miércoles, 29 de agosto de 2012

Poeta cubano...


Necesito un amor
 
Necesito un amor,
pero un amor eterno,
necesito quién me ame,
quién me mime, quién me entienda,
necesito un amor para vivir y para soñar juntos,
un amor que me arrulle en las noches y me bese en las mañanas tibias o frías,
necesito un amor, pero no de mentiras,
necesito que sea mi paz divina,
necesito un amor, para entregarle mi vida y que su vida sea la mía,
necesito un amor que me entregue sus ansias prohibidas,
que me abrace con locura,
que me sienta en su ternura,
necesito un amor para mis noches tranquilas y darnos las mas cálidas y sublimes caricias,
necesito un amor, en que su alma suspira los más sabrosos besos de su boca divina,
necesito un amor, que al estar juntos se sienta con vida.
que sus manos a mi me toquen y que las acaricien las mías,
que ella beba de mis labios, como una copa prohibida,
que al besarla se estremezca,
que cante, llore y gima, mientras que de mi cuerpo ella reciba, las pasiones más prohibidas,
que mis labios la registren,  palmo a palmo su silueta y en cada caricia mía, me de sus espasmos de vida,  
que mis labios sean suyos, 


David Fernández Fis

Frase del día...


"Si al franquear una montaña en la dirección de una estrella, el viajero se deja absorber demasiado por los problemas de la escalada, se arriesga a olvidar cual es la estrella que lo guía."

 Antoine deSAINT-EXUPÉRY. Escritor y aviador francés.

Historia de un paraguas

 
Este accesorio tan difundido en nuestros días, durante largo tiempo fue una seña de dignidad, extendiéndoselo sobre las estatuas y las divinidades. En gran cantidad de monumentos Egipcios, Asirios y Persas, se ven reyes rodeados de servidores que sostienen un quitasol. No hace mucho, en ciertas regiones se veían vendedores ambulantes que en una funda de cuero lleno de paraguas a modo de flechas bajo el brazo, pregonaban  su mercancía para atraer la atención, en España. Al evocarlos pensamos en todos los hombres que le precedieron en la invención y en la venta de paraguas, y nos sentimos atraídos hacia una época muy lejana de la historia

 El paraguas es un invento curioso por su nombre, su historia y su diseño. Es uno de esos objetos que lleva con nosotros miles de años sin apenas cambiar de aspecto: otros inventos han variado radicalmente su forma en pocos años, pero los paraguas de hace siglos son casi indistinguibles de los de ahora. Fíjate en este anuncio de la empresa inglesa Kendall & Sons Ltd. del siglo XVIII:
 Sin embargo, el año del anuncio, 1756, es “ayer por la mañana” comparado con la historia del paraguas, que tiene unos 2.400 años y fue inventado en China.



Otros pueblos habían usado instrumentos para protegerse de los elementos como el sol y la lluvia, por supuesto: eso ha venido sucediendo desde que existe la humanidad. Pero es que lo que inventaron los chinos fue un paraguas en toda regla: con varillas formando un armazón…¡y plegable, como los de ahora!
De hecho, el paraguas es un buen recordatorio de cómo nuestro etnocentrismo cultural es una solemne estupidez. Piénsalo: alrededor del año 600 a.C. tenemos descripciones de un paraguas en China. En un manual de ceremonias, el Zhou-Li (Los Rituales de Zhou), se describe cómo colocar un objeto que cubre al Emperador en sus apariciones. El objeto tiene 28 varillas arqueadas y cubiertas por una tela. Las varillas están unidas a un palo de madera que puede deslizarse dentro de un cilindro hueco, colapsando las varillas y cerrando el objeto…Las diferencias con nuestros paraguas de ahora son mínimas.
El propio ideograma chino para el paraguas ha tenido pocos cambios a lo largo del tiempo. Como probablemente sabes, muchos caracteres chinos, aunque en su inicio eran idealizaciones de los objetos que representaban, han ido cambiando hasta que el “dibujo” es irreconocible. Pero fíjate en el de paraguas…es fácil de ver que es simplemente un paraguas idealizado:

