domingo, 25 de octubre de 2015

"Tu y yo" tres palabras que inspiraron a Rubén Darío y a Sergio Dalma







TÚ Y YO

I

Yo vi un ave
que süave
sus cantares
entonó
y voló...

Y a lo lejos,
los reflejos
de la luna en alta cumbre
que, argentando las espumas
bañaba de luz sus plumas
de tisú...
¡y eras tú!

Y vi un alma
que, sin calma,
sus amores
cantaba en tristes rumores;
y su ser
conmover
a las rocas parecía;
miró la azul lejanía...
tendió la vista anhelante,
suspiró, y cantando amante
prosiguió...
¡y era
yo!








Tenemos algo que no he visto nunca en nadie más
algunos dicen que esto es solo cosa del azar
yo creo que hay algo mas, que no pudo explicar

No se te ocurra repetir, que esto se va a pasar
dime una sola cosas que pueda secar el mar
no intentaras frenar y nos volverá a alcanzar

Ni en sueños pude imaginar
lo que ahora es tan real

Tu y yo, somos el mundo entero, por que tenerle miedo
si no hay nada más grande, más grande que el fuego
entre y yo, que con una mirada, ganamos la batalla
no intentes evitar, lo que ya no se puede parar

Tenemos algo que nunca he visto en nadie más
vas a decirme que prefieres dejarlo pasar
no lo conseguirás, nos volverá a alcanzar

Ni en una vida entera algunos logran alcanzar
eso que a ti y a mi nos atrapo fue una huracán
que gira sin parar y no nos va a soltar

Ni en sueños pude imaginar
lo que ahora es tan real

Tu y yo somos el mundo entero, por que tenerle miedo
si no hay nada más grande, más grande que el fuego
entre y yo, que con una mirada, ganamos la batalla
no intentes evitar lo que ya no se puede parar
lo que ya nadie puede frenar, lo que tu y yo tenemos

Ni en sueños pude imaginar
lo que ahora es tan real

Tu y yo, somos el mundo entero
por que tenerle miedo, si no hay nada más grande
más grande que el fuego entre tu y yo
que con una mirada, ganamos la batalla
no intentes evitar, lo que ya no se puede parar





viernes, 23 de octubre de 2015

Palabras para Julia, José Agustín Goytisolo





Tú no puedes volver atrás 

porque la vida ya te empuja 

como un aullido interminable.



Hija mía es mejor vivir 

con la alegría de los hombres 

que llorar ante el muro ciego.


Te sentirás acorralada 
te sentirás perdida o sola 
tal vez querrás no haber nacido.

Yo sé muy bien que te dirán 
que la vida no tiene objeto 
que es un asunto desgraciado.

Entonces siempre acuérdate 
de lo que un día yo escribí 
pensando en ti como ahora pienso.

La vida es bella, ya verás 
como a pesar de los pesares 
tendrás amigos, tendrás amor.

Un hombre solo, una mujer 
así tomados, de uno en uno 
son como polvo, no son nada.

Pero yo cuando te hablo a ti 
cuando te escribo estas palabras 
pienso también en otra gente.

Tu destino está en los demás 
tu futuro es tu propia vida 
tu dignidad es la de todos.

Otros esperan que resistas 
que les ayude tu alegría 
tu canción entre sus canciones.

Entonces siempre acuérdate 
de lo que un día yo escribí 
pensando en ti 
como ahora pienso.

Nunca te entregues ni te apartes 
junto al camino, nunca digas 
no puedo más y aquí me quedo.

La vida es bella, tú verás 
como a pesar de los pesares 
tendrás amor, tendrás amigos.

Por lo demás no hay elección 
y este mundo tal como es 
será todo tu patrimonio.

Perdóname no sé decirte 
nada más pero tú comprende 
que yo aún estoy en el camino.

Y siempre siempre acuérdate 
de lo que un día yo escribí 
pensando en ti como ahora pienso.

José Agustín Goytisolo




Suele decirse que "para gustos hay colores". Muestra de ello son estas versiones de este poema: totalmente diferentes y sin embargo las dos traspasan la piel...





Amantea (fragmento), David Cantero




Es difícil recolectar granadas sin destrozarte las manos con las descomunales espinas que protegen las ramas. Lo mismo sucede con los recuerdos. La vida, como una granada que siempre intentamos desgranar, separando las límpidas golosinas rojas del áspero manto amarillo que las envuelve, aferrando con firmeza sus joyas. Queremos tomar sólo la dulce simiente escarlata, pero es imposible. Para saborear el fruto, como la existencia, hay que aceptar el contraste y el fastidio de su sabor agridulce.



