domingo, 30 de marzo de 2014

¡Oh, cuál te adoro!, Carolina Coronado



¡Oh, cuál te adoro! con la luz del día
tu nombre invoco apasionada y triste,
y cuando el cielo en sombras se reviste
aun te llama exaltada el alma mía.

Tú eres el tiempo que mis horas guía,
tú eres la idea que a mi mente asiste,
porque en ti se concentra cuanto existe,
mi pasión, mi esperanza, mi poesía.

No hay canto que igualar pueda a tu acento
o cuando tu amor me cuentas y deliras
revelando la fe de tu contento;

Tiemblo a tu voz y tiemblo si me miras,
y quisiera exhalar mi último aliento
abrasada en el aire que respiras.



Doy la vida, David Bisbal

¿Dónde está el sueño que me diste?
¿Dónde está el mar que me prometiste?

Me quema el hielo de tus manos
que me arrastraste a lo más triste
que me ensuciaste y me rompiste
y aún te refugio aquí a mi lado.
Mírame y dime de una vez
que sientes al rozar mi piel
dile al olvido que..
que esta agonía se la lleva el viento.

Porque en tus brazos doy la vida
porque te encuentro cuando no hay salida
porque me encierro entre tus labios
aunque me sangre a mares esta herida.

Que no es culpable la rutina
de que este amor se apague en cada esquina
que no he sabido acariciar, quizá
¿qué debo hacer para volver atrás?
No puedo amarte más,
solo amarte más.
Tan blanca el alma que no puedo
dejarme amar por otros besos
que mueran cada madrugada.
y se disfrazan de recuerdos
de lunas muertas por el tiempo
que no enterré bajo tu almohada.

Mírame y dime de una vez
que sientes al tocar mi piel
dile al olvido que..
que esta agonía se la lleva el viento.

Porque en tus brazos doy la vida
porque te encuentro cuando no hay salida
porque me encierro entre tus labios
aunque me sangre a mares esta herida.

Que no es culpable la rutina
de que este amor se apague en cada esquina
que no he sabido acariciar, quizá
¿qué debo hacer para volver atrás?
No puedo amarte más,
solo amarte más...

Corazón tan blanco (fragmento), Javier Marías.



¿Y si no hubiera acudido a esa fiesta? ¿Y si no hubiera respondido al teléfono un martes? ¿Y si no hubiera aceptado el trabajo aquel lunes?". Nos lo preguntamos ingenuamente, creyendo por un instante (pero sólo un instante) que en ese caso no habríamos conocido a Luisa y no estaríamos al borde de una situación irremediable y lógica, que justamente por serlo ya no podemos saber si queremos o nos aterra, no podemos saber si queremos lo que nos pareció que queríamos hasta hoy mismo. Pero siempre conocernos a Luisa, es ingenuo preguntarse nada porque todo es así, nacer depende de un movimiento azaroso, una frase pronunciada, por un desconocido en el otro extremo del mundo, un interpretado gesto, una mano en el hombro y un susurro que pudo no ser susurrado. Cada paso dado y cada palabra dicha por cualquier persona en cualquier circunstancia (en la vacilación o

el convencimiento, en la sinceridad o el engaño) tienen repercusiones inimaginables que afectan a quien no nos conoce ni lo pretende, a quien no ha nacido o ignora que podrá padecernos, y se convierten literalmente en asunto de vida o muerte, tantas vidas y muertes tienen su enigmático origen en lo que nadie advierte ni nadie recuerda, en la cerveza que decidimos tomarnos tras haber dudado si nos daba tiempo, en el buen humor que nos hizo mostrarnos simpáticos con quien acababan de presentarnos sin saber que venía de gritar o de hacer daño a alguien, en la tarta que nos detuvimos a comprar camino de un almuerzo en casa de nuestros padres y por fin no compramos, en el afán de escuchar una voz aunque no nos importara mucho lo que dijera, en la aventurada llamada que hicimos por tanto, en nuestro deseo de permanecer en casa que no cumplimos. Salir, y hablar, y hacer, moverse, mirar y oír y ser percibidos nos pone en constante riesgo, ni siquiera encerrarse y callar y quedarse quieto nos salva de sus consecuencias, de las situaciones lógicas e irremediables, de lo que es hoy inminente y era tan inesperado hace ya casi un año, o hace cuatro, o diez, o cien, o incluso ayer mismo

Recovery, James Arthur

Estrofa:
Y puedo oír los coros siguen cantando
Dime lo que dicen
Puedo oír el teléfono, sigue sonando
No quiero contestar
Yo sé lo que solía escuchar
Y sé que me he vuelto indiferente

Coro:
En mi recuperación
Soy un soldado en guerra
Eh quebrado los muros
Yo definí, yo diseñe

En mi recuperación
En la sal del mar
En los océanos de mí
Yo definí, yo diseñé
En mi recuperación...

