domingo, 30 de septiembre de 2012

Una canción...

... para un nuevo domingo...

Amor mío apriétame la mano y sé mi fuerza
Que empieza un viaje del que nunca se regresa
Recuerda puedes más que la nostalgia
Que la amargura, que las lágrimas
Que la guerra con la tristeza
Tú eres mi cielo
Tú eres mi cielo

Todavía... Mario Benedetti


No lo creo todavía
estás llegando a mi lado
y la noche es un puñado
de estrellas y de alegría.

Palpo gusto escucho y veo
tu rostro tu paso largo
tus manos y sin embargo
todavía no lo creo.

Tu regreso tiene tanto
que ver contigo y conmigo
que por cábala lo digo
y por las dudas lo canto

Nadie nunca te reemplaza
y las cosas más triviales
se vuelven fundamentales
porque estás llegando a casa

Sin embargo todavía
dudo de esta buena suerte
porque el cielo de tenerte
me parece fantasía

Pero venís y es seguro
y venís con tu mirada
y por eso tu llegada
hace mágico el futuro

Y aunque no siempre he entendido
mis culpas y mis fracasos
en cambio sé que en tus brazos
el mundo tiene sentido

Y si beso la osadía
y el misterio de tus labios
no habrá dudas ni resabios
te querré más
todavía


El problema del tamaño

 
  ¿Cómo sería un ser humano de cuatro metros de alto? ¿Se puede aumentar el tamaño de algo manteniendo todas sus características idénticas y cambiando sólo la escala? Pues no siempre; en ingeniería se recurre al análisis dimensional para estudiar como se verían afectadas las propiedades de una máquina o un sistema al cambiar su tamaño.
 
 Vamos con el caso del gigante. Si duplicamos la altura de un hombre, ¿qué ocurrirá con su peso? El peso no es proporcional a la altura sino al volumen, y cuando la altura se multiplica por dos, el volumen se multiplica por 23, es decir, por ocho (recordemos la fórmula del volumen de un cubo, V = L3). Un gigante de 3,5 m de altura pesará ocho veces más que un hombre de 1,75 m. Por otra parte, su cuerpo no será el doble de ancho, sino que su cintura y el diámetro de sus huesos serán 22 = 4 veces mayores (puesto que la superficie es proporcional al lado al cuadrado).

  
 Por lo tanto, un gigante de 3,5 m, que tenga las mismas proporciones que el hombre de 1,75 m, sería la mitad de “delgado”, puesto que pesa ocho veces más y es sólo cuatro veces más ancho. Si pensamos en un supergigante de 7 m (4 veces más alto), éste pesaría 43 = 64 veces más que un hombre normal y sería 42 = 16 veces más ancho. La presión que su peso ejercería sobre los huesos de sus piernas, que es el peso dividido entre la sección del hueso, sería 64/16 = 4 veces más que la que aguantan las piernas de un hombre normal. Por lo tanto, los protagonistas de películas de ciencia-ficción como El gigante ataca, Cariño he agrandado al niño o El ataque de la mujer de 50 pies, en la realidad se fracturarían inmediatamente las piernas y caerían al suelo tan pronto como se intentaran poner de pie.
                
 Para que sus huesos pudieran aguantar su peso, tendrían, o bien que tener un esqueleto de composición diferente al de los humanos normales, o bien que romper las proporciones y ser mucho más anchos en relación a su altura que lo que son los humanos de 1,75 m. Es decir, los gigantes serían muy “gordos”.
                  