Ideograma de paraguas



No está muy claro de dónde sacaron sus inventores la idea de crear un armazón de madera con una tela por encima y, desde luego, no sabemos el nombre del inventor. Se piensa que el origen puede ser, por un lado, el utilizar ramas de árbol (las varillas de madera y la fronda en vez de tela) o tal vez, por otro lado, las tiendas de campaña. Al fin y al cabo, el paraguas es algo así como un “techo de tienda de campaña portátil”.
En cualquier caso, el paraguas se utilizaba en China para protegerse tanto del sol como de la lluvia, pero sólo las personas de alto linaje lo usaban (no necesariamente la realeza, pero desde luego no los campesinos). En aquella época, construir un objeto de esas características (especialmente el sistema de madera plegable y la seda que se usaba para cubrirlo) era costoso y requería gran habilidad, de modo que los paraguas eran objetos de lujo: los pobres se cubrían con capas de agua o se mojaban.
Sin embargo, aunque en Europa se utilizaban diversos objetos para cubrirse del sol (ninguno de ellos plegable), el concepto de sujetar algo sobre la cabeza para no mojarse era desconocido. Los viajeros occidentales relataban tras sus viajes las extrañas costumbres de los pueblos asiáticos (como los japoneses, los indios y los siameses) que los utilizaban con regularidad en sus ceremonias. Aunque el diseño chino llegó a Persia y eventualmente a Europa a través de la Ruta de la Seda, había un problema fundamental para su popularización, más allá de la dificultad de su construcción: la imagen.
Los europeos, ya desde la Antigua Grecia, habían asociado el parasol (y el paraguas se parecía mucho) a las mujeres. De hecho, existe incluso algún texto de Anacreonte en el que se afirma que el que un hombre lleve un paraguas es una muestra de afeminamiento. De modo que las mujeres griegas llevaban parasoles, como las etruscas y las romanas, pero los hombres no: las gruesas capas de agua eran su única defensa contra la lluvia.
Pero es que el propio concepto de utilizar el paraguas para resguardarse de la lluvia no era común en Europa: como hemos dicho, lo que se utilizaban eran parasoles. Aunque en castellano la palabra “paraguas” es de etimología evidente y referida a la lluvia, fíjate en la palabra en inglés: umbrella, que viene de umbra en latín, “sombra”.
De hecho, el umbracullum (un gran parasol) era y es utilizado para dar sombra al Papa, uno de los pocos hombres en utilizar un instrumento así en la Europa medieval. No sólo eso: el escudo de armas del Vaticano durante la sede vacante (el período de tiempo entre dos papas) sigue teniendo hoy en día el umbracullum papal:
 



Poco a poco, finalmente, el paraguas (para protegerse del sol) fue entrando en Europa y haciéndose popular. Al principio se extendió por Italia y Francia…para el regocijo de los ingleses, que se reían y consideraban a sus vecinos del sur afeminados por utilizarlos. En el siglo XVII ya era relativamente común en el sur de Europa.
En Inglaterra el paraguas tuvo que luchar contra esa asociación femenina durante mucho tiempo. Aún en 1706 los diccionarios lo describían como una “pantalla usada comúnmente por las mujeres para protegerse de la lluvia”. Uno de los primeros hombres en utilizarlo abiertamente en Londres fue el doctor Jonas Hanway (el que aparece en el anuncio de 1756), que sufría las burlas de los londinenses cada vez que llovía y salía a la calle con su paraguas. Otro inglés, John Macdonald, relata cómo incluso en 1770 la gente se reía de él y le gritaban, “¡Eh! ¡Francés! ¿Por qué no llamas a un carruaje para no mojarte?”

En el siglo XVIII los paraguas eran muy dificiles de usar, pues eran grandes, pesados e incomodos. Con su baston y sus varillas de caña o de ballena, y su cubierta de seda (o lienzo) engrasada, era dificil de abrir una vez mojado, y ademas solia gotear sobre el portador. Aun asi fue ganando popularidad, pues costaba menos que alquilar un coche en dias de lluvia. De ahi que se multiplicaran los fabricantes y los vendedores, y que los inventores trataran de mejorarlo.

