viernes, 4 de enero de 2013

Aquí estoy yo, Luis Fonsi

Aquí estoy yo
para hacerte reir cada vez mas
confia en mi, deja tus miedos atrás y ya te das
aquí estoy yo con un beso quemandome los labios
es para ti, puede tu vida cambiar dejame entrar

Le pido al sol que una estrella azul
viaje hasta a ti y te enamore su luz

Aqui estoy yo
abriendote mi corazon
llenando tu falta de amor
cerrandole el paso al dolor
no temas yo te cuidare
solo aceptame

Aqui estoy para darte mi fuerza y mi aliento…
y ayudarte a pintar mariposas en la oscurdad
seran de verdad

Quiero ser yo quien despierte en ti nuevos sentimientos
y te enseña a querer y entregarte otra vez sin medir
los abrasos que due........

Le pido a Dios
un toque de inspiración
para desir
lo que tu esperas oir de mi

Aquí estoy yo
abriendote mi corazón
llenando tu falta de amor
cerrandole el paso al dolor
no temas yo te cuidare
solo aceptame

Dame tus alas mas voy a llorar
y de mi mano te invito a volar…..

Aquí estoy yo (y aquí estoy yo)
abriendote mi corazón (mi corazon)
llenando tu falta de amor (falta de amor)
cerrándole el paso al dolor (cerrándole el paso al dolor)
no temas yo te cuidaré (te cuidaré)
solo aceptame (aceptame) ...
siempre te amaré

Frase del libro "Perdona si te llamo amor" de Federico Moccia



El ser humano se adapta a todo. Supera el dolor, cierra historias, empieza de nuevo, olvida, hasta consigue sofocar las más grandes pasiones. Pero a veces basta con nada para comprender que esa puerta nunca se cerró con llave.”



El manuscrito encontrado en Accra, Paulo Coelho (un tesoro para todos aquellos en busca de significado...o


Después de llevar tres años sin aparecer públicamente y tras superar una operación de corazón, el escritor brasileño Paulo Coelho ha presentado el miércoles su último libro, El manuscrito encontrado en Accra, en un acto en el que ha hecho una una intensa defensa de internet y de la redes sociales.

Paulo Coelho publica su libro después de recuperarse de una operación de corazón

Foto: EFE (publicada en La Opinión el 24-11-2012)
"Para mí, escribir significa el contacto humano, Nunca he comprendido eso del escritor aislado en su torre de marfil. Internet es una revolución, y las redes sociales, Twiter, facebook, mi blog o los post, han cambiado todo. Ha creado otro Renacimiento", subrayó el autor de El alquimista, ante una sala repleta de periodistas.
Y es que Coelho, que tiene 17 millones de seguidores en las redes sociales y que ha vendido cerca de 150 millones de libros en 168 países y en 73 idiomas, lo primero que ha hecho, antes de iniciar la rueda de prensa, ha sido poner un "tuit" a sus amigos para comunicarles que estaba presentando su libro.
"La tendencia del escritor hoy en día es básicamente escribir en las plataformas para compartir su trabajo. El sueño del escritor es que sea leído; no es hacer un jardín para su libro, sino captar otras sensaciones humanas, compartir y que haya una compresión mutua", argumentó un Coelho parlanchín, si se tiene en cuenta que ya no quiere dar entrevistas ni hacer presentaciones de sus libros.
Pero este escritor de 64 años, con una biografía intensa, rebelde, hippie, transgresor, viajero por el mundo o víctima de torturas durante la dictadura brasileña, entre otras cosas, que encontró la paz en 1986 tras recorrer el Camino de Santiago, cree que en este momento de revolución tecnológica existe, por contra, una crisis de valores.
Y para hablar de ello ha escrito El manuscrito encontrado en Accra, publicado en España por Planeta y lanzado en América Latina el 22 de noviembre, excepto en Colombia que saldrá el día 6 diciembre, al igual que en Estados Unidos, publicado por Random House Mondadori.
En él narra la historia del manuscrito de Accra, escrito en árabe, hebreo y latín, que cuenta el relato sobre los consejos que le dio un sabio griego a la población de Jerusalén en la víspera de la invasión de los cruzados.
Así, en un claro homenaje a la obra El profeta, de Gibrán Jalil Gibrán, como señaló el miércoles el propio autor. El manuscrito encontrado en Accra es una parábola sobre la falta de valores en la sociedad de hoy. Unos valores que son los mismos hoy que hace 1000 o 5000 años, un libro sobre la pregunta eterna: "Quién soy yo".
Un libro sin respuesta, pero con muchas preguntas, "porque yo no tengo respuestas, solo preguntas", añade este hombre que siempre va vestido de negro y que empezó a escribir tarde, aunque desde entonces no ha parado.
Y un libro escrito de forma alegórica que va dirigido a todos aquellos que se dejan sorprender, que tienen curiosidad y que no olvidan a ese niño que todos llevamos dentro.