Mucho más delirantes todavía son las películas de insectos o arañas gigantescos. Estos animales tienen que ser de tamaño muy pequeño debido a lo pesado de su exoesqueleto (llamado así porque está en el exterior y no en el interior de su cuerpo). Las hormigas de La humanidad en peligro, con esas patas tan finas para su peso, no podrían dar un solo paso sin hundirse. Tampoco les iría mucho mejor a King-Kong ni a Godzilla, puesto que en el caso de animales bípedos, les resultaría además muy difícil mantenerse en equilibrio con el centro de gravedad tan alto. Cualquier pequeño balanceo al andar les haría caerse; sus movimientos serían lentos y torpes. El elefante, que es cuadrúpedo, no puede saltar y tiene unas patas enormes, nos da la idea de cómo tendría que ser un animal terrestre gigantesco. El slogan de la película Godzilla decía que el tamaño sí importa; sin embargo, sus guionistas no lo tuvieron en cuenta.

Fuente: José Antonio López (Vigo)

La leyenda del unicornio

Hace muchísimo tiempo atrás, en otras épocas muy remotas, salvajes y fantásticas criaturas vivían y andaban libres por ahí. 

La más hermosa de todas ellas era el Unicornio, una criatura de color blanco, con cuerpo de caballo, barba de chivo, patas de antílope y un cuerno en la frente, que era perseguido permanentemente debido a los mágicos poderes curativos y de juventud eterna de éste último. Pero esta criatura no era fácil de atrapar, era muy rápida y ágil. La única forma de hacerlo, era recurriendo a los encantos de las inocentes doncellas, de corazón puro, a las que los unicornios se acercaban ingenuamente atraídos por su pureza y apoyaban la cabeza en sus regazos. De esta manera al estar distraídos eran atrapados por ambiciosos cazadores que les cortaban los cuernos, muriendo como consecuencia inmediatamente después. Así, progresivamente fueron desapareciendo y extinguiéndose todos los unicornios, siendo hoy tan sólo una hermosa y recordada leyenda.

Unicornio

Cuando las hojas caídas cubran de oro el bosque,
y la luna lo bañe en misteriosa plata,
cuando broten las flores entre sus patas,
y los pájaros anuncien su llegada.
Desde el bosque profundo y sombrío,
verás surgir su cuerno de plata.

Como una luz de esperanza en las tinieblas del alma,
traspasará tu espíritu con su mirada,
y entonces, toda duda quedará borrada.
No sientas temor,
pues todo lo oscuro no es siempre horror.
Y entre los susurros del bosque,
él te hablará sin palabras...
"Yo soy la luz del bosque, un soplo de viento, un sueño..."

Me verás con los ojos del alma,
me sentirás en el calor de tu corazón,
y me amarás como a un beso de sol sobre tu frente.
 

Unicornio Negro 

 




Este animal, esquivo y bello, que oscila entre la realidad y la fantasía, es uno de los seres mitológicos más benéficos creados por el ser humano.
El unicornio es para el hombre la esencia más pura de las características que más aprecia del caballo, como la fuerza y su sentido de la libertad; es percibido como un animal sabio y espiritual. Son estas características las que predominaron durante la Edad Media, cuando el cristianismo adoptó al unicornio como símbolo de pureza.



El origen del unicornio al igual que muchas otras criaturas místicas, proviene de la mitología griega. Zeus, de niño fue amamantado por una cabra llamada Amalthea. Se cree que esta cabra pudo haber sido un unicornio, pues tenía un cuerno en medio de su frente el cual Zeus un día quebró, y de el salió una cantidad impresionante de alimentos. Por este motivo su cuerno pasó a ser conocido como El Cuerno De La Abundancia y es posible verlo representado en pinturas y ornamentos de la época clásica y barroca. Zeus, en señal de agradecimiento y cariño, convirtió a la cabra en una estrella y la llamó Capella.

No obstante este origen mitológico, se estima que su leyenda pudo deberse a un error de interpretación de los bajorrelieves persas representando al Orix, por parte de los griegos. El Orix es un antílope del desierto que al estar de perfil aparecía con un solo cuerno. También su leyenda puede estar basada en el rinoceronte o en el narval, un cetáceo con un colmillo de 2,5 m.

