"La vida es una fuente interminable de reflexiones, desmedida como la eternidad, inagotables como la maldad e inmensas como el amor".
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domingo, 26 de mayo de 2013
Creo En Ti, Reik
Cada calle o laberinto que crucé
Porque el cielo ha conspirado en mi favor
Y en un segundo de rendirme te encontré
Piel con piel
El corazón se me desarma
Me haces bien
Enciendes luces en mi alma
Creo en ti
Y en este amor
Que me ha vuelto indestructible
Que detuvo mi caída libre
Creo en ti
Y mi dolor se quedo kilómetros atrás
Y mis fantasmas hoy por fin están en paz
El pasado es un mal sueño que acabo
Un incendio que en tus brazos se apago
Cuando estaba a medio paso de caer
Mis silencios se encontraron con tu voz
Te seguí y rescribiste mi futuro
Es aquí mi único lugar seguro
Creo en ti
Y en este amor
Que me ha vuelto indestructible
Que detuvo mi caída libre
Creo en ti
Y mi dolor se quedo km atrás
Y mis fantasmas hoy por fin están en paz
El erizo y el esposo de la liebre, un cuento de los hermanos Grimm
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Esta historia, mis queridos lectores, pareciera ser falsa,
pero en realidad es verdadera, porque mi abuelo, de quien la obtuve,
acostumbraba cuando la relataba, decir complacidamente:
-"Tiene que ser cierta, hijo, o si no nadie te la podría contar."-
-"Tiene que ser cierta, hijo, o si no nadie te la podría contar."-
La historia es como sigue:
Un domingo en la mañana, cerca de la época de la cosecha, justo
cuando el trigo estaba en floración, el sol brillaba esplendorosamente en el
cielo, el viento del este soplaba tibio sobre los campos de arbustos, las
alondras cantaban en el aire, las abejas zumbaban entre el trigo, la gente iba
en sus trajes de dominguear a la iglesia, y todas las creaturas estaban
felices, y el erizo estaba también feliz.
El erizo, sin embargo, estaba parado en la puerta con sus brazos cruzados, disfrutando de la brisa de la mañana, y lentamente entonaba una canción para sí mismo, que no era ni mejor ni peor que las canciones que habitualmente cantan los erizos en una mañana bendecida de domingo. Mientras él estaba cantando a media voz para sí mismo, de pronto se le ocurrió que, mientras su esposa estaba bañando y secando a los niños, bien podría él dar una vuelta por el campo, y ver cómo iban sus nabos. Los nabos, de hecho, estaban al lado de su casa, y él y su familia acostumbraban comerlos, razón por la cual él los cuidaba con esmero. Tan pronto lo pensó, lo hizo. El erizo tiró la puerta de la casa tras de sí, y tomo el sendero hacia el campo. No se había alejado mucho de su casa, y estaba justo dando la vuelta en el arbusto de endrina, que está a un lado del campo, para subir al terreno de los nabos, cuando observó al esposo de la liebre que había salido a la misma clase de negocios, esto es, a visitar sus repollos.
Cuando el erizo vio al esposo de la liebre, lo saludó amigablemente con un buenos días. Pero el esposo de la liebre, que en su propio concepto era un distinguido caballero, espantosamente arrogante no devolvió el saludo al erizo, pero sí le dijo, asumiendo al mismo tiempo un modo muy despectivo:
-" ¿Cómo se te ocurre estar corriendo aquí en el campo tan temprano en la mañana?"-
-"Estoy tomando un paseo."- dijo el erizo.
-"¡Un paseo!"- dijo el esposo de la liebre con una sonrisa burlona, -"Me parece que deberías usar tus piernas para un motivo mejor."-
Esa respuesta puso al erizo furioso, porque el podría soportar cualquier otra cosa, pero no un ataque a sus piernas, ya que por naturaleza ellas son torcidas. Así que el erizo le dijo al esposo de la liebre:
-"Tú pareces imaginar que puedes hacer más con tus piernas que yo con las mías."-
-"Exactamente eso es lo que pienso."- dijo el esposo de la liebre.
-"Eso hay que ponerlo a prueba."- dijo el erizo. -"Yo apuesto que si hacemos una carrera, yo te gano."-
-"¡Eso es ridículo!"- replicó el esposo de la liebre. -"¡Tú con esas patitas tan cortas!, pero por mi parte estoy dispuesto, si tú tienes tanto interés en eso. ¿Y qué apostamos?"-
-"Una moneda de oro y una botella de brandy"- dijo el erizo.
