"La vida es una fuente interminable de reflexiones, desmedida como la eternidad, inagotables como la maldad e inmensas como el amor".
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lunes, 17 de septiembre de 2012
Esmeraldas
La esmeralda es un tipo de silicato de berilo siendo su sistema
cristalino el Trigonal y hexagonal. La familia del beryls incluye
aguamarinas azul claro, morganitas rosadas, heliodores dorados,
beryls rojos, y beryls verde claro.
Beryls son silicatos las cuales
abarcan la mas larga clase de minerales, todavía las Esmeraldas
son solo una pequeña fracción de esta clase.
Su color se debe a que en su
composición química está presente el cromo y el vanadio. Las esmeraldas
se encuentran normalmente en minas a profundidades medias. Tiene una
textura dura y su índice de dureza en la escala de Mohs es ocho, siendo
esta escala del uno al diez. La piedra preciosa con más dureza en la
escala de Mohs es el diamante, siendo su índice de dureza 10.
El nombre esmeralda desciende del persa, lengua en la que significa "verde". Posteriormente fue adoptado en latín como smaragdus. Según la etimología india, la palabra esmeralda proviene de la traducción del sánscrito "marakata" , cuyo significado se podría traducir como "la cosa más verde". La esmeralda ha sido desde los orígenes de la civilización una de las piedras preciosas más valoradas por el ser humano.
Su verde es tan incomparable
que se denomina VERDE ESMERALDA.
Las primeras minas de esmeralda mencionadas en la historia fueron las
famosas minas de Cleopatra, redescubiertas en el norte de Egipto en
1818. Estos antiguos yacimientos estaban ya agotados desde hacía mucho
tiempo.
Las minas de Colombia tienen una historia algo similar a la de los yacimientos en Egipto. Cuando los españoles conquistaron el imperio Inca, quedaron maravillados por las esmeraldas que este pueblo tenía en su posesión ; pero incluso bajo tortura, los incas no revelaron sus fuentes. Años más tarde, una mina en la región de Chivor, en Colombia, fue descubierta accidentalmente.
Plinio decía nada es más intenso que el verde de la esmeralda y que la vista se refresca y se restaura viendo esta piedra . Siguiendo su consejo, el emperador Nerón veía a los gladiadores a través de unos anteojos hechos de esmeralda. Se creía que la esmeralda daba la capacidad sobrenatural de predecir el futuro.
Las minas de Colombia tienen una historia algo similar a la de los yacimientos en Egipto. Cuando los españoles conquistaron el imperio Inca, quedaron maravillados por las esmeraldas que este pueblo tenía en su posesión ; pero incluso bajo tortura, los incas no revelaron sus fuentes. Años más tarde, una mina en la región de Chivor, en Colombia, fue descubierta accidentalmente.
Plinio decía nada es más intenso que el verde de la esmeralda y que la vista se refresca y se restaura viendo esta piedra . Siguiendo su consejo, el emperador Nerón veía a los gladiadores a través de unos anteojos hechos de esmeralda. Se creía que la esmeralda daba la capacidad sobrenatural de predecir el futuro.
Hasta las primeras décadas del siglo
XVI, las esmeraldas venían exclusivamente de Egipto; el descubrimiento
de América y la subsiguiente colonización de Sudamérica dieron como
resultado hermosas esmeraldas que sustituyeron a las Egipcias.
Sobresale Colombia en las esmeraldas (con sus famosas esmeraldas Muzo, Borbur), donde se hallaron en calidad y cantidad
importantes. Los depósitos fueron explotados por los nativos antes del
siglo XVI, y más o menos se ha continuado la explotación desde entonces.
Además, las formaciones en las que surgen las esmeraldas son amplias y
se han encontrado nuevos depósitos en los tiempos modernos, habiendo
posibilidad de descubrir otros en el futuro.
Las esmeraldas antiguas fueron extraídas en Egipto y probablemente en lo que cubre actualmente el territorio de Afganistán.
En los Alpes austriacos el antiguo yacimiento de Habachtal ha proporcionado algunas esmeraldas encontradas en ciertas joyas de las coronas europeas.
Zambia produce esmeraldas que presentan a veces profundos tonos azules y menos inclusiones que las de Colombia.
En las famosas minas de Sandawana en Zimbabwe encontramos esmeraldas de calidad excepcional, pero a penas alcanzan el peso de un quilate.
Brasil se ha convertido en el primer productor a nivel mundial de esmeraldas y de piedras de calidad excepcional que salen hoy en día de las minas de Nova Era.
Otros productores potencialmente importantes son Afganistán, con sus minas del Panjshir, Madagascar, Pakistan, Nigeria y Rusia.
Como ocurre con otras piedras preciosas (diamante, rubí y zafiro), las
esmeraldas se obtienen arduamente y a un alto costo. Aunque el
conocimiento de la esmeralda entre las culturas del cercano oriente
antecede a la era cristiana, la esmeralda viene a ser común en el
trueque después de que los españoles en Sudamérica reabrieran las
antiguas minas de los Indios, empezando una sistemática actividad minera
y se despacharon a Europa las esmeraldas obtenidas. De Europa pasaron a
manos de gobernantes turcos, persas o hindúes , fuertemente atraídos
por estas piedras.