A pesar su admirable belleza y espiritualidad, la historia de esta fabulosa criatura ha estado siempre marcada por un dejo de tristeza, pues a través de innumerables representaciones humanas (desde leyendas hasta canciones) en diversos tiempos y variadas civilizaciones, nos muestra todo lo perdido, todo aquello que era nuestro y que dejamos de lado por pertencer a un mundo desarrollado.

En Grecia 436 a.c. Hubo un médico llamado Ctetias quien estuvo muchos años trabajando para el rey de Persia Dariu.
En este tiempo muchos viajeros provenientes de Asia pasaban por Persia y llegaban con historias de cosas maravillosas , animales fantásticos que habitaban en el este.  A Ctesias le gustaba escuchar estas historias, y cuando regresó a Grecia escribió un libro sobre sus experiencias, relatando las historias que había escuchado. Una de sus historia causó particular impresión, fue su descripción del unicornio: 
"hay en la india unos asnos salvajes, que son tan o más grandes que un caballo, sus cuerpos son blancos, sus cabezas rojo oscuro y sus ojos azul oscuro. Tienen un cuerno que crece en el frente de sus cabezas que como 45cm de largo, la base del cuerno es blanca pura ,la parte superior es puntiaguda y de color carmesí, y el medio es de color negro..," 
"el polvo obtenido al limar este cuerno es administrado en una pócima como protección contra las drogas mortales. Los que hayan bebido de estos cuernos convertidos en vasos se vuelven inmunes, según el decir común, a la enfermedad sagrada ( la epilepsia ). En efecto son inmunes incluso al veneno si, antes o después de haberlo ingerido, beben vino, agua, o cualquier otra cosa de estos vasos..." 
Hubo entonces otro griego llamado Megasthenes, quien visitó la india cerca de 333 a.c.. El escribió un resumen de lo que aprendió en la India en 4 libros a los que llamó Indica.
En estos libros dice haber oído acerca del unicornio por medio de los brahamans ( gente muy religiosa de la india). Ellos hablaban de el cartazoon que era similar al unicornio que describió Ctesias.
El cartazoon era del tamaño de un caballo, su pelaje era como grisáceo claro y su cuerno era de un solo color, negro, extremadamente fuerte y espirado. Su cola tenía la forma de la cola de los cerdos. Eran animales sumamente gentiles y de naturaleza solitaria que por lo general permanecían en las montañas de la india.



El unicornio era un animal solitario, el macho y la hembra sólo se encontraban para aparearse; una vez hecho esto, el macho continuaba con su vida en solitario y dejaba a la hembra al cuidado de la cría que nacía sin cuerno, la hembra sólo se hacía cargo de él mientras le crecía su cuerno, lo que marcaba el momento para que este nuevo unicornio comenzara su vida en soledad.

Se ha llegado a la conclusión de que esas descripciones corresponden en algún caso a un tipo de rinoceronte ya extinto, a un antílope llamado orix o a un asno de la India.

El unicornio solía figurar en las narraciones orientales bajo diferentes aspectos, pero siempre asumiendo un papel mágico y extraordinario. Identificado con la sabiduría, la realiza y la virilidad, Confucio, Alejandro Magno y Genghis Kan entraron a formar parte de su leyenda.

El unicornio Chino, el k’i-lin, era galante heraldo del buen hado, símbolo de mansedumbre y felicidad. Esta apacible criatura era considerada señor de la lluvia y permanecía escondida en las regiones del centro de la tierra mientras reinara la guerra, la ambición y la maldad. Sin embargo, el karkadann –como lo denominaba los árabes- pasaba por ser un fiero luchador capaz de ensartar a los elefantes con su cuerno y, al mismo tiempo, adormecerse con el gorjeo de las palomas. Se nutría del rocío y los hombres sabían que iban a encontrarse con él porque antes, se topaban de frente con su propia sombra.