-"¡Hecho!"- contestó el esposo de la liebre.-"¡Choque esa mano, y podemos empezar de inmediato!"-
-"¡Oh, oh!"- dijo el erizo, -"¡no hay tanta prisa! Yo todavía no he desayunado. Iré primero a casa, tomaré un pequeño desayuno y en media hora estaré de regreso en este mismo lugar."-
Acordado eso, el erizo se retiró, y el esposo de la liebre quedó satisfecho con el trato. En el camino, el erizo pensó para sí:
-"El esposo de la liebre se basa en sus piernas largas, pero yo buscaré la forma de aprovecharme lo mejor posible de él. Él es muy grande, pero es un tipo muy ingenuo, y va a pagar por lo que ha dicho."-
Así, cuando el erizo llegó a su casa, dijo a su esposa:
-"Esposa, vístete rápido igual que yo, debes ir al campo conmigo."-
-"¿Qué sucede?"- dijo ella.
-"He hecho una apuesta con el esposo de la liebre, por una moneda de oro y una botella de brandy. Voy a tener una carrera con él, y tú debes de estar presente."- contestó el erizo.
-"¡Santo Dios, esposo mío!"- gritó ahora la esposa, -"¡no estás bien de la cabeza, has perdido completamente el buen juicio! ¿Qué te ha hecho querer tener una carrera con el esposo de la liebre?"-
-"¡Cálmate!"- dijo el erizo, -"Es mi asunto. No empieces a discutir cosas que son negocios de hombres. Vístete como yo y ven conmigo."-
¿Que podría la esposa del erizo hacer? Ella se vio obligada a obedecerle, le gustara o no.
Cuando iban juntos de camino, el erizo dijo a su esposa:
-"Ahora pon atención a lo que voy a decir. Mira, yo voy a hacer del largo campo la ruta de nuestra carrera. El esposo de la liebre correrá en un surco y yo en otro, y empezaremos a correr desde la parte alta. Ahora, todo lo que tú tienes que hacer es pararte aquí abajo en el surco, y cuando el esposo de la liebre llegue al final del surco, al lado contrario tuyo, debes gritarle:
-"Ya estoy aquí abajo."-
Y llegaron al campo, y el erizo le mostró el sitio a su esposa, y él subió a la parte alta. Cuando llegó alli, el esposo de la liebre estaba ya esperando.
-"¿Empezamos?"- dijo el esposo de la liebre.
-"Seguro"- dijo el erizo. -"De una vez."-
Y diciéndolo, se colocaron en sus posiciones. El erizo contó:
-"¡Uno, dos, tres, fuera!"-
Y se dejaron ir cuesta abajo cómo bólidos. Sin embargo, el erizo sólo corrió unos diez pasos y paró, y se quedó quieto en ese lugar. Cuando el esposo de la liebre llegó a toda carrera a la parte baja del campo, la esposa del erizo le gritó:
-"¡Ya yo estoy aquí!"-
El esposo de la liebre quedó pasmado y no entendía un ápice, sin pensar que no otro más que el erizo era quien lo llamaba, ya que la esposa del erizo lucía exactamente igual que el erizo. El esposo de la liebre, sin embargo, pensó:
-"Eso no estuvo bien hecho."- y gritó:
-"¡Debemos correr de nuevo, hagámoslo de nuevo!"-
Y una vez más salió soplado como el viento en una tormenta, y parecía volar. Pero la esposa del erizo se quedó muy quietecita en el lugar donde estaba. Así que cuando el esposo de la liebre llegó a la cumbre del campo, el erizo le gritó:
-"¡Ya yo estoy aquí!"-
El esposo de la liebre, ya bien molesto consigo mismo, gritó:
-"¡Debemos correr de nuevo, hagámoslo de nuevo!"-
-"Muy bien."- contestó el erizo, -"por mi parte correré cuantas veces quieras."-
Así que el esposo de la liebre corrió setenta y tres veces más, y el erizo siempre salía adelante contra él, y cada vez que llegaba arriba o abajo, el erizo o su esposa, le gritaban:
-"¡Ya yo estoy aquí!"-
En la jornada setenta y cuatro, sin embargo, el esposo de la liebre no pudo llegar al final. A medio camino del recorrido cayó desmayado al suelo, todo sudoroso y con agitada respiración. Y así el erizo tomó la moneda de oro y la botella de brandy que se había ganado. Llamó a su esposa y ambos regresaron a su casa juntos con gran deleite. Y cuentan que luego tuvo que ir la señora liebre a recoger a su marido y llevarlo en hombros a su casa para que se recuperara. Y nunca más volvió a burlarse del erizo.
