“Ven…,
acércate...
Al hacerlo sonríes confiada...
Me gusta cuando lo haces...
disfruto de tu risa sincera...
Ven…, acércate...
me gusta cuando tu cuerpo roza el mío sensualmente...
me gusta acariciar tus formas...
mis dedos discurren con suave naturalidad sobre tu piel...
Ven...
siente segura. Me hace bien cuando siento tu confianza depositada en mi...
Mis labios acarician tu mejilla...
busco tu boca, que se ofrece golosa ante mi mirada llena de ternura...
Ven...
Al
escuchar esta breve palabra.., siento que respiras profundamente...
Ambiciono acariciar tu pelo con calma...
besar tu cuello...
Vivirte…
Estás aquí...
Me gusta sentir tus manos en mi cuerpo...
tus ojos me regalan de nuevo una sonrisa sin final...
Tus labios duermen y yo deseo despertarlos...
tu lengua busca respuestas…
Respuestas
que le concedo en cada caricia de la mia...
Estás
aquí...
Y
yo sigo llamándote…
Mi cuerpo tiembla de deseo...
mis manos buscan un tesoro escondido bajo tu ropa...
Tu respiración pasea al ritmo de la mía...
Estás aquí...
Y
yo sigo musitando.., ven…
la tela que cubre tu cuerpo cae lentamente, como la nieve en invierno...
tu cuerpo se muestra bello y rotundo...
mientras yo.., me muero de ganas por vivirte con mis labios...
Ven.., siéntate sobre la cama...
tu mirada es suplicante...
tu labio inferior tiembla ligeramente a la espera de un nuevo beso...
Mis manos te dibujan colmándote de caricias,
las
tuyas.., acarician mi nuca mientras agarran con fuerza el pelo...
Ven, túmbate sobre la cama...
tu vientre plano es una autopista sin obstáculos hacia tus caderas...
recorro ese camino con lenta ternura...
Estás
aquí...
y me regalas una mirada apasionada...
un cuerpo vibrante...
un momento sin final...
Siento...
tus manos sobre mi espalda...
tu boca sobre mi piel...
Tus
caricias adornando mi cuerpo.
El tiempo...
el tiempo.., se ha detenido para nosotros...
Deseo
deslizarme en tu boca...
sentirme mimado por tu lengua...
siento el calor de tus labios...
la dulzura de tus caricias...
la apacible delicadeza de tu piel...
Juntos..
Juntos.., nuestros cuerpos se anudan en un baile de ternura y pasión...
tu vientre se adelanta buscando un placer deseado...
Somos uno...
un solo cuerpo, un solo ritmo...
un solo ser con dos corazones entregados...
Te digo... “te quiero mi amor...”
y tu me susurras palabras dulce con una sonrisa...
Nuestros cuerpos permanecen entrelazados en un momento sin final....
mis dedos recorren tu espalda...
tus labios me colman de besos...
Seguimos siendo un solo cuerpo...
un solo corazón…
dos mentes llenas de ternura...”
David se desperezó ante la
pantalla del ordenador. Se frotó los ojos y leyó lo escrito.
Se sitió satisfecho y ello le hizo suspirar con
fuerza.
Siempre se juzgó perdido a la hora de describir historias de amor en
sus relatos, por ello evitaba hacerlo…
Pero esta vez era diferente, esta vez
no le había costado ningún esfuerzo. Solo tuvo que rememorar la suya, la que vivía
al lado de la mujer de sus sueños.., y
después, pasarla a palabras sencillas, fáciles de entender...
Sabía que ella se
reconocería a través de lo escrito y ello le ilusionaba.
Sabía que ella se sentiría la protagonista
de aquel momento…
Una tarde
de septiembre de 1528, bajo una imponente tormenta, llamó a un albergue perdido
en el monte, un noble caballero. Sus vestidos eran lujosos, y el ventero,
después de inspeccionar por la mirilla de la puerta abrió complacido.
El recién llegado pidió lumbre para secar sus ropas y permiso para
meter en la cuadra a su caballo. Como la tormenta no cesaba y la noche se
echaba encima, decidió alojarse allí; mandó que le prepararan una buena cena y
una habitación para dormir.