Tampoco España pudo escapar al influjo de la leyenda del unicornio. En su enciclopedia “Etimologías”, el obispo visigodo Isidro de Sevilla recogió noticias sobre la mítica bestia, atribuyéndole una significación cristiana al identificarla con una imagen del Salvador. Enigmática es también la primera representación en este país, procedente del anónimo artista románico autor del “Tapiz de la Creación” , conservado en la catedral de Gerona, que muestra a Adán en el acto de nombrar a los animales y en primer lugar a un unicornio.

Y aunque en el acto IV de “La Celestina” se exalta al unicornio como animal piadoso, los bestiarios catalanes medievales destacan su ferocidad e identifican a la bestia con el hombre y malvado que únicamente puede ser vencido por Jesucristo, hijo de una Virgen.


No tardaría, sin embargo, en recuperar el prestigio perdido para dar nombre a un caballero en “El Quijote”, y el mismo Cervantes alude en La española Inglesa –una de las “ Novelas Ejemplares” - al “polvo del unicornio” como eficaz contraveneno. Así lo cuenta Sánchez Dragó, haciéndose eco de Nicolás Tenorio: “Para las enfermedades de la piel funciona de maravilla el agua de alicornio, que se obtiene derramando algunas gotas a través del anillo de marfil colgado al cuello de las criaturas en fase de dentición”,

No menos prodigiosa resulta la leyenda del oricuerno, recogida en tierras de Cuenca por Rodríguez Almodóvar, que resume una variante del mito de la doncella y el unicornio: su cuerno posee la insólita de transformar a la moza en varón. Algo digno de una criatura a quien llamó García Lorca en su Romancero Gitano, “unicornio de la ausencia”.


"Physiologus" como obra de referencia

Es un manuscrito escrito en griego entre los siglos III y IV cuya autoría se desconoce, contiene historias sobre animales reales y mitológicos (ave fénix, unicornio...), rocas y plantas explicando alegóricamente el simbolismo religioso.
El cristianismo pretende mostrar la naturaleza como una parte integrada en la obra divina, quiere explicar el profundo significado espiritual y místico latente en todas las cosas creadas por Dios.
El autor utiliza fuentes objetivas en las descripciones de los animales, rocas y plantas; la obra de Plinio “Historia Natural” o la de Aristóteles “De Historia Animalium”.

El Physiologus en la Edad Media
En la Edad Media se convierte en una obra de referencia que adquiere una gran difusión; se crean diferentes versiones, como la Bern Physiologus (s.IX).
Es en este momento cuando el unicornio dotado anteriormente de un profundo simbolismo religioso y trascendental, supera el ámbito puramente católico para ingresar en el mundo esotérico a través del gnosticismo.
A modo de alegoría, se representaba al unicornio junto a una doncella en cuyo regazo se recostaba dócil y tranquilo. Esta escena es para muchos la representación de Jesús y María.
Otra de las alegorías relacionadas con la simbología religiosa, es aquella en la que ningún animal se acercaba a beber a algún río, lago o manantial hasta que el unicornio no se introducía a purificar sus aguas.

El unicornio como ser mágico

Debido a la influencia que tuvo esta obra, el unicornio enriquece su mitología, siendo protagonista de cuentos y leyendas en los que su cuerno tan característico en forma de espiral, es la fuente de su magia. Estas eran algunas de las cosas que se sabían del unicornio:
  • Evitaba al hombre, sabedor de que lo perseguían por las cualidades de su cuerno. La nobleza llegaba a pagar cantidades astronómicas por conseguir uno; se decía que neutralizaba todos los venenos. (lo que les vendían era el colmillo del narval; un cetáceo cuyo nombre científico es Monodon Monoceros, monoceros en latín significa unicornio).
  • Sólo podían verlo y tocarlo aquellos de espíritu elevado y corazón bondadoso.
  • Era indómito y de espíritu libre, defendía su libertad a ultranza; se creía que la única manera de capturarlo era a través de una doncella, el unicornio se sentía atraído por su pureza por lo que se acercaba a recostarse en su regazo, momento que utilizaban los cazadores para obtener el cuerno. Esto significaba la muerte del animal.
  • Sus enemigos naturales eran el león y el elefante
  • Se pensaba que era inmortal.
La imagen del unicornio y la doncella se escogía como tema de representación en el arte. Se confeccionaron tapices con este motivo que hoy en día pueden verse en el Museo de Cluny.
Este ser mitológico no era patrimonio exclusivo de Europa, se podían encontrar cuentos y leyendas en muchos otros países como China o Japón. En este último país se le denominaba Kirin; castigaba a los culpables y protegía a los inocentes. Ver uno era símbolo de buena suerte.