Así fue cómo sucedió cuando el erizo hizo correr al esposo de la liebre tantas veces hasta que quedó exhausto y desmayado en el surco. Y desde ese entonces ninguna liebre o su esposo tienen deseos de correr en competencia con algún erizo.
La moraleja de esta historia, es, primero que nada, que nadie debe permitir que se burlen de él o ella, aunque se trate de un humilde erizo. Y segundo, cuando una pareja se casa, ambos deben ser similares en sus actitudes, y apoyarse y parecerse uno al otro.
El erizo, sin embargo, estaba parado en la puerta con sus brazos cruzados, disfrutando de la brisa de la mañana, y lentamente entonaba una canción para sí mismo, que no era ni mejor ni peor que las canciones que habitualmente cantan los erizos en una mañana bendecida de domingo. Mientras él estaba cantando a media voz para sí mismo, de pronto se le ocurrió que, mientras su esposa estaba bañando y secando a los niños, bien podría él dar una vuelta por el campo, y ver cómo iban sus nabos. Los nabos, de hecho, estaban al lado de su casa, y él y su familia acostumbraban comerlos, razón por la cual él los cuidaba con esmero. Tan pronto lo pensó, lo hizo. El erizo tiró la puerta de la casa tras de sí, y tomo el sendero hacia el campo. No se había alejado mucho de su casa, y estaba justo dando la vuelta en el arbusto de endrina, que está a un lado del campo, para subir al terreno de los nabos, cuando observó al esposo de la liebre que había salido a la misma clase de negocios, esto es, a visitar sus repollos.
Cuando el erizo vio al esposo de la liebre, lo saludó amigablemente con un buenos días. Pero el esposo de la liebre, que en su propio concepto era un distinguido caballero, espantosamente arrogante no devolvió el saludo al erizo, pero sí le dijo, asumiendo al mismo tiempo un modo muy despectivo:
-" ¿Cómo se te ocurre estar corriendo aquí en el campo tan temprano en la mañana?"-
-"Estoy tomando un paseo."- dijo el erizo.
-"¡Un paseo!"- dijo el esposo de la liebre con una sonrisa burlona, -"Me parece que deberías usar tus piernas para un motivo mejor."-
Esa respuesta puso al erizo furioso, porque el podría soportar cualquier otra cosa, pero no un ataque a sus piernas, ya que por naturaleza ellas son torcidas. Así que el erizo le dijo al esposo de la liebre:
-"Tú pareces imaginar que puedes hacer más con tus piernas que yo con las mías."-
-"Exactamente eso es lo que pienso."- dijo el esposo de la liebre.
-"Eso hay que ponerlo a prueba."- dijo el erizo. -"Yo apuesto que si hacemos una carrera, yo te gano."-
-"¡Eso es ridículo!"- replicó el esposo de la liebre. -"¡Tú con esas patitas tan cortas!, pero por mi parte estoy dispuesto, si tú tienes tanto interés en eso. ¿Y qué apostamos?"-
-"Una moneda de oro y una botella de brandy"- dijo el erizo.
-"¡Hecho!"- contestó el esposo de la liebre.-"¡Choque esa mano, y podemos empezar de inmediato!"-
-"¡Oh, oh!"- dijo el erizo, -"¡no hay tanta prisa! Yo todavía no he desayunado. Iré primero a casa, tomaré un pequeño desayuno y en media hora estaré de regreso en este mismo lugar."-
Acordado eso, el erizo se retiró, y el esposo de la liebre quedó satisfecho con el trato. En el camino, el erizo pensó para sí:
-"El esposo de la liebre se basa en sus piernas largas, pero yo buscaré la forma de aprovecharme lo mejor posible de él. Él es muy grande, pero es un tipo muy ingenuo, y va a pagar por lo que ha dicho."-
Así, cuando el erizo llegó a su casa, dijo a su esposa:
-"Esposa, vístete rápido igual que yo, debes ir al campo conmigo."-
-"¿Qué sucede?"- dijo ella.
