La ciencia estudia la importancia de los labios en nuestra evolución, la
atracción sexual, la comunicación, el trabajo y la política
Las mujeres de la tribu surma, en el sur de Sudán, lucen platos de arcilla incrustados en los labios. Cuanto más grande sea, mayor será su dote.
Es una de las zonas más sensibles de tu cuerpo. Por fuera, su superficie es diferente de la del resto de nuestra piel, ya que están fabricados con la misma mucosa que recubre el interior de nuestra boca,
lo que significa que no tienen la misma capa protectora externa que el
resto de nuestro cuerpo. Una capa que hace las veces de barrera para la
evaporación del agua y cuya inexistencia hace que se resequen y que a
menudo necesiten una hidratación extra. Además, tampoco tienen las
mismas glándulas sebáceas, y contienen menos melanina. Por dentro, en
ellos se concentra la mayor cantidad de células receptoras y nervios
sensoriales de nuestro organismo.
Y es
precisamente gracias a todas estas terminaciones por las que adquieren
ese color rojo que los hace, además, tan apetecibles. “Nuestros labios
están llenos de terminaciones nerviosas, así que con un solo roce
estaremos enviando una cascada de señales al cerebro”, afirma Sheril Kirshenbaum, de la Universidad de Texas, autora de La ciencia de besar. Lo que dicen nuestros labios.
Acércate y bésalos
Y es que durante un beso nuestros labios recogen información sobre la temperatura y la textura de los ajenos.
Esta información, junto a la del sabor y el olor que procede de la
lengua y la nariz, llega al cerebro. Parte llega a la corteza
somatosensorial, una franja en la superficie cerebral donde se
representa un mapa del cuerpo.
Ese mapa es una gran red en la que
las zonas con más terminaciones nerviosas, como los labios, acaparan
más espacio. Pero ¿qué comunican nuestros labios con un beso?
Qué hay detrás
Para
Kirshenbaum: “En un beso hay señales ocultas de gran utilidad. Por
ejemplo, a las mujeres, que tienen un sentido del olfato y el gusto más
potente, les ayuda a decidir si merece la pena profundizar en una
relación. Al besar a otra persona y acercarnos tanto, recibimos su olor
corporal, y los expertos han demostrado que las mujeres se sienten
atraídas por el aroma de un hombre con unos genes muy diferentes de los
suyos. Nosotros no somos conscientes de esto, pero una pareja con mayor
diversidad genética tendrá hijos más fuertes y sanos. En este sentido,
un buen beso ayuda a las mujeres a encontrar su pareja ideal,
evolutivamente hablando.
Además, durante un beso, el hombre
deposita feromonas en la boca de la mujer, y esta invade la suya de
estrógenos. Así se informan mutuamente de su compatibilidad
reproductora”.
Pero ¿por qué besarse en los labios? Según el antropólogo Desmond Morris,
se lo debemos a las madres primates, que masticaban el alimento y se lo
traspasaban a sus hijos a través de la boca. No en balde, nosotros
mismos, en nuestro primer año, reconocemos el mundo a través de la boca,
y el amamantamiento es el modo de comunicación con nuestra madre más
íntimo que tenemos. Kirshenbaum nos explica: “Hay muchas teorías
sobre por qué usamos los labios y no otra parte del cuerpo para besar,
pero los antropólogos y nerurocientíficos reconocen que el color rojo se
ha convertido en símbolo de algo atractivo y una señal, al menos,
llamativa”.
Boca de piñón
Según Vilayanur Ramachandran, neurocientífico de la Universidad de California, nuestros
ancestros desarrollaron la habilidad de distinguir frutos maduros
seguramente con el fin de detectarlos dentro del verdor de la selva y
los bosques. Por eso, el rojo se convirtió en sinónimo de recompensa
e hizo que desearan más los labios con esta tonalidad. Y por eso
también, uno de los símbolos universales de la sensualidad femenina es
el carmín de este color.
Así, parece que los científicos han descubierto, al menos en parte, la
alquimia de los atractivos de la boca humana. Según un estudio de la Universidad de Lousville, los preferimos grandes, aunque existen diferencias según el sexo.
Los labios grandes y llenos triunfan entre los hombres, mientras que las mujeres buscan una combinación entre sensualidad y aspereza. “Los
labios del hombre tienen que irradiar masculinidad, al mismo tiempo que
deben parecer cálidos”, Asegura Michael Cunningham, uno de los autores de este estudio.
