domingo, 25 de noviembre de 2012

De viaje...


Sí, me voy de viaje.
Pero antes... antes te dejo esta poesía que encontré navegando en la red...


Léela despacio,
escucha sus palabras,
léela en silencio, con los ojos cerrados,
léela escuchando cada una de sus palabras,
al final de sus versos...tus labios dirán un nombre,
un nombre que susurrarás en silencio...



Te miro,
 busco en tus ojos ese brillo
ese hechizo de amor, tú conmigo
un balcón de suspiros en el camino
y besar tus labios, hacerlos míos.

Bailar esta canción
dibujar un paraíso
vivir el destino
siempre contigo

Te miro, 
me dejo llevar por tu brío
conquistas mi alma
con tu sonrisa de niño
pintando dos corazones
en la orilla del río.

Besos de amor
dibujados en un hilo
que envuelve mi corazón
cuando está junto al tuyo.






Y antes de irme, dos canciones para tí...







Quiero ser tu amor eterno (cuidar nuestro amor), David Bisbal




Sé que por mas que me pregunte como pudo ser
que en tus ojos mi destino haya podido ver
jamas podre saber por qué
quien te haya enviado ya sabía que serías en mí
el ángel que esperaba para ser al fin
alguien feliz

quiero ser tu amor eterno

te había esperado tanto tiempo y tu
llegastes y mi mundo cambió
borrastes todo mi pasado
el cien por cien de mí siempre tendrás
prometo cuidar este amor
cuidar este amor

sé, que si un día no estas puede ser fatal

que mi vida al reves volverá a estar
me perderé

sí, lo que sientes tan fuerte es mi corazón

haré que nunca digas que esto fue el error
lo que nos unió

quiero ser tu amor eterno

te había esperado tanto tiempo y tu
llegastes y mi mundo cambió
borrastes todo mi pasado
el cien por cien de mí siempre tendrás
prometo cuidar este amor

en deuda con la vida

hasta la muerte siempre mía
prometo cuidar este amor 




 

Yo no lo sé de cierto, pero supongo, Jaime Sabines


Yo no lo sé de cierto, pero supongo
que una mujer y un hombre
un día se quieren,
se van quedando solos poco a poco,
algo en su corazón les dice que están solos,
solos sobre la tierra se penetran,
se van matando el uno al otro.

Todo se hace en silencio. Como
se hace la luz dentro del ojo.
El amor une cuerpos.
En silencio se van llenando el uno al otro.
Cualquier día despiertan, sobre brazos;
piensan entonces que lo saben todo.
Se ven desnudos y lo saben todo.
(Yo no lo sé de cierto. Lo supongo.) 











LLamador de Ángeles





...A veces al amanecer, cuando no sabemos con certeza si estamos dormidos o despiertos, o a la hora del crepúsculo cuando las sombras nos hacen dudar de nuestros sentidos, adivinamos invisibles presencias, susurros, aletos, risas contenidas y hasta puede rozar nuestra mejilla algo que no podemos definir...

...son los Ángeles, vienen y van, escuchando nuestros secretos y susurrándonos melodías...

...ahora tal vez los perdiste en el apuro por vivir...

...hay para ti un "Llamador de Ángeles" para que puedas convocarlos y conectar con la leyenda... 
Existen muchas leyendas sobre la historia y los orígenes de estos llamadores de ángeles, pero probablemente la más hermosa de todas sea una la siguiente leyenda celta:
“Hace miles de años, los humanos vivían en contacto directo con sus Ángeles Guías o Ángeles de la Guarda, y que, por alguna razón, seguramente vinculada al Pecado Original, tuvieron que dejar de vivir conjuntamente con éllos. Los Ángeles, apenados por la pérdida de la compañía de los humanos, , obsequiaron a éstos con colgantes esféricos de plata pura que, al agitarlos, sonaban como campanillas.”
“Estas esferas eran un símbolo de protección. Los Ángeles se despidieron de los humanos y les explicaron que, aunque ya no los volverían a ver, si se sentían en peligro, desprotegidos o simplemente tristes, sólo necesitaban agitar la esfera, ya que, cuando escuchara su sonido, el Ángel Guía -Ángel Guardián- de cada uno, acudiría en su ayuda o compañía.”
“Los Ángeles pusieron una condición: el colgante sería de uso exclusivo y personal, pues todos tenían un sonido propio y reconocible por cada Ángel Guía -Ángel de la Guarda-, y este ángel no puede ser prestado a otra persona. Si se contravenía esta condición, la magia y protección de la esfera desaparecería. También explicaron a los humanos que el mismo colgante podía ser utilizado por una madre y su bebe mientras éste se encuentra en gestación, ya que en este estado, ambos comparten un Ángel Guía. Una vez que el bebé hubiera visto la luz, la madre debía decidir si el colgante se utilizaba para su protección o para la de su hijo recién nacido”.


