miércoles, 10 de septiembre de 2014

Amores áltamente peligrosos (las seis patas del amor de pareja), Walter Riso




El amor interpersonal es como un animal de seis patas, pero a diferencia de los demás, para poder andar necesita que cada uno de sus miembros funcione adecuada y coordinadamente. Con una sola de las extremidades dañadas, se inmoviliza.Inerte y desanimado, se echa al abandono. Se va acabando, gastando, muriendo por inanición. Esa es la ley intrínseca de una buena relación. Cada uno de los componentes debe estar activo, vivo y "coleando".
De acuerdo con lo que sabemos en psicología, un vínculo amoroso bien establecido necesita, al menos, seis ingredientes (puede haber otras clasificaciones). Si el problema se encuentra en algunos de los tres primeros, el pronóstico no es bueno. Por el contrario, si la disfunción está referida a cualquiera de los tres últimos, una ayuda profesional adecuada puede subsanarlos.


El primero es el deseo - atracción. Es decir, ganas a raudales por el otro. No adicción enfermiza, sino simple deseo. Una inclinación a estar con la persona amada, agarrada, besada, tocada, abrazada, sobada; en fin, hacer contacto directo, no virtual. Si hay que hacer mucho esfuerzo para que los atractivos produzcan el acercamiento esperado, la cosa va por mal camino. Cuando el deseo está activo, la explosión de los sentidos ocurre espontáneamente y sin tanta cháchara.


El segundo factor es el humor sintonía. No hace falta ser almas gemelas (entre otras cosas, no creo que exista esa superposición espiritual: Dios no hace clonaciones), tener que reírse a coro o andar pegados de un cordón umbilical invisible. Lo que se pretende, sencillamente, es estar del mismo lado en lo fundamental. Gustos similares, indignaciones parecidas y fascinaciones congruentes. Si alguna vez te encuentras explicándole el chiste a tu pareja, llama a tu abogado. Desgraciadamente el humor no puede enseñarse.


El tercero es la admiración. No hay vuelta de hoja, si no hay admiración no hay amor. Se puede admirar a alguien y no amarlo, pero lo contrario es casi imposible. Cuando el reconocimiento por la valía de la persona que supuestamente amamos deja de existir, se pierde la esencia. Todo se desmorona, porque de ahí al desamor hay un paso. Sentir admiración no es hacer un culto a la personalidad (eso se llama sometimiento), sino estar contento y orgulloso de estar emparejado. La admiración no se aprende, se descubre. No se pueden inventar motivos para elogiar: los hay o no los hay.

La cuarta es la sensibilidad - compasión por el otro. La indiferencia por la pareja, la mayoría de las veces, es producto de una educación que exalta el egoísmo. De todas maneras, si no duele el dolor de la persona que amamos ni nos alegra su alegría: alerta roja.


El quinto aspecto es el respeto. Hay parejas que se han acostumbrado al mal trato y soportan la violencia interpersonal como algo natural y hasta necesario, pero no es así. El irrespeto es inaceptable bajo todo punto de vista y destructivo sin excepción. Si se violan los derechos de cualquiera de los integrantes de la relación, la enfermedad afectiva ha hecho mella: se recomienda tratamiento urgente.


Por último, la sexta, se refiere a la comunicación. Hay que hablar. Sin llegar a la verborrea insufrible de los que necesitan discutir y aclarar cosas todo el tiempo, hay que dejar el canal abierto y la antena desplegada. Las conversaciones con la media naranja siempre son recomendables, si no son agresivas. Cuando no hay diálogo, la relación se vuelve muda y sorda: es decir, se acaba.


La experiencia ha mostrado que con los elementos mencionados, el afecto se desplaza, avanza, crece y se enriquece. En el momento en que una relación se estanca, puede haber una calma aparente y cierta sensación de paz. Sin embargo, la mugre lentamente va depositándose en el fondo hasta ensuciado todo. Ese es el principio de supervivencia de toda relación de pareja. No hay punto medio: si el amor no camina, se desploma.



Test de la alondra y el búho

Navegando hoy por la red me encontré con este test, me llamó la atención por lo que yo considero trivialidad del tema.
¿Realmente alguien necesita un test para conocer esta faceta de su vida? ¿No son absurdas a veces este tipo de pruebas?
Supongo que cada persona tiene su propia idea al respecto. ¿Tú qué opinas?