¡Un lazo rosa por todas!




Estamos en el mes de octubre, el mes en el que muchas empresas y organizaciones se unen a la sociedad en la lucha contra el cáncer de mama desde 1985. Pero ¿cuándo y cómo fue que el listón rosa se convirtió en un símbolo de la lucha contra esta terrible enfermedad?

El primer lazo con un significado particular fue el lazo amarillo, que se menciona en una marcha que era cantada por los militares norteamericanos. En el año de 1917, George A. Norton, pidió los derechos de autor de esta marcha.

A principios de los 70 sale la canción “Amarra un listón amarillo al viento roble”, tomando la idea de la canción, la esposa de uno de los rehenes americanos en Irak, fue la primera persona en usar el listón como símbolo de alerta. Ella amarró listones amarillos a los robles, para “demostrar” el deseo de su esposo de volver a casa, su familia y amigos hicieron lo mismo como símbolo de solidaridad, cuando todos los norteamericanos comenzaron a ver los listones y su mensaje el listón se convirtió en un “medio”.

En los 90 los activistas del SIDA inspirados por el mensaje que se podía transmitir usando como medio un simple listón, decidieron usar listones. Se decidió que el lazo que representaba la lucha contra el SIDA fuera rojo, ya que ese color representa la pasión. En la ceremonia de la entrega de los premios Tony, el actor Jeremy Irons, usó un lazo prendido al pecho; dado el gran número de personas que vieron la ceremonia, el lazo se volvió muy popular de la noche a la mañana; tanto así que en 1992 fue declarado por el New York Times como “el año del lazo”.

Charlotte Hayley, era una mujer mayor que tras su batalla contra el cáncer había emprendido una misión personal, vendía lazos de color melocotón hechos a mano, acompañados de la leyenda: “El presupuesto anual del Instituto Nacional del Cáncer es de 1.8 billones de dólares y solamente el 5% esta destinado a la prevención. Ayúdanos a despertar a nuestros legisladores y a los Estados Unidos, usando este lazo”.

Fue un mensaje que se expandió tan rápidamente, que la entonces directora de marketing de Estée Lauder, Evelyn y Penney, quisieron trabajar en conjunto con ella; Charlotte se negó bajo el argumento de que la campaña en la que ambas trabajaban, tenía un propósito demasiado comercial.Sin embargo, el listón rosa invadió los mostradores de cosméticos en cada centro comercial estadounidense; el mensaje era uno solo, el de recordarle a las mujeres la importancia de la autoexploración para prevenir el cáncer de mama.

En 1987, Evelyn Lauder tenía 51 años. Llevaba casi tres décadas casada con Leonard (hijo del creador de la marca de cosméticos Estēe Lauder) y miraba con orgullo de madre cómo crecían los jóvenes William y Gary. Fuera de casa, era la vicepresidenta de la compañía familiar y dirigía con pasión la División Fragancias. Tenía una vida cómoda y feliz. Hasta que recibió un diagnóstico positivo de cáncer de mama y decidió reordenar sus prioridades y emprender nuevas luchas. 

Además de su pelea personal por sobrevivir, Evelyn le propuso a su amiga Alexandra Penney (editora de la revista Self) concientizar a las mujeres sobre la prevención y el tratamiento de esta enfermedad. Para empezar, crearon el famoso lazo rosa y lo distribuyeron en todas las tiendas de Estēe Lauder. Eligieron ese color por su asociación con el mundo femenino y lo replicaron en múltiples acciones: surgió la idea de instaurar un mes específico al año para hablar del cáncer de mama, el apoyo incondicional para todo tipo de campañas y la original iniciativa de iluminar de color rosa los edificios emblemáticos de las grandes ciudades. Desde la Torre Eiffel en Francia, la CN Tower en Canadá, el Empire State en Estados Unidos, el Taj Mahal en India y hasta nuestro Obelisco porteño se vistieron especialmente para la causa.

El listón se ha convertido en el protagonista de cada mes de octubre, fungiendo como portavoz de todas las mujeres del mundo que deben preocuparse por su salud y la de quienes aman.