Geológicamente hablando podríamos definir a la esmeralda como un auténtico fenómeno -e incluso un milagro- de la naturaleza, si tenemos en cuenta que los elementos que forman o componen una esmeralda realmente se encuentran en lugares muy heterogéneos y dispares. Para que se pueda engendrar o crear una esmeralda tiene que encadenarse una serie de acontecimientos que amasen y concentren a los elementos necesarios para que puedan formarla.
Para que esto sucede tienen que formarse movimientos telúricos que sometan a los líquidos adyacentes a presiones y temperaturas extraordinariamente elevadas y extremas, llegando a mezclar, casi al azar, los elementos que forman una esmeralda, para que, después, cuando llegue la disminución paulatina de la temperatura, se vayan cristalizando las esmeraldas. La conclusión es, por tanto, que la probabilidad de que una esmeralda pueda formarse -y además pueda resultar de un tamaño considerable y de una buena calidad- es extremadamente reducida, lo que explica que su precio pueda llegar a alcanzar valores superiores a los de un diamante de similares características.
Las fisuras y las fracturas que son características de la esmeralda se
llenan tradicionalmente con aceite, para minimizar su impacto visual.
Limpiar las esmeraldas por medio de ultrasonidos, puede quitar o
colorear estos aceites y hacer las fisuras mucho más visibles.
Las esmeraldas son talladas en los países productores así como en Jaipur y Tel Aviv.
La esmeralda es una de las piedras más difíciles de tallar debido a sus múltiples inclusiones y a la presencia de zonas de color.
La esmeralda es una de las piedras más difíciles de tallar debido a sus múltiples inclusiones y a la presencia de zonas de color.
Cortadores aman esta gema única. De hecho, han desarrollado un corte
especial justo para esta gema: el corte esmeralda. El diseño claro de
este corte rectangular o cuadrado con sus esquinas oblicuas resalta la
belleza de esta piedra preciosa valiosa de lleno, al mismo tiempo la
protege de tensión mecánica.
Las esmeraldas también son cortadas en muchos otras formas, principalmente las clásicas, pero si la materia prima contiene un gran número de inclusiones, a menudo puede ser cortada en un cabochon suave redondeado, o en una de las gotas esmeralda, que son muy populares en la India. Especímenes claros y transparentes vienen a veces en cortes brillante.
Las esmeraldas también son cortadas en muchos otras formas, principalmente las clásicas, pero si la materia prima contiene un gran número de inclusiones, a menudo puede ser cortada en un cabochon suave redondeado, o en una de las gotas esmeralda, que son muy populares en la India. Especímenes claros y transparentes vienen a veces en cortes brillante.
Para escoger una esmeralda, el factor más importante es el color. Entre más intenso sea el verde, más cara será la piedra. Las piedras más claras, pero muy brillantes están en este momento de moda. Los verdes más obscuros pueden producir piezas igualmente atractivas.
La impregnación de aceites hace que las fisuras sean menos visibles. Es recomendable evitar las fisuras profundas, pues la hacen muy sensible a los choques accidentales.
Quien sea dueño de una esmeralda, no solo tiene una pequeña fortuna
en sus manos sino que, según los estudios realizados la esmeralda tiene
otras propiedades bastante benéficas para el estado de ánimo de las
personas son:
- Según la ciencia esotérica, le da a su dueño, prosperidad, excelentes negocios y grandes conocimientos.
- Tiene poderes extraordinarios, concede, valor, audacia, memoria, amor sincero, seguridad, confianza, energía y orden.
- Si el trabajo de la persona es con esmeraldas, esta le otorga la facultad de clarividencia y visualización de hechos positivos.
- Contribuye a curar los trastornos cardíacos, presión arterial, neuralgias y asma.
- Por su maravilloso color se le usa en trabajos de sanación y meditación por su afinidad al cuarzo y otras piedras de color verde.
- Es un gran defensor de las malas artes y los maleficios, lucha contra la alferecía,( mal lunático. Y sobre todo neutraliza campos de fuerza negativos.
- La esmeralda se le usa para tratar ataques de epilepsia, hemorragias y pánico.
Características de la esmeralda
Puedes reconocer una esmeralda de buena calidad y tasar su valor
analizando y observando la gema con las siguientes características:
1.- Tiene un color verde muy especial y raro.
2.- No es de gran tamaño.
3.- Tiene pureza y transparencia solo en las calidades más finas, está usualmente empañada por alguna inclusión.
4.- Tiene una dureza cercana a la escala Mho.
5.- Es muy resistente.
6.- Al examinar se hace boca arriba, la esmeralda de calidad permite al observador ver la faceta trasera.
7.- La brillantez de la piedra preciosa, es determinada por la talla y el número de inclusiones.
8.- Las esmeraldas de color verde intermedio intenso poseen el máximo valor.