¿Cómo funciona la sed?



Todos hemos tenido esa sensación de sed que nos hace ir a buscar de inmediato un vaso de agua para beber. La sed es un mecanismo del cuerpo para alertarnos de nuestro nivel de hidratación. Nuestro cerebro se regula a sí mismo, trazando un límite para advertir hasta dónde hacerlo sin poner en riesgo nuestra salud.

Un estudio reciente ha intentado descifrar qué mecanismos intervienen en este complejo mecanismo de alerta de nuestros cerebros para evitar que sigamos bebiendo agua cuando ya la sed está saciada.
Sed y supervivencia

Para realizar el estudio, se hizo un barrido cerebral por medio de escáner, para analizar con detalle los mecanismos de reacción ante la sed. Los participantes pidieron saciar su sed o bebieron excesivamente durante el experimento que arrojó estos resultados.

Cuando a los participantes se les pidió seguir bebiendo agua, cuando ya su sensación de sed estuviera saciada, entonces entraron en juego las regulaciones del cerebro para proteger al cuerpo de un daño por exceso de ingesta de agua. Sin embargo, aún no se conoce a ciencia cierta cómo y por qué se dispara este mecanismo cerebral.



Aunque beber agua es necesario para mantenernos vivos, dado que la mayor parte del cuerpo se compone del preciado líquido, distintas partes del cerebro y sus complejos mecanismos se ven involucrados en el simple hecho de saciar la sed. 
¿Puede la sed ser mortal?

En las cantidades normales, el agua es necesaria y beneficiosa para nuestro organismo, aunque tomar mucha agua puede desencadenar fatales consecuencias. El mecanismo de parada del cerebro evita el efecto de reducción en las concentraciones de sal en la sangre, producido cuando hay exceso de ingesta de este líquido, lo que en definitiva desencadenaría una inflamación cerebral potencialmente mortal conocida como polidipsia. 

Este fenómeno se ha encontrado en pacientes con esquizofrenia y en corredores de maratón. Los estudios sobre este mecanismo de parada cerebral en la saciedad, podría ser aplicado a la psicología de otras adicciones.


La manera en que el cerebro regula el consumo del agua, podría dar luces sobre otros aspectos sobre la gratificación, como es el caso de la ingesta de sal, las relaciones sexuales, el consumo de comidas y la adicción al alcohol, entre otros.


Fuente:

http://www.ojocientifico.com





La pesca de la "Dorada"



La dorada es la reina indiscutible de los peces de mar, tanto por la exquisitez de su carne como por la energía con que se opone a la captura una vez enganchada. Sus típicos cabezazos nos previenen que estamos ante una dorada antes incluso de sacarla del agua.



Técnicas de pesca

La pesca de la dorada no está exenta de dificultades, especialmente porque la dorada es un pez de costumbres caprichosas e impredecibles. La técnica empleada para la pesca de la dorada varía en función del lugar. Podemos pescar doradas en el interior de los puertos o a lo largo de las escolleras exteriores, de los malecones, en playas de arena, en las desembocaduras de los ríos (a veces tiende a remontarlos), en las lagunas donde encuentra cobijo durante el invierno y, sobre todo, donde puede hallar criaderos de mejillones y de ostras en los que produce estragos.

SUFCASTING. PESCA DE PLAYA CON CAÑA DE LANZADO.

Tratándose de un tipo de pesca de espera es conveniente emplear al menos dos cañas. Lo normal para la pesca de la dorada es usar cañas para surfcasting de entre 4 y 4,5 m; normalmente de tres tramos y bastante consistentes, con una puntera fuerte, pues deberá soportar lances con plomos pesados, complicadas recuperaciones y potentes tirones.


