miércoles, 22 de enero de 2014

De pie bajo la lluvia, José Ángel Buesa






Así estás todavía de pie bajo la lluvia,
bajo la clara lluvia de una noche de invierno.

De pie bajo la lluvia me llega tu sonrisa,
de pie bajo la lluvia te encuentra mi recuerdo.

Siempre he de recordarte de pie bajo la lluvia,
con un polvo de estrellas muriendo en tus cabellos
y tu voz que nacía del fondo de tus ojos
y tus manos cansadas que se iban en el viento
y aquel cielo de plomo y el rumor de los árboles
y la hoja seca aquella que te cayó en el seno
y el rocío nocturno dormido en tus pestañas
y engarzando diamantes en tu vestido negro.

Así estás todavía lejanamente cerca
desde tu lejanía de sombra y de silencio.
Mi corazón te llama de pie bajo la lluvia,
de pie bajo la lluvia te acercas en el sueño.

La vida es tan pequeña que cabe en una noche.
Quizás fue que en la sombra me encontré con tu beso
y por eso me envuelve, de pie bajo la lluvia,
el sabor de tu boca y el olor de tu cuerpo.

Si, me has dejado triste porque pienso que acaso
ya no estarás conmigo cuando llueva de nuevo.
Y no he de verte entonces de pie bajo la lluvia
con las manos temblando de frío y de deseo.

Pero aunque habrá otras noches cargadas de perfumes
y otras mujeres, y otras, a lo largo del tiempo,
siempre he de recordarte de pie bajo la lluvia,
bajo la lluvia clara de una noche de invierno...






Llegaste tu, Jesse & Joy


Hundida yo estaba ahogada en soledad
Mi corazón lloraba de un vacío total
Todo lo intenté por donde quiera te busqué
Eras tú mi necesidad.

Triste y desolada ya no pude soportar
Más desesperada era imposible estar
Todo lo intenté por donde quiera te busqué
eras tú mi necesidad.

Alcé mi rostro y
Llegaste tú y todo cambió
Llegaste tú la esperanza triunfó
Llegaste tú volví a nacer.

Por tanto tiempo quise encontrar la solución
A ese gran vacío que llevaba en mi interior
Todo lo intenté por donde quiera te busqué
Eras tú mi necesidad.

Alcé mi rostro y
Llegaste tú y todo cambió
Llegaste tú la esperanza triunfó
Llegaste tú volví a nacer.

Llegaste tú y todo cambió
Llegaste tú la esperanza triunfó
Llegaste tú volví a nacer.




El amor en los tiempos del cólera (fragmento), Gabriel García Márquez; Shakira...





Cuando ya no quedó nada que comer en los platos, el capitán se limpió con la esquina del mantel, y habló en una jerga procaz que acabó de una vez con el prestigio del buen decir de los capitanes del río. Pues no habló por ellos ni por nadie, sino tratando de ponerse de acuerdo con su propia rabia. Su conclusión, al cabo de una ristra de imporperios bárbaros, fue que no encontraba cómo salir del embrollo en que se había metido con la bandera del cólera.



No hay mas sueños , no hay
No hay mas tiempo, no hay
No hay mas miedo, no hay
No hay mas fuego, no hay
No hay mas vida, no hay
No hay mas vida, no hay
No hay mas rabia, no hay
No hay mas sueño, no hay

Llévame donde estés, llévame
Llévame donde estés, llévame
Cuando alguien se va, él que se queda
sufre más...



Florentino Ariza lo escuchó sin pestañear. Luego miró por las ventanas el círculo completo del cuadrante de la rosa náutica, el horizonte nítido, el cielo de diciembre sin una sola nube, las aguas navegables hasta siempre, y dijo:

- Sigamos derecho, derecho, derecho, otra vez hasta La Dorada.

Fermina Daza se estremeció, porque reconoció la antigua voz iluminada por la gracia del Espíritu Santo y miró al capitán: él era el destino. Pero el capitán no la vio porque estaba anonadado por el tremendo poder de inspiración de Florentino Ariza.

- ¿Lo dice en serio? – le preguntó.
- Desde que nací – dijo Florentino Ariza - , no he dicho una sola cosa que no sea en serio.

El capitán miró a Fermina Daza y vio en sus pestañas los primeros destellos de una escarcha invernal. Luego miró a Florentino Ariza, su dominio invencible, su amor impávido, y lo asustó la sospecha tardía de que es la vida, más que la muerte, la que no tiene límites.

- ¿Y hasta cuándo cree usted que podemos seguir en este ir y venir del carajo? – le preguntó.

Florentino Ariza tenía la respuesta preparada desde hacía cincuenta y tres años, siete meses y once días con sus noches.

- Toda la vida – dijo.





Hay amores que se vuelven resistentes a los años,
como el vino que mejora con los años,
asi crece lo que siento yo por tí.

Hay amores que se esperan al invierno y florecen
y en las noches de otoño reverdecen
tal como el amor que siento yo por ti.