Un llamador de ángeles es una esfera redonda de plata de ley que emite un sonido armonioso cuando es agitada. Una leyenda le otorga la facultad de proteger y favorecer el bienestar a quien lo posee.
Se lleva a modo de colgante en el cuello, aunque también puede ser ubicado en el hogar, preferiblemente en una puerta o en una cuna en la puerta, porque, al abrir y cerrar, provocaremos que el llamador de ángeles se mueva y haga sonar su armonía en la cuna, antes de que se duerma el bebé protegiendo su sueño. A pesar de que el llamador es de beneficio exclusivo para la persona que lo lleva, este protegería también al futuro hijo aún estando en el vientre de la madre. Para ello, utilizaremos una cadena de unos 1o centímetros como mínimo, de esta forma el llamador quedará a la altura del bebé, protegiéndolo. Tenemos que tener en cuenta que, una vez que el bebé haya nacido, el llamador puede ser utilizado únicamente por uno de los dos, madre o hijo.
Los llamadores de ángeles producen un sonido armonioso y agradable, como el de unas campanillas, que según la tradición y leyenda, es un sonido que avisa a nuestro Ángel Guía, el “Ángel de la Guarda”, de quien siempre necesitamos su presencia. A los ángeles de la guarda les encanta este sonido,  porque transmiten vibraciones metálicas y gráciles, pero si además de esto es utilizado por una persona, los ángeles reciben un mensaje que les informa de que están siendo llamados por alguien al que aman y deben proteger.



