En pleno corazón de tanta
soltura, de pronto lo asaltó un sentimiento que iba a estropearlo todo: sintió
que lo embargaba la melancolía.
Al principio, fue una nubecita
de nada, como una forma de nostalgia. Pero no, mirándola de cerca, se podía
discernir el aspecto malva de la melancolía. Y mirándola desde más cerca
todavía, se podía ver la verdadera naturaleza de una auténtica tristeza. De buenas
a primeras, como una pulsión morbosa y patética, se hizo consciente de la
vacuidad de esa velada.