9.- Si llegara a tus manos una esmeralda no uses el ultrasonido para limpiarlas podría deteriorar la piedra, causando fracturas.
10.- Limpiala con agua tibia y jabón de preferencia hazla limpiar con un joyero profesional
11.- Si la esmeralda perdió brillo puedes cubrir sus fracturas naturales con un aceite natural denominado Opticon.
Por su rareza y peculiaridad las esmeraldas Colombianas son las más
cotizadas y por ende cuando se invierte en ellas, esta se vuelve la más
valiosa entre las piedras, en este país se encuentra, la esmeralda
trapiche, por su extraña forma de estrella debido al crecimiento del
cristal en varias direcciones.
Gemoterapia
La
Gemoterapia, es una terapia alternativa que, aprovecha el contacto con piedras
preciosas para beneficiar con sus colores y tonalidades, así como para
conseguir bienestar en físico y mental. Cuando se usa la esmeralda esta se
llama gemoterapia de la esmeralda.
Cabe
resaltar que las propiedades de esta maravillosa piedra se conocen desde antes
de Cristo, asociándolas y valorándolas con la sabiduría y el conocimiento
superior. El color verde verde oscuro o verde claro se asocian directamente con
la filosofía de los Chakras especialmente con la del corazón ya que, se
tiene la creencia de que, esta piedra preciosa incide en el.
Esmeraldas más importantes
Uno de los más grande del mundo es el llamado "Mogul Esmeralda". Data de
1695, pesa 217,80 quilates, y es alrededor de 10cm de altura. Un lado
de ella está inscrita con textos de oración, y grabada en el otro hay
adornos florales magníficos. Esta esmeralda legendaria fue subastada por
Christie en Londres a un comprador no identificado por 2,2 millones de
dólares el 28 de septiembre de 2001.
Esmeraldas se han tenido en alta estima desde tiempos antiguos. Por esa razón, algunas de las esmeraldas más famosas se observan en museos y colecciones.
El Museo New York de Historia Natural, por ejemplo, tiene una exposición en la que una taza hecha de pura esmeralda, que pertenecía al emperador Jehangir, la cual es mostrada al lado de "Patricia", uno de los cristales de esmeralda colombiana más grande, que pesa 632 quilates.
La colección del Banco de Bogotá, incluye cinco valiosos cristales de esmeralda con pesos entre 220 y 1.796 quilates.
Esmeraldas espléndidas forman parte del Tesoro Nacional iraní, que adornan, por ejemplo, la diadema de la ex emperatriz Farah.
El sultán turco también amó esmeraldas. En el Palacio Topkapi de Estambul hay exposiciones con artículos de joyería, instrumentos de escritura y puñales, cada uno magnificamente adornado con esmeraldas y otras gemas.
El tesoro vienense contiene un florero, 4,5 pulgadas (12 cm) de alto, con un peso de 2205ct, que es cortado de un solo cristal de esmeralda.
Su majestad, Reina Elizabeth II, tiene tanta joyería que ella tiene una cuarto especial para guardarla, se dice que es aproximadamente del tamaño de una pista de hielo, y situado a 40 pies bajo el Palacio de Buckingham. Esto sin incluir las joyas de la Corona británica, las cuales están guardadas en la Torre de Londres. La joyería personal de la Reina es conservada por valor de $ 57 millones y la mayoría de ésta fue recibida como regalos. Las fabulosas joyas de su colección incluyen el "Cambridge y Nueva Delhi parure Dunbar", un fantástico conjunto de joyas de esmeralda, que incluye una diadema de esmeraldas.
Elizabeth Taylor tenía una colección de joyas bién conocida. Como un presente de compromiso, Richard Burton le dio el broche de esmeraldas y diamantes, que ella lleva con un collar de esmeraldas que él le dio como regalo de bodas. Pendientes, una pulsera y un anillo le siguieron.
Esmeraldas se han tenido en alta estima desde tiempos antiguos. Por esa razón, algunas de las esmeraldas más famosas se observan en museos y colecciones.
El Museo New York de Historia Natural, por ejemplo, tiene una exposición en la que una taza hecha de pura esmeralda, que pertenecía al emperador Jehangir, la cual es mostrada al lado de "Patricia", uno de los cristales de esmeralda colombiana más grande, que pesa 632 quilates.
La colección del Banco de Bogotá, incluye cinco valiosos cristales de esmeralda con pesos entre 220 y 1.796 quilates.
Esmeraldas espléndidas forman parte del Tesoro Nacional iraní, que adornan, por ejemplo, la diadema de la ex emperatriz Farah.
El sultán turco también amó esmeraldas. En el Palacio Topkapi de Estambul hay exposiciones con artículos de joyería, instrumentos de escritura y puñales, cada uno magnificamente adornado con esmeraldas y otras gemas.
El tesoro vienense contiene un florero, 4,5 pulgadas (12 cm) de alto, con un peso de 2205ct, que es cortado de un solo cristal de esmeralda.