El ventero, imaginando que el caballero sería algún gran personaje
extraviado en el monte y con sus bolsillos repletos de escudos, determinó
apoderarse del oro, ya que a un rincón tan intrincado del bosque nadie le
habría visto entrar. Le sirvió la cena lo más rápido posible, y sin cambiar
palabra con él para que ,sin ninguna distracción, se retirara inmediatamente a
su aposento.. El dueño de la posada, se despidió para acostarse, se metió en su
cuarto, buscó un afilado cuchillo, y con gran agitación esperó a que su huésped
estuviese acostado.
Escuchó un rato sin percibir el menor ruido, y sabiendo que ya con
certeza el caballero dormía, abrió con cuidado la puerta, se lanzó sobre el
lecho y clavó repetidas veces el arma sobre el infeliz durmiente. El asesino cuando
comprobó a la luz de una bujía que el hombre estaba muerto, registro sus ropas,
hallando en ellas varias bolsas de oro.
El hostelero se sintió feliz, varias veces contó las monedas y
finalmente las puso en lugar seguro, metió a la víctima, rápidamente, en un
saco lleno de piedras y cosido, lo cargó y lo transportó hasta la cercana
laguna de Taravilla, la cual creen sin fondo y comunicada con la Muela de Utiel
por abismos subterráneos.
Vuelto a casa, el criminal borró toda huella del crimen, se acostó
satisfecho y durmió toda la noche. Al día siguiente, como no encontró el
cuchillo, se inquietó con el pensamiento de que lo hubiese dejado clavado en el
muerto y de que el arma llevaba grabada en la hoja su nombre y apellidos. Pero
se tranquilizó pensando ¿quién podría verlo nunca ?, podría vivir tranquilo,
ningún humano había llegado jamás al fondo del lago.
Pasados unos meses, una negra noche, un fuerte temblor de tierra se
dejó sentir en la comarca, abriendo las entrañas de la Muela de Utiel, lo que
hizo que bajaran las aguas del lago de Taravilla, finalmente desaparecieron en
las entrañas de las simas y el lago quedó seco. Acudieron a contemplarlo los
vecinos de los pueblos de alrededor y descubrieron un saco abierto por algo
cortante y un cadáver con un puñal en la mano, ese puñal llevaba el nombre del
hostelero grabado.
La noticia se divulgó rápidamente, y el asesino al verse
descubierto, antes de ser detenido, se ahorcó de una viga.
Semanas más tarde las aguas comenzaron a llenar de nuevo el lago.
Desde entonces se ha repetido varias veces el fenómeno, y los vecinos creen que
las aguas se retiran cuando el lago esconde algún secreto, y vuelven a aparecer
cuando se le ha dado al cadáver cristiana sepultura.
Pues si ¿sabiáis que el té es la
segunda bebida más consumida del mundo después del agua? Cada día se
toman 1.500 millones de tazas de té. Existen más de 3.000 variedades y
se bebe desde hace miles de años.
Como es bien sabido la cuna del
té es China, pero sus orígenes exactos se pierden en las brumas de los
tiempos. La explicación sobre su origen es bastante curiosa. El
emperador chino Shen Nung, que era un hombre sabio y erudito, decia que
toda el agua potable debía estar hervida por motivos de higiene. Un día,
en el año 2737 A.C., el emperador y su corte se reclinaron debajo de un
árbol solitario. Cuando sus hojas soplaron en el agua hirviendo que sus
criados preparaban, el emperador sintió un aroma exquisito y de
inmediato no resistió y probó aquel brebaje y lo encontró exquisito,
sintiéndose además inundado de una sensación de bienestar. Después de
esto ordenó que se llevaran a cabo enseguida extensas plantaciones del
árbol de donde procedían aquellas hojas. Ésta era la planta silvestre
del té.
No se sabe a ciencia cierta si
fueron los holandeses o los portugueses los que trajeron el primer té a
Europa a principios del siglo XVII, ya que en aquella época ambas
naciones mantenían relaciones comerciales con China y muy pronto el té
se incluyó en los cargamentos. Los portugueses desembarcaron los tés de
China en Lisboa y, desde allí a Holanda, Francia y los puertos bálticos.
Respecto a su historia en los distintos paises:
En Gran Bretaña el destino del
té quedó marcado cuando el rey Carlos II se casó con la princesa
portuguesa Catalina de Braganza en 1662. La nueva reina era una
consumidora de té desde mucho antes de llegar su boda y trajo con ella,
como parte de su dote, una caja de té de China. Cada vez más personas
deseaban probarla, pero dado su alto precio sólo podían permitírselo los
ricos que querían estar a la moda. Durante el siglo XVIII el té se
convirtió en la bebida más popular de Gran Bretaña, llegando a
substituir a la cerveza y a la ginebra.