Ay ! mi piel, no te olvides del mar
Que en las noches me ha visto llorar
tantos recuerdos de tí

Ay ! mi piel, no te olvides del día
que se paró en tu vida,
de la pobre vida que me tocó vivir





Las “niñas sumangali” de India...


... las manos que cosen la moda barata americana.


La reportera Dana Liebelson viajó a la India en busca de información acerca de quién fabricaba su ropa. Encontró la historia de las "niñas sumangali".



“Sumangali” es una palabra hindú que significa “mujer casada”. Refiere a una forma de trabajo infantil que, aunque prohibido, es practicado en India, particularmente en la industria textil de Tamil Nadu. En este sistema se contrata a una niña por tres o cinco años, durante los cuales ella gana un salario y después se le paga una suma total para pagar por un dote. En la India una mujer es auspiciosa porque está casada. De no estar casada en sus veintes, es rechazada por su comunidad y su familia. Para poder casarse, una mujer debe tener al menos tres soberanos de oro británicos, el equivalente de alrededor de $1,200 dólares americanos. Las familias promedio de Tamil Nadu ganan poco más de $400 dólares al año.

Este sistema de explotación comienza con un reclutador visitando la casa de potenciales trabajadoras, que casi siempre son mujeres muy jóvenes y pobres. Ahí convencen a los padres y les ofrecen beneficios falsos como más dinero, aire acondicionado, tiempo para estudiar, la posibilidad de casarse cuando terminen el contrato. Todas las fábricas de este estado trabajan para compañías como Walmart, H&M, Gap, Abercrombie, Mothercare y otras compañías de moda barata, y el 80% emplea a niñas sumangali. Así, la próxima vez que veamos “hecho en India” en la etiqueta de nuestros pantalones, lo más seguro es que esté hecha por las manos de niñas sumangali bajo condiciones deplorables por decir lo menos.

La reportera Dana Liebelson viajó a Tamil Nadu este año y regresó con una historia devastadora sobre lo que sucede con las “niñas sumangali”. Allá tuvo la oportunidad de entrevistar a varias de ellas después de haber trabajado años en alguna de las fabricas de textiles del estado. La mayoría habían trabajado de 12 a 20 horas al día los siete días de la semana; vivido en “hoteles” que alojan a 12 niñas y sus hijos por cuarto; habían sido abusadas verbal o sexualmente por sus supervisores; se les había pagado menos de la mitad de lo que prometieron los empleadores en el contrato.

“No encontrarás un manufacturero de ropa occidental que apruebe abiertamente del trabajo sumangali”, apunta Liebelson, “pero tomar medidas al respecto es otra cosa. Ello es porque las cadenas de abastecimiento son vastas, confusas y complejas. La camiseta hindú promedio comienza en un campo de algodón en estados del oeste como Gujarat y Maharashtra, donde pelotas acolchadas del tamaño de una ciruela son cosechadas por trabajadores que generalmente provienen de castas bajas. De ahí, las bolas son enviadas en camiones a fábricas y vendidas a fábricas de hilado, donde máquinas (como la que cortó la mano de Arunda [una de las niñas sumangali que entrevistó]) procesan las bolas crudas en hilo. Después trabajadores tejen el hilo en tiras, las pintan y las mandan a fábricas que hacen el proceso final”.


Dana Liebelson intentó llegar a una de estas fábricas pero fue violentada por algunos hombres que le pidieron que borrara las fotografías que tomó del lugar, y la fueron a buscar al hotel donde se había quedado para amenazarla con llevarla a la cárcel por tratar de meterse donde nadie la había llamado. “traté de ver se dónde provenía mi camiseta, y la fábrica mandó mafiosos a buscarme”. Su artículo es una llamada de atención para las compañías de ropa que manufacturan en India, donde casi seguramente (aunque no lo sepan, o no quieran saberlo) están explotando a niñas con la promesa de que pueden casarse algún día, y una llamada de atención a todos nosotros que compramos ropa bonita y barata sin saber las historias que llevan detrás y sin saber que estamos contribuyendo a un sistema podrido de abuso y de mentiras.


Fuente:
http://www.ecoosfera.com



Fluorescencia en una playa de Maldivas


Millones de partículas de fitoplancton alfombraron con luz azul una playa de las Islas maldivas.



En sintonía con la premisa alquímica de que “lo que es arriba, también abajo”, la fluorescencia que impregna una playa de las Islas maldivas, recuerda un cielo forrado de estrellas o, también, la imagen aérea de una ciudad de noche. El fastuoso espectáculo fue captado por el fotógrafo taiwanés, Will Ho, mientras vacacional en este paradisiaco destino.

El espectáculo se debe a la presencia de millones de partículas luminiscentes de fitoplankton, pequeños seres que emiten luz cuando reciben estímulos externos, por ejemplo el golpeteo de las olas al romper. Y si bien el fenómeno ya se conocía, los científicos apenas han comenzado a entender el por qué. Las Maldivas no son las únicas playas que registran estas alfombras lumínicas debido al fitoplankton, pero pocas veces se había documentado, fotográficamente, su presencia con tal pureza.






Fuente:
http://www.ecoosfera.com