Su majestad, Reina Elizabeth II, tiene tanta joyería que ella tiene una cuarto especial para guardarla, se dice que es aproximadamente del tamaño de una pista de hielo, y situado a 40 pies bajo el Palacio de Buckingham. Esto sin incluir las joyas de la Corona británica, las cuales están guardadas en la Torre de Londres. La joyería personal de la Reina es conservada por valor de $ 57 millones y la mayoría de ésta fue recibida como regalos. Las fabulosas joyas de su colección incluyen el "Cambridge y Nueva Delhi parure Dunbar", un fantástico conjunto de joyas de esmeralda, que incluye una diadema de esmeraldas.
Elizabeth Taylor tenía una colección de joyas bién conocida. Como un presente de compromiso, Richard Burton le dio el broche de esmeraldas y diamantes, que ella lleva con un collar de esmeraldas que él le dio como regalo de bodas. Pendientes, una pulsera y un anillo le siguieron.
Bienvenido al inicio de la historia: “Tentación, Color Esmeralda”:
Hace unos meses le dimos la bienvenida a este proyecto: La novela “Tentación, Color Esmeralda”. Su principal vía de presentación fue el homenaje a la vida de Arístides Vernaza Jr. (1964-2008), mi tío. Quizás
para las primeras personas que conocieron este sitio, les resultó algo
peculiar que se empezara a dar a conocer una historia escrita, a través
del recordatorio de una persona que partió, que concluyó su camino en
esta tierra. Puede ser que para alguien, la idea no vaya de la mano,
pero como un aporte del destino, como una de esas coincidencias que
tienen más significado de lo que uno se imagina, “Tentación, Color
Esmeralda” tiene en su contenido, un personaje clave, que aunque no interactúa en el presente inmediato, explica muchas cosas de la trama. Su nombre es “Don Nicanor De la Vega”. Saber
quién es él, cómo es él, de dónde viene y qué papel juega, es una de
las muchas preguntas con interesantes respuestas que contiene este
proyecto de novela. Le reiteramos que es bienvenido al mismo. El
recorrido es como andar dentro de una mina y su lucha por realizarla,
como el complicado mundo de las esmeraldas con la pizca de intensidad
del mundo de los paparazzi. Eso sí, verla salir a la luz,
es más gratificante que el triunfo de una hermosa esmeralda en el cuello
de una celebridad, siendo captada por las cámaras de todas partes del
mundo. Sea parte de esta historia y siga este camino con
nosotros. ¡Déjese tentar por esta aventura, su color es esmeralda, el
color de la esperanza!
Los invitamos a seguir los pasos de este proyecto.
Melissa Guardia Vernaza.
Autora de la historia “Tentación, color esmeralda”.
Portada Oficial de la novela: "Tentación, Color Esmeralda".
"Tentación, color esmeralda"
Cómo nace: "Tentación, Color Esmeralda".
TENTACIÓN, COLOR ESMERALDA
es una obre inédita cuya creación se dio a inicios del año 2002, cuando
se establece como objetivo por parte de la autora, crear una historia
dinámica, entretenida, pero profunda a la vez, que si bien tendría como
cuna de nacimiento un país pequeño como Panamá, incluía en sus objetivos
primordiales, preparar un material que perfectamente podría alcanzar la
producción televisiva internacional, como ha sido el caso de muchas
novelas escritas que han dado el paso exitosamente a la pantalla
chiquilla y de ahí a otras inimaginables fronteras.
-Cómo se hizoTentación, color esmeralda.
Era el año 2002 y decidí empezar una empresa. La mejor forma para hacerlo fue tomar lo que tenía a mano: Mi computadora, mi impresora, papel, tinta y faltaba algo más. Ese algo más tenía que venir de alguna parte.
Para lograr que "Tentación, color esmeralda",
sea hoy día esa novela que encierra un gran potencial, desde un inicio
durante las fases de definición de temática, investigación y creación,
se fue en busca de “una buen fórmula panameña que tuviera escenarios
internacionales”. Esa fórmula panameña para la historia,
quedó establecida bajo el precepto de buscar: Lo que más le agrada ver
al panameño en una historia, sea escrita o en pantalla. El otro precepto para la composición de la novela, en aras de su internacionalización, fue un paso más arriesgado: Iniciar la trama de la novela en Panamá, pero desarrollarla principalmente en uno de sus países vecinos: Colombia. La
osadía fue un poco más allá y no se quiso limitar a ser un buen intento
de una novela colombiana, género que ha sido reconocido
internacionalmente. "Tentación, color esmeralda",
añadió a su argumento una puerta abierta para otros mercados con una
identificación distinta a la de Panamá o la de Colombia y se vio a sí
misma como capaz de llenar las exigencias de mercados más al norte como México o los Estados Unidos; como también, el resto de latinoamericano, hasta la Patagonia, si es posible.
-De qué trata la novela " , Color Esmeralda".