De modo que podemos considerar el final del siglo XVIII como el momento en el que, ya en toda Europa, se considera el paraguas como un objeto cotidiano y las tonterías se acaban. Poco a poco fueron mejorándose los materiales, hasta llegar al metal y las telas baratas que usamos hoy en día (por no hablar de la fabricación en serie) que han hecho del paraguas un objeto ubicuo…pero, curiosamente, igual que los tiburones son casi iguales que hace millones de años, el paraguas es prácticamente igual en diseño al que describe el Zhou Li.
Por cierto, no sólo se ha utilizado el paraguas a lo largo de la historia para protegerse del sol o la lluvia: también ha sido un arma. Por ejemplo, el disidente búlgaro Georgi Markov fue asesinado en 1978 por un agente de la KGB…¡con un paraguas! Markov estaba esperando al autobús cuando un extraño le pinchó con la punta de un paraguas en el muslo, aparentemente sin querer. El extraño se disculpó y se fue…tras dejar, con la punta del paraguas (en la que había una jeringuilla) una bolita de platino-iridio con ricina, un veneno potentísimo del que, aún hoy, no se conoce un antídoto. ¡Ojito con los paraguas!



Superstición

Estamos llenos de supersticiones y una de ellas, es la de no abrir el paraguas o sombrilla dentro de casa, bajo un techado, o en un recinto cerrado y tampoco en el vestíbulo o porche, aunque no vivamos en este sitio, si lo hacemos estamos invocando a dioses malignos y la luz eterna de los moribundos. Se dice que abrirlos es dar paso a nuestra mala suerte, esto ya en la antigüedad o mejor dicho en el siglo XVII, que fue cuando se introdujo de oriente los paraguas en Europa ya se incorporaron con algunas de estas supersticiones, ya que era un objeto algo peligroso con un diseño de acabado en puntas y al abrirlo sus varillas metálicas también podían ser motivo de un accidente, y muchas  estas supersticiones ha llegado a nuestros días y aun tenemos este miedo a hacer algunas de estas cosas ya que siempre se ha dicho, mas vale prevenir que curar. También el girarlo muchas veces dando vueltas en si mismo, hacer esto espanta a la suerte, tampoco se puede poner encima de la cama o de una mesa, trae desgracias, puede desencadenar alguna muerte cercana o adelantar la de un enfermo, hay que ponerlos en los paragüeros un objeto creado expresamente para ello. Pero sin embargo, si  a alguien se le olvida en un lugar extraño o lo pierde, significa que le esperan agradables sorpresas.

Paraguas o quitasoles en la pintura:
 El Quitasol es una obra de Goya que data de 1777 de óleo sobre lienzo con unas dimensiones 104×102 cms y se encuentra actualmente en el Museo del Prado

El Quitasol

Las mujeres desempeñaban un papel muy importante en las obras de Goya: bailando, vendiendo flores….La mujer del famoso cuadro del pintor adopta su postura con una sonrisa encantadora. Este tapiz debía colgarse encima de una puerta, motivo por el cual Goya colocó a la joven beldad sobre un montículo cubierto de césped, desde el que dirige su mirada hacia el espectador, plenamente consciente de su belleza. Su acompañante protege su delicada piel del sol abrasador con el parasol.
Ella sostiene en la mano el abanico cerrado, accesorio imprescindible de las mujeres españolas en la época de Goya como si fuera un cetro. Los abanicos, que solían estar decorados suntuosamente y con muchos colores, no sólo servían para refrescarse, sino que además constituían un medio de comunicación, ya que cada movimiento, cada abertura y cada cierre, tenía un significado. Mediante este lenguaje conocido por todas las clases sociales, la dama podía hacer una señal secreta de invitación al hombre elegido, así como un desaire.