La ciencia de la risa



Una pareja que lleva 15 años de casados prepara la cena. De pronto, la mujer le dice enfadada al marido: “En todos estos años, jamás me has comprado nada”. Y el hombre le responde: “¡Haberme avisado de que vendías algo!” Si el chiste te ha hecho gracia, en tu cerebro se han activado tantas áreas como cuando resuelves un problema de matemáticas. Has usado la lógica, la memoria, tu habilidad semántica y tu cognición para entenderlo.
 En cambio, si no te has reído... se ha activado solo una: la del aburrimiento.
El estudio de los mecanismo del humor en el cerebro está convocando cada vez a más expertos en distintos campos que intentan comprender qué áreas se activan, por qué y cómo nos damos cuenta de que lo que nos están contando es un chiste. Porque “puede que por daños en el cerebro no te rías de nada. Pero tu cerebro sí se ríe”, cuenta desde Cambridge, Tristán Bekinschtein, neurocientífico especializado en los diferentes estados de conciencia. Fue este especialista quien probablemente descubrió cómo el cerebro se da cuenta de que está frente a un chiste: “Enfrentamos voluntarios a varias oraciones que podían o no finalizar en una gracia. Y lo que encontramos en nuestra investigación es que en un chiste funcionaban áreas muy obvias. Por ejemplo, hay más activación en la red frontal parietal, como cuando por fin te das cuenta de algo. También en el área tegmental ventral, que se ‘enciende’ cuando ganas algo o pruebas una droga”.
 Esta región es la que gobierna la recompensa, y allí está la razón de que nos guste tanto reírnos. El neurotransmisor que utiliza esta área de nuestro cerebro es la dopamina, y esta se relaciona directamente con las sensaciones de placer. Pero a veces puede ocurrir que reír no sea en absoluto un placer.
Los primeros estudios relacionados con el humor se efectuaron en 1969 e involucraban a pacientes que sufrían de epilepsia causada por lesiones en el lóbulo frontal; se descubrió que estos tenían alterada la capacidad para percibir el humor. Así resulta que, como cuenta Bob Esponja en uno de sus capítulos, existe una “caja del humor” en nuestro cerebro. Un sitio sin el cual nada nos parece digno de risa. Una reacción que también tiene su caja.
Itzhak Fried, neurocientífico de la UCLA relata su experiencia con una paciente de 16 años que sufría ataques crónicos: “La estimulamos con electrodos intracraneales en distintos puntos mientras le pedíamos que llevara a cabo diferentes tareas: leer, nombrar objetos, señalar colores... De pronto, cuando dimos una pequeña corriente en un área de 2 por 2 centímetros en la circunvolución frontal superior, la niña, cuyas iniciales son A. K., empezó a reírse y nos dijo: ‘Qué graciosos son ustedes... todos ahí, de pie’. A medida que estimulábamos esa zona con una corriente mayor, A. K. se reía cada vez más fuerte, hasta llegar a ser una risa contagiosa que le impedía realizar cualquier otra tarea”.
¿Y a ti te parece divertido?
A nivel neurológico, por ejemplo, la risa tiene implicaciones en la epilepsia gelástica (gelos significa risa en griego), un tipo de ataque que se caracteriza por risa involuntaria y grandes despliegues de energía. También es capaz, según demostró Sophie Schwartz, del Departamento de Neurociencias del Centro Médico Universitario de Ginebra, de disparar episodios de catalepsia durante la narcolepsia, un desorden del sueño que afecta a una de cada dos mil personas y que produce atonía muscular.
 Estudiar el fenómeno del humor en personas sanas permite detectar todos los procesos relacionados que tienen lugar en el cerebro. Y hacerlo en pacientes con dolencias en los circuitos cerebrales permite, por comparación, detectar qué zonas no funcionan adecuadamente. Es Beckinstein, precisamente, quien comenzará en breve un estudio pionero con pacientes en estado vegetativo.
Cansado de ver que las investigaciones en estos pacientes iban a menudo por el lado de los receptores del dolor (causar incomodidad para observar reacciones), decidió realizar la aproximación opuesta: provocar risa. “Lo primero que intentaremos”, explica Beckinstein, “es estudiar a aquellos pacientes en estado vegetativo; y solo el 10 o el 20% muestra algún tipo de actividad cerebral. Nuestro objetivo es utilizar las emociones positivas. Si una persona está atrapada en un cuerpo y nadie sabe si está consciente o no, por lo menos que le cuenten unos chistes. Que no experimenten con dolor contigo. Y yo, la verdad, no tengo interés en asustar a los pacientes. Prefiero divertirme y que, si ellos están conscientes, también lo pasen bien”.
Me llamo juan, ¿y tu? Yo no
Tanto el humor, como su hija, la risa, precisan una red neuronal. En ella están involucradas las regiones temporales y frontales del cerebro. Estas, en el momento de “caer” en la broma, inducen la actividad en los músculos que producen reacciones faciales: la risa.
 Pero cada humor tiene su mapa. En su trabajo, Beckinstein demuestra dónde se procesa el humor semántico, ese que juega con las palabras; por ejemplo: “Doctor, qué padezco?”, interroga el paciente, y el médico le responde: “Pues… ¡padece uzté un ozito!” Allí se activan áreas que tienen que ver con el procesamiento del lenguaje, la cognición y la memoria. Aunque, extrañamente, también se activan regiones que tienen que ver con el procesamiento visual. ¿Será esta una broma del cerebro?
Por si fuera poco, cada mapa, también tiene su sexo, ya que hombres y mujeres procesamos el humor de modo distinto. Eiman Azim, de la escuela de Medicina de Stanford, ha encontrado, gracias al estudio de 20 voluntarios sanos (10 hombres y 10 mujeres), que estas últimas “utilizan regiones específicas del cerebro en un grado mucho mayor que los hombres. Una de estas regiones es el córtex prefrontal izquierdo, el área que regula el lenguaje. Esto está en consonancia con el dominio del habla que se ha demostrado que tienen las mujeres”. Y es que la risa y el humor son dos cosas distintas. La percepción del humor depende de facultades cerebrales que, trabajando en conjunto, activan la risa. Y es posible que seamos capaces de provocarla químicamente.
El conocimiento de las áreas que se activan en el cerebro y la función que ejercen ciertas drogas en él nos podría llevar a crear una “pastilla de la risa”. “Las drogas conocidas como reguladoras del humor podrían tener esta influencia en nosotros”, confirma Beckinstein. “Si tomas algo para la ansiedad, el humor negro te hará reír porque tienes menos inhibiciones.”
En su libro La expresión de las emociones en el hombre y los animales, Charles Darwin se atreve a especular con la razón evolutiva de la risa y el humor: “Es una expresión social de felicidad. Y, como tal, resulta una verdadera ventaja social para el grupo”. No en balde, llevamos millones de años practicándola.
La ciencia está descubriendo cómo y de qué se ríe nuestro cerebro. Solamente nos falta encontrar el Grial del humor: ¿por qué algo nos resulta gracioso?


