miércoles, 7 de noviembre de 2012

Música para hoy...

de nuevo con Pablo Alborán...
Como dije ayer, este joven cantante ha publicado su nuevo álbum y...
no he querido resistirme a la tentación de escuchar una de sus nuevas canciones.
Os la dejo esperando que os guste tanto como a mi... 


Déjame que vuelva a acariciar tu pelo,
déjame que encienda tu pecho en mi pecho,
volveré a pintar de colores el cielo, para que olvides de una vez el mundo entero...
Déjame tan solo que hoy roce tu boca,
déjame que voy a detener las horas
volveré a pintar de azul el universo
para que todo esto solo sea un sueño

Quiero que te quedes, Adriana Lucía



Mira que te miro y que me muero
Y aunque te hayas ido lejos sueño y te puedo alcanzar
Dime si el amor no es algo serio
Que he llorado y que te espero y todo se podra arreglar

Volverte a ver, pudiera ser
Que todo fuera como la primera vez
Tenerte asi, cerca de mi
Y volver a empezar y volver a sentir

Porque tu has sido lo mejor de mi camino
Tu amor sencillo que me llena de felicidad

Has sido lo mas grande de mi vida
Mi patria viva, la esperanza de mi soledad

Quiero que te quedes tan solo un momento
Mirame a los ojos no tienes que hablar
Deja que mis besos curen otros tiempos
Quiero que te quedes un poquito mas

Mira que te estoy queriendo tanto
Que fui presa de tu encanto y ya no me pude escapar

Dime que me llevas muy adentro
Que tan solo hay sentimiento de saber que ya no estas

Volverte a ver, pudiera ser
Que todo fuera como la primera vez
Tenerte asi, cerca de mi
Y volver a empezar y volver a sentir...

Almohadas, Mario Benedetti


Nunca me ha sido fácil
encontrar la almohada
adecuada a mis sueños
a su medida exacta

en la cabeza noche
se cruzan las fatigas
se ahondan las arrugas
de la pobre vigilia

en la cabeza noche
huyen despavoridos
los árboles los muros
los cuerpos de aluminio

yo no elijo mis sueños
es la almohada / es ella
la que los incorpora
en desorden de feria

mucho menos elijo
las pesadillas locas
esos libros del viento
sin letras y sin hojas

pero al cabo de tantas
almohadas sin cuento
sin historia y sin alas
como siempre prefiero

la de tu vientre tibio
cerca cerca cerquita
del refugio imantado
de tus pechos de vida.


Sabes cómo nos afecta la gravedad?

¿Sabes que lo que nos muestra la báscula depende no sólo de nuestra masa, sino también de la potencia del campo gravitatorio en el que nos encontremos? 
Esto significa que, con el mismo cuerpo, podemos pesar más o menos en función de si nos encontramos en la Tierra, en la Luna o en un asteroide. En los cuerpos más importantes del Sistema Solar una persona de 70 kg pesaría: 

26,4 kg    en Mercurio
63,4 kg    en Venus
11,6 kg    en la Luna  
26,3 kg    en Marte
165,4 kg  en Júpiter
64,1 kg    en Saturno
62,2 kg    en Urano
78,7 kg    en Neptuno
4,6 kg      en Plutón
1.895 kg  en el Sol
9.800.000.000.000 kg  en una estrella de neutrones



Sobremesa de verano. Un sol implacable lo impregna todo. La única actividad posible parece ser extender una toalla sobre la hierba y tumbarse bajo la sombra de los álamos, a la orilla del río. La espalda se va pegando lentamente al suelo, igual que el agua se adhiere al cauce del río, y el tronco del álamo desciende hasta hundirse en la tierra. El libro, abierto para ser leído, descansa sobre la toalla, y una diminuta hormiga abandona la tierra bajo sus patas para avanzar por una de sus páginas.
La pesadez reinante podría atribuirse al sopor de la siesta, que indudablemente la potencia, pero su razón más poderosa es una realidad que estamos acostumbrados a obviar: la Tierra tira de nosotros. Constante, intensa e irremisiblemente. Basta con echar una ojeada a nuestro alrededor, independientemente del lugar donde nos encontremos, para encontrar ejemplos de su presencia y de los esfuerzos, generalmente inconscientes, que realizamos para contrarrestarla: pinzas para la ropa, clavos para fijar cuadros, estanterías para depositar libros, vasos para atrapar líquidos e incluso narices y orejas convertidas en soportes para gafas.