El té llegó a España en el siglo XVIII como una moda más importada de
Francia y Gran Bretaña. La costumbre de los españoles de tomar chocolate
y café chocó con la nueva moda del té, que estaba considerada como un
signo más de esnobismo extranjero, pues el chocolate era entonces para
el español lo que el té para el inglés. En un principio, el té tuvo un
considerable rechazo. Se ha de esperar hasta comienzos del siglo XIX
para que el té comience a conocerse fuera de los salones ilustrados, en
los que el hábito del té de la tarde cuajará especialmente entre la
aristocracia. Tras la guerra civil, el té queda algo relegado. Tuvieron
que pasar muchos años para recuperar la costumbre de tomar una taza de
té a media tarde, es entonces cuando comienzan a abrir de nuevo
establecimientos donde poder disfrutar del té con una buena merienda.
En China la popularidad del té
creció rápidamente. Se entregaba como regalo a los emperadores y empezó a
encontrarse en tabernas, tiendas de vino y posadas. La "edad de oro"
del té corresponde a la época de la dinastía Tang. El té ya no era sólo
un tónico medicinal, sino que se bebía tanto por sus propiedades
reconstituyentes, como por placer. El impacto que el té ha tenido en la
historia y la cultura del pueblo chino es enorme. Entre las facetas más
notables está su influencia en el desarrollo de una de las más
importantes industrias tradicionales chinas: la porcelana. El té llegó a
convertirse en un vehículo para la espiritualidad y la trascendencia.
Sin
embargo, su esplendor acabó drásticamente cuando en 1279, bajo el mando
de Gengis Kahn, los mongoles conquistaron Pekín y más tarde, todo el
país. Los invasores se interesaron poco por la cultura y las costumbres
locales. De hecho, cuando Marco Polo llegó a China, ni siquiera lo
introdujeron al antaño imprescindible ritual del té. En sus escritos
describe los esplendores de las ciudades chinas, pero no hay ninguna
referencia al té. A la muerte de Kublai Khan, sobrino de Gengis, comenzó
a gobernar en China la dinastía Ming, que trató de revivir los antiguos
esplendores. Se volvió a practicar la ceremonia del té, al tiempo que
la fabricación de la porcelana conocía un nuevo auge. Fue precisamente
en esta época cuando se inventó el proceso de fabricación del té verde,
tal como se sigue utilizando en la actualidad. En 1644, China fue de
nuevo conquistada, esta vez por los manchúes, quienes establecieron la
dinastía Quing, y fue durante su dominación cuando se inventaron los
diferentes métodos para controlar la fermentación del té. Desde
entonces, las variedades del té se multiplicaron de un modo incesante y
pasó a convertirse en la bebida popular china por excelencia.
Los ingleses se dieron cuenta de
que su comercio con China les resultaba altamente deficitario. Las
importaciones de seda, porcelana y té excedían a sus exportaciones de
lana, especias y algunos otros productos menores. La diferencia
representaba grandes sumas de dinero. Por ello, en 1773 iniciaron un
plan para aficionar a los chinos al opio hindú. El éxito fue inmediato.
Muy pronto, la adicción al opio desequilibró la balanza en sentido
contrario y los cofres del tesoro chino comenzaron a vaciarse. Para
detener los estragos que el opio causaba entre su gente, en 1800 el
emperador prohibió su comercio, pero los ingleses hicieron caso omiso.
En 1839 las autoridades chinas confiscaron 20,000 cajas de opio en el
puerto de Cantón. Los ingleses atacaron a los chinos, iniciando así la
primera de las cuatro guerras del opio.
Al finalizar cada una de ellas, los chinos fueron obligados a pagar
fuertes indemnizaciones y a firmar un armisticio cada vez más
desfavorable. Pero las desgracias para los chinos no terminaron ahí. En
el horizonte se perfilaba ya lo que acabaría con su monopolio de muchos
siglos sobre el comercio del té: las plantaciones de la India. También
prosperó en la isla de Ceilán, hoy Sri Lanka, que había sido una gran
productora de café, hasta que una plaga destruyó todas las cosechas.
Entonces, sus agricultores decidieron optar por el té. Actualmente, Sri
Lanka es el tercer productor de té en el mundo.
