Ayer te besé en los labios.
Te besé en los labios. Densos, rojos. Fue un beso tan corto, que
duró más que un relámpago,
que un milagro, más. El tiempo después de dártelo no lo quise
para nada ya,
para nada lo había querido antes. Se empezó, se acabó en él.
Hoy estoy besando un beso;
estoy solo con mis labios. Los pongo no en tu boca, no, ya no...
-¿Adónde se me ha escapado?-. Los pongo en el beso que te
di
ayer, en las bocas juntas del beso que se besaron. Y dura este
beso más
que el silencio, que la luz. Porque ya no es una carne ni una
boca lo que beso,
que se escapa, que me huye. No. Te estoy besando más lejos.
La importancia de un cuadro no depende de las esquinas ni tampoco de su centro sino, obviamente, del diverso efecto que logra su totalidad...
La desesperación llevará a Gauguin a intentar suicidarse en diciembre de
1897, no sin antes realizar su testamento pictórico. S trata del
celebre lienzo ¿De dónde venimos? ¿Qué somos? ¿Adónde vamos?, su obra
más ambiciosa. Se trata de un enorme friso con el que el pintor desea
formar parte de los más reputados "decoradores de murallas" como él
mismo decía.
En una carta dirigida a su amigo Monfreid, Gauguin cuenta el proceso de
elaboración del lienzo: " He de confesarte que mi decisión estaba ya
tomada para el mes de diciembre. Pero entonces quería, antes de morir,
pintar un gran cuadro que llevaba en la mente y, durante todo el mes, he
trabajado día y noche con un ardor inaudito (...). El aspecto es
terriblemente zafio (...). Se diría que está sin terminar. Aunque sea
cierto que nadie es buen juez de sí mismo, me parece que este lienzo
supera no sólo a los anteriores sino también a los que pueda hacer en el
futuro. He puesto en él, antes de morir, toda mi energía y tanta pasión
dolorida en circunstancias terribles y una visión tan límpida, sin
correcciones, que desaparece la prematurez y surge la vida (...). Las
dos esquinas superiores son de un amarillo metálico con la inscripción a
la izquierda y mi firma a la derecha, como un fresco con los bordes
estropeados puesto sobre una pared. (...). Creo que está bien".
El sentido de la existencia
El nacimiento, la vida y la muerte. Ciclo vital lleno de todo; lo bueno y lo malo.
Esta pintura es
una fuerte conclusión de sus meditaciones. Pintura llena de símbolos,
ideas, sensaciones y que muestra en mi opinión un poco de la esencia del
ser humano: nuestra búsqueda del sentido de la existencia.
¿De dónde venimos? ¿Quién somos? ¿Adónde vamos?
En este texto, carta a C. Morice, de 1901, tenemos una explicación del cuadro del propio Paul Gauguin.
“En este gran cuadro:
¿Adónde vamos?
Tras la muerte de una anciana.
Un pájaro extraño, estúpido concluye.
¿Quién somos?
Existencia diaria.
El hombre de instinto se pregunta lo que quiere decir todo esto.
¿De dónde venimos?
Manantial. Niño. La vida empieza.
El pájaro concluye el poema comparando el ser inferior frente al ser
inteligente en este gran todo que es el problema enunciado por el
título.
Tras un árbol dos siniestras figuras, envueltas en ropas de color
triste, ponen detrás del árbol de la ciencia su nota de dolor causada
por esta misma ciencia, incluso en comparación con unos seres simples en
la naturaleza virgen que podría ser un paraíso de concepción humana
dejándose llevar por la alegría de vivir.”
Análisis visual del cuadro
El cuadro está lleno de simbologias que podemos razonar y comprender
pero el cuadro es una pregunta abierta, una búsqueda del sentido del
existir.