La ciencia, el martillo y la pluma
Estamos definitivamente atrapados en su campo de acción, vivimos entregados por completo a sus efectos y, sin embargo, aún no hemos conseguido descifrar completamente qué es la gravedad. En el siglo XVI, Galileo Galilei descubrió que los objetos se mueven de forma horizontal gracias a la inercia, de tal modo que, si no hay otras fuerzas que los afecten, como el rozamiento, podrían continuar avanzando infinitamente. Bajo esta óptica, quiso averiguar qué ocurría con los objetos en caída libre e intuyó que tenían implicada una aceleración constante.

Para analizar si la intensidad de la  aceleración dependía de la masa del objeto, hizo rodar bolas de cañón de aleaciones distintas por un plano inclinado y comprobó que la aceleración era la misma en todos los casos. El problema de Galileo para obtener un resultado completamente fiable era el rozamiento que ofrecía la rampa que utilizaba como plano inclinado. En 1581 intentó solventarlo lanzando dos bolas de distinta densidad desde lo alto de la torre de su ciudad natal, Pisa, pero en este caso, el rozamiento vendría proporcionado por la atmósfera terrestre.
Lamentablemente, Galileo no pudo ser uno de los miles de espectadores que contemplaron la demostración de su teoría, televisada en julio de 1971 desde un ámbito óptimo: la superficie sin atmósfera de la Luna. El astronauta David R. Scott se situó ante la cámara del módulo lunar con una pluma de halcón en una mano y un martillo de geólogo en la otra. Soltó ambos objetos al mismo tiempo y demostró al mundo que ambos llegaban al suelo lunar a la vez.

Leyes de peso
El primer científico que, en el siglo XVII, dio solidez matemática al concepto de la gravedad fue Isaac Newton. De su famosa Ley de la Gravitación Universal y de sus leyes del movimiento se desprende que dos objetos se atraen entre sí con la misma fuerza, pero en direcciones opuestas y con una aceleración inversamente proporcional al cuadrado de la distancia que los separa, lo cual quiere decir que, aunque parezca increíble, nosotros atraemos a la Tierra exactamente igual que ella nos atrae a nosotros. El secreto de que siempre seamos nosotros los que caigamos, y no al revés, está en la masa: cuanta más cantidad de materia tenga un objeto, mayor fuerza gravitatoria ejerce sobre otro. La teoría de Newton permitió explicar gran cantidad de fenómenos naturales que hasta entonces habían sido un misterio, como los movimientos de los planetas, las mareas, producidas por la acción gravitatoria de la Luna, o las leyes que rigen la caída de los cuerpos, y siguió vigente hasta que un nuevo genio de la ciencia vino a ocuparse de este fenómeno omnipresente.


Einstein y el espacio-tiempo
A principios del siglo XX, Albert Einstein interpretó la gravedad dentro de los parámetros de su teoría de la relatividad y la definió como una distorsión del espacio-tiempo provocada por los objetos existentes en él. El científico alemán consideraba la existencia de una especie de tejido espacio-temporal que los cuerpos masivos podrían deformar, como lo haría una bola maciza rodando sobre una sábana extendida. La curvatura que se produce en el espacio-tiempo es la que determina la trayectoria de los cuerpos en esa región. O, para utilizar la interpretación de los científicos C. Misner, K. Thorne y J. Wheeler, la materia le dice al espacio cómo curvarse y el espacio le dice a la materia cómo moverse. Einstein predijo fenómenos como que un campo gravitatorio muy potente puede llegar a desviar un rayo de luz, hecho que acaba de comprobarse una vez más durante el eclipse de sol que ha podido verse el mes pasado desde África.

En época más reciente, la física de partículas ha lanzado la hipótesis de la existencia de los gravitones, unas partículas que rodearían a los cuerpos y determinarían su gravedad, pero que, de momento, quedan confinadas al campo teórico, porque nadie ha conseguido verificar su existencia.

El día a día
En cualquier caso, si la gravedad no determinase nuestra existencia en su doble papel de carcelero-fuente de vida, el mundo sería un terreno yermo, similar a un asteroide rocoso, e incapaz de mantener sobre sí una atmósfera habitable, porque ésta huiría hacia el espacio. En lugar de eso, tenemos un planeta en el que el agua puede mantenerse en estado líquido, caer en forma de lluvia y alcanzar los más recónditos lugares donde la vida la necesita para avanzar.

Todos los seres vivos se han configurado obedeciendo a sus leyes: las plantas lanzan sus raíces hacia el subsuelo para buscar nutrientes y los animales y seres humanos han configurado sus sistemas sanguíneos, digestivos, musculares y óseos en función de las limitaciones o ventajas aportadas por esta fuerza. Los planetas se agrupan unos en torno a otros en sistemas de órbitas elípticas debido al entramado de fuerzas que conforman sus campos gravitatorios.
La materia que hay en el universo se atrae, se acumula y desencadena procesos como la formación de las estrellas, la aparición de planetas o el colapso de agujeros negros. 
De esta forma, la fuerza de la gravedad nos aferra sin remedio al mundo, pero, afortunadamente, en él han surgido seres como los pájaros, que nos  han enseñado a diseñar alas delta, parapentes o paracaídas para disfrutar del inmenso placer de burlarla.


