Otra forma de mirar: La belleza es la percepción de algo en su contexto adecuado.
Esta famosa imagen de 1954, del niño que camina sonriente con sus
botellas de leche, ha recorrido el mundo y pertenece al padre –para
muchos- del fotoperiodismo. Se trata del célebre fotógrafo francés Henri
Cartier-Bresson.
Cartier-Bresson predicó siempre con la idea de atrapar el instante
decisivo, versión traducida de sus "images à la sauvette", que vienen a
significar con más precisión "imágenes a hurtadillas". Se trataba, pues,
de poner la cabeza, el ojo y el corazón en el mismo momento en el que
se desarrolla el clímax de una acción.
A
lo largo de su carrera, tuvo la oportunidad de retratar a personajes de
la talla de Pablo Picasso, Henri Matisse, Marie Curie, Édith Piaf,
Fidel Castro y Ernesto "Che" Guevara.
También cubrió importantes eventos, como la muerte de Gandhi, la Guerra
Civil Española, donde filmó el documental sobre el bando republicano
"Victorie de la vie", la SGM, en la que estuvo en la Unidad de Cine y
Fotografía del ejército galo o la entrada triunfal de Mao Zedong a
Pekín.
Cartier-Bresson fue el primer periodista occidental que pudo visitar la Unión Soviética tras la muerte de Stalin.
Su obra fue expuesta, en el museo del Louvre, en París, en 1955.
Fue cofundador de la agencia Magnum.
En el año 1982 recibió el Premio internacional de la fundación Hasselblad.
Junto a su esposa, la también fotógrafa Martine Frank, creó en el año
2000 una fundación encargada de reunir sus mejores obras, situada en el
barrio parisino de Montparnasse.
En 2003, Heinz Bütler dirigió la película suiza Henri Cartier-Bresson -
Biographie eines Blicks, documental biográfico interpretado por el
propio Cartier-Bresson además de Isabelle Huppert, entre otros.
Para algunos, Cartier-Bresson es una figura mítica en la fotografía del
siglo XX. Uno de sus mejores biógrafos (Pierre Assouline) lo apelaría
como «el ojo del siglo».
Os dejo aquí un artículo del mismo Henri Cartier Bresson: La composición, en El Instante Decisivo (1952), citado por Joan Fontcuberta en Estética fotográfica (Editorial Gustavo Gili)
Si la fotografía debe comunicar su sujeto en toda su
intensidad, la relación con la forma debe ser establecida de modo
riguroso. La fotografía implica el reconocimiento de un ritmo en el
mundo de los objetos reales. Lo que el ojo hace es encontrar y enfocar
un sujeto determinado dentro de la masa de la realidad. Lo que la cámara
hace es simplemente registrar sobre la película la decisión tomada por
el ojo. Como con la pintura, al ver y percibir una fotografía lo hacemos
considerándola en toda su integridad y de un solo golpe de vista. En
una fotografía la composición es el resultado de una coalición
simultánea, de la coordinación orgánica de los elementos vistos por el
ojo. Uno no agrega la composición como si esta fuera una reflexión
posterior sobreimpuesta al material básico del sujeto, puesto que es
imposible separar el contenido de la forma.
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Henri Cartier-Bresson: Siphnos, 1961 |
En la fotografía hay un nuevo tipo de plasticidad
producto de las líneas que, instantáneamente, van siendo trazadas por
los movimientos del sujeto. Trabajamos en unicidad con el movimiento
como algo premonitorio de cómo la vida misma se desarrolla y mueve. Pero
dentro del movimiento hay un momento en el cual los elementos que se
mueven logran un equilibrio. La fotografía debe capturar este momento y
conservar estático su equilibrio.
El ojo del fotógrafo esta en perpetua evaluación. Un fotógrafo puede
lograr una coincidencia de líneas con tan solo mover su cabeza una
fracción de milímetro. Puede modificar perspectivas mediante una ligera
flexión de sus rodillas. Desplazando la cámara a mayor o menor distancia
del sujeto logra un detalle, y este puede subordinado al resto o puede
subyugar al fotógrafo, pero compone una fotografía en casi el mismo
tiempo que le toma disparar el obturador, o sea, a la velocidad de un
acto reflejo.
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Henri Cartier-Bresson: Rue Mouffetard, 1954 |
Sucede, ciertas veces, que uno se atasca, se demora, espera a que
suceda algo. Uno tiene la sensación de que se tiene la estructura
completa de una fotografía, excepto tan solo por una cosa que parece
estar faltándole. ¿Pero cual? Quizá alguien de repente llega a caminar
dentro de nuestro campo visual. Uno sigue su trayectoria a través del
visor. Y espera y espera hasta que finalmente aprieta el disparador y se
va con la sensación (sin saber por que) de que se consiguió algo
realmente bueno. Mas adelante, para concretar esto podemos hacer una
copia de las fotografía, trazar sobre ella las figuras geométricas
observadas, y veremos que si el obturador fue disparado en el momento
preciso, habremos fijado un diseño geométrico sin el cual la fotografía
no hubiese tenido vida ni forma.
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Henri Cartier-Bresson: Sevilla, 1933 |
La composición debe ser una de nuestras preocupaciones
constantes, pero en el momento de fotografiar solo podemos hacerla
brotar intuitivamente, pues hemos salido a la captura del instante fugaz
y toda las interrelaciones involucradas están en movimiento. Aplicando
la Regla de Oro: el único par de circunferencias de que dispone el
fotógrafo es el par de ojos que tiene. Cualquier análisis de tipo
geométrico, cualquier reducción de la fotografía a un esquema, solo
puede ser hecho (debido a su naturaleza misma) después que la fotografía
haya sido tomad, revelada y copiada, y luego podrá ser utilizado
solamente para un examen post mortem de la fotografía. Espero
que nunca veamos llegar el día en que las tiendas de fotografía vendan
artefactos en serie en forma de pequeñas rejillas geométricas para
colocar en nuestros visores; y que la Regla de Oro nunca sea impresa en
nuestro vidrio esmerilado.
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Henri Cartier-Bresson: Henri Matisse, 1944 |
Si uno empieza cortando o decapitando una buena
fotografía, esto significa matar la acción reciproca de la proporciones.
Además, muy raramente sucede que una fotografía que fue débilmente
compuesta pueda ser salvada recontrayendo su composición en una
ampliadora del laboratorio; ahí la visión ya no puede darse integra. Se
habla mucho de los ángulos de la cámara, pero los únicos ángulos
valiosos son los de la geometría de la composición, no aquellos
fabricados por el fotógrafo que dispara desde la tripa o ejecuta otras
antiguallas por el estilo para procurarse efectos insólitos.
Fuente:
antonioperezrio.wordpress.com
culturizando.com