Establecido los objetivos y las composiciones, se decide girar la trama entorno a la
industria colombiana de la extracción de esmeraldas y fusionarla con el
vertiginoso mundo de la prensa de espectáculos y los medios de
televisión en general; todo con un dinámico inicio en Panamá y con un estilo propio “como le gusta al panameño”. Si por años hemos sido reconocidos y definidos como una fusión de razas, culturas y países, la novela "Tentación, color esmeralda", se propuso hacer eso mismo: Una
fusión que pudiera desde un inicio hacer pensar a muchos cómo podría
ser eso posible, cómo podría ser algo así, algo original y no duplicado,
cómo podría funcionar una idea tan peculiar: Que una
panameña diga que va a escribir una novela desarrollada en Colombia,
pero que puede llegar al norte y encima decir, que tiene la esencia de
su país. Pues, las preguntas que se producen a raíz de la
misma propuesta ya cumplen de salida con el objetivo que encierra el
título de la misma novela: Tentar a muchos a saber más de ella......
Almuerzo y dudas
El hombre se detuvo frente a la vidriera, pero su atención no fue
atraída por el alegre maniquí sino por su propio aspecto reflejado en
los cristales. Se ajustó la corbata, se acomodó el gacho. De pronto
vio la imagen de la mujer junto a la suya.
-Hola, Matilde -dijo y se dio vuelta.
La mujer sonrió y le tendió la mano.
-No sabía que los hombres fueran tan presumidos. Él se rió, mostrando los dientes.
-Pero a esta hora -dijo ella- usted tendría que estar trabajando. -Tendría. Pero salí en comisión.
Él le dedicó una insistente mirada de reconocimiento, de puesta al día.
-Además -dijo- estaba casi seguro de que usted pasaría por aquí.
-Me encontró por casualidad. Yo no hago más este camino. Ahora suelo bajarme en Convención.
Se alejaron de la vidriera y caminaron juntos. Al llegar a la esquina, esperaron la luz verde. Después cruzaron.
-¿Dispone de un rato? -preguntó él. -Sí.
-¿Le pido entonces que almuerce conmigo? ¿O también esta vez se va a negar?
-Pídamelo. Claro que... no sé si está bien.
Él no contestó. Tomaron por Colonia y se detuvieron frente a un restorán. Ella examinó la lista, con más atención de la que merecía.
-Aquí se come bien -dijo él.
Entraron. En el fondo había una mesa libre. Él la ayudó a quitarse el abrigo.
Después de examinarlos durante unos minutos, el mozo se acercó. Pidieron jamón cocido y que marcharan dos churrascos. Con papas fritas. -¿Qué quiso decir con que no sabe si está bien?
-Pavadas. Eso de que es casado y qué sé yo.
-Ah.
Ella puso manteca sobre la mitad de un pancito marsellés. En la mano derecha tenía una mancha de tinta.
-Nunca hemos conversado francamente --dijo-. Usted y yo. -Nunca. Es tan difícil. Sin embargo, nos hemos dicho muchas veces las mismas cosas.
-¿No le parece que sería el momento de hablar de otras? ¿O de las mismas, pero sin engañarnos?
Pasó una mujer hacia el fondo y saludó. Él se mordió los labios. -¿Amiga de su mujer? -preguntó ella.
-Sí.
-Me gustaría que lo rezongaran.
Él eligió una galleta y la partió, con el puño cerrado. -Quisiera conocerla -dijo ella.
-¿A quién? ¿A esa que pasó?
-No. A su mujer.
Él sonrió. Por primera vez, los músculos de la cara se le aflojaron. -Amanda es buena. No tan linda como usted, claro.
-No sea hipócrita. Yo sé como soy. -Yo también sé como es.
Él mozo trajo el jamón. Miró a ambos inquisidoramente y acarició la servilleta. «Gracias», dijo él, y el mozo se alejó.
-¿Cómo es estar casado? -preguntó ella. Él tosió sin ganas, pero no dijo nada. Entonces ella se miró las manos.
-Debía haberme lavado. Mire qué mugre...
La mano de él se movió sobre el mantel hasta posarse sobre la mancha.
-Ya no se ve más.
Ella se dedicó a mirar el plato y él entonces retiró la mano.
-Siempre pensé que con usted me sentiría cómoda -dijo la mujer-, que podría hablar sencillamente, sin darle una imagen falsa, una espec;.e de foto retocada.
-Y a otras personas, ¿les da esa imagen falsa?
-Supongo que sí.
-Bueno, esto me favorece, ¿verdad?
-Supongo que sí.
Él se quedó con el tenedor a medio camino. Luego mordió el trocito de jamón.
-Prefiero la foto sin retoques.
-¿Para qué?
-Dice «¿para qué?» como si sólo dijera «¿por qué?», con el mismo tonito de inocencia.
Ella no dijo nada.
-Bueno, para verla -agregó él-. Con esos retoques ya no sería usted.
-¿Y eso importa?
-Puede importar.
El mozo llevó los platos, demorándose. El pidió agua mineral. «¿Con limón?» «Bueno, con limón.»
-La quiere, ¿eh? -preguntó ella. -¿A Amanda?
-Sí.
-Naturalmente. Son nueve años.
-No sea vulgar. ¿Qué tienen que ver los años?
-Bueno, parece que usted también cree que los años convierten el amor en costumbre.
-¿Y no es así?