En cuanto a su difusión en el resto del mundo, la infusión llegó oficialmente a Rusia
cuando el embajador chino le regaló al zar Alexis varios cofres de té.
Debido a eso, el té en Rusia fue un artículo de lujo, hasta que la
inauguración del ferrocarril transiberiano en 1800 generó una drástica
reducción en los precios y la totalidad del pueblo ruso se convirtió en
ferviente devota del té, tal y como sigue siéndolo en la actualidad.
Respecto a EE.UU.
la historia fue que el té era muy popular entre los ingleses que
poblaban las nuevas ciudades americanas, sobre todo Boston. Pero en 1773
ocurrió un hecho que cambiaría para siempre la historia del té en los
Estados Unidos. Unos colonos, conocidos como "Los hijos de la libertad",
para protestar por los elevados impuestos del té, se disfrazaron de
indios y echaron al agua un importante cargamento de té que se hallaba a
bordo de unos navíos de la Compañía de las Indias Orientales, fondeados
en el puerto de Boston. Inglaterra se enfureció y tomó represalias,
pues al parecer los impuestos sobre el té eran destinados precisamente
para las guarniciones militares de la colonia. El hecho es que la "Boston Tea Party",
o "Fiesta de Té de Boston", como es conocido el incidente, fue uno de
los sucesos que desencadenaron la guerra de la independencia de los
Estados Unidos. Después de la "Boston Tea Party", todos los patriotas
cambiaron el té por el café, por lo que, al contrario de lo ocurrido en
otros países colonizados por los ingleses, el consumo de té en los
Estados Unidos fue siempre mínimo.
En cuanto a los tipos de té:
Se clasifican en tres tipos,
según cómo se los procese: negro, verde y oolong. Las 3,000 variedades
de té se deben a diferencias tales como clima, región y condiciones de
suelo. Los tés aromatizados son el resultado de mezclar tés ya
procesados, con especias, hierbas, pétalos de flores o aceites de
frutas. Entre los tés aromatizados clásicos están los de jazmín y rosas,
aunque actualmente la variedad es interminable, siendo los más
populares los de cereza, cítricos, canela, menta y frutos del bosque. El
Earl Grey, después de 100 años, sigue siendo el té perfumado más famoso
del mundo. Se trata de una mezcla a la que se añade esencia de
bergamota. El origen, por cierto, de este famosa variedad de té, se debe
a un conde (el conde Grey), que fue primer ministro británico y parece
que un mandarin chino hizo una mezcla especial para él, a la que después
le puso su nombre, en agradecimiento por haber terminado con el
monopolio de la Compañía de las Indias Orientales.
En la actualidad, los tés más populares en China
son los verdes y los aromatizados. En los hogares siempre se ofrece té a
las visitas, y en los restaurantes se sirve, antes de la comida y como
digestivo. En las fábricas y oficinas hay unas teteras grandes con agua
hirviendo y bolsitas de té en cada escritorio. Los trabajadores del
campo se llevan calabazas o tarros con té para tomar durante el día.
Casi todos los salones de té tradicionales se cerraron durante la
Revolución Cultural, en la que beber té se consideraba una "actividad de
ocio improductiva", pero ahora los salones más famosos han sido
renovados y han recuperado la popularidad de antaño.
En Japón
miles de hombres y mujeres asisten a unas escuelas especiales para
aprender a realizar la ceremonia del té. Sin embargo, las cosas están
cambiando y ya son muchos los que beben té negro con leche, al estilo
británico.
En el Tíbet, el té se considera una ofrenda sagrada y se prepara diariamente con gran esmero. Y se sirve con una tarta de cebada o maíz.
El té es la bebida favorita de los indios.
Se sirve al estilo británico, o también se hierve con agua, leche y
especias. En los puestos callejeros se vende té muy fuerte con azúcar y
leche. También es habitual tomarlo en las estaciones o en los trenes de
la India.
En Turquía,
se bebe más té que café, a pesar de la creencia popular. La infusión,
negra y fuerte, se cuela y se sirve en pequeños vasos curvados. Se toma a
cualquier hora en casa, en los restaurantes o en la oficina. El té es
tan importante en la vida doméstica que las madres comprueban que las
futuras nueras sepan cómo preparar una infusión. Al té turco se le
conoce como çay y la forma tradicional de prepararlo es con la doble
tetera llamada Çaydanlik, la de arriba sirve para hacer el té y la de
abajo para hervir el agua.