Vertumno y Pomona
Sin embargo, es Vertumno y Pomona de Jean Ranc, un cuadro de estilo Neoclásico, el que más a menudo se ha citado como antecedente del Quitasol. Hay que recordar, además, que Ranc fue uno de los pintores que trabajó para los primeros borbones españoles —comenzando por Felipe V—, importando el gusto neoclásico y el colorido armonioso y elegante para la pintura española regia. Todo ello muestra que el tema del galanteo entre dos jóvenes con parasol de por medio era un lugar común en la pintura galante del siglo XVIII.
La originalidad de Goya hay que buscarla en la espontaneidad, realismo y naturalidad con que Goya hace aparecer la anécdota, la expresión de una cercanía al espectador que consigue con el tamaño de las figuras (en los cuadritos de gabinete rococó son pequeñas y rodeadas de naturaleza), la composición academicista, neoclásica, y sobre todo con la mirada directa de la joven sonriendo al espectador, a quien hace cómplice del posible galanteo.
En cuanto a la composición, las líneas de fuerza dibujan casi un triángulo equilátero en el que se enmarca la muchacha. Esta figura geométrica expresa una gran serenidad. Por otro lado, todas las miradas convergen en el rostro de la joven, matizado por una sombra filtrada de suaves tonos verdes creados por el color de la sombrilla. El óvalo de la joven es una elipse regular y en ella se cruzan dos diagonales determinadas por la dirección de la mirada del mozo y la línea del muro de la izquierda, cuya perspectiva se ha forzado para que esta diagonal incida en el buscado centro de atención del cuadro.
El color en este cuadro, al igual que el de todos los cartones para tapices, es luminoso y contrastado de vivos tonos, como en el resto de los cartones. Pero es un colorido en el que destaca sobremanera el estudio lumínico, como ocurría en El bebedor (1777), con el que hacía pareja, al situar el rostro de la dama —como se dijo— en el centro de convergencia de las líneas que estructuran la composición. La faz de la damita se sitúa en primer término, pero en zona de sombra. Los fuertes contrastes de tonos en el hombro del mozo y la matizada difusión de la luz sombreada en el rostro de la joven, están resueltos con una maestría poco común.


 Leonid Afremov
Nació en 1955 en la ciudad Bielorusa de Vitsyebsk.
Sus cuadros son realmente originales y, en un estilo que se clasificaría cómo neoimpresionista, describen personajes y paisajes de gran belleza.
Tienen un toque especial, seguramente derivado de su amplísima gama de colores y de que no utiliza pinceles, sino pequeñas paletas, que le dan un original relieve a sus cuadros.

 
Clásicos del cine:




Y ¿quien no recuerda esta escena?  



Y por último, os dejo unas imágenes de unos paraguas muy, pero que muy originales...














El Nubrella es una burbuja impermeable que cubre la cabeza y los hombros sujetadas por una correa que envuelve el hombre alrededor del portador.
El paraguas de 40 libras británicas (unos 64 USD), puede resitir vientos de hasta 80 km/h, incluso puede ser utilizado por los ciclistas para mantenerlos secos en el camino.
Y cuando la lluvia termina, el Nubrella se puede deslizar tras la cabeza.
El inventor Alan Kaufman, de 49 años, de Florida, dijo: “La mayor ventaja es que el usuario no tiene que llevar nada cuando no está en uso, ya que va detrás de la cabeza como una capucha“, según reporta The Sun.
Afirma que ahora la gente puede andar en bicicleta y trabajar al aire libre por completo ya que tiene manos libres y se puede mantener protegido.
Alan cree que su creación podría ser útil para cualquier persona que trabaja al aire libre, pero no tiene una mano libre para cargar un paraguas.
Dijo: “Millones de personas están obligadas a trabajar al aire libre, sin importar cuáles son las condiciones y simplemente no pueden sostener un paraguas y llevar a cabo sus tareas

