En nuestro país agosto es el mes de "las
vacaciones". Algunas empresas, oficinas, comercios, fábricas... cierran
por este motivo. Algunos disfrutan de su deseadas y merecidas vacaciones en
casa, en el pueblo, en la montaña, en la playa, en otra ciudad, en otro país...
Quienes realizan un vuelo "largo" de una
zona a otra de nuestro planeta, pueden percibir que la duración del viaje de
ida no es la misma que la del viaje de vuelta...entonces, ¿por qué el mismo vuelo dura distinto tiempo según sea
de ida o vuelta?
En los últimos dos días he hecho esta
pregunta a media docena de personas. ¿Por qué
se tarda más en el vuelo de Madrid a Nueva York que en el vuelo de Nueva York a
Madrid? Todo el mundo me ha contestado lo mismo así que supongo que existe una
probabilidad bastante alta de que tú también lo hagas.
La razón es evidente y probablemente ya
la sepas: debido a la rotación de la Tierra. ¿Es obvio no? Cuando
el avión está volando hacia Nueva York el movimiento de rotación de la Tierra,
que se mueve hacia el Este, hace que Nueva York se desplace en sentido
contrario al del avión que va hacia el Oeste. Este movimiento claramente acorta
el camino y por lo tanto se tarda menos.
A la vuelta, como es obvio, el avión y
Madrid se mueven en la misma dirección, ambos hacia el Este. Esto hace que el
avión vaya "persiguiendo" a Madrid y que, por tanto, el viaje dure
más tiempo.
Efectivamente, lógico es. Y obvio
también. El único problema es que es falso.
Esta solución no tiene ni pies ni
cabeza. El primer motivo es que la Tierra gira en sentido antihorario (visto
desde el Polo Norte) por lo que en todo caso, los vuelos durarían menos yendo
de Europa a EEUU, y no al revés! Pero imaginemos por un momento que tuviera
lógica, imaginemos que el giro de la Tierra nos pudiera ayudar a acortar
nuestros viajes. Si fuera cierto, bastaría con montarse en un helicóptero,
elevarse unos metros del suelo y esperar a que la rotación de la Tierra nos
acercara nuestro destino. De hecho, si tenemos en cuenta la velocidad de
rotación terrestre, tardaríamos mucho menos de lo que tardamos ahora en avión!
La realidad es que esto no es así, pero ¿qué falla? El fallo está en que nos
estamos olvidando del aire.
La Tierra tiene una circunferencia en el
ecuador de unos 40000 kms. Un poco más al norte, el paralelo 40, donde se
encuentran Madrid y Nueva York, aproximadamente, tiene una circunferencia,
aproximada también, de 35700 kms. Como la Tierra da una vuelta completa sobre
sí misma cada 24 horas tenemos que cualquier punto del paralelo 40, incluídos
Madrid y Nueva York, se mueve a, más o menos, 1488 km/h. Esto es, sí, tú, ahora
mismo, sentadito en tu silla te estás moviendo a 1488 kilómetros por hora
aunque no te enteras.
Por otro lado, tomemos un avión
comercial cualquiera. Por ejemplo un Boeing 747, un Jumbo, que es de los más rápidos (tiene una velocidad de crucero de unos 900 kms por hora).
Creo que es fácil deducir que si la
suposición inical fuera cierta y la razón de que el vuelo de ida a Nueva York
sea más corto que el de vuelta fuera la rotación de la Tierra sería mucho más
rápido realizar el vuelo de Nueva York a Madrid por el otro lado, o sea,
cruzando el Océano Pacífico, Asia y toda Europa. De hecho si lo hiciésemos como
se hace ahora Madrid se movería mucho más deprisa que el avión y se alejaría de
éste demasiado deprisa. El avión no podría llegar a su destino. Al menos hasta
que Madrid adelantase al avión tras dar una vuelta completa, claro.
Lo cierto es que la rotación de la
Tierra no tiene absolutamente ningún efecto sobre el tiempo que tarda el avión
en cruzar el Atlántico. La razón por la que el vuelo de Nueva York a Madrid es
más largo que el de Madrid a Nueva York es el Jet Stream (Corriente de
chorro), una corriente de aire a gran altura que corre de oeste a este y
que empuja a los aviones que cruzan el Atlántico en ese sentido mientras que
los retiene cuando viajan de Europa a América. Se forman por las diferencias de temperatura entre los polos y el ecuador.
"Son
como tubos de varios kilómetros de anchura dentro de los cuales la masa de aire
se desplaza de oeste a este a velocidades que pueden llegar incluso a superar
los 500 kilómetros por hora", explica a RTVE.es Eduardo Carrasco,
controlador aéreo en el Centro de Control Aéreo de Canarias.
Los
aviones se montan en estos chorros de aire como si surfearan y empujados por el
viento realizan los trayectos en menos tiempo y con menos gasto de combustible.
Estos ríos de aire se forman por las diferencias de
temperatura entre los polos y el ecuador. Y giran de oeste a este por efecto
del movimiento de rotación de la Tierra. Están a una altura de unos 11
kilómetros y dan la vuelta a la tierra en ambos hemisferios. Las
cuatro más importantes se sitúan a la altura de los polos y en las zonas
subtropicales.
"Cualquier avión que vuele de oeste a este puede
usar este fenómeno para acortar la duración del viaje. Por ejemplo,
los aviones que viajan de Montreal a Frankfurt, de Miami a París o de Toronto a
Roma aprovechan esta corriente", señala.
Cuando una aerolínea planifica
una ruta transoceánica, siempre piensa en las jet streams. Estas corrientes
pueden ahorra mucho dinero a la compañía por la gran cantidad de combustible
que se ahorran. Llega hasta tal punto, que los aviones llegan a modificar sus
rutas, haciéndolas más largas incluso, con tal de aprovechar estas corrientes.
Merece la pena alejarse unos kilómetros, con tal de ahorrarse tiempo y
combustible.
De la misma manera, los aviones que van en sentido Este-Oeste, intentarán alejarse y evitar dichas corrientes con tal de no volar contra corriente.
Por cierto, estas corrientes no se dan sólo en el Atlántico, sino también en el Pacífico, por lo que a los vuelos entre Asia y América, les ocurre lo mismo.
El fenómeno lo descubrió el meteorólogo
japonés Wasaburo Ooishi en los años 20 del siglo XX. Lanzó primitivos
globos sonda en el monte Fuji y cuando se elevaban a la altura adecuada
comenzaban a recorrer Japón a toda velocidad. Esto le hizo concluir que allí
había unas corrientes de aire de gran fuerza.
Un fenómeno usado en la guerra
Los
militares no tardaron en fijarse en este descubrimiento y en 1944 lanzaron
globos con bombas a Estados Unidos. La idea era que llegaran hasta tierra
enemigas surcando el Océano Pacífico hasta la costa de California gracias a las
corrientes de chorro.
Y
aunque los globos recorrieron 8.000 kilómetros montados en las corrientes, la
ofensiva no tuvo éxito. Muchos no explotaron y aunque el gobierno japonés dijo
haber lanzado 9.000 globos se interceptaron menos de 300.
Las únicas víctimas: una mujer y cinco niños que
murieron en 1945 por la explosión de uno de estos artefactos cuando disfrutaban
de una tarde pesca en Oregon. Otros globos han llegado decenas de años después
y a lugares inesperados, como el recogido en Alaska en 1992.
Fuente:
http://www.rtve.es/noticias
http://museodelaciencia.blogspot.com.es
http://asorbos.blogspot.com.es