miércoles, 5 de diciembre de 2012

Yolanda, Pablo Milanés

Esto no puede ser no mas que una cancion
quisiera fuera una declaracion de amor
romantica sin reparar en formas tales
que ponga freno a lo que siento ahora a raudales
te amo
te amo
eternamente te amo
si me faltaras no voy a morirme
si he de morir quiero que sea contigo
mi soledad se siente acompañada
por eso a veces se que necesito
tu mano
tu mano
eternamente tu mano
cuando te vi sabia que era cierto
este temor de hallarme descubierto
tu me desnudas con siete razones
me abres el pecho siempre que me colmas
de amores
de amores
eternamente de amores
si alguna vez me siento derrotado
renuncio a ver el sol cada mañana
rezando el credo que me has enseñado
miro tu cara y digo en la ventana
yolanda
yolanda
eternamente yolanda
yolanda
eternamente yolanda
eternamente yolanda

Una historia de amor, corto de la factoría Disney



En la vitrina
Que adorna la esquina
Una linda noche
Nacio un amor
Él se declaró
Ella un beso aceptó
Y juró amarlo con fervor

Él le cantaba y decía:
te daré mucha felicidad,
Y de todo lo que me pidas
Tu tendrás doble cantidad

Mas vino el destino
Con cruel desatino
a interrumpir su felicidad
los dos que se amaban
jamás sospechaban
que los fuesen a separar

amame siempre
que aunque ahora me asusente
mi fe nunca te olvidará,
pues soy tu prometida
y tuya es mi vida
ten fe y nuestro amor
triunfará

dias vinieron y meses se fueron
y él ya perdido su amor creyó
pero sucedió
que su suerte cambió
y a buscarla feliz partió

lleno de gozo cantaba:
a mi amor buscaré y lo hallaré
usted se parece a mi amada
ay!, perdón usted me equivoqué

buscó por los pueblos
buscó por ciudades
hasta llegar a la capital
mas la fe no perdió
y un buen día escuchó
la canción de aquel día fatal: 

ámame siempre
Que aunque ahora me ausente
Me fe nunca te olvidará
Soy tu prometida
Y tuya es mi vida
Ten fe y nuestro amor
triunfará


Camina y camina
Volvió a la vitrina
a buscarla dónde la conoció
fue inútil venir
aumentó su sufrir
y de pena morir creyó

al ir errante gemía:
ven a mí,
sin tu amor moriré
me arrastra mi suerte impía
y estoy ya perdiendo la fe

cuando él más sufría
y el fin ya sentía
su mala suerte lo abandnó
la mujer que él amaba
junto a él se encontraba
el destino al fin
los reunió.

Y juntos juraron
Jamás separarse
Y amarse hasta la eternidad

Y colorín colorado
el cuento ha terminado
con dicha y con felicidad
ha triunfado el amor de verdad


No te olvidaré, Pablo Alborán

Enciende las luces
En este puerto donde esperas mi barca
Para que regreses, me llenes de sueño y devuelvas mi calma
Porque si te pierdo yo no me encuentro
Porque eres parte de todo lo que soy

Yo no te olvidare siempre te querré

Nada nos podrá separar jamás
Dentro de mí cuando me acuerde de ti
Tu luz me guiaras y me iluminaras

Desde la distancia

Cada día que pasa se hace más fuerte mi amor
Porque que tanta alegría mi vida no se puede perder y a pesar de lo lejos que estés,
Sigue viva tu magia en mi ser
Y si te pierdo yo no te encuentro
Porque eres parte de todo lo que soy

Yo no te olvidare siempre te querré

Nada nos podrá separar jamás
Dentro de mí cuando me acuerde de ti
Tu luz me guiaras y me iluminaras

Lo eres todo para mí

Mi voz siempre será tuya
Hoy el viaje acaba aquí
Que mi alma lleva tiempo desnuda

Yo no te olvidare siempre te querré

Nada nos podrá separar jamás
Dentro de mí cuando me acuerde de ti
Tu luz me guiara y me iluminaras