-"He hecho una apuesta con el esposo de la liebre, por una moneda de oro y una botella de brandy. Voy a tener una carrera con él, y tú debes de estar presente."- contestó el erizo.
-"¡Santo Dios, esposo mío!"- gritó ahora la esposa, -"¡no estás bien de la cabeza, has perdido completamente el buen juicio! ¿Qué te ha hecho querer tener una carrera con el esposo de la liebre?"-
-"¡Cálmate!"- dijo el erizo, -"Es mi asunto. No empieces a discutir cosas que son negocios de hombres. Vístete como yo y ven conmigo."-
¿Que podría la esposa del erizo hacer? Ella se vio obligada a obedecerle, le gustara o no.
Cuando iban juntos de camino, el erizo dijo a su esposa:
-"Ahora pon atención a lo que voy a decir. Mira, yo voy a hacer del largo campo la ruta de nuestra carrera. El esposo de la liebre correrá en un surco y yo en otro, y empezaremos a correr desde la parte alta. Ahora, todo lo que tú tienes que hacer es pararte aquí abajo en el surco, y cuando el esposo de la liebre llegue al final del surco, al lado contrario tuyo, debes gritarle:
-"Ya estoy aquí abajo."-
Y llegaron al campo, y el erizo le mostró el sitio a su esposa, y él subió a la parte alta. Cuando llegó alli, el esposo de la liebre estaba ya esperando.
-"¿Empezamos?"- dijo el esposo de la liebre.
-"Seguro"- dijo el erizo. -"De una vez."-
Y diciéndolo, se colocaron en sus posiciones. El erizo contó:
-"¡Uno, dos, tres, fuera!"-
Y se dejaron ir cuesta abajo cómo bólidos. Sin embargo, el erizo sólo corrió unos diez pasos y paró, y se quedó quieto en ese lugar. Cuando el esposo de la liebre llegó a toda carrera a la parte baja del campo, la esposa del erizo le gritó:
-"¡Ya yo estoy aquí!"-
El esposo de la liebre quedó pasmado y no entendía un ápice, sin pensar que no otro más que el erizo era quien lo llamaba, ya que la esposa del erizo lucía exactamente igual que el erizo. El esposo de la liebre, sin embargo, pensó:
-"Eso no estuvo bien hecho."- y gritó:
-"¡Debemos correr de nuevo, hagámoslo de nuevo!"-
Y una vez más salió soplado como el viento en una tormenta, y parecía volar. Pero la esposa del erizo se quedó muy quietecita en el lugar donde estaba. Así que cuando el esposo de la liebre llegó a la cumbre del campo, el erizo le gritó:
-"¡Ya yo estoy aquí!"-
El esposo de la liebre, ya bien molesto consigo mismo, gritó:
-"¡Debemos correr de nuevo, hagámoslo de nuevo!"-
-"Muy bien."- contestó el erizo, -"por mi parte correré cuantas veces quieras."-
Así que el esposo de la liebre corrió setenta y tres veces más, y el erizo siempre salía adelante contra él, y cada vez que llegaba arriba o abajo, el erizo o su esposa, le gritaban:
-"¡Ya yo estoy aquí!"-
En la jornada setenta y cuatro, sin embargo, el esposo de la liebre no pudo llegar al final. A medio camino del recorrido cayó desmayado al suelo, todo sudoroso y con agitada respiración. Y así el erizo tomó la moneda de oro y la botella de brandy que se había ganado. Llamó a su esposa y ambos regresaron a su casa juntos con gran deleite. Y cuentan que luego tuvo que ir la señora liebre a recoger a su marido y llevarlo en hombros a su casa para que se recuperara. Y nunca más volvió a burlarse del erizo.
Así fue cómo sucedió cuando el erizo hizo correr al esposo de la liebre tantas veces hasta que quedó exhausto y desmayado en el surco. Y desde ese entonces ninguna liebre o su esposo tienen deseos de correr en competencia con algún erizo.
La moraleja de esta historia, es, primero que nada, que nadie debe permitir que se burlen de él o ella, aunque se trate de un humilde erizo. Y segundo, cuando una pareja se casa, ambos deben ser similares en sus actitudes, y apoyarse y parecerse uno al otro.