En la caña se montará un carrete muy robusto con hilo fino de nailon del 0,20 mm ó 0,25 mm (que soporte al menos 8 kilos) para conseguir lances más lejanos. En la parte final anudaremos un puente de línea (también llamado cola de rata) de unos 15 metros de longitud el cual va incrementando progresivamente el grosor desde los 0,20 mm normalmente hasta 0,57 mm, lo que nos permitirá realizar un lance bastante potente sin peligro de romper la línea.
En el caso de playas someras de poco desnivel y con aguas poco profundas donde las olas suelen romper lejos de la orilla, trataremos de realizar lances muy lejanos ya que encontraremos los mejores ejemplares alejados a más de 100 metros de la costa.

Situaremos los anzuelos en bajos de línea que crearemos con anterioridad a la acción de pesca. Estos consisten básicamente en un trozo de nailon en el que por un lado engancharemos a la línea por medio de un emerillón y en el otro extremo tendremos un plomo con emerillón. En cuanto al plomo usaremos un peso, según la acción de la caña y las condiciones del mar, entre 100 g y 150 g. Es conveniente tener preparadas diferentes configuraciones de bajos de línea, con distinto número y tamaño de anzuelos, distintos tipos de hilos (preferiblemente usaremos fluorocarbono de día), distintas longitudes en los anzuelos en función de si hay mar o no, presencia de algas… Entre todas las configuraciones posibles os proponemos a continuación una especialmente pensada para la pesca de especies desconfiadas como la dorada:
Bajo de línea con aparejos para pesca de la dorada al surfcasting

Prestaremos especial atención a los anzuelos ya que las potentes mandíbulas de las grandes doradas doblarán anzuelos de baja calidad. Usaremos anzuelos de gran tamaño y resistencia. La acción de pesca de la dorada al surfcasting es sencilla: después de cebar el anzuelo con el cebo escogido, lanzaremos mar adentro y luego dejaremos la caña apoyada en nuestra pica. Es muy importante aflojar el freno ya que la fuerza de embestida de la dorada puede partir fácilmente la línea.

Durante la picada, la dorada, al meterse el cebo en la boca, primero le da vueltas y a continuación lo mastica para después alejarse; así, si nota aunque sea la más leve resistencia, lo deja todo y huye. En cuanto oigamos zumbar el freno, agarraremos la caña firmemente con una mano, estrecharemos a la caña el hilo con la otra y clavaremos con decisión. A continuación dejaremos a la dorada todo el hilo que haga falta para sus envites y carreras con el objetivo de hacer que agote sus fuerzas.


Cuando veamos que ya remiten los cabezazos, comenzaremos a cerrar poco a poco el freno y a recuperar el pez hasta llevarlo a la orilla.

Deberemos tener especial cuidado en los últimos metros, donde rompe la ola, ya que un mal movimiento o un tirón demasiado fuerte puede hacer que la potente dentadura del pez rompa la línea.

Con la caña de lanzado se utilizan cebos para la dorada tales como la arenícola, el ermitaño, la navaja y la tita. Es importante colocar los cebos en el anzuelo de manera correcta y presentarlos al pez de la manera más natural posible ya que la dorada posee una extraordinaria visión de enfoque binocular abarcando todos los campos de visión: lateral, frontal, superior e inferior y posee una naturaleza desconfiada.

PESCA EN ACANTILADOS, ESPIGONES Y ZONAS ROCOSAS.

Aunque la dorada no realiza grandes desplazamientos, es un pez merodeador de aguas de poca profundidad que alterna tanto la arena como zonas pedregosas donde se alimenta junto a otros espáridos como sargos, pargos y brecas, acercándose hasta las rocas en busca de lapas, mejillones, caracolas, erizos y cangrejos.


