Si hubiésemos podido preguntarle a Albert Einsten que cómo se
describiría a sí mismo, habría contestado sin duda que cómo un pensador.
La originalidad de sus ideas y teorías científicas se basan en su
increíble capacidad de pensar y reflexionar, sin limitarse a lo que se
reconocía como verdades indiscutibles. Desde niño, Albert, se cuestionó
todo sobre el mundo que lo rodeaba.
Albert Einstein nació en la ciudad de Ulm en Alemania el 14 de marzo
de 1879 y no fue precisamente el niño brillante que cabría esperarse.
Sus padres estuvieron preocupados desde un comienzo por su lentitud para
comenzar a hablar, a comunicarse y a relacionarse.
Se dice que Albert no habló ni una sola palabra en sus 4 primeros
años y que un día durante la cena dijo: “la sopa está caliente”. Sus
padres asombrados le preguntaron por qué si podía hablar, nunca lo había
hecho. Albert respondió: “Porque hasta ahora, todo estaba bien”.
Durante sus primeros años, Albert no demostró ningún interés en jugar
con otros niños o en los deportes. El prefería quedarse en casa
haciendo grandes construcciones con bloques de madera o con las cartas
de la baraja.
Durante la escuela primaria, Albert disfrutó la enseñanza, del hecho
de hacer preguntas y de que sus maestros las contestaran, pero para él
era más estimulante estar en el taller de su padre y su tío quienes
vendían baterías y generadores eléctricos. Para Albert, sentir que la
electricidad fuera una fuerza tan poderosa, que podía almacenarse,
conducirse y utilizarse para toda clase de trabajos, pero que aún así,
era invisible, le producía una fascinación absoluta.
De igual manera, la brújula que le dio su padre, lo intrigaba
sobremanera. Su aguja siempre marcaba el norte, sin importar dónde o
cómo la colocara.
Durante sus primeros años Albert acostumbraba a dar largas caminatas
con su hermana Maja y sus primos, en ellas, él se hacía preguntas sin
cesar acerca del espacio, acerca de cómo podía llegar la luz de las
estrellas hasta sus ojos, de si se podría viajar sobre un rayo de luz,
acerca del tiempo y de cómo transportase en él.
Su
familia le estimulaba constantemente con libros y su madre a través de
la música que se convirtió en su gran pasión, especialmente cuando
descubrió asombrado que la música estaba basada en principios
matemáticos.
Al cumplir 10 años y dejar la primaria, la escuela se convirtió en su
peor pesadilla. La educación era rígida y estricta, Debía usar uniforme
y marchar como soldado entre una clase y otra y debía simplemente
memorizar y repetir, no pensar. Para su mente inquieta, sentirse
atrapado en un sistema que no le permitía pensar, fue un gran choque. La
única materia que disfrutaba eran las matemáticas, porque en ellas no
se podía memorizar, sino que debía razonar.
Sus maestros, a quienes llamaba “sargentos” pronto comenzaron a
llamarlo “perro perezoso” y decir que era una mala influencia dentro del
salón de clase por hacer preguntas que no podían responder. El director
de la escuela le dijo un día a su padre que no se preocupara por cuál
profesión iría a estudiar Albert, porque “él nunca sería exitoso en nada
de lo que hiciera”.
Finalmente fue expulsado de la escuela y vivió por unos meses con su
familia en Italia, en los que se prometió a sí mismo que nunca dejaría
de pensar y a que el derecho a expresar libremente sus ideas, sería su
patrimonio más valioso. Durante esos meses escribió y publicó su primer
ensayo sobre el magnetismo y la electricidad y comenzaba su escrito
diciendo que el espacio era un lugar “vacío”. Hasta ese momento los
científicos afirmaban que el espacio estaba ocupado por algo llamado
“eter”, que nadie nunca había descrito, pero que se daba por cierto.
Aunque este primer escrito no tuvo mucha difusión, ni reacción por parte
de la comunidad científica, por ser escrito por un adolescente que
había sido expulsado de la escuela, años después se comprobó que Albert
estaba en lo cierto.
De Italia pasó a Suiza, donde encontró un ambiente favorable a su
manera inquieta de conocer el mundo, allí terminó sus estudios
secundarios, ingresó a la Escuela Politécnica de Suiza y se hizo
ciudadano suizo. En ese momento su familia ya no tenía como sostenerlo,
su padre murió, Albert continuó su carrera con un mínimo de recursos,
con su ropa vieja y muy poca comida, pero feliz de pertenecer a una
comunidad científica donde hizo nuevos amigos y pudo expresar sus
teorías. Allí conoció a Mileva Maric, la única mujer dentro del programa
de física, con ella podía hablar sin descanso y compartir sus sueños,
pronto se hicieron amigos inseparables.