Cuando hacemos el amor, David Bisbal
y apenas tengo un sitio donde ir…
hoy tengo un mundo a mis pies
También quisiera hacerte comprender
que en un instante lo puedo perder
dependo de tiii…
Y aun que tengo todo lo que anhele
me faltaba algo
un no se qué
si no estás conmigo me muero en soledad
y todo me da iguaaal…
Lo que quiero decir
es que nada soy sin tí
que nunca fuí tan feeliiiz
en mi mundo de locura
me reflejo en tu hermosura.
cuando hacemos el amooooor, tu y yoooo…
A veces miro a mi alrededor
soporto la saliva del rencor
odio, envidia y dolor
un beso calma todo mi interior
me da la paz, la fuera, la decisión para seguir aquíi….
Y aun que tengo todo lo que anhele
me faltaba algo
un no se qué
si no estás conmigo me muero en soledad
y todo me da iguaaal…
Lo que quiero decir
es que nada soy sin tí
que nunca fuí tan feeliiiz
en mi mundo de locura
me reflejo en tu hermosura.
cuando hacemos el amooooor, tu y yoooo…
Y aun que tengo todo lo que anhele
me faltaba algo..
un no se qué
si no estás conmigo me muero en soledad
y todo me da iguaaal…
Lo que quiero decir
es que nada soy sin tí
que nunca fuí tan feeliiiz
en mi mundo de locura
me reflejo en tu hermosura.
cuando hacemos el amooooor, tu y yoooo…
Domingo con... La Luna: luna asomando sobre el mirador de Monte Victoria, en Wellington (Nueva Zelanda), poesía, música...
La luna asoma
Cuando sale la luna
se pierden las campanas
y aparecen las sendas
impenetrables.
Cuando sale la luna,
el mar cubre la tierra
y el corazón se siente
isla en el infinito.
Nadie come naranjas
bajo la luna llena.
Es preciso comer
fruta verde y helada.
Cuando sale la luna
de cien rostros iguales,
la moneda de plata
solloza en el bolsillo.
se pierden las campanas
y aparecen las sendas
impenetrables.
Cuando sale la luna,
el mar cubre la tierra
y el corazón se siente
isla en el infinito.
Nadie come naranjas
bajo la luna llena.
Es preciso comer
fruta verde y helada.
Cuando sale la luna
de cien rostros iguales,
la moneda de plata
solloza en el bolsillo.
Federico García Lorca
Romance de la luna
La luna vino a la fragua
con su polisón de nardos.
El niño la mira mira.
El niño la está mirando.
En el aire conmovido
mueve la luna sus brazos
y enseña, lúbrica y pura,
sus senos de duro estaño.
Huye luna, luna, luna.
Si vinieran los gitanos,
harían con tu corazón
collares y anillos blancos.
Niño déjame que baile.
Cuando vengan los gitanos,
te encontrarán sobre el yunque
con los ojillos cerrados.
Huye luna, luna, luna,
que ya siento sus caballos.
Niño déjame, no pises,
mi blancor almidonado.
El jinete se acercaba
tocando el tambor del llano.
Dentro de la fragua el niño,
tiene los ojos cerrados.
Por el olivar venían,
bronce y sueño, los gitanos.
Las cabezas levantadas
y los ojos entornados.
¡Cómo canta la zumaya,
ay como canta en el árbol!
Por el cielo va la luna
con el niño de la mano.
Dentro de la fragua lloran,
dando gritos, los gitanos.
El aire la vela, vela.
el aire la está velando.
con su polisón de nardos.
El niño la mira mira.
El niño la está mirando.
En el aire conmovido
mueve la luna sus brazos
y enseña, lúbrica y pura,
sus senos de duro estaño.
Huye luna, luna, luna.
Si vinieran los gitanos,
harían con tu corazón
collares y anillos blancos.
Niño déjame que baile.
Cuando vengan los gitanos,
te encontrarán sobre el yunque
con los ojillos cerrados.
Huye luna, luna, luna,
que ya siento sus caballos.
Niño déjame, no pises,
mi blancor almidonado.
El jinete se acercaba
tocando el tambor del llano.
Dentro de la fragua el niño,
tiene los ojos cerrados.