En el comienzo del libro el autor cuenta cómo tuvo acceso a este misterioso manuscrito, consiguiendo despertar el interés por su lectura, pero sin aportar luz sobre la autenticidad del escrito. Según su versión, el manuscrito fue descubierto en el año 1974 en Egipto por el arqueólogo inglés sir Walter Wilkinson, justo en la misma región donde tres décadas antes habían sido encontrados los Manuscritos de Nag Hammadi, también conocidos como Evangelios Apócrifos.
Según Coelho el pergamino es real y tuvo acceso a él gracias al hijo de Wilkinson, "conocí al hijo de sir Walter Wilkinson en la navidad de 1982 en País de Gales y me acuerdo de que en la época mencionó el pergamino pero nadie le dio importancia al asunto. El 30 de noviembre de 2011 recibí de él una copia del texto al que se había referido. Este libro es la transcripción del manuscrito encontrado en Accra". Queda, pues, en manos del lector el darle credibilidad al escrito, aunque el objetivo del autor es transmitir una serie de valores que son universales y que muestran cómo en nada han cambiado las necesidades e inquietudes del ser humano en el curso de los años. 

14 de julio de 1099. Mientras Jerusalén se prepara para la invasión de los cruzados, un griego conocido como el Copta convoca a una reunión con los jóvenes y los viejos, los hombres y las mujeres de la ciudad. El Copta no buscaba unirse a ninguna religión en particular, pero había guardado en su memoria todo lo que había escuchado para poder transmitirlo a las generaciones futuras.

"En cuanto a mañana, la armonía se volverá discordia. La alegría será remplazada por el dolor", dijo .el Copta. "Ninguno de nosotros puede saber lo que nos reserva el futuro, porque cada día tiene sus buenos y sus malos momentos. Así que olvídense del ejército que espera afuera, y el miedo que acecha dentro. "Hablaremos, por .10 tanto, de nuestras vidas diarias, de las dificultades que debemos enfrentar."

Y le hicieron preguntas acerca de los verdaderos enemigos, la derrota, la soledad. Le hicieron preguntas con respecto a la lucha, el cambio, la belleza, el camino a seguir. Y después le hicieron preguntas sobre el amor, la lealtad, el destino, el sexo y la elegancia, el miedo, la ansiedad, la sabiduría y lo que aguarda en el futuro; y las respuestas del hombre sabio siguen siendo válidas ahora, mil años más tarde. Mientras esperaba el ataque enemigo, la gente  se reunió en la plaza y preguntó. Y el Copta contestó.

No eres derrotado cuando pierdes, sino cuando desistes.


 Estructurado en breves capítulos, el libro nos ofrece pequeñas joyas que ensalzan valores universales que defienden por encima de todo la tolerancia y el respeto, algo loable y necesario en la actualidad. Pero el autor envuelve estos valores en un confuso manto de espiritualidad new age que podría llevarnos a conclusiones erróneas. La tolerancia entre religiones no quiere decir que todas sean iguales. Tiene que existir un respeto a pesar de las diferencias pero no una uniformidad de pensamiento y creencias; lo primero es libertad, lo segundo es dictadura e imposición. No todas las religiones son iguales ni adoran al mismo Dios, como no son iguales todas las ideologías.
Pero dejando a un lado este sincretismo ya clásico en el autor, el libro nos invita a reflexionar sobre nuestra existencia, a valorar lo prioritario y aprender a adaptarnos a las circunstancias, siendo valientes y arriesgándonos al fracaso porque “los derrotados son aquellos que no fracasan. La derrota es para los valientes, los que pueden tener el honor de perder y la alegría de ganar”. 


Fuentes:

http://www.laopinion.com
http://megustan-loslibros.blogspot.com.es

El perverso experimento del profesor Zimbardo


El verano de 1971, Philip Zimbardo, profesor de psicología en la Universidad de Stanford, se dispuso a llevar a cabo un sencillo experimento en el que quería demostrar la frágil y delgada línea que separa el bien del mal. 

