”El Ajedrez es
algo más que un juego; es una diversión intelectual que tiene algo de Arte y
mucho de Ciencia y es además, un medio de acercamiento social e
intelectual". Capablanca
El ajedrez tradicional se juega en un tablero de 8×8, un total de 64
cuadrados (técnicamente “escaques”) en los cuales los dos ejércitos de
blancas y negras constituidos por 8 peones, 2 torres, 2 caballos, 2
alfiles, reina y rey se baten en duelo por ver quién es capaz de ganar
la cabeza del rey contrario. El modelo que se ve en la imagen se lo
debemos a Howard Staunton, es el más habitual y el que se emplea en las competiciones oficiales.
Sobre
este juego existen muchas leyendas, pero sin duda una de las más famosas
es la siguiente:
Cuenta la leyenda que hace mucho tiempo reinaba en cierta parte de la
India un rey llamado Sheram. En una de las batallas en las que
participó su ejército perdió a su hijo, y eso le dejó profundamente
consternado. Nada de lo que le ofrecían sus súbditos lograba alegrarle.
Un buen día un tal Sissa se presentó en su corte y
pidió audiencia. El rey la aceptó y Sissa le presentó un juego que,
aseguró, conseguiría divertirle y alegrarle de nuevo: el ajedrez.
Después de explicarle las reglas y entregarle un tablero con sus
piezas el rey comenzó a jugar y se sintió maravillado: jugó y jugó y su
pena desapareció en gran parte. Sissa lo había conseguido.
Sheram, agradecido por tan preciado regalo, le dijo a Sissa que como
recompensa pidiera lo que deseara. Éste rechazó esa recompensa, pero el
rey insistió y Sissa pidió lo siguiente:
Deseo que ponga un grano de trigo en el primer cuadro del
tablero, dos, en el segundo, cuatro en el tercero, y así sucesivamente,
doblando el número de granos en cada cuadro, y que me entregue la
cantidad de granos de trigo resultante.
El rey se sorprendió bastante con la petición creyendo que era una
recompensa demasiado pequeña para tan importante regalo y aceptó. Mandó a
los calculistas más expertos de la corte que calcularan la cantidad
exacta de granos de trigo que había pedido Sissa, es decir:
1 + 2 + 4 + 8 + … + 262 + 263
Cuál fue su sorpresa cuando éstos le comunicaron que no podía entregar esa cantidad de trigo ya que ascendía a:
18.446.744.073.709.551.615 granos de trigo
El rey se quedó de piedra. Pero en ese momento Sissa renunció al
presente. Tenía suficiente con haber conseguido que el rey volviera a
estar feliz y además les había dado una lección matemática que no se
esperaban.
Esta leyenda es bastante conocida. Seguro que much@s de vosotr@s
sabíais de su existencia. Pero hay una variante que serviría para que la
lección matemática se la llevara el listillo de Sissa:
Supongamos que el rey al pensar que la petición de Sissa era
irrisoria le hubiese ofrecido granos de trigo en esa progresión pero hasta el infinito, es decir:
1 + 2 + 4 + 8 + … + 262 + 263 + 264 + …
Veamos qué hubiera pasado:
Llamemos S a la cantidad cantidad de granos de trigo que recibiría Sissa, es decir:
S = 1 + 2 + 4 + 8 + … + 262 + 263 + 264 + …
Ahora operemos de la siguiente forma:
S = 1 + (2 + 4 + 8 + … + 262 + 263 + 264 + …) = 1 + 2·(1 + 2 + 4 + 8 + … + 262 + 263 + 264 + …)
Es decir, sacamos factor común 2 de la parte de la suma que teníamos
entre paréntesis. Pero como podemos observar lo que nos ha quedado entre
paréntesis es exactamente igual a S. Esto es:
S = 1 + 2·S —> (Despejando) —> S = -1
Por tanto la generosidad infinita del rey se ve recompensada: no solamente no debe pagar nada a Sissa sino que éste le debe entregar un grano de trigo.