-Es. Pero no significa un punto en contra, como usted piensa.
Ella se sirvió agua mineral. Después le sirvió a él.
-¿Qué sabe usted de lo que yo pienso? Los hombres siempre se creen psicólogos, siempre están descubriendo complejos.
Él sonrió sobre el pan con manteca.
-No es un punto en contra --dijo- porque el hábito también tiene su fuerza. Es muy importante para un hombre que la mujer le planche las camisas como a él le gustan, o no le eche al arroz más sal de la que conviene, o no se ponga guaranga a media noche, justamente cuando uno la precisa.
Ella se pasó la servilleta por los labios que tenía limpios.
-En cambio a usted le gusta ponerse guarango al mediodía.
Él optó por reírse. El mozo se acercó con los churrascos, recomendó que hicieran un tajito en la carne a ver si estaba cruda, hizo un comentario sobre las papas fritas y se retiró con una mueca que hacía quince años había sido sonrisa.
-Vamos, no se enoje -dijo él-. Quise explicarle que el hábito vale por sí mismo, pero también influye en la conciencia.
-¿Nada menos?
-Fíjese un poco. Si uno no es un idiota, se da cuenta de que la costumbre conyugal lava de a poco el interés.
-¡Oh!
-Que uno va tomando las cosas con cierta desaprensión, que la novedad desaparece, en fin, que el amor se va encasillando cada vez más en fechas, en gestos, en horarios.
-¿Y eso está mal?
-Realmente, no lo sé.
-¿Cómo? ¿Y la famosa conciencia?
-Ah, sí. A eso iba. Lo que pasa es que usted me mira y me distrae.
-Bueno, le prometo mirar las papas fritas.
-Quería decir que, en el fondo, uno tiene noticias de esa mecanización, de ese automatismo. Uno sabe que una mujer como usted, una mujer que es otra vez lo nuevo, tiene sobre la esposa una ventaja en cierto modo desleal.
Ella dejó de comer y depositó cuidadosamente los cubiertos sobre el plato.
-No me interprete mal -dijo él-. La esposa es algo conocido, rigurosamente conocido. No hay aventura, ¿entiende? Otra mujer..
-Yo, por ejemplo.
-Otra mujer, aunque más adelante esté condenada a caer en el hábito, tiene por ahora la ventaja de la novedad. Uno vuelve a esperar con ansia cierta hora del día, cierta puerta que se abre, cierto ómnibus que llega, cierto almuerzo en el Centro. Bah, uno vuelve a sentirse joven, y eso, de vez en cuando, es necesario.
-¿Y la conciencia?
-La conciencia aparece el día menos pensado, cuando uno va a abrir la puerta de calle o cuando se está afeitando y se mira distraídamente en el espejo. No sé si me entiende. Primero se tiene una idea de cómo será la felicidad, pero después se van aceptando correcciones a esa idea, y sólo cuando ha hecho todas las correcciones posibles, uno se da cuenta de que se ha estado haciendo trampas.
«¿Algún postrecito?», preguntó el mozo, misteriosamente aparecido sobre la cabeza de la mujer. «Dos natillas a la española», dijo ella. Él no protestó. Esperó que el mozo se alejara, para seguir hablando.
-Es igual a esos tipos que hacen solitarios y se estafan a sí mismos. -Esa misma comparación me la hizo el verano pasado, en La Floresta. Pero entonces la aplicaba a otra cosa.
Ella abrió la cartera, sacó el espejito y se arregló el pelo. -¿Quiere que le diga qué impresión me causa su discurso? -Bueno.
-Me parece un poco ridículo, ¿sabe?
-Es ridículo. De eso estoy seguro.
-Mire, no sería ridículo si usted se lo dijera a sí mismo. Pero no olvide que me lo está diciendo a mi.
El mozo depositó sobre la mesa las natillas a la española. Él pidió la cuenta con un gesto.
-Mire, Matilde -dijo-. Vamos a no andar con rodeos. Usted sabe que me gusta mucho.
-¿Qué es esto? ¿Una declaración? ¿Un armisticio?
-Usted siempre lo supo, desde el comienzo.
-Está bien, pero, ¿qué es lo que supe?
-Que está en condiciones de conseguirlo todo.
-Ah sí... ¿y quién es todo? ¿Usted?
Él se encogió de hombros, movió los labios pero no dijo nada, después resopló más que suspiró, y agitó un billete con la mano izquierda.
El mozo se acercó con la cuenta y fue dejando el vuelto sobre el platillo, sin perderse ni un gesto, sin descuidar ni una sola mirada. Recogió la propina, dijo «gracias» y se alejó caminando hacia atrás.
-Estoy seguro de que usted no lo va a hacer -dijo él-, pero si ahora me dijera «venga», yo sé que iría. Usted no lo va a hacer, porque lógicamente no quiere cargar con el peso muerto de mi conciencia, y además, porque si lo hiciera no sería lo que yo pienso que es.
Ella fue moviendo la mano manchada hasta posarla tranquilamente sobre la de él. Lo miró fijo, como si quisiera traspasarlo.
