-Y siempre hay una forma de seguir adelante, de ser felices y sólo tenemos que encontrarla.
-Feliz, ese es justo mi problema, que yo no puedo ser feliz. Nunca lo he sido, ni cuando me han pasado cosas buenas, no os podéis imaginar lo que es levantarse todos los días sin ninguna motivación, los esfuerzos que tengo que hacer para encontrar una razón, sólo una, para no mandarlo todo a la mierda. Os aseguro que pongo todo mi empeño en ello, todo, todos los días de mi vida.
Cae la nieve y yo no comprendo Cómo es que ahora quisiera rendirme Son tantas avenidas, desaparecen de mis ojos Casas, colinas que ayer estaban claras.
Y yo, yo, perdido en este blanco Me miro en el espejo y no sé que estoy buscando
He encontrado tu sonrisa dulce Que brilla en esta nieve como un millón de luces Y cae la nieve como cae el mundo Y sé que nadie entiende el frío extremo que siento
Y recordé, y recordé Que todo este coraje no es nieve No va a derretirse aunque debiese.
Cartas, palabras al aire se han improvisado la última noche del mundo la pasaría contigo Y si me debo enamorar será también de ti Que absurdo es odiarnos y lo sé yo El único en el mundo Que inútil es un odio tan profundo
He encontrado tu sonrisa dulce Que brilla en esta nieve como un millón de luces Y cae la nieve como cae el mundo Y sé que nadie entiende el frío extremo que siento.
Y recordé, y recordé Que todo este coraje no es nieve No va a derretirse aunque debiese.
Nos permitimos estar bien no existen excepciones Y sonriendo nos caemos ante los demás Amar no es un privilegio es solo habilidad Reír de todos los problemas mientras quien odia tiembla.
Tu sonrisa dulce es tan transparente Que ya después no hay nada Un gesto simple pero tan profundo que se reinicia al tiempo, que se reinventa el mundo Y me recuerda que el coraje no será jamás nieve.
He encontrado tu sonrisa dulce Que brilla en esta nieve como un millón de luces Y cae la nieve como cae el mundo Y sé que nadie entiende el frío extremo que siento.
Y recordé, y recordé que todo este coraje no es nieve...
Margarete Steiff nació en 1847 en Alemania. A los 18 meses enfermó de poliomielitis y quedó condenada a una silla de ruedas. Sin embargo, sus limitaciones físicas no frenaron sus sueños. Logró estudiar y asistir a clases de costura. En 1862 sus hermanas Marie y Pauline abrieron una sastrería que, más tarde, Margarete dirigió.
Gracias a su trabajo, logró comprar su primer máquina de coser y empezó a crear maravillas en tela. Primero confeccionó numerosas piezas de vestir y en 1879 apareció su más reciente diseño -un elefante de peluche- en una revista alemana. Pronto el pequeño juguete se convirtió en uno de los preferidos de niños y adultos.
Es así como sentó las bases de lo que sería más tarde la empresa Steiff, que fue fundada en 1880. Seis años después de lanzar al mercado el pequeño elefante, Margarete logró vender unos cinco mil ejemplares. Con la ayuda de su hermano Fritz, la joven mujer estableció una pequeña fábrica con venta al público. En 1982 apareció el primer catálogo de sus creaciones: caballos, changos, burros, camellos, ratones, perros y gatos, entre otros animales. Todas sus creaciones seguían el mismo lema, “para los niños sólo lo mejor es suficiente.”
En 1893 se registró la compañía como “Fábrica de Juguetes de Peluche Margarete Steiff” y participó por primera vez en la feria del juguete de la ciudad de Leipzig. En aquel momento, Margarete empleaba a cuatro costureras y 10 trabajadores.
Nace el “oso de peluche”
En 1897 su sobrino, Richard Steiff, comenzó a trabajar en la empresa. Como estudiante de una escuela de arte en Stuttgart, solía visitar el zoológico y dibujar osos. La inspiración para su primer osito de juguete se la dieron unos producto de un cruce entre osos pardos y osos polares.
"Antes de aquellos ositos de peluche, los niños jugaban con muñecos de porcelana o con soldaditos de plomo. Eran duros y fríos y Richard quería darles a los niños un compañero al que pudieran agarrarse", explica Leyla Maniera, que fue experta en ositos de peluche en la casa de subastas Christie´s y consultora para Steiff.Richard fue el responsable del lanzamiento del primer oso con brazos y piernas móviles. El nuevo oso se presentó en la feria del juguete de Leipzig, donde tuvo gran éxito y, sólo los americanos, pidieron tres mil piezas que vendieron con el nombre de “Teddy Bear” por Theodore “Teddy” Roosevelt.
El primer osito de peluche de Steiff se llamaba 55 PB. El número hacía referencia a su tamaño, la P a la palabra alemana plüsch, peluche, y la B a beweglich, móvil.
La gran presentación de 55 PB se produjo en la Feria del Juguete de Leipzig en la primavera de 1903. Pero, según Maniera, no despertó mucho interés.
"Pero entonces pasó algo maravilloso, cuando un comerciante de Borgfeldt en Nueva York se topa con Richard, embalando sus ositos, hastiado por su poco éxito".
"Berg se siente desolado después de haber recorrido toda la feria sin encontrar nada de su interés para llevar de vuelta a Nueva York como le habían encargado".
"Justo cuando Richard Steiff está amartillando la última caja se acerca a él y le pregunta qué hay dentro. Cuando Hermann Berg ve a 55 PB queda encantado con él desde ese instante. Al parecer, en ese momento encarga 3.000 ositos, un pedido enorme para aquellos tiempos".