El Codex Unicornis
Más allá de lo que se sabía acerca de la mitología, de las características mágicas y de su relación con el cristianismo, se hizo un descubrimiento insospechado, que ofrecía una nueva perspectiva sobre el unicornio, como depositario de ideas filosóficas y espirituales, además de suponer un bello documento literario (s.XV).
Su autor es Magnalucius nacido en Anchiana en 1457,"artista y místico", ávido e incansable estudioso de la esencia del ser humano; pertenecía a una hermandad gnóstica que permaneció oculta denominada Collegium Gnosticum. Guardó celosamente el secreto de la existencia de este documento durante siglos.
El códice fue traducido y hecho público en 1983 por Michael Jonathan Green.

Qué contiene el Codex Unicornis
La obra que lleva como título De la historia y verdad del unicornio contiene un prólogo en el que explica su búsqueda interna y externa de conocimientos y sabiduría a través de los años y de profundizar en muchas culturas, esta búsqueda concluye cuando se encuentra o es encontrado por el unicornio.
A través de él conoce la historia de su creación, y la misión que le ha sido encomendada. El libro indica que fue creado antes que el hombre, que está unido a él desde el principio y hasta el final de las cosas y que su tarea es enseñarle y guiarle en el camino espiritual. No siempre es visible, puede moverse libremente a través de las dimensiones y se puede comunicar con él telepáticamente.
El libro contiene bellas ilustraciones a color y bosquejos del unicornio. Se incluyen algunas predicciones sobre la evolución de la humanidad.
Magnalucius escribió un diario en el que describió los encuentros que mantuvieron.
Esta obra escondida del resto del mundo durante tanto tiempo, es en sí misma un enigma; ¿es sólo una obra literaria o algo más?


Curiosidades  del unicornio

Su vista
La visión de estas criaturas es agudísima, pero no se la puede comparar con la de los halcones y otras bestias de visión parecida, porque el unicornio ve lo que no ve ninguna otra criatura.


Todos los unicornios se inmovilizan al alba y contemplan el sol naciente: quizás sea un modo de orar. El unicornio, por otra parte, puede mirar sin pestañear el sol del medio DIA.


Su oído

Retirado en el sosiego de su morada, cae el unicornio en un sueño aparente. Puede quedarse inmóvil durante un DIA con los ojos cerrados y la cabeza erguida. Pero el unicornio no necesita dormir. Esta escuchando. A mí parecer la palabra mas adecuada quizás sea sentimiento. Sus sutilísimos sentidos no se distraen con la visión y esparcen una red tan amplia que nada. -ni la caída de una hoja, ni el suspiro de una brisa, ni el chillido de los topos, ni el crujiente crecimiento de los árboles, ni el gotear de las aguas bajo la tierra- nada a su atención. Cada pisada, cada murmullo, incluso el producido en las más distantes mares y hasta los sonidos que el hombre jamás ha escuchado todo esto y aun abraza el unicornio en la armonía de su mente. Este arte, o practica, es peculiar solo en su raza.


Los sueños


El unicornio posee una virtud singular: puede inf¡gresar en nuestros sueños y allí hablarnos.