-No se preocupe -dijo, después de un silencio, y retiró la mano-. Por lo visto usted lo sabe todo.
Se puso de pie y él la ayudó a ponerse el abrigo. Cuando salían, el mozo hizo una ceremoniosa inclinación de cabeza. Él la acompañó hasta la esquina. Durante un rato estuvieron callados. Pero antes de subir al ómnibus, ella sonrió con los labios apretados, y dijo: «Gracias por la comida. » Después se fue.
-Hola, Matilde -dijo y se dio vuelta.
La mujer sonrió y le tendió la mano.
-No sabía que los hombres fueran tan presumidos. Él se rió, mostrando los dientes.
-Pero a esta hora -dijo ella- usted tendría que estar trabajando. -Tendría. Pero salí en comisión.
Él le dedicó una insistente mirada de reconocimiento, de puesta al día.
-Además -dijo- estaba casi seguro de que usted pasaría por aquí.
-Me encontró por casualidad. Yo no hago más este camino. Ahora suelo bajarme en Convención.
Se alejaron de la vidriera y caminaron juntos. Al llegar a la esquina, esperaron la luz verde. Después cruzaron.
-¿Dispone de un rato? -preguntó él. -Sí.
-¿Le pido entonces que almuerce conmigo? ¿O también esta vez se va a negar?
-Pídamelo. Claro que... no sé si está bien.
Él no contestó. Tomaron por Colonia y se detuvieron frente a un restorán. Ella examinó la lista, con más atención de la que merecía.
-Aquí se come bien -dijo él.
Entraron. En el fondo había una mesa libre. Él la ayudó a quitarse el abrigo.
Después de examinarlos durante unos minutos, el mozo se acercó. Pidieron jamón cocido y que marcharan dos churrascos. Con papas fritas. -¿Qué quiso decir con que no sabe si está bien?
-Pavadas. Eso de que es casado y qué sé yo.
-Ah.
Ella puso manteca sobre la mitad de un pancito marsellés. En la mano derecha tenía una mancha de tinta.
-Nunca hemos conversado francamente --dijo-. Usted y yo. -Nunca. Es tan difícil. Sin embargo, nos hemos dicho muchas veces las mismas cosas.
-¿No le parece que sería el momento de hablar de otras? ¿O de las mismas, pero sin engañarnos?
Pasó una mujer hacia el fondo y saludó. Él se mordió los labios. -¿Amiga de su mujer? -preguntó ella.
-Sí.
-Me gustaría que lo rezongaran.
Él eligió una galleta y la partió, con el puño cerrado. -Quisiera conocerla -dijo ella.
-¿A quién? ¿A esa que pasó?
-No. A su mujer.
Él sonrió. Por primera vez, los músculos de la cara se le aflojaron. -Amanda es buena. No tan linda como usted, claro.
-No sea hipócrita. Yo sé como soy. -Yo también sé como es.
Él mozo trajo el jamón. Miró a ambos inquisidoramente y acarició la servilleta. «Gracias», dijo él, y el mozo se alejó.
-¿Cómo es estar casado? -preguntó ella. Él tosió sin ganas, pero no dijo nada. Entonces ella se miró las manos.
-Debía haberme lavado. Mire qué mugre...
La mano de él se movió sobre el mantel hasta posarse sobre la mancha.
-Ya no se ve más.
Ella se dedicó a mirar el plato y él entonces retiró la mano.
-Siempre pensé que con usted me sentiría cómoda -dijo la mujer-, que podría hablar sencillamente, sin darle una imagen falsa, una espec;.e de foto retocada.
-Y a otras personas, ¿les da esa imagen falsa?
-Supongo que sí.
-Bueno, esto me favorece, ¿verdad?
-Supongo que sí.
Él se quedó con el tenedor a medio camino. Luego mordió el trocito de jamón.
-Prefiero la foto sin retoques.
-¿Para qué?
-Dice «¿para qué?» como si sólo dijera «¿por qué?», con el mismo tonito de inocencia.
Ella no dijo nada.
-Bueno, para verla -agregó él-. Con esos retoques ya no sería usted.
-¿Y eso importa?
-Puede importar.
El mozo llevó los platos, demorándose. El pidió agua mineral. «¿Con limón?» «Bueno, con limón.»
-La quiere, ¿eh? -preguntó ella. -¿A Amanda?
-Sí.
-Naturalmente. Son nueve años.
-No sea vulgar. ¿Qué tienen que ver los años?
-Bueno, parece que usted también cree que los años convierten el amor en costumbre.
-¿Y no es así?
-Es. Pero no significa un punto en contra, como usted piensa.
Ella se sirvió agua mineral. Después le sirvió a él.
-¿Qué sabe usted de lo que yo pienso? Los hombres siempre se creen psicólogos, siempre están descubriendo complejos.
Él sonrió sobre el pan con manteca.
-No es un punto en contra --dijo- porque el hábito también tiene su fuerza. Es muy importante para un hombre que la mujer le planche las camisas como a él le gustan, o no le eche al arroz más sal de la que conviene, o no se ponga guaranga a media noche, justamente cuando uno la precisa.