El fallo de este razonamiento es muy sencillo (para alguien que esté algo familiarizado con estos temas claro).
El fallo está en mezclar la aritmética finita (números) con la transfinita (infinitos). No podemos despejar de esa forma porque S no es un número, es el límite de una serie divergente, es decir, que tiene a infinito.
Pero volvamos al ajedrez...
José Raúl
Casablanca, que nació en La Habana el 18 de noviembre de 1888, fue un extraordinario caso de ajedrecista precoz.
A los cuatro años de edad, después que su padre, oficial del ejército,
concluyó una partida de ajedrez que estaba jugando con un amigo, el
pequeño Capablanca insistió en mostrarle a su progenitor que una jugada
antes había movido mal un caballo, desde una casilla blanca a otra del
mismo color. Comprobado esto, el padre le preguntó al niño cómo sabía el
movimiento de las piezas, a lo que el pequeño contestó que viéndolos
jugar en sus tertulias diarias, y agregó que podía ganarle una partida.
Entre risueño y curioso, el padre jugó con José Raúl y... perdió.
El gran maestro español de aquella época, Celso Golmayo, tomó gran
interés por el niño y jugó muchas veces con él, confesando que no podía
darle la ventaja de un caballo.
Esta facilidad para
jugar y analizar el ajedrez acompañó a Capablanca toda
su vida. Para él ser uno de los más grandes no le costó
un esfuerzo demasiado grande, aunque terminaría pagando
su falta de preparación al confiar demasiado en su
talento natural ante el tablero.
En aquélla época La
Habana era una de los epicentros del mundo del ajedrez y
el joven Capablanca se vio influenciado por ello. Según
él mismo reconoció le marcó profundamente el match
por el Campeonato del Mundo entre Chigorin y Steinitz,
en 1892. Pero sobre todo quedó prendado del juego de
Harry Nelson Pillsbury en unas simultaneas a la ciega en
las que el norteamericano jugó 16 partidas de ajedrez,
varias partidas a las damas (también a la ciega) y una
mano de whist.
El joven
Capablanca fue progresando y el salto a la fama se
produjo cuando tenía 13 años, al convertirse en campeón
de Cuba al derrotar a Juan Corzo, jugador que era
considerado el ajedrecista más fuerte del país. El
match tuvo lugar en el año 1901, a pesar de perder las
dos primeras partidas Capablanca logró remontar y
obtuvo el triunfo antes de la última ronda. Además jugó
partidas muy bellas, como la siguiente que podéis ver
en el enlace. El match
transcurrió como sigue:
Campeonato
de Cuba - La Habana 1901
|
1
|
2
|
3
|
4
|
5
|
6
|
7
|
8
|
9
|
10
|
11
|
12
|
13
|
Total
|
J.
Capablanca
|
0
|
0
|
=
|
1
|
=
|
=
|
=
|
1
|
1
|
=
|
1
|
=
|
0
|
7
|
J.
Corzo
|
1
|
1
|
=
|
0
|
=
|
=
|
=
|
0
|
0
|
=
|
0
|
=
|
1
|
6
|
Sus estudios
lo alejan por un tiempo del ajedrez y luego se traslada a los Estados
Unidos de Norteamérica, para seguir en la Universidad de Columbia la
carrera de ingeniería. Representando a dicha Universidad, juega varias
veces al ajedrez y tiene ocasión de medirse con el entonces fuerte
maestro Delmar, a quien vence en tres partidas consecutivas con la
ventaja de un peón y salida otorgada por Capablanca. Tal hazaña provoca gran revuelo en los centros
de ajedrez, y ello le hace comprender a Capablanca que su vocación está precisamente en la práctica del juego-arte, por lo que abandona los estudios de ingeniería.