Sin embargo, para que nuestro razonar sobre el cuadro fuese más
sencillo, en el extremo superior Gauguin incluyo el tema del cuadro como
título:
1. El título: D´ou venons nous? Que sommes nous? Oú allons nous?
En el centro destaca la figura vertical cojiendo un fruto. Para mi,
esto simboliza el momento en que, según la biblia, se cojió el fruto
prohibido del árbol de la sabiduria y por lo tanto es el paso entre
pertenecer a la naturaleza o, al tomar conciencia y saber, empezar la
vida fuera de ella.
Abajo a su izquierda hay una niña comiéndose un fruto igual que el
que está cojiendo la figura central. En mi opinión simboliza la toma de
conocimientos y por lo tanto la educación y civilización del ser humano.
También abajo, a la derecha, hay una figura que se oculta, con rostro
oscuro, y que me parece que simboliza la misma verguenza que mostraron
Adan y Eva al verse desnudos tras comer el fruto. Es decir, la pérdida
de la inocencia.
Por otra parte están las dos estructuras triangulares (marcadas en
linea azul) que son dos ideologías contrarias pero con el mismo fin:
2. El dios.
La estructura de la izquierda está coronada por un ídolo, símbolo de
religión, superstición, creencias primitivas, etc. Ideologías y
conocimientos espirituales que históricamente han servido como
explicación de la pregunta questionada. La mujer que vemos tras el ídolo
medita sobre las respuestas que este “dios ” le ha proporcionado a sus
dudas existenciales.
3. La ciencia
A la derecha, arriba, en la punta de inicio del segundo triángulo
están las dos figuras que salen de debajo del árbol de la ciencia que
dice Gauguin en su carta. Por lo tanto son dos figuras que razonan,
meditan y conocen. En contra del anterior icono, místico y espiritual,
éstas simbolizan el esfuerzo humano de comprender por medio de la razón y
la ciencia.
4. La vida
Las dos bases de los triángulos son la representación de la propia vida.
A la derecha, en primer plano tenemos a las misteriosas y seductoras
figuras que miran hacia nosotros. Nos atraen hacia la vida, el placer y
la alegria. Son la viva expresión del “aprovecha el momento”, el “vive
ahora”. Y por ésto, creo que simbolizan un poco el mensaje final del
cuadro, su sentido.
Más abajo y a la derecha hay un bebé que es todo un misterio.
No es un símbolo de vida, puesto que allí tumbado sobre una roca y con
el rostro oscurecido, nos parece más un enfermo. Detrás de él, una mujer
le da la espalda.
Gauguin había perdido hacía poco a una hija pequeña. Este tráuma parece
que queda reflejado como un aditivo a la gran pregunta sobre la vida que
formula el cuadro. Cómo entender la pérdida de un hijo. Imposible
resolución.
Así pues, Gauguin pone juntos aquí, dos extremos de la vida: Las mujeres
que son el placer (felicidad, alegria de vivir) y el niño muerto es el
gran dolor (penas y sufrimientos de la vida). Ambos extremos forman
parte de la vida.
Por último también dos contrarios. Vejez y juventud están presentes al otro lado, en la parte izquierda.
El retorno a la Naturaleza.
La decisión de Gauguin de abandonar la vida en civilización y la
sociedad y marcharse a las islas del Pacífico a pintar, está unida a su
búsqueda de la felicidad.
La vida en el mundo moderno es una selva inventada por la especie humana que nos facilita la vida pero no su disfrute.
En el mundo natural se puede sentir la existencia de las cosas, el ser y el vivir, pero hay que ganarse día a día el bienestar.
Creo que con estas ideas quiso Gauguin poder sentir la vida y poder transmitirla en imágenes.
El retorno a la naturaleza para él, sin embargo, le supuso la ruina
económica, sufrimientos físicos y enfermedades, soledad y depresión.
Pero a cambio, pudo observar la belleza de vivir en todo su esplendor,
en un pequeño paraíso natural.
La belleza de la vida y el sufrimiento juntos nos hacen tambalear y
la duda sobre el sentido de las cosas es la clave para seguir o no.
