miércoles, 22 de mayo de 2013

Espero curarme de ti, Jaime Sabines


Espero curarme de ti en unos días. Debo dejar de fumarte, de beberte, de pensarte. Es posible. Siguiendo las prescripciones de la moral en turno. Me receto tiempo, abstinencia, soledad.
¿Te parece bien que te quiera nada más una semana? No es mucho, ni es poco, es bastante. En una semana se puede reunir todas las palabras de amor que se han pronunciado sobre la tierra y se les puede prender fuego. Te voy a calentar con esa hoguera del amor quemado. Y también el silencio. Porque las mejores palabras del amor están entre dos gentes que no se dicen nada.

Hay que quemar también ese otro lenguaje lateral y subversivo del que ama. (Tú sabes cómo te digo que te quiero cuando digo: "qué calor hace", "dame agua", "¿sabes manejar?", "se hizo de noche"... Entre las gentes, a un lado de tus gentes y las mías, te he dicho "ya es tarde", y tú sabías que decía "te quiero".)

Una semana más para reunir todo el amor del tiempo. Para dártelo. Para que hagas con él lo que tú quieras: guardarlo, acariciarlo, tirarlo a la basura. No sirve, es cierto. Sólo quiero una semana para entender las cosas. Porque esto es muy parecido a estar saliendo de un manicomio para entrar a un panteón.






Quédate en mis brazos, Cristian Castro

Quédate en mis brazos, cierra tus ojitos,
Haz como si el tiempo ha decidido no volver.
Quédate dormida mientras yo te miro
Y muero en el cielo oscuro y tibio de tu piel.
No me falta nada cuando estás conmigo
Y mi corazón está de fiesta amándote,
Es la eterna calma que nunca he tenido
Mucho más que todo lo que alguna vez soñé.
Quédate en mis brazos, quédate por siempre,
Quiero imaginarte tan eterna como ayer.
Quédate en mis brazos que hoy te siento mía,
Que no llegue el día en que se rompa el corazón,
Tengo tanto miedo de ser tan dichoso
Que tocar el cielo sea tal vez una ilusión.
Nada es para siempre y hoy me tiembla el alma
Quiero que esta noche amor nunca salga el sol.
Quédate en silencio, mírame a los ojos,
Déjame volar al infinito en tu mirar,
Háblame despacio palabras del alma
Que son el conjuro a mis angustias y mi penar.
Quédate en mis brazos, quédate por siempre,
Quiero imaginarte tan eterna como ayer.
Quédate en mis brazos que hoy te siento mía,
Que no llegue el día en que se rompa el corazón,
Tengo tanto miedo de ser tan dichoso
Que tocar el cielo sea tal vez una ilusión.
Nada es para siempre y hoy me tiembla el alma
Quiero que esta noche nunca salga el sol.
Quédate en mis brazos que hoy te siento mía,
Que no llegue el día en que se rompa el corazón,
Tengo tanto miedo de ser tan dichoso
Que tocar el cielo sea tal vez una ilusión.
Nada es para siempre y hoy me tiembla el alma
Quiero que esta noche amor nunca salga el sol.


Gramática: claves para usar las siglas y las abreviaturas


Las siglas y las abreviaturas tienen características distintas; conocerlas permite escribirlas apropiadamente.



Siglas

1. Se forman por lo general con las iniciales de la expresión que abrevian, normalmente las iniciales de los sustantivos y los adjetivos (Organización de las Naciones Unidas: ONU), pero a veces también las de otras palabras (organización no gubernamental: ONG).

2. No llevan punto abreviativo: ONU, no O. N. U.

3. Las Academias de la Lengua desaconsejan el uso de una ese minúscula para formar el plural en la forma escrita (las ONG mejor que las ONGs), aunque en la lengua oral es normal y correcto que se pronuncie la ese («oenegés»).


Abreviaturas

1. Se forman con parte de la palabra o las expresiones que abrevian; una palabra puede tener más de una abreviatura: para página, por ejemplo, se usan p. y pág.

2. Llevan punto abreviativo (a. C.; pl., admón.) o, más raramente, barra (c/ Bailén); en las abreviaturas con más de un elemento, tras el punto abreviativo se deja un espacio (se escribe EE. UU. y no EE.UU.); si la abreviatura lleva una parte volada, el punto se coloca antes de esta (n.º, no nº. ni nº).

3. Cuando tienen más de una letra, generalmente se pluralizan añadiendo una ese (pág. – págs.); si constan de una sola letra, esta se suele duplicar (p. – pp.)



Instrucciones para dar cuerda al reloj, Julio Cortázar




Preámbulo a las instrucciones para dar cuerda al reloj Piensa en esto: cuando te regalan un reloj te regalan un pequeño infierno florido, una cadena de rosas, un calabozo de aire. No te dan solamente el reloj, que los cumplas muy felices y esperamos que te dure porque es de buena marca, suizo con áncora de rubíes; no te regalan solamente ese menudo picapedrero que te atarás a la muñeca y pasearás contigo. Te regalan -no lo saben, lo terrible es que no lo saben-, te regalan un nuevo pedazo frágil y precario de ti mismo, algo que es tuyo pero no es tu cuerpo, que hay que atar a tu cuerpo con su correa como un bracito desesperado colgándose de tu muñeca. Te regalan la necesidad de darle cuerda todos los días, la obligación de darle cuerda para que siga siendo un reloj; te regalan la obsesión de atender a la hora exacta en las vitrinas de las joyerías, en el anuncio por la radio, en el servicio telefónico. Te regalan el miedo de perderlo, de que te lo roben, de que se te caiga al suelo y se rompa. Te regalan su marca, y la seguridad de que es una marca mejor que las otras, te regalan la tendencia de comparar tu reloj con los demás relojes. No te regalan un reloj, tú eres el regalado, a ti te ofrecen para el cumpleaños del reloj.

Instrucciones para dar cuerda al reloj
Allá al fondo está la muerte, pero no tenga miedo. Sujete el reloj con una mano, tome con dos dedos la llave de la cuerda, remóntela suavemente. Ahora se abre otro plazo, los árboles despliegan sus hojas, las barcas corren regatas, el tiempo como un abanico se va llenando de sí mismo y de él brotan el aire, las brisas de la tierra, la sombra de una mujer, el perfume del pan.
¿Qué más quiere, qué más quiere? Átelo pronto a su muñeca, déjelo latir en libertad, imítelo anhelante. El miedo herrumbra las áncoras, cada cosa que pudo alcanzarse y fue olvidada va corroyendo las venas del reloj, gangrenando la fría sangre de sus rubíes. Y allá en el fondo está la muerte si no corremos y llegamos antes y comprendemos que ya no importa.