miércoles, 25 de abril de 2012

El Grito

"Paseaba por un sendero con dos amigos. El sol se puso. De repente el cielo se tiñó de rojo sangre, me detuve y me apoyé en una valla, muerto de cansancio. Sangre y lenguas de fuego acechaban sobre el azul oscuro del fiordo y de la ciudad. Mis amigos continuaron y yo me quedé quieto, temblando de ansiedad. Sentí un grito infinito que atravesaba la naturaleza. "

Así describió Munch el momento que dio origen a “El Grito”, la obra más famosa de un ambicioso ciclo de pinturas: “El sufrimiento de la vida”. En esta serie pretendió expresar, con un lenguaje nuevo, sus experiencias sobre el amor, la enfermedad, la muerte y la naturaleza, constantes temáticas en su obra.
En “El Grito” podemos ver cómo una figura humana, situada en el centro, se tapa los oídos en un gesto desesperado de angustia. Su rostro, que recuerda a una calavera, y su cuerpo, están completamente deformados, como también lo está el espacio que lo rodea. Pero esta figura no está sola: un poco más atrás hay dos personas de negro, anónimas, que intensifican la inquietud de la escena. Todo tiembla ante ese grito, todo se desfigura porque forma parte de una realidad interior. El artista ha reproducido su vivencia de una forma completamente subjetiva, haciendo que nosotros oigamos también ese grito. Así expresa hasta qué punto las emociones determinan por completo nuestra percepción del mundo.


Aunque hay muchas maneras de mostrar la angustia y el tormento humanos, Munch fue el primero en dar al color y a la línea una expresividad sin límites. Con su “grito” marcó un nuevo camino estético y temático en el arte contemporáneo.

Colores y líneas “expresionistas”

Esta obra fue precedente e influencia directa del movimiento Expresionista que surgió en Alemania en 1905. Con las mismas inquietudes vitales y actitud ante la sociedad que tenía Munch, este grupo adoptó su estilo y lo convirtió en uno de los primeros movimientos vanguardistas del siglo XX. El artista expresionista veía la pintura como un medio de desahogo, de expresión del sufrimiento humano y de las injusticias sociales. Del mismo modo que Munch, estos temas debían ser tratados a partir de composiciones agresivas, con colores fuertes y contrastados, y así llamar la atención del espectador.
En “El Grito” podemos ver cómo los colores son puros y arbitrarios: el cielo y el mar contrastan en una composición que no se corresponde con la percepción real de las cosas. El cielo se transforma en fuego y el mar queda indefinido por sus espirales violentas. Pero las formas ondulantes de la naturaleza y del hombre chocan con la perspectiva forzada del puente, que se alarga en diagonal hasta un lugar que no vemos. Estas líneas, y el espesor y pureza de los colores, son los que dan fuerza a la composición; todas las líneas convergen hacia el centro del cuadro: la cabeza que grita. La distorsión de todos los elementos se convierte en una técnica básica para conseguir el efecto deseado en el espectador. La sensación de temor y de angustia se nos contagia inevitablemente.

El gesto de “El grito”, considerado el más expresivo del arte contemporáneo, representa el desánimo y temor del hombre moderno ante un mundo que cambia inevitablemente pero que ni convence ni se comprende.

 Edvard Munch: una vida atormentada 

Fotografía de Edward MunchLa influencia de la vida de Munch en su obra fue decisiva, y es que este pintor noruego, de formación autodidacta y familia humilde, vivió momentos difíciles en su infancia: vio morir de tuberculosis a su madre cuando él tenía cinco años y a su hermana cuando tenía catorce. Éstos fueron los agravantes de una vida llena de insatisfacciones: el fracaso ante las mujeres, el desagrado de una sociedad parisina aburguesada y excesivamente mercantil, sus problemas con el alcohol, etc. Todo esto, junto a su carácter depresivo e introvertido, le llevó a refugiarse en sus cuadros, en los que reflejaba sus traumas interiores.
El Grito sería la culminación de este sentimiento trágico de la vida. A partir de ahí exploraría la mente humana, sus preocupaciones y emociones. Por ello, sus temas, de una intensidad subjetiva enorme, intentan reflejar no sólo sus ansiedades, sino las de todas aquellas personas que “respiran, sienten, sufren y aman”, como él.
  
Artistas simbolistas como Whistler, Böcklin o Gauguin fueron decisivos en la evolución técnica de Munch, que hizo de las formas y del color un medio básico para expresar las dificultades de la existencia humana.

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