Este es un cuestionario reducido que, según una de sus autoras, la doctora Silvia Nogareda Cuixart, permite evaluar si eres diurno o nocturno, alondra o búho. Los valores extremos indican que el rasgo es mucho más acusado. Los intermedios, en cambio, expresan una mayor flexibilidad en los hábitos de sueño y, por tanto, una mayor tolerancia a los turnos de trabajo cambiantes.

¿A qué hora te levantarías si tuvieras entera libertad para organizarte el día?
A. Antes de las 7
B. Entre las 7 y 9
C. Después de las 9

Levantarte los días laborables es para ti:
A. Muy difícil
B. Moderadamente difícil/depende de los días
C. Bastante difícil

¿Cómo te encuentras la primera media hora después de levantarte?
A. Alerta/despejado
B. Depende
C. Dormido/cansado

¿A qué hora te acostarías si fuera algo que dependiera totalmente de ti?
A. Después de las 12 de la noche
B. Entre las 10:30 y las 12 de la noche
C. Antes de las 10:30

¿Cómo te encuentras media hora antes de acostarte los días laborales?
A. Muy cansado/a punto de quedarme dormido
B. Moderadamente cansado/depende del día
C. No muy cansado

Si has estado levantado más tiempo del habitual, ¿cuándo te levantas al día siguiente? (suponiendo que no has ingerido alcohol):
A. Más tarde de lo habitual y deseando volver a dormir
B. Depende 
C. A la hora habitual y deseando salir de la cama

RESULTADOS: 
A (1 punto). B (2 puntos). C (3 puntos). 
Los extremos son el 6 y el 18. El 6 corresponde al “búho” (personalidad nocturna), y el 18 a la “alondra” (personalidad matutina). La puntuación más cercana a un animal o a otro marca la tendencia.



Fuente :
http://www.quo.es




Pequeñas lecciones de erotismo, Gioconda Belli



I

Recorrer un cuerpo en su extensión de vela 
Es dar la vuelta al mundo 
Atravesar sin brújula la rosa de los vientos 
Islas golfos penínsulas diques de aguas embravecidas 
No es tarea fácil - si placentera - 
No creas hacerlo en un día o noche de sábanas explayadas 
Hay secretos en los poros para llenar muchas lunas 


II

El cuerpo es carta astral en lenguaje cifrado 
Encuentras un astro y quizá deberás empezar 
Corregir el rumbo cuando nube huracán o aullido 
profundo 
Te pongan estremecimientos 
Cuenco de la mano que no sospechaste 


III

Repasa muchas veces una extensión 
Encuentra el lago de los nenúfares 
Acaricia con tu ancla el centro del lirio 
Sumérgete ahógate distiéndete 
No te niegues el olor la sal el azúcar 
Los vientos profundos cúmulos nimbus de los pulmones 
Niebla en el cerebro 
Temblor de las piernas 
Maremoto adormecido de los besos 


IV

Instálate en el humus sin miedo al desgaste sin prisa 
No quieras alcanzar la cima 
Retrasa la puerta del paraíso 
Acuna tu ángel caído revuélvele la espesa cabellera con la 
Espada de fuego usurpada 
Muerde la manzana 


V

Huele 
Duele 
Intercambia miradas saliva imprégnate 
Da vueltas imprime sollozos piel que se escurre 
Pie hallazgo al final de la pierna 
Persíguelo busca secreto del paso forma del talón 
Arco del andar bahías formando arqueado caminar 
Gústalos 


VI

Escucha caracola del oído 
Como gime la humedad 
Lóbulo que se acerca al labio sonido de la respiración 
Poros que se alzan formando diminutas montañas 
Sensación estremecida de piel insurrecta al tacto 
Suave puente nuca desciende al mar pecho 
Marea del corazón susúrrale 
Encuentra la gruta del agua 


VII

Traspasa la tierra del fuego la buena esperanza 
navega loco en la juntura de los océanos 
Cruza las algas ármate de corales ulula gime 
Emerge con la rama de olivo llora socavando ternuras ocultas 
Desnuda miradas de asombro 
Despeña el sextante desde lo alto de la pestaña 
Arquea las cejas abre ventanas de la nariz 


VIII

Aspira suspira 
Muérete un poco 
Dulce lentamente muérete 
Agoniza contra la pupila extiende el goce 
Dobla el mástil hincha las velas 
Navega dobla hacia Venus 
estrella de la mañana 
- el mar como un vasto cristal azogado - 
duérmete náufrago.