Por el olivar venían,
bronce y sueño, los gitanos.
Las cabezas levantadas
y los ojos entornados.
¡Cómo canta la zumaya,
ay como canta en el árbol!
Por el cielo va la luna
con el niño de la mano.
Dentro de la fragua lloran,
dando gritos, los gitanos.
El aire la vela, vela.
el aire la está velando.
Federico García Lorca
Papá, por favor, consígueme la Luna
Este libro podría estar dedicado a aquellas personas, que hacen todo lo imposible para que los sueños de otros se hagan un día realidad.
Un libro sobre los sueños, y la
generosidad de los que no dudan en hacer que aquello que hemos deseado
alguna vez se materialice.
Conseguir que alguien sea feliz en unas horas es posible. Desear lo inalcanzable……conseguirlo puede ser posible. La felicidad, el hacer que los otros sean felices, está al alcance de tu mano.
Conseguir que alguien sea feliz en unas horas es posible. Desear lo inalcanzable……conseguirlo puede ser posible. La felicidad, el hacer que los otros sean felices, está al alcance de tu mano.
Este precioso libro ilustrado por Eric Carl y editado por la editorial Kókinos, nos demuestra como el papá de Mónica, la protagonista de este cuento, hace lo imposible para hacer que el deseo de Mónica pueda hacerse realidad.
Y…….¿Quien es más feliz, Mónica o su Papá?
Luna, David Bisbal
Hoy la luna está triste y está sola;
Oculta en la noche.
Susurra entre dientes su pena,
Nunca conoció el sol que da la vida;
Tan solo la sombra,
Oscura y temida por ella.
Yo la veía tan poderosa,
Luna hermosa y hechicera;
Con su suave luz ella asombra,
A todos los que aman y sueñan.
Cada mañana la luz del alba
Va dominando mis pensamientos,
Y la luna no sabe nada;
Y la luna no sabe nada.
Cada mañana la luz del alba
Que cada día nos da esperanza,
Va anunciando un nuevo comienzo,
Y así poder seguir viviendo.
Cada noche me asomo a verla, y ella
Me ofrece su manto,
De plata encendida y estrellas.
Nunca conoció el sol que da la vida;
Tan solo la sombra,
Oscura y temida por ella.
Yo la veía tan poderosa,
Luna hermosa y hechicera;
Con su suave luz ella asombra,
A todos los que aman y sueñan.
Cada mañana la luz del alba
Va dominando mis pensamientos,
Y la luna no sabe nada;
Y la luna no sabe nada.
Cada mañana la luz del alba
Que cada día nos da esperanza,
Va anunciando un nuevo comienzo,
Y así poder seguir viviendo.
Cada mañana la luz del alba
Que cada día nos da esperanza;
Va anunciando un nuevo comienzo,
Y así poder seguir viviendo.
Fuente:
http://sonandocuentos.blogspot.com.es
www.dejamequetecuente.net
Oculta en la noche.
Susurra entre dientes su pena,
Nunca conoció el sol que da la vida;
Tan solo la sombra,
Oscura y temida por ella.
Yo la veía tan poderosa,
Luna hermosa y hechicera;
Con su suave luz ella asombra,
A todos los que aman y sueñan.
Cada mañana la luz del alba
Va dominando mis pensamientos,
Y la luna no sabe nada;
Y la luna no sabe nada.
Cada mañana la luz del alba
Que cada día nos da esperanza,
Va anunciando un nuevo comienzo,
Y así poder seguir viviendo.
Cada noche me asomo a verla, y ella
Me ofrece su manto,
De plata encendida y estrellas.
Nunca conoció el sol que da la vida;
Tan solo la sombra,
Oscura y temida por ella.
Yo la veía tan poderosa,
Luna hermosa y hechicera;
Con su suave luz ella asombra,
A todos los que aman y sueñan.
Cada mañana la luz del alba
Va dominando mis pensamientos,
Y la luna no sabe nada;
Y la luna no sabe nada.
Cada mañana la luz del alba
Que cada día nos da esperanza,
Va anunciando un nuevo comienzo,
Y así poder seguir viviendo.
Cada mañana la luz del alba
Que cada día nos da esperanza;
Va anunciando un nuevo comienzo,
Y así poder seguir viviendo.