Una broma de duendes


Una broma de duendes

Hugo Fernando Conterno


Sabido es que los duendes son grandes bromistas. No son "grandes" por su tamaño, sino por su enorme tendencia natural a divertirse con la seriedad ajena. El trabajo de ellos es de suma importancia para la tierra, son los encargados de tomar las bolitas de energía que están dispersas y llevárselas a las hadas, para que den formas a las flores y hojas de las plantas, y especialmente ellos pueden transformar las bolitas de energía negra que salen de la gente enojada en preciosas perlitas verdes.
Una extraña sociedad secreta, que por el simple hecho de ser nombrada aquí dejó de ser secreta -pero ese es un secreto- formada por hombres muy serios, decidió que nadie debía interferir con sus burbujitas negras. Es que ellos pretendían que todas las burbujitas se conviertan en nubes negras para tapar definitivamente el sol. Como todos se dan cuenta, era un plan muy oscuro y serio.
Esta sociedad, que era secreta, se reunió un día gris y todos sus miembros decidieron que los duendes y sus bromas ya no eran graciosos, y que eran un verdadero peligro para sus oscuros planes, por ello planificaron con mucha prolijidad y cuidado el modo de hacer que los duendes dejaran de transformar sus burbujas oscuras en preciosas perlas verdes, que además daban energía a las hadas que formaban las plantas y llenaba el mundo de color, vida y alegría. Luego de un corto debate en el que discutieron cuestiones de forma y fondo sobre la base de estadísticas acordaron que encarcelarían definitivamente a todos los duendes.
El plan era simple, como los duendes son grandes bromistas y una de sus travesuras preferidas es desacomodar las pipas, los sellos, las corbatas y los paraguas sin estrenar, idearon una trampa con barrotes invisibles que consistía en colocar todos estos elementos ordenados de mayor a menor y por color en degradé. Ante este señuelo los duendes entrarían tentados en desordenar a las trampas. El oscuro plan funcionó a la perfección.


Las trampas se dispusieron en los bosques siguiendo un esquema de triángulos y en todas ellas había una pipa, un sello con muchas letras y un escudo, dos corbatas con los nudos hechos y un paraguas sin estrenar.
Todos los duendes fueron atrapados, puede que el primero no haya percibido la trampa pero lo extraño es que los restantes hacían filas para ingresar, hasta se ordenaban de menor a mayor, y cantaban felices al ingresar, ninguno intentó escapar.
El duende que me contó esta historia asegura que ellos no pudieron resistirse en hacer esa broma, yo estaba confundido, le pregunté qué broma, se rió hasta caerse de la silla.
La otrora sociedad secreta festejó en secreto, tan contentos estaban que se animaron a sonreír, el éxito del oscuro plan estaba asegurado, aunque el más serio de los serios continuaba preocupado, dicen que estaba más serio que de costumbre (afirmación realizada por el contador del grupo que señaló que tenía cinco fruncidas extras en su ceño), hasta con sus solas burbujas negras ya se estaba formando una nubecita sobre su casa. Pero los menos serios de los serios se atrevieron a sonreír infringiendo el artículo 38 del código de su sociedad, hasta algunos se aflojaron los zapatos y estiraban relajados los dedos de los pies, y unos pocos decidieron juntarse a festejar.
Se reunieron en secreto en un salón con un piano, uno de ellos se animó a tocar una melodía fúnebre, pero poco importaba al más despistado del grupo que pese a la triste canción intentó bailar, luego de años sin darle ritmo a su corazón se tropezó, uno se rió, se paró e intentó de nuevo, al quinto intento y entre risas, arrancó el baile, el de corbata marrón se paró y aplaudía feliz. En el acto todos los duendes quedaron libres, es que las trampas funcionaban con energía mental, si los carceleros bailan no hay rejas para nadie, ambos se vuelven libres.
Con tranquilidad los duendes salían de las jaulas, jugando con las pipas a las que le ponían jabón para hacer burbujas, con los sellos sellaban papeles imaginarios que decretaban la libertad, con los paraguas se dejaban llevar por el viento y de las corbatas salían preciosas mariposas de tela.


La antigua sociedad secreta se disolvió sin necesidad de ninguna formalidad, muchos de sus miembros se transformaron en pintores, escultores, narradores, trovadores, fabricantes de juguetes y de abrigos de colores. También otros formaron otra sociedad secreta más secreta que la anterior.
Cuando el duende que me contó la historia terminó su relato comprendí la gran broma de los duendes, no lucharon contra la sociedad ni las trampas, simplemente la disolvieron, de la trampa hicieron una fiesta y hasta las hadas encantadas con la alegría encontraron energía para hacer una primavera entera.
Al llegar a mi casa descubrí todas mis corbatas entre los juguetes de mis hijos, ellos alegaron que fueron los duendes, cuando me reí de su ocurrencia vi cómo la planta casi seca que estaba en una maceta en la ventana de pronto estaba llena de flores, mi risa se volvió carcajada y me caí de la silla.