En Irán y Afganistán,
el té es la bebida nacional. El té verde se bebe para saciar la sed,
mientras que el té negro se toma para entrar en calor, ambos con mucho
azúcar. Los comensales se sientan con las piernas cruzadas en el suelo
sobre unas esteras y sorben el té en unos recipientes de porcelana de
colores vistosos.
En Rusia,
tanto el té verde como el negro se toman sin leche, en vasos con un asa
de metal. Antes de sorber el té, los rusos se ponen en la boca un
terrón de azúcar o una cucharada de mermelada.
Los egipcios
son grandes bebedores de té, amantes de la infusión fuerte, dulce y sin
leche. En los cafés se sirve en vasos sobre una bandeja, junto con un
vaso de agua, azúcar, una cuchara y menta.
En Marruecos,
el té se sirve en vasos sobre bandejas de plata. En los hogares
marroquíes, el hombre es el encargado de servir el té y lo hace desde
una cierta altura, para que la superficie de cada vaso de té que de
ligeramente espumosa.
El té sigue siendo la bebida
favorita de los británicos, a pesar de que su consumo está
experimentando un ligero descenso. La costumbre de añadir leche al té se
originó a finales del siglo Diecisiete y, en la actualidad, casi todas
las mezclas destinadas al mercado británico están concebidas para
tomarse con leche.
En cuanto a sus propiedades:
La cafeína es uno de los
componentes más importantes del té y actúa como un estimulante suave, de
hecho el té contiene la mitad de cafeína que el café. El cuerpo absorbe
rápidamente la cafeína del café, lo que provoca un inmediato incremento
de la actividad cardiovascular. En cambio, los efectos de la cafeína
del té se dan más lentamente, pero son más duraderos. Quienes toman té
dicen que puede estimularlos o calmarlos, dependiendo de la ocasión.
Otros lo consideran una bebida refrescante. Estos efectos, aparentemente
contradictorios son conocidos como las "3 eres" del té: revive, relaja y
refresca. La sabiduría popular atribuye al té beneficios para la salud.
La investigación más reciente ha descubierto que su consumo contribuye a
un menor riesgo de enfermedades cardíacas, ya que contiene
antioxidantes benéficos denominados flavonoides, que ayudan a mantener
sanas las células y los tejidos. El té no contiene calorías, pero sí
varias vitaminas y minerales, incluyendo flúor.
Respecto a la mejor forma de prepararlo:
En cuanto a como tomarlo y
prepararlo dicen que lo mejor es guardarlo en un lugar seco y fresco,
alejado de fuertes olores, ya que absorbe los aromas con gran facilidad.
Y que debe preparase con agua hirviendo, no sólo caliente, ya que
requiere de una alta temperatura para extraer la esencia de las hojas.
En cuanto a la cuestión de qué debe servirse primero en la taza, la
tradición insiste en que debe ser la leche, por una simple cuestión
práctica, para reducir el riesgo de que se quiebre la porcelana al
verter el té caliente y además, así parece que se mezclan mejor. En
cualquier caso, no existen normas estrictas y como todo, va al gusto del
consumidor.
En
fin, que después de toda esta disertación sobre el té, creo que se me
han despertado las ganas de tomar una buena taza (reconozco que yo me
implico mucho en mis historias….jejeje), aunque también tengo que ser
sincera y reconocer que yo soy más "cafetera" que “tetera”, pero vamos,
según en que ocasión disfruto de ambas bebidas y sobre todo, del té lo
que más me gusta es explorar nuevos sabores y curiosear y manosear los
cacharrillos que tienen que ver con todo el aspecto decorativo y de
preparación de esta popular bebida. Como decia, me voy a la cocina a ver
si encuentro alguna bolsita de exótico sabor y me entono un poco antes
de que esta noche empiecen a llegar las primeras nevadas del año, tal y
como están avisando los pronósticos del tiempo en los últimos dias….. si
gustáis……..
Y para acompañar un poco de música de la mano de
Nat King Cole: "Tea for two"
La primera taza acaricia mi garganta y mis secos labios.
La segunda rompe los muros de mi solitaria tristeza.
La tercera busca los secos arroyos de mi alma para encontrar los cuentos de los cinco mil rollos.