Yo no te olvidare

Los relojes, Ana María Matute

Me avergüenza confesar que hasta hace muy poco no he comprendido el reloj. 
No me refiero a su engranaje interior -ni la radio, ni el teléfono, ni los discos de gramófono los comprendo aún: para mí son magia pura por más que me los expliquen innumerables veces-, sino a la cifra resultante de la posición de sus agujas. Éstas han sido para mí uno de los mayores y más fascinantes misterios, y aún me atrevo a decir que lo son en muchas ocasiones. Si me preguntan de improviso qué hora es y debo mirar un reloj rápidamente, creo que en muy contadas ocasiones responderé con acierto. Sin embargo, si algo deseo de verdad, es tener un reloj. Nunca en mi vida lo he tenido. De niña, nunca lo pedí, porque siempre lo consideré algo fuera de mi alcance, más allá de mi comprensión y de mi ciencia. Me gustaban, eso sí. Recuerdo un reloj alto, de carillón, que daba las horas lentamente, precedidas de una tonada popular:

Ya se van los pastores a la Extremadura.
Ya se queda la sierra triste y oscura...

También me gustaba un reloj de sol, pintado en la fachada de una iglesia, en el campo. Este reloj me parecía algo tan cabalístico y extraño que, a veces, tumbada bajo los chopos, junto al río, pasaba horas mirando cómo la sombra de la barrita de hierro indicaba el paso del tiempo.
Esto me angustiaba y me hundía, a la vez, en una infinita pereza. Cómo me inquieta y me atrae el tictac sonando en la oscuridad y el silencio, si me despierto a medianoche. Es algo misterioso y enervante. Durante la enfermedad, si es larga y debemos permanecer acostados, la compañía del reloj es una de las cosas imprescindibles y a un tiempo aborrecidas. Me gustan los relojes, me fascinan, pero creo que los odio. 
A veces, la sombra de los muebles contra la pared se convierte en un reloj enorme, que nos indica el paso inevitable. Y acaso, nosotros mismos, ¿no somos un gran reloj implacable, venciendo nuestro tiempo cantado?
Deseo tener un reloj. Muchas veces he pensado que me es necesario. No sé si llegaré a comprármelo algún día. 


¿Lo necesito de verdad? ¿Lo entenderé acaso?

La dama de Shalott, Alfred Tennyson y John William Waterhouse


“La dama de Shallot” es el cuadro más célebre del pintor romántico inglés John William Waterhouse



 
Este cuadro titulado en inglés The Lady of Shalott se inspiró en un poema homónimo de Alfred Tennyson publicado en 1842, que estaba as u vez inspirado en una leyenda artúrica. 
 La escena que pinta Waterhouse representa el momento en que la dama dentro de la barca se deja arrastrar por la corriente y entre colinas de sauces y campos, la dama fue cantando su última canción hasta que su sangre se fue helando lentamente sin dejar de mirar las torres de Camelot.
 Se ve a Eliana en una barca, fluyendo en dirección a Camelot. Aparece como una muchacha indefensa, algo asustada, con una simple túnica blanca …
Su aspecto es el de una mujer agotada y entregada a su destino, a su muerte.
Su mirada está ausente, y sus brazos abandonados en señal de rendición.

 Hay un detalle precioso: las telas en la barca que ella misma había tejido se aprecian con un gran detallismo.
Éstas telas narran las aventuras de los Caballeros de la Mesa Redonda y el amor que Eliana siente por Lancelot.
Y las velas, que se van apagando a medida que la dama avanza hacia su destino, tienen un gran simbolismo


El paisaje inglés de fondo se reduce a trazos de color apagado y los juncos que aparecen en primer plano son simples pinceladas.
Hay una riqueza de color y los detalles enfatizan la figura central.
 La atmósfera del cuadro está envuelta en esa luz cenital que se va derramando por toda la escena y se aviva en el fondo del paisaje.