Fuente:
http://sonandocuentos.blogspot.com.es
www.dejamequetecuente.net
Reflexión: Sobrevivir a las heridas del alma
Leí esa frase y pensé “qué ironía” en cuestión de segundos me asaltaron los recuerdos y comprobé que realmente es así.
Nos gustaría vivir en un constante “y fueron felices para siempre”. Tener los mejores amigos, la familia perfecta, el trabajo ideal, una pareja que nos entienda por telepatía, mudarnos eternamente en el país de las maravillas de Alicia y escribir allí nuestra historia. Pero la realidad de la vida es otra, es un constante levantarse tras caídas y/o decepciones, implica un eterno sacrificio y tortuosos procesos de aceptar cosas que no podemos cambiar, que al mismo tiempo son herida y medicina, sin los que simplemente no podríamos crecer.
En estos días me encontré con una señora que contaba los maltratos que sufrió en la ciudad cuando vino a estudiar, decía con expresión de rabia en su rostro las cosas que tuvo que aguantar sin poder decir nada porque no había más salida para ella en ese momento, pero también me explicó que fueron justamente esos maltratos los que la motivaron a esforzarse por salir de esa realidad y demostrar que ella era capaz de superarla. Sin ellos, no habría aparecido el gran desafío que la convirtió en la mujer de éxito que es hoy.
¿Recuerdan a los marginados del colegio? Esos que eran el objeto de toda clase de burlas, motivo de interminables ratos de risa y a quienes hasta algunos profesores llegaron a subestimar. Un buen día después de mucho tiempo te encuentras con ellos y te sorprendes al ver que la vida les ha sonreído. Por lo general son las heridas del pasado el motor de la sonrisa que le da la vida en el presente. Han tenido que librar duras batallas contra las críticas y la realidad que a veces muestra su rostro más agresivo, pero han sido sabios, y han salido de la tribulación con la victoria, con experiencia y con la satisfacción de superar las expectativas que otros tenían de ellos sin siquiera mencionar una sola palabra, porque los resultados hablan solos.
Todo viene en equilibrio. Sin el dolor no disfrutaríamos en su plenitud el amor, la escasez nos enseña a administrarnos en la abundancia y sin la tristeza la alegría no sería más que un ejercicio para mostrar los dientes, sin brillo en los ojos, sin chispa o emoción alguna. Tanto una cosa como la otra son necesarias para vivir, y crecer emocionalmente.
Críticas
Todos criticamos en algún momento y a lo largo de nuestra existencia somos a su vez objeto de muchas críticas. A veces vienen de quienes menos las esperamos (no sé porque aunque decimos que amigo es quien nos dice la verdad en la cara, cuando eso pasa muchos lo toman como una traición) pero aunque en un momento nos hacen estallar de la rabia son las responsables de nuestro avance. Desde el aspecto físico hasta nuestra conducta, cuando pasa el malestar propio de “ego herido” revisamos lo que anda mal y terminamos siendo mejores personas. De modo que nuestros más duros críticos son inconscientemente nuestros mejores amigos.
Cuestión de Actitud
No hay una fórmula que garantice el éxito en la vida, pero si de una cosa estoy segura es que todo fluye o se estanca de acuerdo a la forma en que tomes los acontecimientos y esto lo decide tu actitud. El “y fueron felices para siempre” en el mundo real tiene error de continuidad, por lo que requiere un esfuerzo departe de nosotros para dar al cuento de nuestras vidas una trama interesante en la lucha por mantener la felicidad a pesar de no tener familias perfectas, discutir de vez en cuando con los amigos, hacer magia para sobrevivir en el trabajo que nos ha tocado y sobrellevar lo que no nos gusta de nuestra pareja porque al fin y al cabo nosotros tampoco somos perfectos.
Siempre habrá heridas, pero lo importante de las mismas es que pueden ser la medicina que te cure de la monotonía o de la propia desvalorización. De vez en cuando hace falta un mal feje para que llegues a un mejor trabajo, hace falta las estupideces de un compañero sentimental para que te des cuenta que mereces algo mejor y también hace falta que te hiera un amigo para comprobar que a pesar del dolor la amistad es tan fuerte que puede sobrevivir a los malentendidos y fortalecerse después de estos.
Así como los rayos del sol vienen a reclamar su lugar en el cielo después de la tormenta, la alegría vienen a reclamar su espacio en nuestras vidas después de un mal momento, solo es cuestión de no rendirse.