Fuente:  www.quo.es

Los lamentos del urutaú

                                      - Leyenda de Argentina -

Después de castigar a los tupíes, un poderoso cacique guaraní se había establecido tranquilamente con sus parciales no lejos del Iguazú. Pero, como no hay en este mundo felicidad completa, la que le había producido su victoria, se veía turbada por las inclinaciones amorosas de su hija.
Ñeambiú, que así se llamaba ésta, se había enamorado de un prisionero de su padre: un gallardo mocetón tupí, de nombre Cuimbaé, que correspondía apasionadamente al amor de la joven.
Y estas relaciones, que a los dos enamorados les parecían la cosa más natural y agradable del mundo, al cacique y a su mujer les producían la mayor contrariedad. El cacique y su esposa no querían ni siquiera pensar en que Ñeambiú pudiese separarse de ellos, y mucho menos para casarse con un hombre que pertenecía a la raza de los tupíes, sus enemigos de ayer. Hasta tal punto llevaban su oposición, que varias veces dijeron a su hija que antes querían verla muerta que casada con Cuimbaé.
La bella Ñeambiú vivía, por todas estas cosas, cada día más sola y afligida. A sus padres no les podía contar sus penas, porque precisamente eran ellos quienes las causaban con su incomprensión. Y a Cuimbaé, su amado prisionero, no lo podía ya ni ver, por la estrecha vigilancia que le habían puesto.
Cansada así de vivir sola en la triste compañía de los hombres, se decidió un día a completar su soledad con la de los montes. Y se escapó de su casa.
Alarmado el cacique al echar de menos a su hija, acudió inmediatamente a ver a Cuimbaé, sospechando que la joven se hubiera fugado de acuerdo con él. Pero se equivocó. El infortunado prisionero recibió con mucha pena la noticia y expresó sinceramente su extrañeza. Luego dijo:
- Yo soñé que una mujer muy fiera, que representaba la desgracia, se había llevado a Ñeambiú a los montes del Iguazú, donde mora entre los animales, que ni la atacan ni huyen de su presencia.
- ¡Al Iguazú! ¡Al Iguazú! - ordenó entonces el desconsolado cacique - ¡Al Iguazú, a buscar a mi hija, que se la ha llevado caaporá!
Y los vasallos salieron hacia el Iguazú, a librar a Ñeambiú de las garras de caaporá, un ser fantástico que, con monstruosa figura humana, unas veces de hombre y otras de mujer, habita en los montes y hace desgraciados para toda su vida a los que tienen la desdicha de mirarlo.
La chillería de los ipecúes, unos pájaros que alborotan mucho cuando ven gente, movió la curiosidad de la fugitiva que, para ver qué sucedía, salió del monte donde se había metido. Y como los hombres que venían en su busca ya estaban cerca de aquel lugar, no tardaron en descubrirla.
Con las razones más persuasivas y el tono más cariñoso, trataron todos de convencerla de que debía regresar al seno de su familia. Pero por más que se esforzaron, no consiguieron hacerla salir del estado de indiferencia en que había caído.
El dolor había quemado sus sentimientos, y la pérdida de la esperanza había dejado sin sentido su vida. Sorda a los requerimientos de los enviados de su padre, les volvió la espalda e internóse de nuevo en el monte.
Ante el fracaso de los emisarios, las amigas de Ñeambiú determinaron, a una sola voz, ir en busca de la fugitiva. Quizás ellas, con solicitud más cariñosa, lograran lo que no habían conseguido los que sólo habían ido a cumplir un mandato.
Pero como éstos, las amigas de la infeliz y trastornada joven volvieron desconsoladas. Sus súplicas resultaron también completamente ineficaces.
Ñeambiú había permanecido ante ellas como una estatua: ni respondía palabra, ni daba muestras del menor sentimiento.
La desdicha de Ñeambiú parecía irremediable.
Consultóse entonces, como se hacía siempre en casos tales, al adivino de la parcialidad. Era Aguará-Payé, un indio tan sagaz como su nombre, Aguará, que quiere decir zorro. Aguará-Payé cogió dos enormes mates o calabacines llenos el uno de infusión de yerba del Paraguay y el otro de chicha y se los tomó. Al punto hizo unos visajes horribles y cayó como muerto.
Vuelto en sí al cabo de un largo rato, dijo:
- Ñeambiú ha perdido para siempre la sensibilidad y el habla. Abandonad la empresa.
- ¡No! - contestaron los padres de Ñeambiú -. No; antes morir que abandonarla.
Y se marcharon todos hacia el Iguazú.
Comprendiendo que Ñeambiú necesitaba una profunda sacudida que reavivase su sensibilidad, simularon la muerte de varios amigos, pero no obtuvieron el resultado esperado. Después le anunciaron la muerte de sus propios padres y tampoco lograron conmoverla. Entonces, como último recurso, le dijeron a Aguará-Payé, que contemplaba la triste escena:
- Haz que sienta.
Obedeciendo Aguará-Payé, se adelantó pausadamente y le dijo a Ñeambiú:
- Cuimbaé ha muerto...
Una descarga eléctrica no hubiera sacudido con más intensidad a Ñeambiú.
La desgraciada joven lanzó un lamento que estremeció todo el bosque y desapareció.
Fue un lamento tan triste y amargo que traspasando de profundo dolor a los que habían acudido a aquel lugar, los dejó convertidos en sauces.
Al poco rato, volvió Ñeambiú transformada en el ave que llaman urutaú y se posó en la rama más deshojada de aquellos sauces, para llorar eternamente su desventura. Éste es el origen del urutaú, cuyo canto parece un dolorido lamento de mujer.