Lo que dicen de ti
También
parece claro para la ciencia que las mujeres tienen los labios más
gruesos que los hombres, y que son los portavoces de algunos mensajes
eróticos. Por ejemplo, si una mujer está excitada, sus labios se
hinchan. Pero hay mucho más.
“Los de la cara son los únicos músculos que no sirven para movernos a nosotros mismos, sino para mover a otros”,
aseguran los psicólogos sociales Graig Smith y Heather Scott, autores
de La psicología de las expresiones faciales. Y en estas, en las
expresiones faciales, desempeñan un papel muy importante los labios.
Cuando
nos sentimos felices levantamos su comisura, mientras que si estamos
disgustados, empujamos el labio inferior, que se hincha ligeramente, y
elevamos el superior. Podemos reconocer que alguien va a llorar porque
tiemblan, y a menudo se curvan también ligeramente hacia abajo. Pero hay
mucho más.
Pasar la lengua por los labios, según los expertos,
indica que hemos visto o escuchado algo que nos resulta apetecible o
nos atrae. Y es que cuando esto sucede, se produce efectivamente un
aumento de la salivación que nos empuja a abrir la boca y sacar la
lengua. De hecho, el sexólogo William H. Masters asegura que tenemos la misma reacción ante un plato de comida que ante la persona que deseamos sexualmente. Sin embargo, si ese mismo movimiento, lo hacemos rápidamente y en el labio superior, puede significar miedo y ansiedad.
Para José Miguel Fernández Dols, psicólogo social en la Universidad
Autónoma de Madrid y experto en comunicación no verbal: “Estas
interpretaciones de los gestos no tienen una base científica; la
experiencia nos enseña que fuera de un laboratorio no hay un código
único. En realidad, cuando interpretamos los gestos de los demás estamos
proyectando nuestros propios prejuicios y expectativas, y puede que, en
cierto modo, estemos moldeando su conducta”.
Pero sea como fuere, estas expresiones faciales son tan poderosas… Pensemos, por ejemplo, en la sonrisa.
Sonría, por favor
Cuenta Marianne LaFrance en su libro Lip Service:
“Al principio de la Guerra de Irak, antes de la caída de Bagdad, el
tercer escuadrón de la Armada tomó la ciudad de Najaf. Cuando los
soldados se dirigían a la mezquita de la ciudad fueron sorprendidos por
un grupo de insurgentes, que les rodearon. Entonces, el comandante
ordenó a sus tropas dejar las armas y sonreír. En ese momento, la
sonrisa les salvó la vida”.
Y según algunos estudios, además de salvarnos la vida, también es responsable de que se prolongue. En una investigación reciente, un grupo de científicos analizó aproximadamente 200 fotos de jugadores de béisbol que habían aparecido en números atrasados de la revista Baseball Register. Resultó que los
que salían sonriendo más a menudo en las fotos habían sido más longevos
que los que no sonreían o solo esbozaban una tímida sonrisa. No en vano, los bebés ensayan su sonrisa dentro del vientre materno uno o dos meses antes de salir al exterior.
“Ellos sonríen involuntariamente porque necesitan tener esos músculos
operativos para atraer la atención de los adultos. Cuando salgan, serán
seres totalmente dependientes de sus cuidadores, así que, aunque aún no
sepan lo que hacen, sus primeras sonrisas son su primera forma de
manipulación. Podríamos decir que la sonrisa forma parte del proceso por
el cual nuestro cuerpo y nuestro cerebro han evolucionado para ayudar a
garantizar nuestra supervivencia”, asegura LaFrance.
Este gesto
facial involucra a 17 músculos diferentes, y nuestro cerebro tarda
apenas 0,01 segundos en comprender que una vivencia es lo
suficientemente placentera como para disparar una sonrisa. Un estudio de la investigadora Paula Niedenthal de la Universidad Blaise Pascal (Francia) determinó que además, dependiendo de qué cause la sonrisa, esta se genera en una parte diferente de nuestro cerebro. Una
sonrisa de felicidad activa el sistema de recompensa del cerebro (el
sistema límbico) de quien la emite y también de quien la recibe. Sin
embargo, las sonrisas voluntarias, las que hacemos para quedar bien,
ponen en funcionamiento la corteza orbitofrontal. Pero ¿somos los únicos
que poseemos un órgano tan peculiar como este?
Únicos en su especie
Aunque
los primates también están dotados de labios, y otros animales –como
algunas especies curiosas de peces– tienen algo parecido con funciones
propias de su “actividad”, sin ninguna duda los nuestros son los
únicos capaces de seducir, explorar el mundo que nos rodea y hasta
“provocar” fuegos artificiales en quien tenemos enfrente.
Fuente: quo.es