Con la cuarta, el dolor de las injustícias pasadas desaparece a tráves de mis poros.
La quinta purifica mi carne y mis huesos.
Con la sexta entro en contacto con los inmortales.
La séptima me proporciona un placer tal, que casi es insoportable.
El viento fresco sopla a tráves de mis alas, mientras me encamino hacia Penglai.
Lu Tong (795-853)
El Té y La Salvia
El té, viniendo del imperio chino, se encontró con la salvia en el camino. Ella le dijo: «Adónde vas, compadre?» «A Europa voy, comadre, donde sé que me compran a buen precio.» «Yo», respondió la salvia, «voy a China, que allá con sumo aprecio me reciben por gusto y medicina. En Europa me tratan de salvaje, y jamás he podido hacer fortuna. Anda con Dios. No perderás el viaje, pues no hay nación alguna que a todo lo extranjero no dé con gusto aplausos y dinero». La salvia me perdone, que al comercio su máxima se opone. Si hablase del comercio literario, yo no defendería lo contrario, porque en él para algunos es un vicio lo que es en general un beneficio; y español que tal vez recitaría quinientos versos de Boileau y el Tasso, puede ser que no sepa todavía en qué lenguas los hizo Garcilaso.
Tomas de Iriarte
La Elegancia del erizo (fragmento), Muriel Barbery
"El ritual del té, esta repetición precisa de los mismos gestos y de la
misma degustación, este acceso a sensaciones sencillas, auténticas y
refinadas, esta licencia otorgada a cada uno, sin mucho esfuerzo, para
convertirse en un aristócrata del gusto, porque el té es la bebida de
los ricos como lo es de los pobres, el ritual del té, pues, tiene la
extraordinaria virtud de introducir en el absurdo de nuestras vidas una
brecha de armonía serena. Sí, el universo conspira a la vacuidad, las
almas perdidas lloran la belleza, la insignificancia nos rodea.
Entonces, tomemos una taza de té. Se hace el silencio, fuera se oye
soplar el viento, crujen las hojas de otoño y levantan el vuelo, el gato
duerme, bañado en una cálida luz. Y, en cada sorbo, el tiempo se
sublima".
El té de la princesa
Sofi es “princesa única”, hija única de reyes, y se aburrede viajar sola en la carroza escolar desde la escuela alpalacio y desde el palacio a la escuela. Se aburre tambiénde jugar sola a tomar el té. Hasta que un día, el hada madrinadel reino pierde su libro de encantamientos y Sofidecide usarlo para encantar a su sapo de juguete y tenerasí compañía… Una desopilante secuencia de transformacionesy contratransformaciones desatada por el uso queSofi hace del libro de los encantamientos.
En este cuento, que se puede leer desde los 7 años hasta siempre… hay
muchas hadas, caballeros, magia, misterios, hechizos y hasta tenéis que
ayudar a Sofi (la protagonista) a deshacer un encantamiento...
La hora del té en la pintura:
El té. Henri Matisse (s. XX. Fauvismo. Francia)
La hora del té en el jardín. Joan Raset (s. XXI. España)
El vestido rojo. Henry Salem Hubbell
La hora del té. Henry Salem Hubbell
Té en el jardín en el castillo de Rozieres. Henry Salem Hubbell (s. XIX. Impresionismo. EEUU, Norteamérica)
El té de la tarde. Johannes Marius Ten Kate (s. XIX. Realismo. Holanda)
Fantasías a la hora del té. Michael Garmhas (s. XX. Impresionismo. Ucrania)
La hora del té. Delphin Enjolras (s. XIX. Academicismo. Francia)
La hora del té. Paul Michel Dupuy (s. XIX. Impresionismo. Francia)
El té de las cinco. Guy Rose (s. XIX. Impresionismo. EEUU, Norteamérica)
Dama tomando té. Emilio Sala Francés (s. XIX. Realismo. España)
El té de la tarde. Consuelo Gamboa (s. XXI. Méjico)
El té de la tarde. Gail. E. Sauter (s. XXI. EEUU, Norteamérica)
El té de la tarde. Clement Micarelli (s. XX. EEUU, Norteamérica)
La hora del té. Giuseppe Dangelico (Pino) (s. XX. Italia)
La taza de té. Vicenzo Irolli (s. XIX. Impresionismo. Italia)
Té de la tarde. Alexander Rossi (s. XIX. Época victoriana. Inglaterra)