Fuente.

http://ideasfrescas.com.mx

http://www.expoknews.com

http://www.infonews.com





lunes, 12 de octubre de 2015

Travesuras de la niña mala, Mario Vargas LLosa




La niña mala llegó media hora después que yo, envuelta en un entallado abrigo de cuero, un sombrerito que le hacía juego y unos botines hasta las rodillas. Además del bolso llevaba un cartapacio lleno de cuadernos y libros de unos cursos de arte moderno que, me explicó después, seguía tres veces por semana en Christie´s. Antes de mirarme, echó una ojeada a la habitación e hizo un pequeño signo de asentimiento, aprobando. Cuando, por fin, se dignó mirarme, ya la tenía yo en mis brazos y había comenzado a desvestirla.

– Ten cuidado- me instruyó -. No me vayas a arrugar la ropa.

La desnudé con todas las precauciones del mundo, estudiando, como objetos preciosos y únicos, las prendas que llevaba encima, besando con unción cada centímetro de piel que aparecía a mi vista, aspirando el aura suave, ligeramente perfumada, que brotaba de su cuerpo. Ahora tenía una pequeña cicatriz casi invisible cerca de la ingle, pues la habían operado del apéndice, y llevaba en pubis más escarmenado que antaño. Sentía deseo, emoción, ternura, mientras besaba sus empeines, sus axilas fragantes, los insinuados huesecillos de la columna en su espalda y sus nalgas paraditas, delicadas al tacto como el terciopelo. Le besé los menudos pechos, largamente, loco de dicha.

– No te habrás olvidado de lo que me gusta, niño bueno – me susurró al oído. Por fin.

Y, sin esperar mi respuesta, se puso de espaldas, abriendo las piernas para hacer sitio a mi cabeza, a la vez se cubría los ojos con el brazo derecho. Sentí que comenzaba a apartarse de mí, del Russell Hotel, de Londres, a concentrarse totalmente, con esa intensidad que yo no había visto nunca en ninguna mujer, en ese placer suyo, solitario, personal, egoísta, que mis labios habían aprendido a darle. Lamiendo, sorbiendo, besando, mordisqueando su sexo pequeñito, la sentí humedecerse y vibrar. Se demoró mucho en terminar. Pero que delicioso y exaltante era sentirla ronroneando, meciéndose, sumida en el vértigo del deseo, hasta que, por fin, un largo gemido estremeció su cuerpecito de pies a cabeza. “Ven, ven”, susurró, ahogada. Entré en ella con facilidad y la apreté con tanta fuerza que salió de la inercia en que la había dejado el orgasmo. Se quejó, retorciéndose, tratando de zafarse de mi cuerpo, quejándose: “Me aplastas”.

Con mi boca pegada a la suya, le rogué:

– Por una vez en tu vida, dime que me quieres, niña mala. Aunque no sea cierto, dímelo. Quiero saber cómo suena, siquiera una vez.


Vuelo, Miguel Hernández




VUELO

Sólo quien ama vuela. Pero, ¿quién ama tanto
que sea como el pájaro más leve y fugitivo?
Hundiendo va este odio reinante todo cuanto
quisiera remontarse directamente vivo.

Amar ... Pero, ¿quién ama? Volar ... Pero, ¿quién vuela?
Conquistaré el azul ávido de plumaje,
pero el amor, abajo siempre, se desconsuela
de no encontrar las alas que da cierto coraje.

Un ser ardiente, claro de deseos, alado,
quiso ascender, tener la libertad por nido.
Quiso olvidar que el hombre se aleja encadenado.
Donde faltaban plumas puso valor y olvido.

Iba tan alto a veces, que le resplandecía
sobre la piel el cielo, bajo la piel el ave.
Ser que te confundiste con una alondra un día,
te desplomaste otro como el granizo grave.

Ya sabes que las vidas de los demás son losas
con que tapiarte: cárceles con que tragar la tuya.
Pasa, vida, entre cuerpos, entre rejas hermosas.
A través de las rejas, libre la sangre afluya.

Triste instrumento alegre de vestir; apremiante
tubo de apetecer y respirar el fuego.
Espada devorada por el uso constante.
Cuerpo en cuyo horizonte cerrado me despliego.

No volarás. No puedes volar, cuerpo que vagas
por estas galerías donde el aire es mi nudo.
Por más que te debatas en ascender, naufragas.
No clamarás. El campo sigue desierto y mudo.

Los brazos no aletean. Son acaso una cola
que el corazón quisiera lanzar al firmamento.
La sangre se entristece de debatirse sola.
Los ojos vuelven tristes de mal conocimiento.

Cada ciudad, dormida, despierta loca, exhala
un silencio de cárcel, de sueño que arde y llueve
como un élitro ronco de no poder ser ala.
El hombre yace. EL cielo se eleva. El aire mueve.