, emplea la flor de cerezo como su emblema. La floración de los cerezos es la más pura manifestación de la belleza en la cultura japonesa, tras el momento de belleza, la flor se desvanece rápidamente y es dispersada por el viento. Esta es la muerte perfecta para un verdadero guerrero, que ha vivido con una constante conciencia y aceptación de la precariedad y la naturaleza transitoria de la existencia. La esencia del Bushido, o el Camino del Guerrero, es que el verdadero Samurái viva todos los días a sabiendas de que bien puede ser su último día. El lema de un samurái es, "Este es un buen día para morir". 
La flor de cerezo como diseño de tatuaje es un poderoso recordatorio de que la vida es fugaz y hay que vivir en el presente y apreciar cada momento de vigilia, ya que bien puede ser el último que disfrutemos.

Hanami (花見, literalmente “ver flores”) es la tradición japonesa de observar la belleza de las flores, pero por lo general se asocia esta palabra al período en que florecen los cerezos y en el que los japoneses acuden en masa a parques y jardines a contemplar los cerezos en flor. De finales de Marzo a principios de Abril, los cerezos florecen por todo Japón, de sur a norte acorde a los distintos climas existentes en las diversas regiones. Los primeros cerezos del año florecen en las islas de Okinawa en Enero (la región más meridional) y los últimos en la isla de Hokkaido (la región más septentrional). 


Las sakura son un elemento simbólico común en la cultura popular de Japón, donde tienen múltiples significados relacionados. La imagen de los pétalos de estas flores caídos en masa al principio de la primavera, especialmente en abril, simboliza la belleza de la naturaleza y el renacimiento de la vida como un nuevo comienzo.
Al ser el equinoccio de primavera el momento de la floración del cerezo, es una temporada de celebraciones religiosas que incluye invocaciones para una abundante cosecha. En este sentido, la flor de cerezo es vista como un símbolo de prosperidad y buena suerte. Si bien la cereza como fruta aparece habitualmente como símbolo en la vaina de la espada samurái, es la flor del árbol la que representa la quintaesencia de Japón, y ocupa por ello un lugar destacado en el arte del tatuaje japonés.
















Cerezos en flor

Sinopsis

Trudi es la única persona que sabe que su marido, Rudi, se está muriendo de cáncer. Siguiendo el consejo de su médico, deciden hacer un viaje juntos. Ella convence a Rudi y van a visitar a sus hijos, Pero estos están demasiado inmersos en sus propias vidas para atender a sus padres. Tras acudir al teatro a ver un espectáculo de danza Butoh, deciden irse al mar Báltico.








Comprensión, Elena Casero




Anoche me morí en tus brazos. Lo hice sin pensar, por cariño, como lo he hecho todo por ti. Pusiste cara de susto, pero te duró poco tiempo. Después, cuando yo ya había cerrado los ojos y creías que no te podía ver, te relajaste y sonreíste feliz. Me abandonaste en el sofá, tal como me había muerto, algo desmadejada. Entonces te escuché hablar con ella. Tu voz sonaba con un timbre pulido, tan diferente del que usas conmigo, que parece hecho de productos abrasivos, de los que arañan el corazón. Te cambiaste de ropa, te perfumaste y saliste de la habitación sin darme siquiera un triste beso. Esta mañana, he decidido no volver a morirme nunca más.