Esta pintura es un esfuerzo increíble. Al plantear directamente este
tipo de temas, humanos, existencialistas, necesarios y profundos, Paul
Gauguin realiza un jaque mate contra toda la pintura falta de espíritu,
de vida interior, contra todo aquello donde se expresa un
desaprovechamiento del ser y un fatal desprecio de las cosas valiosas.
La influencia de Gauguin en artistas posteriores va más allá de la técnica pictórica y el estilo.
Aportó el “razonar sobre el cuadro” que luego muchas nuevos artistas han desarrollado en otros movimientos artísticos.
El grupo Siniestro Total puso música a esta letra que plantea casi las mismas inquietudes que tiempo atrás tuvo Gaugin.
Siniestro Total ¿Quiénes somos?, ¿de dónde venimos?, ¿a dónde vamos? letra ¿Cuándo fué el gran estallido?
¿Dónde estamos antes de nacer?
¿Dónde está el eslabón perdido?
¿Qué son los agujeros negros?
¿Se expande el universo?, ¿Es cóncavo o convexo?
¿Quiénes somos?, ¿De dónde venimos?, ¿ A dónde vamos?
¿Estamos solos en la galaxia o acompañados?
¿Y si existe un más allá? ¿Y si hay reencarnación?
¿Quiénes somos?, ¿De dónde venimos?, ¿A dónde vamos?
¿Qué es el ser?
¿Qué es la esencia?
¿Qué es la nada?
¿Qué es la eternidad?
¿Somos alma? ¿Somos materia?
¿Somos sólo fruto del azar?
¿Es eficaz el carbono 14?
¿Es nuestro antepasado el hombre de Orce?
“Mi abuela tenía una teoría muy
interesante; decía que todos nacemos con una caja de fósforos adentro,
pero que no podemos encenderlos solos. Necesitamos la ayuda del oxígeno y
una vela. En este caso el oxígeno, por ejemplo, vendría del aliento de
la persona que amamos; la vela podría ser cualquier tipo de comida,
música, caricia, palabra o sonido que engendre la explosión que
encenderá uno de los fósforos. Por un momento, nos deslumbra una emoción
intensa. Una tibieza placentera crece dentro de nosotros,
desvaneciéndose a medida que pasa el tiempo, hasta que llega una nueva
explosión a revivirla. Cada persona tiene que descubrir qué disparará
esas explosiones para poder vivir, puesto que la combustión que ocurre
cuando uno de los fósforos se enciende es lo que nutre al alma. Ese
fuego, en resumen, es su alimento. Si uno no averigua a tiempo qué cosa
inicia esas explosiones, la caja de fósforos se humedece y ni uno solo
de los fósforos se encenderá nunca”.
John Corcoran se ha pasado media vida luchando contra las palabras.
Contra todas las que no conseguía leer, ni escribir. Contra todas las
que le recordaban a diario que vivía engañando no sólo a los demás sino
también a él mismo.
Pero a pesar de su analfabetismo, se las ingenió para superar la
educación secundaria e incluso graduarse en la universidad. Luego, como
cuenta en su web, "hizo la elección más ilógica de su ilógica vida".
Decidió hacerse profesor. "Quería evitar que otros chicos pasaran por
lo mismo que yo. Además, pensé que en un entorno escolar por fin podría
aprender a leer", confiesa.
Sin embargo, su decisión le hundió un poco más en las arenas
movedizas de sus mentiras. Le asignaron la clase de gramática inglesa.
Pero, una vez más, aprendió a arreglárselas con sus habilidades y
sobrevivió. Luego enseñó Historia del mundo, con la ayuda de asistentes.
Sus carencias no salieron a la luz en ningún momento. Pero Corcoran
se cansó. Además, empezaba a interesarle el mercado inmobiliario, así
que, en 1977, pidió una excedencia para desarrollar un negocio con el
que ganaría 10 veces más dinero que como profesor.
Después de una época de recesión, se dio cuenta de que se le
amontonaban los papeles indescifrables a pesar de la ayuda de su mujer,
familia y amigos. Entonces decidió pedir ayuda en un centro cuyo cartel
no podía interpretar: el El Centro de Alfabetización de Carlsbad. Allí,
con 48 años, aprendió finalmente a leer.