Atiende entonces, OH, soñador, cuando el unicornio se te aparezca. Aunque su palabra defiere de todas las del hombre, podrás comprenderla.


La conducta con otros animales


Todos los animales lo aman es la mas afectuosa de las bestias. A pesar de su mente superior y naturaleza trascendente, sigue siendo hermano mayor entre los suyos; su mera presencia les despierta un recuerdo vago de su propia índole mas alta, de su ser para creación divina.


Cada animal emplea un lenguaje rudimentario del sonido o movimiento, y el unicornio parece dominar rápidamente cualquier señal que encuentre.


Bella y el unicornio

Bella era la más hermosa de todas las mujeres. Nadie podía igualarla en elegancia, en belleza. Provocaba suspiros en cualquiera que la viera pasar. Pero su corazón era frío, duro como la roca, distante, jamás ninguna emoción había hecho mella en él.

Por eso, cuando una tarde vio en el río el reflejo de un ser fabuloso, cuando vio los ojos curiosos que la miraban desde el agua, Bella se supo cautiva, hechizada, presa de sus emociones... y viva por fin.

Al minuto siguiente él ya no estaba. Y aunque buscó y le llamó, no encontró a su Unicornio. Suyo, porque solo ella le conocía, solo ella le amaba, solo ella creía en él...

Desde entonces, Bella descuidó su ajuar, dejó de mimar su piel untándola de esencias, olvidó sus joyas en el fondo de sus cofres, dejó de buscarse en los espejos, de cepillar su cabello... y sus ojos azules se cubrieron con un velo de tristeza. Pero seguía sabiéndose viva...

Las gentes del lugar inventaron leyendas y fantasías que explicaban por qué cada amanecer la que seguía siendo la muchacha más hermosa de cuantas habían visto, recorría el farallón más alto, su vestido agitándose al viento, su melena enredándose y danzando alrededor de su rostro, su mirada ausente, buscando en el horizonte lo que nadie acertaba a imaginar.

Un día, al paso de un peregrino, Bella se acercó y le preguntó:

-Buen hombre, tú que llevas la sabiduría reflejada en tu rostro, y al que la experiencia de toda una vida ha dibujado arrugas en la piel, dime, ¿cómo lo puedo encontrar?

-No sé qué persigues, pero cuanto menos lo busques, más rápido lo encontrarás -fue su respuesta.

Sin embargo, Bella empezó a hilar una red con sus largos cabellos. Tejió y tejió y cierto día, cuando los hombres miraron al acantilado, vieron una inmensa tela de araña que se balanceaba al viento y cubría el acantilado entero, desde la costa hasta el confín del mar. Y allí esperaba Bella, y tras un tiempo apareció su Unicornio, trotando sobre las olas, mirándola fijamente, tal vez con desdén, tal vez con sorpresa. Y en la red de Bella quedó atrapado su Unicornio.

Ella se acercó y acarició su piel, su crin, mientras sonreía por saber suyo al Unicornio. Creyó que al caer en la red, el Unicornio no podría sino quererla siempre, como ella haría con él. Pero el Unicornio habló, habló de lo absurdo de los amores que encarcelan y esclavizan al otro...

-Aunque me apreses, ates mis movimientos o me guardes en tu sitio más secreto y protegido de tu palacio, nada obtendrás de mí. Esta red sólo consigue atrapar mi cuerpo, pero mi corazón no puede ser tu cautivo. Sólo somos capaces de querer a los demás desde nuestra libertad.

Bella, confundida, pensó que solo deseaba que llegara el día en que el unicornio fuera capaz de amarla... nada más. Y la red se deshizo instantáneamente, y el Unicornio escapó. Bella se quedó quieta, inmóvil, tanto que su cuerpo empezó a convertirse en una estatua de piedra, hermosa, sublime, la más perfecta que nadie jamás hubiera esculpido.

