Suzy Lee se especializa en los libros de imágenes, cuya particularidad es que no presentan fronteras para lectores infantiles puesto que solo necesitan interpretar las imágenes para comprender la historia. Ante ello, los libros de esta artista coreana resultan ser un excelente estímulo para fomentar el gusto por la lectura porque los niños pueden identificarse fácilmente con los protagonistas y las situaciones que viven. Por otro lado, resultan igualmente interesantes para lectores de todas las edades, quienes construyen diversos significados.
Lugar de trabajo de Suzy |
En esta oportunidad, hablaré de La Ola, libro que fue publicado en el 2008 por la editorial Chronicle Books en San Francisco, USA. Se trata de un libro de imágenes que narra la historia de una pequeña niña que visita el mar por primera vez. Para ello, la autora solamente hace uso de un lápiz de carboncillo con el que dibuja a los personajes, junto a acuarelas de colores celeste y blanco que utiliza para retratar al mar, a partir de los cuales es capaz de transmitir una amplia gama de emociones y
sensaciones que logran traspasar la frontera del papel, ante lo cual el lector puede sentirse ubicado en la misma playa de la historia, percibiendo la humedad, movimiento y sonidos de las olas.Bosquejos de “La Ola”
La historia parte con la llegada de la niña junto a su madre a la playa. Posteriormente, se observa a la niña observando tímidamente al mar. Su madre ya no aparece en al cuadro, por lo que es posible interpretar que ella le ha dado la libertad a su hija para explorar y vivir esta aventura. Sin embargo, esto no quiere decir que la niña estará sola, ya que es acompañada en todo momento por cinco gaviotas que se ubican detrás de ella, quienes imitan todas sus acciones. Particularmente, me parece increíble la idea de posicionar a estas aves en esta travesía, ya que por un lado, se encargan de acentuar las emociones vividas por la protagonista, y por otro, dan un toque humorístico que cautiva plenamente a lectores de todas las edades.
El segundo protagonista de esta historia es precisamente el mar, el cual se ubica gráficamente en el lado izquierdo del libro. Este es un ingrediente destacado en las obras de Lee, ya que ella sabe muy bien como jugar con la forma de un libro como se puede observar en este cuento, donde la unión entre las páginas establece una frontera entre la niña y las olas del mar, la cual, poco a poco es estrechada, a medida que la niña va perdiendo el miedo, hasta que llega el momento en que ella la atraviesa esa frontera e interactúa directamente con el mar, experimentando la sensación de felicidad ante el contacto. Se nos muestra ese juego típico que probablemente todos vivimos alguna vez (o al menos hemos visto a alguien que lo experimente), evocando aquella euforia propia de experimentar por primera vez una nueva sensación.
Sin embargo, además de mostrar ese lado divertido del juego con un mar calmado, es posible observar la otra realidad: aquel mar peligroso, las olas más grandes. La niña, enfrentada a ello, huye asustada y cuando cree que está lo suficientemente lejos, se burla del mar, tomándolo como un igual. Como en esta historia, el mar es otro personaje, el responde a la provocación, alcanzando a la niña, lo que se retrata como un chapuzón que ocupa las dos páginas del libro. Luego de ese episodio, ocurre otra de las “magias” de este libro: el cielo, que solía no estar coloreado, se tiñe de un color celeste como el mismo mar. Junto a ello, trae conchitas marinas con las que la niña comienza otro de los juegos clásicos que se viven al ir a la playa. Al llegar al final, su madre la viene a buscar, observándola con cariño desde la distancia antes de llevársela. La niña se despide con su mano del mar, que ahora se muestra calmado, como si quisiera despedirse de ella también.
Este libro nos transmite con intensidad la felicidad de un juego infantil, donde se explora la interacción con la naturaleza, con la que se crea una relación de amistad basada en el respeto. Por otro lado, es importante destacar que ello no sería posible sin la utilización de la imaginación de la niña, la cual representa igualmente la de los lectores que lograr involucrarse en esta relación.
Cabe mencionar que este libro junto a Espejo (2003) y Sombra(2010) se consideran una “trilogía”, ya que los tres utilizan el recurso de la separación del mundo “real” donde se encuentra la niña, frente a uno imaginario, donde se ubica el elemento que la acompaña, que en el caso de La Ola es el mar, en Espejo: los reflejos y en Sombra: tal como lo indica su título, las sombras.
Fuente:
http://granliteraturaenlainfancia.wordpress.com
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