 
Cacheando a un hombre


Para ponerlo en marcha, recibió una beca de la Oficina de Investigación Naval (ONR) del gobierno de los Estados Unidos y cuyo dinero debía servir para financiar todos los gastos que se generarían en las dos semanas que estaría funcionando dicho proyecto.
Se conoció como “el experimento de la cárcel de Stanford” y lo que debía ser una prueba de conducta y resistencia humana acabó convirtiéndose en un perverso experimento, lleno de actos sádicos y crueles.
Los acontecimientos sucedieron del siguiente modo…

Funcionario de prisiones

Philip Zimbardo planteó las siguientes cuestiones: ¿Qué sucede cuando se pone a personas buenas en un sitio malo? ¿La humanidad gana al mal, o el mal triunfa? Para poder dar con la solución buscó un buen número de estudiantes que estuviesen dispuestos a participar en este extraño a la vez que emocionante experimento.
Publicó un anunció en la prensa en el que ofrecía una gratificación de 15 dólares diarios a aquellos estudiantes que quisieran formar parte del estudio. Se presentaron setenta aspirantes de varias poblaciones cercanas y que nada tenían que ver con la Universidad de Stanford. Se les realizó una serie de tets y finalmente se seleccionaron a los 24 candidatos elegidos, a los que se dividió en dos grupos de 9, quedando 6 como reservas: unos serían los policías y los otros debían ser los reclusos.
El profesor Zimbardo y su equipo contó con la inestimable colaboración del cuerpo de policía para el primer día del experimento. 

Agentes de policía
El 14 de agosto, agentes reales de la policía se desplazaron a detener a aquellos voluntarios a los que se les había asignado el rol de delincuentes. El operativo estaba perfectamente coordinado para que todo pareciese real.
La policía se presentó en las casas de los delincuentes y estos fueron detenidos, se les leyeron sus derechos y se les trasladó a la comisaría. Una vez allí se les fichó y se les tapó los ojos, subiéndoles a unos coches para llevarlos al sótano del edificio del Departamento de Psicología de la universidad, lugar donde se habían habilitado unas celdas, como si de una verdadera cárcel se tratase, hecho que desconocían los detenidos.
La “cárcel de Stanford” estaba custodiada por un grupo de voluntarios a los que se les había uniformado, provisto de porras y gafas oscuras, con la intención de que no se les viera los ojos.
La mayoría de estos “policías” habían sido escogidos por sus tendencias pacifistas. Muchos de ellos pertenecían a movimientos hippies que por aquellos tiempos tenían como consigna y modo de vida el “haz el amor y no la guerra”.
Se les dio una serie de consignas de cómo debían tratar a los presos y la autoridad que debían ejercer sobre estos. Entre ellas estaba la de desnudarlos, burlarse de ellos, hacerlos sentir vejados… y se lo tomaron tan al pie de la letra que muchos llegaron a practicar una autentica y desproporcionada violencia psicológica.


A los reclusos se les roció con un espray antiparásitos, se les cortó el pelo y se les vistió con sacos, desprovistos de ropa interior. También se les obligó a llevar como gorro una media de mujer y sus tobillos arrastraban una pesada cadena. Con todo esto querían acelerar el proceso de hacerlos sentir humillados y que verdaderamente eran presos.
Las celdas estaban provistas de una serie de micrófonos y cámaras ocultas por las que espiaban todo lo que los encarcelados hacían y decían entre ellos.
Zimbardo, con su experimento se proponía demostrar que cualquier persona a la que se le da una serie de instrucciones y se le expone a una situación límite es capaz de traspasar la línea que separa el bien del mal.
El segundo día se originaron los primeros problemas importantes. Algunos reclusos se quitaron los gorros y arrancaron los números identificativos que llevaban cosidos en el saco que utilizaban como vestido. Se sentían humillados y vejados por el trato desproporcionado que estaban recibiendo por parte de los carceleros.
Estos por su parte, cada vez se tomaban más en serio el papel que les había tocado representar, olvidándose de que se trataba de eso… de una representación.
Un grupo de presos organizaron un motín y fueron reprimidos de forma contundente, aislando a aquellos que encabezaron la rebelión y ofreciéndoles al resto pequeñas “recompensas” si obedecían a las autoridades y no se sumaban a la insumisión.
Los días iban pasando y algunos prisioneros empezaron a mostrar desórdenes emocionales agudos. 

El profesor Zimbardo en plena faena
El experimento no pudo ser acabado. El 20 de agosto, seis días después de ponerse en marcha, tuvo que ser interrumpido después de que Christina Maslach, una doctora de la universidad y no familiarizada con el estudio que se estaba llevando a cabo, accedió a la “cárcel de Stanford” para realizar unas entrevistas tanto a los guardias como a los presos y dio cuenta de las pésimas condiciones en las que se hallaban. Escandalizada pidió que se diese por concluido el experimento.
La cincuentena de personas que habían estado observando todo el estudio desde fuera, a lo largo de aquellos días, se habían vuelto inmunes a todas las imágenes y comportamientos que se desarrollaban en el interior, viendo como “normal” lo que allí había estado sucediendo. La única que puso la voz de alarma fue la doctora Maslach.
En ese momento, el profesor Zimbardo decidió dar por finalizado uno de los estudios que más controversia ha levantado: “el experimento de la cárcel de Stanford”.


 Fuente: 
naukas.com