En 1905 comenzó a frecuentar el Club de Ajedrez de Manhattan: En la
noche del 6 de abril de 1906 participó en un torneo relámpago en el que,
tras sucesivas partidas eliminatorias, venció al gran Emanuel Lasker,
ante el asombro de todos, adjudicándose el torneo. Lasker estrechó la
mano de su vencedor diciéndole: "Es notable joven, usted no ha cometido
errores".
En su primer encuentro internacional, enfrentó al maestro norteamericano Eugene Delmar, a quien le ganó todas las partidas, a pesar de haberle otorgado ventaja de peón y salida.
Entre fines de 1908 y 1909 participó en una prolongada gira
estadounidense; de un total de 734 partidas, ganó 703, entabló 19 y sólo
sufrió 12 derrotas.
En 1909, a la edad de 20 años, Capablanca ganó un encuentro al campeón estadounidense Frank Marshall (+8 -1 =14). Fue la insistencia de Marshall lo que permitió que se le dejara participar al joven Capablanca en el torneo de San Sebastián,
España en 1911. Ésta era una de las competiciones más importantes de la
época; todos los grandes jugadores del planeta estarían presentes
excepto el entonces campeón mundial Emmanuel Lasker. Al inicio del torneo Ossip Bernstein y Aaron Nimzowitsch
objetaron la presencia del invitado pues éste no había ganado todavía
ninguno de los grandes torneos. Sin embargo, después de que Capablanca
ganara su primer juego contra Bernstein (en una partida que le otorgaría
el premio a la brillantez), éste reconoció su talento y dijo que no se sorprendería si su vencedor terminaba ganando la presa mayor.
Tras una movida durante un juego en la variedad de ajedrez rápido,
Nimzowitsch se ofendió a raíz de un comentario de Capablanca, a quien
respondió: "Los jugadores sin trayectoria deberían mantener la boca
cerrada en presencia de sus superiores". En el acto, Capablanca retó a
Nimzowitsch a enfrentarlo en una serie de juegos rápidos, los cuales
ganó fácilmente. Los maestros presentes en el lugar concluyeron que el
joven cubano era insuperable en la variante rápida, distinción que le
correspondería hasta el final de su vida. Capablanca efectivamente
terminó ganando el campeonato (nuevamente frente a Nimzowitsch), usando
una apertura muy admirada por Mikhail Botvinnik, y asombrando el mundo del ajedrez al ganar con balance de +6 -1 =7, delante de Akiba Rubinstein, Carl Schlechter y Siegbert Tarrasch.
En 1911 retó a Lasker por el campeonato del mundo. El alemán aceptó
el desafío pero propuso 17 condiciones para el cruce. Capablanca no
estuvo de acuerdo con algunas y no llegaron a un acuerdo.
En 1913 jugó en La Habana y terminó segundo detrás de Frank Marshall,
habiendo perdido una de las partidas contra el norteamericano después
de tener una posición ventajosa. Reuben Fine
afirmó que Capablanca había exigido al alcalde el desalojar a todos los
espectadores para que no lo vieran en el mal estado de ánimo mientras
perdía. Esta historia ha circulado en libros y en la Red; sin embargo,
el libro de Edward G. Winter
documenta que la historia de Fine no tiene ningún fundamento. Demuestra
en cambio que los 600 espectadores presentes, que naturalmente apoyaban
a su compatriota, le dieron a Marshall una fuerte ovación. Las notas
del mismo Marshall corroboran esta versión: cuando oyó el griterío de la
multitud creyó que lo iban a linchar, por lo que pidió una escolta de
seguridad para que lo llevara rápidamente a su hotel. Después le
contaron lo que había sucedido en realidad.
Inmediatamente después de esto Capablanca obtuvo un resultado de +13 -0 =0 en un torneo en Nueva York, aunque Oldrich Duras era el único Gran Maestro Internacional entre sus rivales.
En septiembre de 1913 consiguió un trabajo en el Ministerio de
Relaciones Exteriores de Cuba. El sueldo mediano le permitió seguir
disfrutando de su pasión ajedrecística y realizar algunos viajes al
exterior en busca de nuevos desafíos. Durante muchos años fue el cubano
más famoso.