El poema cuenta la historia de Elaine, la dama de Shalott, que estuvo presa durante años en una torre situada en la isla de un río donde su única actividad era tejer. Sabía que no debía mirar nunca a través de la ventana  porque, si lo hacía, caería sobre ella una terrible maldición. Así que se dedicaba a observar el mundo exterior a través de un espejo. Cuando un caballero, sir Lancelot, pasó junto a la torre montado en su caballo y cantando, la doncella se enamoró de él instantáneamente. La joven abandonó su telar y corrió hacia la ventana, pero entonces el espejo se rompió en mil pedazos y sus tapices volaron por la ventana. Elena, asustada pero también enamorada, huyó del castillo y cogió una barca, rumbo a Camelot, en busca de su amado. La maldición se cumplió y murió antes de alcanzar la orilla, con un lirio en una mano y sus cartas de amor a Lancelot cerca de su regazo. 

Esta pintura recrea los útimos instantes de su vida antes de abrazar su trágico destino. 

El pintor plasmó dos escenas más del mismo poema en años posteriores, pero de ellas no emana la poesía que vemos en la obra primera.

“La Dama de Shallot”, pintado en 1888, se halla expuesto en la Tate Britain de Londres.



I parte

A ambos lados del río se despliegan

anchos campos de cebada y centeno,
que decoran la tierra y se reúnen con el cielo;
y a través del campo se extiende el camino
que va hacia las torres de Camelot;
y la gente va y viene,
contemplando el lugar donde se balancean los lirios
alrededor de la isla de allí abajo,
la isla de Shallot.

Los sauces palidecen, tiemblan los álamos,

las leves brisas se ensombrecen y tiemblan
en las olas que discurren sin cesar
por el río que rodea la isla
fluyendo hacia Camelot.
Cuatro muros grises y cuatro torres grises,
dominan un lugar rebosante de flores,
y la silenciosa isla aprisiona
a la Dama de Shallot.

Por la orilla, cubiertas por los sauces,

se deslizan las pesadas barcazas
tiradas por lentos caballos; e ignorada
navega la chalupa con revoltosa vela de seda
rasurando las aguas hacia Camelot:
pero, ¿Quién la ha visto agitando su mano?
¿O asomada en el marco de la ventana?
¿Acaso es conocida en todo el reino
la Dama de Shallot?

Sólo los segadores, segando temprano

entre la espesura de cebada,
escuchan un canto que resuena vivamente
desde el río transparente que serpea,
hacia las torres de Camelot:
Y a la luz de la luna, el cansado segador,
apilando los fajos en aireadas mesetas,
al escucharla, murmura: "Es el hada
Dama de Shallot".


II parte


Allí, noche y día, teje

un mágico lienzo de alegres colores.
Ha oído un susurro advirtiéndole
que una maldición caerá sobre ella
si mira hacia Camelot.

Desconoce el tipo de que maldición es,

y debido a ello teje sin parar,
sin preocuparse de nada más,
la Dama de Shallot.

Y moviéndose a través de un cristalino espejo

colgado todo el año ante ella,
aparecen las tinieblas del mundo.
Ve la cercana calzada
discurriendo hacia Camelot:
ve los arremolinados torbellinos del río,
los rudos patanes pueblerinos,
y las capas rojas de las muchachas,
provinientes de Shallot.

A veces, un grupo de alegres damiselas,

un abad deambulando,
a veces, un pastorcillo con bucles en el pelo,
o un paje con melena y vestido carmesí,
van hacia las torres de Camelot;

Y a veces, a través del azul espejo

los caballeros vienen cabalgando en pares:
No tiene un caballero leal y franco,
la Dama de Shallot.

Pero aún gozando en tejer

en su lienzo las visiones del mágico espejo,
-cuando a menudo en las noches silenciosas
un funeral, con velas, penachos
y música, se dirigía hacia Camelot;
o cuando la luna estaba en lo alto,
y llegaban dos amantes recién casados-
"Cansada estoy de las sombras",
dijo la Dama de Shallot.


III parte


A tiro de arco de su alero,

cabalgaba entre los fajos de cebada,
el sol resplandecía por entre las hojas,
y llameó en las grebas de bronce
del intrépido Lanzarote.
Un cruzado de rodillas para siempre
ante una dama en su escudo,
que resplandecía entre los dorados campos,
cercanos a la remota Shallot.