Desde ese día, la estatua de Bella en lo alto del acantilado ve acercarse a muchachas enamoradas que le cuentan sus sueños, sus ilusiones; a niños que juegan y danzan a su alrededor; a un joven flautista que aprendió a tocar a los pies de la estatua y que ahora deleita a todos con su música, tal vez en un vano intento de sacar a Bella de su sueño eterno. Pero lo más sorprendente son las flores que cada amanecer, rodean la estatua y cuelgan de las manos de piedra, frescas, lindas, cubriendo con su olor y sus colores a Bella.

Cuentan que hay alguien que llega con las primeras luces del alba, se inclina reverente, con devoción casi, ante la estatua, deja descansar unos instantes su cabeza en su regazo... Y se marcha, dejando su ofrenda, corriendo veloz, galopando sobre la espuma de las olas. Es el Unicornio.



Chagall

Marc Chagall cultivó durante más de ochenta años un arte inspirado en el amor, los recuerdos, las tradiciones rusas y judías, los acontecimientos históricos o los hitos artísticos de los que fue testigo y en muchas ocasiones protagonista. Esta retrospectiva presenta su evolución artística en orden cronológico, así como los grandes temas que recorren la obra de este artista imprescindible para imaginar el siglo XX. 

Pintor y diseñador francés de origen ruso, conocido por su inventiva surrealista. Se le reconoce como uno de los pintores y artistas gráficos más relevantes del siglo XX. Su trabajo está impregnado de un humor y una fantasía que encuentran su resonancia en el subconsciente. Las personales y singulares imágenes de Chagall están a menudo imbuidas de una exquisita inspiración poética.

Autorretrato

Chagall nació en el seno de una familia judía el 7 de julio de 1887, en la ciudad rusa de Vitebsk (actualmente en Bielorrusia), y recibió instrucción artística en San Petersburgo y, desde 1910, en París, donde permaneció hasta 1914. Entre 1915 y 1917 vivió en San Petersburgo, después de la Revolución Rusa, fue director de la Academia de Arte de Vitebsk de 1918 a 1919 y director del Teatro Judío Estatal de Moscú de 1919 a 1922. Chagall pintó varios murales y llevó a cabo los decorados de numerosas producciones teatrales. En 1923 se trasladó a Francia, dónde pasó el resto de su vida, exceptuando un periodo, de 1941 a 1948, en el que vivió en Estados Unidos.

El uso singular del color y la forma en Chagall deriva en parte del expresionismo ruso y recibió una influencia decisiva del cubismo francés. Muestra de su estilo inicial es el cuadro Velas en la oscuridad (1908, colección del artista), del que hizo sutiles variaciones. 
Sus obras evocan de modo característico escenas de la vida de la comunidad judía en las pequeñas aldeas rusas, como en Yo y la aldea (1911, Museo de Arte Moderno de Nueva York)
Yo y la aldea

 o La casa gris (1917, Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid), 
y episodios de su propia vida como la serie Mi vida (1922), todo ello unido al tratamiento de personajes judíos de los que es buena muestra El judío orando (1914, Instituto de Arte de Chicago). 




Su obra es una combinación de evocaciones, fantasía y folclore. Los temas bíblicos del Antiguo Testamento son el motivo central de las series de aguafuertes ejecutados entre 1925 y 1939, y de las 12 vidrieras para la sinagoga del Hospital Universitario. Hadassah, cerca de Jerusalén (1962). 
La casa gris


En 1973 se inauguró el Museo Marc Chagall de Niza, en la Riviera Francesa, para dar cabida a cientos de sus obras bíblicas. Chagall también ilustró obras literarias como Las almas muertas de Gogol y Las fábulas de Lafontaine. 
Terminó las pinturas que decoran uno de los techos de la Ópera de París en 1964 y en 1965 los dos grandes murales que cuelgan en el vestíbulo del Metropolitan Opera House de Nueva York. 
Murió el 28 de marzo de 1985 en Saint Paul de Vence, en el sur de Francia.