Luego jugó una serie de partidas en Europa contra los mejores jugadores de la época: en Berlín derrotó a Jacques Mieses y a Richard Teichmann; en San Petersburgo jugó una serie de seis partidas, dos contra Alexander Alekhine, dos contra Yevgeni Znosko-Borovski y dos contra Fedor Duz-Khotimirsky,
perdiendo una vez contra Znosko-Borovski y ganando el resto. Estos
fueron sus primeros encuentros con Alekhine, quien fue superado
ampliamente. Luego en Riga batió a Nimzowitsch en un elegante final de alfiles de color opuesto. En Moscú venció a Bernstein en una partida que aparece en muchas antologías como una joya por la jugada ganadora 29... - Db2!!, y por la nueva estrategia de peones colgantes. En Kiev superó a Bogatyrchuk entre otros. Ya en Viena derrotó a Richard Réti en una partida y a Savielly Tartakower 1,5-0,5. Capablanca dio también un gran número de partidas simultáneas destacadas por su rapidez y gran cantidad de victorias.
En el gran torneo de 1914 en San Petersburgo, con la participación de la mayoría de los mejores jugadores del mundo (con la excepción de los del Imperio austrohúngaro),
Capablanca se encontró con el gran Lasker por primera vez en un torneo
normal (el cubano había ya ganado la final del mencionado torneo de
ajedrez relámpago de 1906, en el que innovó con una ahora famosa
composición final). Capablanca tomó ventaja de un punto y medio en las
rondas preliminares, y obligó a Lasker a luchar por el empate. Ganó nuevamente el premio por brillantez contra Bernstein y tuvo algunas victorias importantes contra David Janowsky, Nimzowitsch y Alekhine.
Sin embargo fue víctima de una notoria mejoría de Lasker en la
segunda parte del torneo, que incluyó una famosa victoria del alemán. Terminó segundo, detrás de Lasker con 13 puntos contra 13,5 del alemán, pero adelante de Alekhine, quien finalizó en tercer puesto. Al concluir el torneo, el Zar Nicolás II proclamó a los cinco ganadores de premios (Lasker, Capablanca, Alekhine, Tarrasch y Marshall) como "Grandes Maestros del Ajedrez".
Durante
los tiempos de guerra Capablanca se desplazó a lo largo
de Sudamérica, aunque participó en pocos torneos.
Apenas acudió a los torneos que se disputaban en New
York, en las que siempre obtuvo la victoria.
Tras
la tempestad llegó la calma y tras finalizar la guerra
por fin se pudo concertar el encuentro contra Lasker,
que quedó fijado para el año 1921. Capablanca sabía
que no podía dejar pasar la ocasión de dejar impreso
su nombre en la historia del ajedrez, por lo que llegó
al comienzo del match en el mejor estado de forma de
toda su carrera. El cubano, que jugaba en casa, dominó
el match por completo a pesar de un comienzo igualado.
Lasker no consiguió derrotarle en ninguna partida y se
mostró claramente inferior, era el final del reinado más
largo de la historia del ajedrez. El alemán comentó
que el húmedo calor de La Habana mermó su condición física.
Esto, unido a que Lasker había dejado su juventud muy
atrás, hicieron que su juego no fuese el de otros
tiempos. El match no se jugó completo, ya que Lasker,
tras la decimocuarta partida, pidió un cambio de sede a
un lugar más fresco. Ante la negativa de Capablanca,
Lasker deicidio no jugar el resto de partidas. Estos
fueron los resultados de las 14 partidas disputadas:
Campeonato
del Mundo - La Habana 1921
|
1
|
2
|
3
|
4
|
5
|
6
|
7
|
8
|
9
|
10
|
11
|
12
|
13
|
14
|
Total
|
J.