Fuente: www.quo.es/ciencia


 

Ilusiones ópticas: fotografías


En la obra de Valle-Inclán Luces de Bohemia, un grupo de personajes (todos ellos poetas modernistas) comentan la historia del “enano de la venta”: un relato que trata sobre una posada en la que cada vez que había un tumulto, desde el piso superior asomaba una gigantesca cabeza que decía: “Como yo baje os vais a enterar”, y todos, muy asustados, se quedaban quietos. Hasta que un día, alguien con agallas le respondió: “Pues baja... Ah, ¿que no?... Pues entonces subo yo”. Y así descubrió que aquel cabezón no era de un coloso, como hasta entonces habían creído, sino de un pobre enano hidrocéfalo. Y es que las cosas no siempre son lo que parecen.
La escritora y filósofa Elsa Punset explica que nuestro cerebro no ve la realidad tal como es, sino que funciona según patrones de reconocimiento preestablecidos; por eso, a veces se equivoca y nos hace creer que vemos cosas que realmente no son. Es lo que algunos llaman el “efecto Rashomon”, en homenaje a una película de Kurosawa en la que varios testigos de un mismo acontecimiento no coincidían al relatar lo que habían visto.

Manchas con extrañas formas

También recibe el nombre de pareidolia, que es la ilusión que hace que percibamos determinadas formas (como los supuestos rostros que a veces creemos ver en las manchas de cualquier tipo) que no existen. Ejemplos de pareidolia serían las fotos de Marte que muestran una superficie que parece un rostro humano y las manchas de tinta sin forma concreta que los psicólogos utilizan para el llamado test de Rorschach, en las que cada paciente cree distinguir una figura bien diferente.
Nuestro cerebro está muy lejos de ser una especie de cámara fotográfica que retrate la realidad.  ¿Pero cómo se producen esas ilusiones ópticas? Tal y como describe una investigación dirigida por Akiyoshi Kitaoka, profesor de Psicología de la Universidad Ritsumeika de Kioto, su origen está en el área visual del cerebro. Esta solo analiza una parte de la información recibida por los estímulos externos (la que considera más esencial), comparándola con una serie de patrones preestablecidos y escogiendo los que más se ajustan a los datos procesados. Pero a veces se equivoca, y por eso no siempre lo que creemos ver coincide con lo que realmente es.
Ese efecto (o defecto) de la mente es la base de los trampantojos visuales y de los trucajes ópticos del cine. ¿Recuerdas El apartamento? Para diseñar la oficina en la que trabaja el protagonista y dar la impresión de que se trataba de un lugar inmenso, Billy Wilder fue alineando mesas cada vez más pequeñas. Así logró que los ojos del espectador creyeran ver un espacio mucho más amplio de lo que realmente era.
Probablemente tampoco reparaste nunca en que el avión que espera en el fondo de la secuencia de Casablanca en la que Humphrey Bogart e Ingrid Bergman se despiden es tres veces más pequeño que uno normal, y que los pasajeros que suben a él son niños disfrazados de adultos? Qué ingenuo es nuestro cerebro, ¿verdad? Como prueba, aquí tienes las increíbles fotos de Matt Stuart.










Fuente: www.quo.es/ciencia