Ella se pasó la servilleta por los labios que tenía limpios.
-En cambio a usted le gusta ponerse guarango al mediodía.
Él optó por reírse. El mozo se acercó con los churrascos, recomendó que hicieran un tajito en la carne a ver si estaba cruda, hizo un comentario sobre las papas fritas y se retiró con una mueca que hacía quince años había sido sonrisa.
-Vamos, no se enoje -dijo él-. Quise explicarle que el hábito vale por sí mismo, pero también influye en la conciencia.
-¿Nada menos?
-Fíjese un poco. Si uno no es un idiota, se da cuenta de que la costumbre conyugal lava de a poco el interés.
-¡Oh!
-Que uno va tomando las cosas con cierta desaprensión, que la novedad desaparece, en fin, que el amor se va encasillando cada vez más en fechas, en gestos, en horarios.
-¿Y eso está mal?
-Realmente, no lo sé.
-¿Cómo? ¿Y la famosa conciencia?
-Ah, sí. A eso iba. Lo que pasa es que usted me mira y me distrae.
-Bueno, le prometo mirar las papas fritas.
-Quería decir que, en el fondo, uno tiene noticias de esa mecanización, de ese automatismo. Uno sabe que una mujer como usted, una mujer que es otra vez lo nuevo, tiene sobre la esposa una ventaja en cierto modo desleal.
Ella dejó de comer y depositó cuidadosamente los cubiertos sobre el plato.
-No me interprete mal -dijo él-. La esposa es algo conocido, rigurosamente conocido. No hay aventura, ¿entiende? Otra mujer..
-Yo, por ejemplo.
-Otra mujer, aunque más adelante esté condenada a caer en el hábito, tiene por ahora la ventaja de la novedad. Uno vuelve a esperar con ansia cierta hora del día, cierta puerta que se abre, cierto ómnibus que llega, cierto almuerzo en el Centro. Bah, uno vuelve a sentirse joven, y eso, de vez en cuando, es necesario.
-¿Y la conciencia?
-La conciencia aparece el día menos pensado, cuando uno va a abrir la puerta de calle o cuando se está afeitando y se mira distraídamente en el espejo. No sé si me entiende. Primero se tiene una idea de cómo será la felicidad, pero después se van aceptando correcciones a esa idea, y sólo cuando ha hecho todas las correcciones posibles, uno se da cuenta de que se ha estado haciendo trampas.
«¿Algún postrecito?», preguntó el mozo, misteriosamente aparecido sobre la cabeza de la mujer. «Dos natillas a la española», dijo ella. Él no protestó. Esperó que el mozo se alejara, para seguir hablando.
-Es igual a esos tipos que hacen solitarios y se estafan a sí mismos. -Esa misma comparación me la hizo el verano pasado, en La Floresta. Pero entonces la aplicaba a otra cosa.
Ella abrió la cartera, sacó el espejito y se arregló el pelo. -¿Quiere que le diga qué impresión me causa su discurso? -Bueno.
-Me parece un poco ridículo, ¿sabe?
-Es ridículo. De eso estoy seguro.
-Mire, no sería ridículo si usted se lo dijera a sí mismo. Pero no olvide que me lo está diciendo a mi.
El mozo depositó sobre la mesa las natillas a la española. Él pidió la cuenta con un gesto.
-Mire, Matilde -dijo-. Vamos a no andar con rodeos. Usted sabe que me gusta mucho.
-¿Qué es esto? ¿Una declaración? ¿Un armisticio?
-Usted siempre lo supo, desde el comienzo.
-Está bien, pero, ¿qué es lo que supe?
-Que está en condiciones de conseguirlo todo.
-Ah sí... ¿y quién es todo? ¿Usted?
Él se encogió de hombros, movió los labios pero no dijo nada, después resopló más que suspiró, y agitó un billete con la mano izquierda.
El mozo se acercó con la cuenta y fue dejando el vuelto sobre el platillo, sin perderse ni un gesto, sin descuidar ni una sola mirada. Recogió la propina, dijo «gracias» y se alejó caminando hacia atrás.
-Estoy seguro de que usted no lo va a hacer -dijo él-, pero si ahora me dijera «venga», yo sé que iría. Usted no lo va a hacer, porque lógicamente no quiere cargar con el peso muerto de mi conciencia, y además, porque si lo hiciera no sería lo que yo pienso que es.
Ella fue moviendo la mano manchada hasta posarla tranquilamente sobre la de él. Lo miró fijo, como si quisiera traspasarlo.
-No se preocupe -dijo, después de un silencio, y retiró la mano-. Por lo visto usted lo sabe todo.
Se puso de pie y él la ayudó a ponerse el abrigo. Cuando salían, el mozo hizo una ceremoniosa inclinación de cabeza. Él la acompañó hasta la esquina. Durante un rato estuvieron callados. Pero antes de subir al ómnibus, ella sonrió con los labios apretados, y dijo: «Gracias por la comida. » Después se fue.
Mario Benedetti