R. Capablanca
|
=
|
=
|
=
|
=
|
1
|
=
|
=
|
=
|
=
|
1
|
1
|
=
|
=
|
1
|
9
|
E.
Lasker
|
=
|
=
|
=
|
=
|
0
|
=
|
=
|
=
|
=
|
0
|
0
|
=
|
=
|
0
|
5
|
Ese año publicó su obra más famosa “Fundamentos del ajedrez” que ha sido
considerada por muchos la mejor obra ajedrecística jamás escrita.
Esta
fue la época dorada de Capablanca, que incluso consiguió
encadenar 10 años seguidos sin conocer la derrota
(1914-1924)... pero como todas las rachas tienen su fin,
la derrota llegó en el Torneo de New York (1924) a
manos de Richard Reti. A partir de este año su juego
entra en un profundo bache y no consigue la victoria en
ninguno de los torneos a los que acude. Se empieza a
especular con que la magia de Capablanca se ha
terminado. Pero nada más lejos de la realidad, en 1926
regresa a la senda de la victoria y lo hace de forma
aplastante, por lo que vuelve a ser temido por todos los
que se sientan frente a él en un tablero. En el torneo
de New York de 1927 se reunieron los mejores jugadores
del mundo del ajedrez y Capablanca finalizó en primer
lugar con una superioridad pasmosa:
Torneo de New York 1927
|
|
|
|
|
|
1
- |
José
Raúl Capablanca |
14
ptos |
|
2
- |
Alexander
Alekhine |
11'5
ptos |
3
- |
Aaron
Nimzowitsch |
10'5
ptos |
4
- |
Milan
Vidmar |
10
ptos |
5
- |
Rudolf
Spielmann |
8
ptos |
6
- |
Frank
Marshall |
6
ptos |
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
Durante
estos años Capablanca recibió constantes críticas por
las duras condiciones que exigía a los aspirantes a su
título de campeón del mundo. Pedía un fondo mínimo
de 10.000 dólares, a esta cantidad se le llamó
"el muro dorado" y fueron muchos los grandes
jugadores que no pudieron reunir esta cantidad, como
Nimzowitsch o Rubinstein... de hecho pasaron 6 años
hasta que apareció un rival con dicha cantidad de
dinero, su nombre les sonará: un ruso llamado Alexander
Alekhine, que consiguió reunirla a duras penas.
Capablanca
se vio obligado a aceptar este desafío, no podía
seguir defraudando al mundo del ajedrez. Alekhine se había
preparado concienzudamente para este match, mientras un
confiado Capablanca había descuidado su preparación;
incluso unos días antes de comenzar el encuentro de
Buenos Aires había estado en Brasil dando sesiones de
simultaneas. Este match colmaba las aspiraciones de los
aficionados, los dos mejores jugadores del mundo se
enfrentaban en la plenitud de sus carreras. Alekhine
nunca había conseguido derrotar a Capablanca en una
partida y el cubano confiaba en demasía en la facilidad
y naturalidad de su juego. La mezcla de todos estos
ingredientes dio como resultado la victoria de Alekhine.
Tras dura lucha (75 días y 34 enfrentamientos), el ruso se proclamó nuevo campeón del
mundo por 18'5-15'5. Tras el movimiento 81 Alekhine
recibió de manos del árbitro una carta escrita de puño y letra por
Capablanca en la que le otorgaba la victoria.
|
Estimado Dr. Alekhine: Abandondo la partida. Es usted, pues, el campeón
del mundo y lo felicito por su éxito”. Mis cumplidos a madame Alekhine.
Cordialmente suyo, J.R. Capablanca. |
Al juego de Capablanca le faltó la
técnica tan perfecta de anteriores ocasiones. Esto se
debió a que enfrente tenía un rival muy duro, que
siempre complicaba la posición y le llevaba a cometer
errores en los que antes nunca había caído. El match
se desarrolló como sigue:
Campeonato
del Mundo - Buenos Aires 1927
|
1
|
2
|
3
|
4
|
5
|
6
|
7
|
8
|
9
|
10
|
11
|
12
|
13
|
14
|
15
|
16
|
17
|
J.