Para la pesca de la dorada en zonas rocosas usaremos cañas de lance medio o pesado y montaremos en nuestro carrete bobinas de gran capacidad con hilo de nailon grueso, de 0,45 ó 0,50 mm. También podemos usar hilo trenzado. En este caso es preferible usar plomos corridos de unos 100 ó 120 gramos. Los que tienen aletas funcionan muy bien para evitar el enganche con las rocas del fondo. Las gametas de los anzuelos deben de ser fuertes y resistentes a la abrasión, con poca o ninguna memoria. El montaje más tradicional para la pesca en espigones y zonas rocosas es el que consta de un plomo deslizante sobre la línea madre y acaba en una perla + emerillón desde el que cuelgan las gametas con los anzuelos.
Bajo de línea con aparejos para pesca de la dorada en espigones y rocas

Durante la acción de pesca lanzaremos nuestra caña depositando el cebo en el fondo cerca de las rocas. Tras colocar la caña en nuestra pica, no tensaremos excesivamente la línea ni apretaremos demasiado el freno de nuestro carrete. Si observamos movimientos en el puntero de nuestra caña de los que deducimos que el pez no está clavado, cogeremos la caña con rapidez inclinando el puntero hacia la superficie del agua, siempre con la línea floja para no hacer sospechar al pez, y antes de que ésta llegue a tensarse de nuevo, clavaremos firmemente levantando la caña enérgicamente con la línea aprisionada entre el dedo índice y la caña. Para sacar grandes doradas del agua en muelles y roquedos se hace indispensable la ayuda de una sacadera, preferiblemente usada por otro pescador mientras nosotros acercamos con cuidado el pez a la orilla.
Por regla general los cebos blandos y frágiles son limpiados por el roamen incluso antes de que lleguen al fondo. Por eso es preferible el uso de cebos duros como navajas, mejillones, cangrejos o una buena ristra de gajos de caracolas sin quitarles el opérculo o tapón.

PESCA DESDE EMBARCACIÓN

Fondearemos la embarcación en aguas poco profundas de playas cercanas a las desembocaduras de los ríos. Aunque no es extraño pescar doradas a profundidades que rondan los 40 metros, es mucho más habitual pescarlas en profundidades inferiores a 10 metros y con la mar no muy revuelta.
Un buen consejo para la pesca de doradas desde embarcación es fondear a dos anclas, una a proa y la otra a popa. Así evitaremos el borneo del barco y el movimiento del plomo.

Usaremos cañas cortas, como máximo unos 2,70 m de longitud que nos permitan meter la sacadera. Muchas veces es casi más difícil meter la sacadera a una dorada que pescarla, especialmente si nos embarcamos solos en aguas con fuertes corrientes. Usaremos preferiblemente punteros híbridos muy sensibles para no arrastrar el plomo.

El carrete ligero, tipo spinning con hilo trenzado de 0,35 mm. Plomo corredizo de unos 60 g, quitavueltas de acero pequeño y gametas de 0,30 mm de fluorocarbono con anzuelos de carbono del 1/0.

Cuando estemos en nuestro pesquero lanzaremos en primer lugar el ancla de proa dejando salir bastante cadena o cabo. Dejaremos que el propio ancla nos coloque en la dirección de la corriente. Cuando esté tensa y en línea con el barco, lanzaremos el ancla de popa y unos metros extras de cabo. Ahora es el momento de tensar las dos anclas recogiendo unos metros del ancla de proa.

IMPORTANTE: Si el mar se empieza a poner feo, recoge el ancla de popa.


Una vez fondeados correctamente y tras cebar nuestros anzuelos con cebo específico para grandes doradas como navajas o cangrejos, la acción de pesca consiste en lanzar a unos 20 metros del barco y mantener en todo momento la línea suficientemente tensa para apreciar la picada.

Una vez hayamos clavado nuestra dorada cuando notemos la picada, es importante trabajar la dorada mientras recogemos hilo desde lejos para que llegue cansada a nuestra sacadera, ya que a diferencia de la pesca desde orilla en la que se van quedando sin agua a medida que rebobinamos nuestro carrete, la profundidad del agua en la pesca desde embarcación no se reduce y el pez peleará más que desde costa hasta el final.
Es muy importante que las punteras de las cañas, absorban los movimientos del barco, sin destensar las líneas. Por ello deben ser muy sensibles a la vez que resistentes.

Las mareas en embarcación se pescan durante las mareas muertas, ya que es muy difícil pescar con cebo duro desde embarcación durante las mareas vivas. No obstante hay ciertos lugares como por ejemplo detrás del pilar de un puente, donde se produce una contracorriente en las mareas vivas, siendo un lugar excepcional para tentarlas.


Fuente:
http://www.doradas.es