De hecho, el taller de Steiff no era lo suficientemente grande y tuvo que construir una nueva fábrica. Se sabe que se diseñaron plantillas de aquellos ositos pero ninguno se ha
conservado.
"El envío fue hecho definitivamente", dijo Maniera. "Los archivos tienen copias del pedido, y sabemos que fueron empaquetados y enviados, pero desafortunadamente no sabemos por qué desaparecieron los 3.000 ositos".
Entonces, ¿es veraz la hipótesis de que estos se perdieron en el mar? Gunther Pfieffer, autor de cuatro libros sobre los ositos de Steiff no lo cree.
"El misterio surgió en 1953, el año del 50 aniversario del primer osito de peluche. Un empleado ingenioso de un departamento de marketingescribía un libro para una pequeña feria y fue él quien sugirió por primera vez la historia".
"Así que creo que fue una buena idea de marketing, pero nada más".
Esperanza
Entonces, existen pruebas de que fueron enviados. ¿Pero por qué nunca ha aparecido alguno en algún desván o en una casa de subastas?
Manuela Fustig, del museo Steiff, tiene una teoría. "Creo que se debe a la forma en que fueron elaborados. Sus brazos, piernas y cabeza estaban unidas al tronco con cuerdas así que se rompían fácilmente y creo que los osos simplemente no sobrevivieron al viaje".
Fustig, sin embargo, tiene esperanzas de que alguno de ellos aparezca algún día.
"Cuando tengo invitados les digo 'miren en sus casas por si acaso encuentran un osito de peluche extraño de color oscuro y me envían una foto' y todavía estoy esperando, con la esperanza de que alguien encuentre un 55PB", relata Fustig.
"Es de color muy oscuro, y no tiene el típico aspecto encantador de un osito Steiff; no tiene botones en sus oídos. Fue hecho en 1903 y los botones fueron añadidos en 1904.
Los amantes de los ositos de peluche pueden comprar una réplica de 55PB por internet por US$654, pero uno original sería un verdadero sueño para un coleccionista.
"Si se descubre un 55 PB, batiría todos los récords, sin lugar a dudas", asegura Maniera.
"No hay nada más importante que un 55 PB. El actual récord del mundo es de US$295.000 pero uno de aquellos ositos rompería fácilmente esa marca".
Un osito de peluche Steiff de 1904, conocido como Gowler, es uno de los más antiguos del mundo.
Desde 1904, las creaciones de Steiff tienen un botón en la oreja que los distingue de los demás juguetes y tres años después, en 1907, la fábrica contaba con 400 empleados y había creado casi un millón de osos y alrededor de un millón 700 mil juguetes.
El nueve de mayo de 1909 murió Margarete Steiff, pero sus creaciones siguen en los hogares de millones de pequeños y no tan pequeños. La fábrica que lleva su nombre superó las adversidades de la guerra y continuó creciendo.
En el centenario de su fundación, la empresa inauguró el Museo Margarte Steiff en Giengen, creando así un verdadero mundo de peluche. Actualmente, además del museo, los fanáticos y coleccionistas de las ediciones especiales pueden admirar las creaciones de Steiff en las galerías de Hamburgo, Berlín, Viena, Núremberg, Stuttgart, Kiel, Hannover, Wiesbaden, Zúrich y Londres; así como adquirir una pieza en numerosos almacenes en varios países del mundo.Esta conocida marca alemana tiene ediciones especiales fabricadas con oro, porcelana y otros sofisticados materiales. Karl Lagerfeld también diseñó un oso de peluche de edición limitada para la marca “del botón en la oreja”.
Para algunos esta es la verdadera historia de los osos de peluche.
Sin embargo otros mantiene la siguiente versión:
La historia sobre el posible orígen del osos de peluche se remota a 1902. Cuando el presidente estadounidense Theodore Roosevelt hizo un viaje al sur del país, con la intención de mediar en un conflicto fronterizo entre los estados de Louisiana y Mississippi. Para entretener al presidente sus anfitriones organizaron una cacería; capturaron un oso viejo, herido y cansado al cual ataron a un árbol, para que el presidente le disparara y tuviera un trofeo “fácil” que llevar a casa. Roosevelt se negó a hacerlo, incidente que fue caricaturizado por el dibujante Clifford Berryman, teniendo su caricatura una difusión nacional. El dibujo del periódico inspiró a un vendedor de juguetes llamado Morris Michton a coser un muñeco: un rudimentario osito de felpa que, a falta de nada mejor, tenía botones en lugar de ojos. Michton colocó el oso y la caricatura de Berryman recortada del periódico en el escaparate de su tienda, con la única intención de llamar la atención de los transeúntes sobre su comercio. Al hacerlo, no sabía que acababa de nacer el rey de los juguetes.
El oso atrajo a una multitud de compradores, tantos, que Michton empezó a fabricar en serie esos ositos de felpa con botones por ojos y con el nombre de “Teddy’s Bear” (Teddy de Theodore, en honor al presidente Roosevelt). Al año siguiente, su avalancha de pedidos era tal que fundó la Ideal Toy Company. El auge del juguete era imparable; las sofisticadas muñecas de porcelana fueron literalmente barridas por la ternura del osito teddy, hasta el punto que durante más de una década se pensó que eran cosa del pasado. Y hoy, más de un siglo después, niños y grandes siguen abrazando a sus osos de peluche.