viernes, 27 de noviembre de 2015

El Ruido, David Bisbal

No puede ser
se me escapo
se fue con un suspiro
apagando mi razón
y ahora ya no creo en nada
la busco aquí
en la habitación
su ropa en el armario
conserva aun su olor
apuntalando mi nostalgia
oigo su voz
aunque no esta
sigo tratando de aceptar
que me falta el ruido
sus pasos por la casa
siempre ruido
su risa recorriendo
los pasillos
la vida se me antoja eterna
no me siento capaz de ser feliz
si ella no esta
si me falta el ruido
si falta ruido
donde quiera que estés
eh...
el caso es que yo sigo aquí
buscando mil motivos
que ayuden a seguir
pero no sirven de nada
la busco aquí, en cada canción
no logro imaginar
un cielo aun mejor
que su trasluz en la ventana
oigo su voz
aunque no esta
sigo tratando de aceptar
que me falta el ruido
sus pasos por la casa
siempre ruido
su risa recorriendo
los pasillos
la vida se me antoja eterna
no me siento capaz de ser feliz
si ella no esta
si me falta el ruido
si me falta el ruido
oh no...
si me falta el ruido
sus pasos por la casa
siempre ruido
su risa recorriendo
los pasillos
la vida se me antoja eterna
no me siento capaz de ser feliz
si ella no esta
si me falta el ruido
sus pasos por la casa
siempre ruido
su risa recorriendo
los pasillos
la vida se me antoja eterna
no me siento capaz de ser feliz
si ella no esta
si me falta el ruido
si falta ruido




jueves, 26 de noviembre de 2015

Esta es mi casa, Mario Benedetti




No cabe duda. Ésta es mi casa
aquí sucedo, aquí
me engaño inmensamente.
Ésta es mi casa detenida en el tiempo.

Llega el otoño y me defiende,
la primavera y me condena.
Tengo millones de huéspedes
que ríen y comen,
copulan y duermen,
juegan y piensan,
millones de huéspedes que se aburren
y tienen pesadillas y ataques de nervios.

No cabe duda. Ésta es mi casa.
Todos los perros y campanarios
pasan frente a ella.
Pero a mi casa la azotan los rayos
y un día se va a partir en dos.

Y yo no sabré dónde guarecerme
porque todas las puertas dan afuera del mundo.





Sin tu latido, Silvio Rodriguez y Luis Eduardo Aute


Hay algunos que dicen
que todos los caminos conducen a Roma
y es verdad porque el mío
me lleva cada noche al hueco que te nombra
y le hablo y le suelto
una sonrisa, una blasfemia y dos derrotas;
luego apago tus ojos
y duermo con tu nombre besando mi boca.
Ay, amor mío,
qué terriblemente absurdo
es estar vivo
sin el alma de tu cuerpo,
sin tu latido.
Que el final de esta historia,
enésima autobiografía de un fracaso,
no te sirva de ejemplo,
hay quien afirma que el amor es un milagro
que no hay mal que no cure
pero tampoco bien que le dure cien años;
eso casi lo salva,
lo malo son las noches que mojan mi mano.
Aunque todo ya es nada,
no sé por qué te escondes y huyes de mi encuentro.
por saber de tu vida
no creo que vulnere ningún mandamiento;
tan terrible es el odio
que ni te atreves a mostrarme tu desprecio,
pero no me hagas caso,
lo que me pasa es que este mundo no lo entiendo.



martes, 10 de noviembre de 2015

La luna, Jaime Sabines



La luna se puede tomar a cucharadas 

o como una cápsula cada dos horas. 
Es buena como hipnótico y sedante 
y también alivia 
a los que se han intoxicado de filosofía. 
Un pedazo de luna en el bolsillo 
es mejor amuleto que la pata de conejo: 
sirve para encontrar a quien se ama, 
para ser rico sin que lo sepa nadie 
y para alejar a los médicos y las clínicas. 
Se puede dar de postre a los niños 
cuando no se han dormido, 
y unas gotas de luna en los ojos de los ancianos 
ayudan a bien morir. 


Pon una hoja tierna de la luna 
debajo de tu almohada 
y mirarás lo que quieras ver. 
Lleva siempre un frasquito del aire de la luna 
para cuando te ahogues, 
y dale la llave de la luna 
a los presos y a los desencantados. 
Para los condenados a muerte 
y para los condenados a vida 
no hay mejor estimulante que la luna 
en dosis precisas y controladas.