Capablanca
|
0
|
=
|
1
|
=
|
=
|
=
|
1
|
=
|
=
|
=
|
0
|
0
|
=
|
=
|
=
|
=
|
=
|
A.
Alekhine
|
1
|
=
|
0
|
=
|
=
|
=
|
0
|
=
|
=
|
=
|
1
|
1
|
=
|
=
|
=
|
=
|
=
|
18
|
19
|
20
|
21
|
22
|
23
|
24
|
25
|
26
|
27
|
28
|
29
|
30
|
31
|
32
|
33
|
34
|
Total
|
=
|
=
|
=
|
0
|
=
|
=
|
=
|
=
|
=
|
=
|
=
|
1
|
=
|
=
|
0
|
=
|
0
|
15'5
|
=
|
=
|
=
|
1
|
=
|
=
|
=
|
=
|
=
|
=
|
=
|
0
|
=
|
=
|
1
|
=
|
1
|
18'5
|
Este
resultado conmocionó al mundo del ajedrez, nadie
esperaba que Capablanca pudiese ser derrotado. Por
ejemplo, Spielmann vaticinó que Alekhine no ganaría ni
una sola partida, esta opinión se basaba en la actuación
de Capablanca en el Torneo de New York jugado unos meses
antes. La razón del por qué de la caída del cubano
parece clara: su mala preparación al sentirse superior
a su rival. Capablanca siempre se comportó de un modo
similar, solía obtener sus victorias con el mínimo
esfuerzo posible, lo que le llevaba a un estado de
confianza en el que descuidaba en demasía su preparación.
Tras
esta severa derrota Capablanca decidió prepararse con
intensidad para recuperar su trono (tal vez por primera
vez en su vida). La expectación iba creciendo esperando
la reedición de este duelo... pero nunca llegó a
producirse ya que Alekhine jamás aceptó los retos del
cubano y se dedicó a aceptar otros desafíos de
jugadores más débiles. El motivo es sencillo, Alekhine
exigió a Capablanca las mismas condiciones que el
cubano había exigido cuando era campeón del mundo,
pero fue más benévolo con el resto de sus rivales. El
comportamiento de Alekhine no fue lícito, aunque
tampoco lo fue el muro dorado que exigió el
cubano cuando estaba en la cima del ajedrez.
Capablanca
alternó victorias y derrotas en los años siguientes,
pero desencantado por no poder enfrentarse a Alekhine
abandonó el ajedrez en 1931. Durante 4 años se limitó
a dar exhibiciones de simultaneas por EEUU, Cuba y México.
Pero el ajedrez corría por sus venas y decidió poner
fin a su periodo de retiro en 1934. Volvió a jugar
torneos en Europa, aunque consiguiendo resultados
discretos. Cuando todo el mundo le consideraba acabado
(por segunda vez) Capablanca reaccionó, tal vez animado
porque Euwe había arrebatado el título mundial a
Alekhine y tenía esperanzas de que el holandés
aceptase su reto. Tuvo un año sensacional, en 1936,
venciendo en casi todos los torneos que disputó
(incluso se dio el placer de derrotar a Alekhine en el
torneo de Notingham).
Durante
los años siguientes el juego de Capablanca fue
decayendo hasta llegar al fin de su carrera en 1939. Su
última competición fue la Olimpiada de Buenos Aires,
donde no perdió ninguna partida. Una de las razones que
le llevaron a abandonar definitivamente el ajedrez fue
el total convencimiento de que ya no podría enfrentarse
a Alekhine. Totalmente desanimado renunció a seguir
jugando.