Juegos: Alicia en el país de las maravillas



  Paradojas y juegos ocultos en el libro
El sombrerero loco atrapado en el tiempo

Dos paradojas con trampa

(Las soluciones al final)

1. El reloj del sombrerero loco
Pregunta: ¿Es mejor un reloj parado o uno que atrasa un minuto al día?


2. La liebre de marzo
Pregunta: La Liebre de Marzo lle pregunta a Alicia: “¿Cuántas tartas puedo comerme con la barriga vacía?”
“Las que quieras”, responde Alicia. Pero se equivoca.



 Suma y sigue

Suma 2 + 1 con el método de adición propuesto por Lewis Carroll:
Tomamos 3 como base del razonamiento... Le sumamos Siete, y Diez, y lo multiplicamos todo por Mil menos Ocho. El resultado lo dividimos por Novecientos Noventa y Dos; le restamos Diecisiete, y la repuesta debe ser exacta.


 Verdadero o falso

¿Crees que las conclusiones propuestas por Carroll a estos silogismos son verdaderas?

1.-Ningún fósil puede estar traspasado de amor.
-Una ostra puede estar traspasada de amor.


Conclusión: Las ostras no son fósiles. 

2.-Todos los leones son fieros.
-Algunos leones no beben café.


Conclusión: Algunas criaturas que beben café no son fieras. 

3.-Toda águila puede volar.
-Algunos cerdos no pueden volar. 


Conclusión: Algunos cerdos no son águilas.


¿Qué frase ilógica es la más lógica?

Encuentra la conclusión que resulta de cada par de frases.
1. Ningún país que haya sido explorado está infestado de dragones.
Los países inexplorados son fascinantes.

2 Algunas ostras son silenciosas.
Las criaturas no silenciosas son divertidas.

3. Algunos sueños son terribles
Ningún borrego es terrible.

4. Ningún bogavante es irrazonable.
–Ninguna criatura razonable espera imposibles.

5. A todos los abstemios les gusta el azúcar.
–Ningún ruiseñor bebe vino.



 Palabras maleta

“Jabberwocky” es el título de un poema incluido en Alicia a través del espejo. Está formado por “palabras maleta”, que contienen dos significados, termino que acuñó Carroll y que da nombre a una técnica de inventar palabras en literatura para enriquecer el lenguaje. Aquí, los dos primeros versos, y su significado en la obra:

Borgotaba. Los viscoleantes toves,
rijando en la solea, tradalaban...

Borgotaba:
 a la hora del atardecer, cuando los pucheros borgotan (mezcla de borbotar y gorgoteo) en la lumbre.
Viscoleantes:
 vivos y coleando.
Toves:
 una especie de tejones.
Rijar:
 es lo mismo que girar al revés.
Tradalar:
 es un anagrama de taladrar.
Solea: terreno bajo un reloj solar. Cuando quieren que el sol trabaje y marque las horas, los que están abajo lo llaman diciendo ¡Sol-ea!


El juego:
Busca las palabras compuestas reales con las que hemos formado estas palabras maleta inventadas:
El Bocamontes pasosalta
cancostas sindoble.

Y cuentalatas fuegososo,

con abrefin, cortagotas

y guardacalle


Soluciones aquí


Fuente: www.quo.es