Nos gustaría vivir en un constante “y fueron felices para siempre”. Tener los mejores amigos, la familia perfecta, el trabajo ideal, una pareja que nos entienda por telepatía, mudarnos eternamente en el país de las maravillas de Alicia y escribir allí nuestra historia. Pero la realidad de la vida es otra, es un constante levantarse tras caídas y/o decepciones, implica un eterno sacrificio y tortuosos procesos de aceptar cosas que no podemos cambiar, que al mismo tiempo son herida y medicina, sin los que simplemente no podríamos crecer.
En estos días me encontré con una señora que contaba los maltratos que sufrió en la ciudad cuando vino a estudiar, decía con expresión de rabia en su rostro las cosas que tuvo que aguantar sin poder decir nada porque no había más salida para ella en ese momento, pero también me explicó que fueron justamente esos maltratos los que la motivaron a esforzarse por salir de esa realidad y demostrar que ella era capaz de superarla. Sin ellos, no habría aparecido el gran desafío que la convirtió en la mujer de éxito que es hoy.
¿Recuerdan a los marginados del colegio? Esos que eran el objeto de toda clase de burlas, motivo de interminables ratos de risa y a quienes hasta algunos profesores llegaron a subestimar. Un buen día después de mucho tiempo te encuentras con ellos y te sorprendes al ver que la vida les ha sonreído. Por lo general son las heridas del pasado el motor de la sonrisa que le da la vida en el presente. Han tenido que librar duras batallas contra las críticas y la realidad que a veces muestra su rostro más agresivo, pero han sido sabios, y han salido de la tribulación con la victoria, con experiencia y con la satisfacción de superar las expectativas que otros tenían de ellos sin siquiera mencionar una sola palabra, porque los resultados hablan solos.
Todo viene en equilibrio. Sin el dolor no disfrutaríamos en su plenitud el amor, la escasez nos enseña a administrarnos en la abundancia y sin la tristeza la alegría no sería más que un ejercicio para mostrar los dientes, sin brillo en los ojos, sin chispa o emoción alguna. Tanto una cosa como la otra son necesarias para vivir, y crecer emocionalmente.
Críticas
Todos criticamos en algún momento y a lo largo de nuestra existencia somos a su vez objeto de muchas críticas. A veces vienen de quienes menos las esperamos (no sé porque aunque decimos que amigo es quien nos dice la verdad en la cara, cuando eso pasa muchos lo toman como una traición) pero aunque en un momento nos hacen estallar de la rabia son las responsables de nuestro avance. Desde el aspecto físico hasta nuestra conducta, cuando pasa el malestar propio de “ego herido” revisamos lo que anda mal y terminamos siendo mejores personas. De modo que nuestros más duros críticos son inconscientemente nuestros mejores amigos.
Cuestión de Actitud
No hay una fórmula que garantice el éxito en la vida, pero si de una cosa estoy segura es que todo fluye o se estanca de acuerdo a la forma en que tomes los acontecimientos y esto lo decide tu actitud. El “y fueron felices para siempre” en el mundo real tiene error de continuidad, por lo que requiere un esfuerzo departe de nosotros para dar al cuento de nuestras vidas una trama interesante en la lucha por mantener la felicidad a pesar de no tener familias perfectas, discutir de vez en cuando con los amigos, hacer magia para sobrevivir en el trabajo que nos ha tocado y sobrellevar lo que no nos gusta de nuestra pareja porque al fin y al cabo nosotros tampoco somos perfectos.
Siempre habrá heridas, pero lo importante de las mismas es que pueden ser la medicina que te cure de la monotonía o de la propia desvalorización. De vez en cuando hace falta un mal feje para que llegues a un mejor trabajo, hace falta las estupideces de un compañero sentimental para que te des cuenta que mereces algo mejor y también hace falta que te hiera un amigo para comprobar que a pesar del dolor la amistad es tan fuerte que puede sobrevivir a los malentendidos y fortalecerse después de estos.
Así como los rayos del sol vienen a reclamar su lugar en el cielo después de la tormenta, la alegría vienen a reclamar su espacio en nuestras vidas después de un mal momento, solo es cuestión de no rendirse.
Fuente:
http://viviendoenletras-fiores.blogspot.com.es