"La vida es una fuente interminable de reflexiones, desmedida como la eternidad, inagotables como la maldad e inmensas como el amor".
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sábado, 11 de agosto de 2012
Relato...
...sobre amor
"Se trata de dos
hermosos jóvenes que se pusieron de novios cuando ella tenía trece y él
dieciocho. Vivían en un pueblito de leñadores situado al lado de una
montaña. Él era alto, esbelto y musculoso, dado que había aprendido a
ser leñador desde la infancia. Ella era rubia, de pelo muy largo, tanto
que le llegaba hasta la cintura; tenía los ojos celestes, hermosos y
maravillosos..
La historia cuenta que habían noviado con la
complicidad de todo el pueblo. Hasta que un día, cuando ella tuvo
dieciocho y él veintitrés, el pueblo entero se puso de acuerdo para
ayudar a que ambos se casaran.
Les regalaron una cabaña, con una
parcela de árboles para que él pudiera trabajar como leñador. Después de
casarse se fueron a vivir allí para la alegría de todos, de ellos, de
su familia y del pueblo, que tanto había ayudado en esa relación.
Y
vivieron allí durante todos los días de un invierno, un verano, una
primavera y un otoño, disfrutando mucho de estar juntos. Cuando el día
del primer aniversario se acercaba, ella sintió que debía hacer algo
para demostrarle a él su profundo amor. Pensó hacerle un regalo que
significara esto. Un hacha nueva relacionaría todo con el trabajo; un
pulóver tejido tampoco la convencía, pues ya le había tejido pulóveres
en otras oportunidades; una comida no era suficiente agasajo...
Decidió
bajar al pueblo para ver qué podía encontrar allí y empezó a caminar
por las calles. Sin embargo, por mucho que caminara no encontraba nada
que fuera tan importante y que ella pudiera comprar con las monedas que,
semanas antes, había ido guardando de los vueltos de las compras
pensando que se acercaba la fecha del aniversario.
Al pasar por
una joyería, la única del pueblo, vio una hermosa cadena de oro expuesta
en la vidriera. Entonces recordó que había un solo objeto material que
él adoraba verdaderamente, que él consideraba valioso. Se trataba de un
reloj de oro que su abuelo le había regalado antes de morir. Desde
chico, él guardaba ese reloj en un estuche de gamuza, que dejaba siempre
al lado de su cama. Todas las noches abría la mesita de luz, sacaba del
sobre de gamuza aquel reloj, lo lustraba, le daba un poquito de cuerda,
se quedaba escuchándolo hasta que la cuerda se terminaba, lo volvía a
lustrar, lo acariciaba un rato y lo guardaba nuevamente en el estuche.
Ella
pensó: "Que maravilloso regalo sería esta cadena de oro para aquel
reloj." Entró a preguntar cuánto valía y, ante la respuesta, una
angustia la tomó por sorpresa. Era mucho más dinero del que ella había
imaginado, mucho más de lo que ella había podido juntar. Hubiera tenido
que esperar tres aniversarios más para poder comprárselo. Pero ella no
podía esperar tanto.
Salió del pueblo un poco triste, pensando
qué hacer para conseguir el dinero necesario para esto. Entonces pensó
en trabajar, pero no sabía cómo; y pensó y pensó, hasta que, al pasar
por la única peluquería del pueblo, se encontró con un cartel que decía:
"Se compra pelo natural". Y como ella tenía ese pelo rubio, que no se
había cortado desde que tenía diez años, no tardó en entrar a preguntar.
El
dinero que le ofrecían alcanzaba para comprar la cadena de oro y
todavía sobraba para una caja donde guardar la cadena y el reloj. No
dudó. Le dijo a la peluquera:
- "Si dentro de tres días regreso para venderle mi pelo, ¿usted me lo compraría?"
- "Seguro", fue la respuesta.
- "Entonces en tres días estaré aquí."
Regresó a la joyería, dejó reservada la cadena y volvió a su casa. No dijo nada.
El
día del aniversario, ellos dos se abrazaron un poquito más fuerte que
de costumbre. Luego, él se fue a trabajar y ella bajó al pueblo.
Se
hizo cortar el pelo bien corto y, luego de tomar el dinero, se dirigió a
la joyería. Compró allí la cadena de oro y la caja de madera. Cuando
llegó a su casa, cocinó y esperó que se hiciera la tarde, momento en que
él solía regresar.
A diferencia de otras veces, que iluminaba la
casa cuando él llegaba, esta vez ella bajó las luces, puso sólo dos
velas y se colocó un pañuelo en la cabeza. Porque él también amaba su
pelo y ella no quería que él se diera cuenta de que se lo había cortado.
Ya habría tiempo después para explicárselo.
Él llegó. Se
abrazaron muy fuerte y se dijeron lo mucho que se querían. Entonces,
ella sacó de debajo de la mesa la caja de madera que contenía la cadena
de oro para el reloj. Y él fue hasta el ropero y extrajo de allí una
caja muy grande que le había traído mientras ella no estaba. La caja
contenía dos enormes peinetones que él había comprado... vendiendo el
reloj de oro del abuelo.
Si ustedes creen que el amor es
sacrificio, por favor, no se olviden de esta historia. El amor no está
en nosotros para sacrificarse por el otro, sino para disfrutar de su
existencia."
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