Las engarzadas bridas brillaban libres,

como las ramificaciones estelares que vemos
suspendidas en la áurea Galaxia.

Alegres resonaban los cascabeles

mientras él cabalgaba hacia Camelot:
y de su ostentoso tahalí colgaba
un poderoso clarín de plata,
y al galope su armadura repicaba,
cerca de la remota Shallot.

Bajo el azul del despejado día

brillaba la lujosa montura de cuero,
el yelmo junto con su pluma
ardían juntos en una única llama,
mientras él cabalgaba hacia Camelot.
Como suele suceder en la purpúrea noche,
bajo radiantes constelaciones,
algunos meteoros, trayendo una estela de luz
gravitan sobre la apacible Shallot.

Su frente clara y amplia resplandecía al sol;

con cascos bruñidos pisaba su caballo;
bajo el yelmo flotaban sus rizos
negros como el carbón mientras cabalgaba,
mientras cabalgaba hacia Camelot.

Desde la orilla y el río

Brilló en el cristalino espejo,
"Tirra lirra", por el río
cantaba Sir Lancelot.

Ella dejó el lienzo, dejó el telar,

dio tres pasos por la habitación,
vio florecer el lirio en el agua,
vio la pluma y el yelmo,
y miró hacia Camelot.

La tela salió volando y ondeó en el vacío;

El espejo se quebró de lado a lado;
"la maldición cae sobre mí", gritó
la Dama de Shallot.


IV parte


Tensos, bajo el tormentoso viento del este,

los dorados bosques empalidecían,
la corriente gemía en la ribera,
el cielo encapotado llovía fuertemente
sobre las torres de Camelot;

Ella descendió y halló una barca

flotando junto al tronco de un sauce,
y alrededor de la proa escribió
"La Dama de Shallot".

Y en la oscura extensión río abajo

-como un audaz vidente en trance,
contemplando su infortunio-
con turbado semblante
miró hacia Camelot.

Y al final del día

la amarra soltó, dejándose llevar;
la corriente lejos arrastró
a la Dama de Shallot.

Yaciendo, vestida con níveas telas

ondeando sueltas a los lados
-cayendo sobre ella las ligeras hojas-
a través de los susurros nocturnos
navegó río abajo hacia Camelot:

Y yendo su proa a la deriva

entre campos y colinas de sauces,
oyeron cantar su última canción,
a la Dama de Shallot.

Escucharon una tuna, lastimera, implorante,

tanto en voz alta voz como en voz baja,
hasta que su sangre se fue helando lentamente,
y sus ojos se oscurecieron por completo,
vueltos hacia las torres de Camelot;

Y es que antes de que fuera llevada por la corriente

hacia la primera casa junto a la orilla,
murió cantando su canción,
la Dama de Shallot.

Bajo torres y balcones,

por muros de jardín y tribunas,
con brillante esbeltez pasó flotando,
entre las casas, pálida como la muerte
y silenciosa por Camelot.

A los muelles acudieron,

caballeros y burgueses, damas y lores,
y en torno a la proa su nombre leyeron,
La Dama de Shallot.

¿Quién es? ¿Y qué hace aquí?

Y junto al iluminado palacio,
cesaron los sones de vitoreo real;
y temerosos se persignaron
todos los caballeros de Camelot:

Pero Lancelot se quedó pensativo;

dijo, "Tiene un rostro hermoso;
Dios, en su bondad, la llenó de gracia,
a la Dama de Shallot".




La decadencia de los mayas...


 ...fue a consecuencia de la sequía


Fuente: Aurora Ferrer //  24/02/2012 



Aunque muchos se han tragado la trola de que los mayas pronosticaron cuando se acabaría el mundo, lo cierto es que no supieron ni tan siquiera predecir su propia decadencia. Según un nuevo estudio publicado hoy en la revista Science realizado por científicos e investigadores británicos y mexicanos, la civilización maya "desapareció por varios períodos de sequía moderada".


