sábado, 22 de diciembre de 2012

Te amaré, te amo y te querré, Mary Trini

Te amaré,te amo y te querré
a pesar de nuestra situación,
fuí cobarde
y no supe comprender
que se iba a pique
lentamente nuestra unión

Te amaré,te amo y te querré
aunque tenga
que ceder un poco mas

De puntillas,
tu ausencia vestiré
y a la ruleta
el futuro apostaré

Te amaré,te amo y te querré
nunca es tarde,
creo yo, para empezar
pues el mundo
aun está en su lugar
pero si revienta
a tu lado quiero estar

Solo quiero
dejar claro ante tí
que no es fácil
hablar de amor así

El amor siempre
caza con honor
Que error,amor mío,
Que error!

Te amaré,te amo y te querré
y a las calles
se lo pienso gritar

Por orgullo
te dejé marchar
pero te juro
que te volveré a encontrar

Te amaré,te amo y te querré
nunca es tarde,
creo yo, para empezar

Te dejaré apagar
de un soplo el sol
y mi piel
se tostará en tu calor



Si de amor ya no se muere, Gianni Bella


Si acaso nuestro amor de nuevo fracasara
Tu sabes que seria lo peor que nos pasara
lo que hubo entre los dos no se hizo en un momento
ati no te compre por eso no te vendo

Tu, tristemente tu
me dijiste cuando me aleje
que de amor ya no se muere
mas muriendo me marche
pero estoy aqui
tras un año he comprendido que
si de amor ya no se muere,
yo sinti no vivire

Abrazame tambien no importa que nos vean
si sabes que me hace tanto bien
quizas comprendas
que se han de aprovechar todos los minutos
despues nos faltaran si no vivimos juntos

Tu que me ocultas, tu?
si otro amor tuvieras, dilo aqui
poco cuesta confesarlo pues te veo sonreir
no podras mentir
tu tenias la razon, quizas
si de amor ya no se muere
algo en mi se morira

si me dejas tu
nuestra historia tiene mal final
que si de amor ya no se muere
algo en mi se morira


Carta de despedida de Henry Miller a Anaïs Nin


Qué son las despedidas si no saludos disfrazados de tristeza? Lo mismo que el deseo y el placer de verte mientras te desnudas y te envuelves en la sábanas. Nunca has sido mía. Nunca pude poseerte y amarte. Nunca me amaste o me amaste demasiado o me admiraste como la niña que toma una lente y se pone a ver cómo marchan las hormigas y cómo, en un esfuerzo inacabable y lleno de fatiga, cargan enormes migajas de pan. Qué son aquellas noches lluviosas en medio de la cama de un hotel. Qué el recuerdo de nuestros pasos por la calle, en el teatro o en la sala de conciertos. Qué son los recuerdos de los celos y de tus amantes y de June y de mis amantes.
Anaïs, no creo que nadie haya sido tan feliz como lo fuimos nosotros. No creo que exista en la historia del hombre y de la mujer un hombre y una mujer como tú y como yo, con nuestra historia, nuestras circunstancias; con aquello que se desbordaba en las paredes, el ruido de la calle y la explosión de tu mirada inquieta de ojos delineados en negro; con la sinceridad de tu cuerpo frágil y tu secreto agresivo e insaciable. El recuerdo puede ser cruel cuando estás volando febrilmente a tu próximo destino, a otros brazos que te reciban expectantes y hambrientos. El recuerdo de tu diario rojo que tirabas en la humedad de la cama entre tus labios entreabiertos y mis ganas de desearte. Te deseo. Te deseo con la desesperación y el anhelo de lo imposible y ya te has ido y tal vez, en un sueño imaginativo y romántico, leerás estas palabras una y otra vez, en medio de mi ciudad con la gente pasando en medio de las calles y la sorpresa en tus ojos y la gran dama con el fuego en la mano derecha.

Mi querida Anaïs, ma petite, ma jolie, infanta inquieta de sal nocturna. Te extraño cuando huyes de madrugada y te extraño cuando camino y me tomo un café en la calle; te extraño cuando June se acerca cariñosa y cuando paso por los grandes aparadores. Te extraño casi a todas horas: cuando escribo, cuando te pienso, cuando escucho las campanas que me anuncian que ya son las tres, cuando me acuerdo de las horas interminables entre humo y whisky, cuando tengo una comida que dura toda la tarde, también cuando me despido de ti cada día a la misma hora, cuando como en aquel lugar donde nos dio el aire y cuando escucho la radio. Adiós, Anaïs, adiós. Ya nos encontraremos en otras vidas y en otras vidas podré poseerte y quedarme contigo para siempre. Ya te veré en medio de la nieve y entre libros y vino.

Adiós, tuyo siempre.

Henry

Por qué los peces no se congelan en los polos?



Este fue el pez en el que se descubrió la proteína anticongelante: Macropteris maculatus. En pequeño la estructura de la proteína. Crédito: Konrad Meister
 

Las temperaturas por debajo de los -1.8ºC deberían ser suficientes para congelar cualquier pez ya que su sangre se congela a partir de los 0.9ºC. Por lo tanto, cómo sobreviven los peces en el Ártico o el Antártico es algo que a los científicos les ha interesado desde hace mucho tiempo.
Cincuenta años atrás ya se hallaron proteínas proteínas anticongelantes en la sangre de algunos peces de estas regiones que funcionan mejor que cualquier anticongelante hogareño, pero cómo lo hacían, no estaba claro.
La química Martina Havenith, de la Universidad de Ruhr lo consiguió. Recurriendo a una novedosa técnica conocida como espectroscopía terahertz, Havenith se sirve de radiación para registrar la actividad de las moléculas de agua y las proteínas. Los científicos descubrieron que las moléculas de agua, que habitualmente realizan una danza caótica en el agua, bailan de modo más ordenado cuando las proteínas anticongelantes están presentes. “El baile disco se transforma en un minueto” asegura Havenith.
El efecto previene la cristalización del hielo es mucho más pronunciado cuanto más baja es la temperatura. El anticongelante estudiado es una glicoproteína que perturba el agua para impedir la unión de las moléculas.


 Fuente:www.quo.es