El amor no debe pedir -dijo-, ni tampoco exigir. Ha de tener la fuerza de encontrar
en sí mismo la certeza. En ese momento ya no se siente atraído, sino que atrae él
mismo. Sinclair: su amor se siente atraído por mí. El día que me atraiga a sí, acudiré. No quiero hacer regalos. Quiero ser ganada.
Un tiempo después me contó otra historia. Se trataba de un
enamorado que amaba sin esperanza. Se refugió por completo en su corazón
y creyó que se abrasaba de amor. El mundo a su alrededor desapareció;
ya no veía el azul del cielo ni el bosque verde; el arroyo ya no
murmuraba, su arpa no sonaba; todo se había hundido, quedando él pobre y
desdichado. Su amor, sin embargo, crecía; y prefirió morir y perecer a
renunciar a la hermosa mujer que amaba. Entonces se dio cuenta de que su
amor había quemado todo lo demás, de que tomaba fuerza y empezaba a
ejercer su poderosa atracción sobre la hermosa mujer, que tuvo que
acudir a su lado. Cuando estuvo ante él, que la esperaba con los brazos
abiertos, vio que estaba transformada por completo; y, sobrecogido,
sintió y vio que había atraído hacia sí a todo el mundo perdido. Ella se
acercó y se entregó a él: el cielo, el bosque, el arroyo, todo le salió
al encuentro con nuevos colores frescos y maravillosos; ahora le
pertenecía, hablaba su lenguaje. Y en vez de haber ganado solamente una
mujer, tenía el mundo entero entre sus brazos y cada estrella del
firmamento ardía en él y refulgía gozosamente en su alma. Había amado y,
a través del amor, se había encontrado a sí mismo. La mayoría ama para
perderse.
Mi amor hacia Frau Eva era el único sentido de mi vida. Pero ella
cambiaba cada día.
A veces creía sentir con seguridad que no era su persona por la que se
sentía atraída mi
alma, sino que ella era un símbolo de mi propio interior que me conducía
más y más
hacia mí mismo. A menudo oía palabras de ella que me parecían respuestas
de mi
subconsciente a preguntas acuciantes que me atormentaban. Había momentos
en los
que me devoraba el deseo y besaba los objetos que habían tocado sus
manos. Y lentamente fueron superponiéndose el amor sensual y el amor
espiritual, la realidad y el
símbolo. Podía suceder que en mi habitación pensara en ella con
tranquila intensidad y
sintiera su mano en mi mano y sus labios en los míos. Otras veces estaba
con ella, miraba su rostro, le hablaba, escuchaba su voz y no sabía si era realidad o sueño.
Comencé a intuir de qué modo se puede poseer un amor eternamente. A veces, leyendo un libro, descubría una nueva idea; era como un beso de Frau Eva. Me acariciaba el pelo y me dedicaba una sonrisa cálida y perfumada, y yo tenía la misma sensación de haber dado en mí un paso adelante. Todo lo que me era importante y definitivo, adquiría su figura. Ella podía transformarse en cada uno de mis pensamientos, y cada uno de mis pensamientos en ella.
Comencé a intuir de qué modo se puede poseer un amor eternamente. A veces, leyendo un libro, descubría una nueva idea; era como un beso de Frau Eva. Me acariciaba el pelo y me dedicaba una sonrisa cálida y perfumada, y yo tenía la misma sensación de haber dado en mí un paso adelante. Todo lo que me era importante y definitivo, adquiría su figura. Ella podía transformarse en cada uno de mis pensamientos, y cada uno de mis pensamientos en ella.
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