Una 'leve sequía' la causante del colapso
Hasta ahora, los científicos pensaban que el declive de la civilización que habitaba Mesoamérica había sido provocado por sequías graves. Según aseguran los investigadores, una reducción temporal del 40% de lluvias era más que suficiente para provocar la evaporación de los embalses que usaban, debido a que la disminución de tormentas en verano, en una región sin ríos, dejaba a los mayas sin fuentes alternativas de agua. Según el Profesor Rohling de la Universidad de Southampton (Reino Unido), uno de los directores del estudio, "los resultados muestran una reducción de las precipitaciones más modestas entre los tiempos en los que la civilización maya clásica floreció y colapsó, entre los años 800 y 950". Esta reducción de precipitaciones es de un 25 a un 40% que, aunque moderadas, provocaron que la evaporación fuera mayor que las precipitaciones, produciendo con esto una reducción rápida y considerable del agua disponible para la región.
Para llegar a estas conclusiones sobre el colapso de la civilización maya, la investigación ha combinado registros de cambios climáticos en el pasado a partir de estalagmitas y lagos de poca profundidad, con un modelo de reducción de lluvias de verano y tormentas tropicales sobre la región.
Son muchas las teorías que existen sobre la decadencia de los hombres que creían en un cosmos de 13 cielos. En 2009 la NASA afirmaba que la tala de bosques hundió el imperio maya. Otras interpretaciones más clásicas, culpan al cambio climático como 'exterminador' de los campos y causante de hambrunas y migraciones. Otros científicos están de acuerdo en que fueron la falta de lluvias las que castigó a este pueblo, teoría que confirma la nueva investigación publicada en Science.

¿Cómo puede causar una leve sequía tan siniestros resultados?
Según Rohling: "El verano es la temporada ideal para el cultivo y el reabastecimiento de los sistemas de almacenamiento de agua de los mayas, y, desafortunadamente, no existen ríos en las tierras bajas de Yucatán." Rohling deduce que eso pudo causar "trastornos sociales para la supervivencia y provocar el posterior abandono de las ciudades". Curioso que su final fuera contrario en el que ellos creían, ya que creían que, antes del suyo, habían existido otros mundos que fueron destruidos por 'el diluvio'.

"La situación puede repetirse"
Ahora la preocupación de los científicos es que la Historia puede volver a repetirse:"Lo que parece una pequeña reducción sin importancia en la disponibilidad de agua puede dar lugar a importantes problemas de larga duración". Según los investigadores: "este problema no es solo de la Península de Yucatán, sino que se extiende a todas las regiones ubicadas en entornos en los que la evaporación de agua es alta. Hoy en día, tenemos el beneficio de la concienciación, y deberíamos actuar en consecuencia".

Y ya que estamos ¿Qué es eso de que predijeron que el mundo se acababa este año?
Lo más curioso de este más que evidente falso rumor, es que los mayas jamás dijeron y ni tan siquiera insinuaron nada parecido. Todo viene del mismo sitio: de aquellos suburbios del pensamiento de nuestra sociedad actual donde aún se niega la Teoría de la Evolución, que el hombre fuera a la Luna, nacen las teorías disparatadas sobre la tierra hueca o referidas a magufadas habituales que vienen muy bien a algunos para sacar dinero, pero que están totalmente alejadas de la Ciencia y la racionalidad. Yendo al grano: en realidad este rumor viene de que el calendario maya es uno de los que tiene un ciclo más largo: un total de 1.872.000 días que vienen a ser, en años, 5.125. Este empezó tal que un 3.114 a.C. y para fortuna de los adictos a las magufadas y twitteros a los que gusta el tremendista chascarrillo para acabar sus chistes en los tuits, acaba el 21 de diciembre de este año. Eso ha ocasionado que más de un charlatán y algún que otro adicto a las 'artes ocultas' sin base científica comience a hablar de 'fin de una era' sin saber muy bien que está diciendo. Para los más conspiranoicos, el mundo se acaba antes de que nos comamos las uvas este año. Para los pobres mayas, tan solo empezarían un Año Nuevo.