Amor.
Amor rodeado de obstáculos,
¡qué intensos
sus comienzos!
Cuánta ilusión, cuántas risas
compartidas, cuántos momentos llenos de vida…
Amor.
Amor frenado de repente por
los azotes de la adversidad.
Miramos a nuestro alrededor y
en nuestra cobardía le echamos la culpa a los demás.
Tenemos mil motivos…
La distancia,
La imposibilidad de vernos,
Esa limitación para hablar…
Problemas, inconvenientes…
Unos reales, otros inventados
por nuestra mente para proteger la ausencia y con ello evitar sufrir.
Para no penar de amor…
Amor.
Amor lleno de nostalgia.
¿Puede sobrevivir el amor sin
la presencia de la persona amada?
¿Puede sobrevivir la belleza
natural de la orquídea sin un rayo protector de luz?
Momentos de soledad me
rodean.
Soledad por los sentimientos
que albergo… no te hallo para poder
compartirlos.
Soledad por este sufrimiento
que colma mi pecho ante tu ausencia.
Soledad que me viste de
tristeza cada mañana desde hace ya mucho tiempo.
Tal vez… tal vez demasiado
tiempo.
Quisiera ser fuerte y
sobrevivir a tu ausencia.
Quisiera ser planta del
desierto para sobrevivir sin el agua de tu mirada.
Quisiera ser viento para
barrer en un instante cada momento de tristeza de mi alma.
Quisiera…
No… no importa lo que yo
quiera, solo me queda albergar esta soledad…
Sufrir en mudo silencio esta
sed de ti.
La gente me mira.
Me ven envuelto en mi traje
de perdurable sonrisa…
No saben que esa sonrisa es
mi coraza ante la soledad. Mi soledad.
No saben que mi corazón está
reseco por la ausencia. Tu ausencia.
Sonrío… sí
Sonrío para, con ese gesto,
ocultar unas lágrimas de amor que me niego a conceder.
Y… sí
Te echo de menos,
aunque me calle,
aunque no te lo haga saber,
aunque ponga el disfraz de sólido guerrero ante tus
ojos,
te echo de menos…
Porque resurgí de mis
luctuosas cenizas por gentileza de tu ternura.
Porque me sentí hombre a
merced de tus abrazos.
Porque un día vegeté dentro
del sueños de tus caricias.
Porque un día he muerto lleno
de vida entre tus brazos.
Has sido velero y puerto para
mis ilusiones.
Has sido lágrima y pañuelo
que envolvieron mis sueños.
Amor.
Ayer, un día más, te busqué y
no estabas.
Me dije, paciencia…
Hoy te busco en el mundo de
mi añoranza y no te encuentro.
Mañana…
Mañana intentaré buscarte
entre las sombras de la necesidad, aunque temo desfallecer en el intento.
Temo quedarme sin fuerzas
ante tanta y desesperada ausencia.
¿Y si no estás?
¿Y si no te encuentro tampoco
mañana?
¿Qué será de mí?
Me moriré.
Penaré de angustia.
Sucumbiré ante tanta soledad.
Y tal vez decida marcharme.
Me iré en silencio.
Caminaré hacia un inexorable
vacío.
Nadaré en la penumbra… Mi
penumbra.
Volaré por el silencio
angustioso de la soledad… Mi eterna soledad.
Y lo haré envuelto en una
jovial sonrisa.
En esa sonrisa protectora que
me resguarda de los demás.
En esa sonrisa que la he
dejado convertirse en mi tarjeta de visita.
En esa sonrisa… que me ampara
de un mundo lleno de gente.
Gentío, que es cobijo de mi
soledad.
Amor…
Amor que sucumbe rodeado de
obstáculos.
Qué intensos sus comienzos…
qué agónico su final.
Cuánta ilusión, cuántas risas
compartidas, cuántos momentos llenos de vida en sus inicios…
Cuánto sufrimiento, cuánta
frustración en este momento que augura un final desesperado...