Al cabo de un año, habiendo conseguido el nivel de un niño de
primaria, confesó por primera vez ante un auditorio de más de 200
personas que tenía una licenciatura, había ejercido como profesor y
había puesto en marcha un negocio sin saber leer ni escribir.
A partir de ahí llegaron más charlas, entrevistas en los medios de
comunicación, proyectos de alfabetización con el Gobierno de los Estados
Unidos e incluso un par de libros: uno en el que cuenta su historia y
otro en el que analiza "la subcultura del analfabetismo" en
Norteamérica.
Ahora John Corcoran, es un acérrimo defensor de la
educación. Es el fundador de la John Corcoran Foundation, que desarrolla
programas de alfabetización en Colorado y California, y lucha para que
los que están "en la fila de los tontos" tengan las mismas oportunidades
que los demás. "Sólo soy una persona optimista que cree en los
imposibles y los milagros", asegura.
Sin duda alguna la
tecnología ha sido una herramienta que ha favorecido la vida de cada uno
de nosotros, hace las cosas más rápidas y efectivas,
ayuda a estrechar lazos, etc. Sin embargo es
necesario que le marquemos un límite para que no tenga más importancia
de la que le corresponde, ella es una herramienta, un medio, que muchas
veces sin querer lo convertimos en un fin.
Sin cadenas que aten a las personas con sus BlackBerry, esos aparatos se
han convertido en el nuevo amo de miles de ciudadanos alrededor del
mundo. A medida que la tecnología evoluciona, el ser humano se ha vuelto
más dependiente de estas herramientas a tal punto que sin ellas se le
dificulta cumplir diferentes labores en su vida.
La esclavitud moderna
En la época de la esclavitud en los Estados Unidos, a los esclavos
nuevos se les ataba una bola negra de hierro muy irregular y cacariza
(no era una bola perfecta, para que no pudiera arrastrase fácilmente),
con una cadena y un grillete al pie, para que no escaparan corriendo de
los campos de algodón.
Los Amos, para usar un eufemismo (palabra políticamente más correcta,
suena más bonito), le llamaban “BlackBerry” (cereza negra) porque se
asemejaba a dicha fruta.
Ese era el símbolo de la esclavitud que decía que estaría forzado a
dejar su vida hasta perecer sin poder escapar en esos campos de siembra.
Actualmente a los nuevos empleados en muchas empresas se les da un
“Blackberry” y al igual que en la época de la esclavitud quedan atados a
ese aparato sin poder escapar de sus jefes, esclavos del trabajo y de
la empresa. Así pues el smartphone BlackBerry se convirtió en el símbolo
moderno de la esclavitud.
Solo basta con echar un vistazo a quienes los usan, no solo en la
oficina, sino además en el cine, en el auto o en el baño. No hay forma
de decir que no leíste un correo a las 10 de la noche o que olvidaste
una cita, el aparato te avisa de cada nuevo mensaje por leer y cada cita
por cumplir.
La otra versión de la historia
En 1998 RIM estaba listo para lanzar su nuevo producto tecnológico
pero hacía falta un nombre, así que contrataron a los expertos de
Lexicon Branding Inc, autores de nombres exitosos en la industria como
“PowerBook” de Apple o “Pentium”. Según un artículo de Bloomberg uno de
los expertos pensó que las teclas del smartphone parecían semillas y se
propusieron varios nombres de frutas, al final escogieron “blackberry”.
“Los expertos indican que BlackBerry
sugiere accesibilidad y el término “berry” sugiere pequeña y ese es un
atributo deseable para un teléfono inteligente que actúa como una
minicomputadora.”
Otros expertos en marketing señalan que la doble “B” del nombre
BlackBerry sugiere relajación y se convierte en un nombre “amigable”
para el usuario final tal y como pasó con el nombre “Apple”.