Capablanca
es considerado como uno de los grandes ajedrecistas de
todos los tiempos, en su época fue apodado como
"El infalible" o "La máquina
humana". Su estilo fue imitado por las generaciones
posteriores, como ocurre con todos los jugadores que
dominan durante un largo periodo de tiempo. Ha sido uno
de los jugadores que más seguidores ha tenido a sus
espaldas (también los tiene en la actualidad) y no
sólo debido a su juego, ya que sus rivales cuentan que
era muy educado y de simpatía natural.
No sólo
se dedicó a jugar, fue un gran escritor: en inglés
escribió "My chess career" y "Chess
fundamentals", en castellano publicó obras como:
"Torneo de La Habana 1913" o "Lecciones
elementales de ajedrez". También dirigió la
revista Capablanca Chess Magacine, junto a Juan Corzo.
Le fueron otorgados 19 premios a lo
largo de su carrera, algo al alcance de muy pocos
ajedrecistas. Para Capablanca el ajedrez era algo
natural, sin duda debido a su gran talento y a que
aprendió a jugar con sólo 4 años. Reti, en su libro
"Los Grandes Maestros del tablero", compara la
facilidad de Capablanca para jugar al ajedrez con
aprender un idioma, que se hace de forma más natural y
fluida cuanto más temprana es la edad del alumno. Para
Capablanca jugar al ajedrez era algo sencillo, por lo
que conseguía analizar las posiciones con gran
facilidad. Gracias a esto movía las piezas con rapidez,
lo que trajo aparejado que nunca tuviese problemas de
tiempo en ninguna partida. En su época tal vez hubo
jugadores con más calidad táctica (como Rubinstein),
pero su fino estilo le hizo invencible durante una larga
época. No hay más que echar un vistazo a los torneos
en que finalizó primero para comprender su
superioridad, el segundo clasificado solía terminar a
bastante distancia del cubano.
|
Capablanca propuso una modificación sobre el ajedrez convencional introduciendo dos
nuevas piezas: el canciller y el cardenal. Estas dos piezas serían mezclas de
torre-caballo y de torre-alfil, respectivamente. Así nació el Ajedrez
de Capablanca.
Para ello había que rediseñar el tablero quedando
en 10×10 o 10×8 escaques. En este tablero los peones en la apertura pueden
abrir avanzando tres casillas en lugar de las dos originales.
En la siguiente imagen se puede ver un ejemplo de
tablero en 10×8 de Ajedrez Gótico, una variante americana del Ajedrez de
Capablanca en el que las piezas se disponen según Torre – Caballo – Alfil – Reina
– Canciller – Rey – cardenal – Alfil – Caballo – Torre.
Capablanca pensó que
estas dos piezas no ortodoxas eran clave para impedir las tablas y para que los
juegos fueran más espectaculares. El cardenal por ejemplo es capaz de dar mate
estando solo en el tablero ante un rey.
Como variante, el Ajedrez de Capablanca no llegó a revolucionar
nada. La idea del ajedrez de Capablanca no llegó a cuajar porque rápidamente se
vió que la predicción de las tablas eternas que hizo el Gran Maestro cubano no
llegó a suceder. Otras variantes del ajedrez como el ajedrez hexagonal de
Gli?ski sí que han tenido más éxito, especialmente en Polonia, país natal de
Gli?ski.
También existen otras variantes como el ajedrez para tres jugadores o incluso, para cuatro. Y como no, el Ajedrez 3D al que jugaba Spock.
O más recientemente, Sheldon Cooper y Leonard Hofstadter en The Big Bang Theory…
El Ajedrez 3D se compone de 3 tableros fijos de 4×4 escaques
dispuestos en escalones y tres tableros adicionales de 2×2 que se pueden
mover para atacar o usar como puente de un tablero fijo a otro. Estos
tableros pueden colocarse por arriba o por debajo haciendo que alcance
hasta 7 niveles. Las reglas desde luego son algo complicadas.
Seguramente en la cabeza del genio cubano no cabían todas las
posibles combinaciones que se pueden hacer sobre este juego milenario
que a día de hoy sigue ostentando una de las cumbres de los deportes de
ingenio, destreza e inteligencia.