Al finalizar sus estudios, deseaba más que nada poder ser profesor de
física, pero lo único que pudo conseguir fue un empleo en la escuela de
patentes de Suiza. Aunque al principio le pareció un trabajo aburrido y
de poco merito, pronto encontró que le ofrecía muchas ventajas. Por sus
manos pasaban infinidad de inventos y proyectos científicos, él era
rápido en clasificarlos y le quedaba muchísimo tiempo libre para pensar y
analizar. En esa época escribió y publicó muchísimos ensayos
científicos y tuvo además el dinero para casarse con Mileva y comenzar
una familia.
En 1905 publicó su famosa teoría de la relatividad en la que él dice
que todo, excepto la luz, viaja a diferentes velocidades, dependiendo de
las diferentes situaciones.
En 1909 la Universidad de Zurich le ofreció un trabajo como profesor y
en poco tiempo alcanzó una alta popularidad entre los estudiantes por
la forma en que él podía explicar asuntos muy difíciles, de forma clara y
sencilla.
Pronto comenzó a retar a la comunidad científica con sus teorías
sobre la forma en que viajaba la luz, según él, esta podía doblarse y
curvarse al viajar por el espacio y no viajaba en línea recta, como se
creía hasta entonces. Aunque le tomó muchos años poder demostrarlo,
finalmente su teoría resultó cierta.
En 1913 recibió una oferta que no pudo rechazar: Una universidad en
Berlín le pagaría simplemente para que fuera a “pensar”. Era un sueño
hecho realidad, lastimosamente, no todo era perfecto, él había salido de
Alemania hacía años después de que lo echaron de la escuela y sus
recuerdos no eran los mejores, la situación política en Europa estaba
muy tensa y su esposa no quiso acompañarlo. Así que la dejó a ella y a
sus dos hijos y se fue solo a Alemania.
Einstain, quien a pesar de que su situación económica había cambiado
drásticamente y ahora no tenía que preocuparse del dinero, su vida
cotidiana era un completo caos, podía quedarse días sin comer o dormir,
su cabello era una maraña, no usaba calcetines y sólo se abrochaba el
primer botón de su abrigo, porque todo lo que no tuviera relación con su
mundo científico lo tenía sin cuidado. En Berlín se reencontró con su
prima Elsa, quien comenzó a cuidar de él, ella se ocupó de todos eso
aspectos cotidianos que él despreciaba y pronto se le hizo
indispensable, al poco tiempo se casaron.
En 1914 comenzó la guerra en Europa y Alemania presionó a su
comunidad científica para que apoyaran al gobierno y a la guerra,
Einstein era un gran pacifista y detestaba la guerra y cuando se negó,
quisieron encarcelarlo El hecho de que él era ciudadano suizo lo salvó
de ir a la cárcel, pero su vida no fue fácil y corría peligro
diariamente.
En 1918 terminó la guerra y Einstein, pudo continuar con sus
investigaciones, en 1919 en un eclipse total de sol, colocó cámaras y
telescopios en diferentes lugares de la tierra para fotografiar la
trayectoria de la luz de las estrellas y confirmar su teoría de que la
luz no viaja en línea recta. Al hacer el anuncio oficial de sus
resultados, Einstein pasó a ser una súper estrella y la prensa de todo
el mundo lo colocó en sus titulares.
Durante los años siguientes viajó por todo el mundo dando
conferencias y apoyando la causa de los judíos de tener su propio país
en tierras palestinas. La situación política comenzó a agravarse y el
hecho de que él era judío y gran militante de la causa judía lo hizo
blanco de los ataques del joven partido nazi, quienes comenzaron a
amenazarlo y a ofrecer recompensas por su muerte.
En 1921 recibió el premio Nóbel de física por sus servicios a la
física teórica y especialmente por el descubrimiento de la ley del
efecto fotoeléctrico.
Einstein tuvo que emigrar hacia los Estados Unidos donde vivió la última parte de su vida en Nueva Jersey.
Cuando
la guerra se internacionalizó, Einstein supo que su famosa fórmula
E=mc2 en la que unos pocos átomos se convierte en una energía poderosa,
era la base para que científicos alemanes construyeran una bomba
atómica. El quien era un gran pacifista escribió una carta al presidente
de los Estados Unidos pidiéndole que desarrollaran ellos la bomba antes
de que los alemanes pudieran hacerlo.
Fue así como el 6 de agosto de 1945 se lanzó la primera bomba atómica
en la ciudad de Hiroshima en el Japón en la que murieron más de 80,000
personas y tres días más tarde se lanzo una segunda bomba contra la
ciudad de Nagasaki. Estas bombas fueron determinantes en el fin de la
guerra.
A partir de ese momento Einstein se dedicó a trabajar con la
comunidad científica para limitar el uso de las armas nucleares. “No sé
como se peleará la tercera guerra mundial”, dijo Einstein, “Pero sé que
la cuarta será con palos y piedras”. Para hacer referencia al hecho de
que el uso de las bombas atómicas implicaría la destrucción total de
nuestra civilización.
Einstein murió en Princeton, Nueva Jersey el 18 de abril de 1955.