La palabra sánscrita
"asana" significa "postura", y hace referencia a una
determinada posición que es adoptada por el cuerpo físico en la práctica del
Hatha Yoga. Cada asana tiene un triple efecto: físico, emocional y psíquico.
Es importante aclarar que esta
división es hecha a los efectos de su descripción analítica, pero que no
pretende sustancializar dicha segmentación, puesto que el Yoga es un sistema
holístico y cuyo principal significante es "unión".
Por lo tanto el hombre es visto como
una unidad inseparable. Entonces cada uno de los efectos descriptos se
yuxtapone con el resto, a la manera de una nota musical y sus respectivos
armónicos que resuenan hacia arriba y hacia abajo de una gran escala
"total".
Así cada asana producirá en el cuerpo físico beneficios relacionados con la salud, devolviéndole la armonía a todos los órganos del cuerpo, así como también elongando y tonificando músculos, favoreciendo la circulación sanguínea, nutriendo a todas las células y tejidos, trabajando a nivel del sistema nervioso y glandular y produciendo un estado de relajación general.
Progresivamente se va logrando un
equilibrio emocional y psíquico, generado por la interacción de múltiples
factores como los efectos sobre el sistema nervioso, la coordinación y
regulación respiratoria, la reducción del estrés, el cambio de patrones de
enfrentamiento ante situaciones estresantes, la relajación aprendida, y la
posibilidad de abrirse al mundo de una manera nueva fresca y renovada.
Quizá esto sea el punto más pragmático visto desde una manera de pensar occidental, pero desde la manera oriental estos efectos son solo corolarios derivados, siendo que los efectos principales apuntan a producir profundos cambios a nivel del cuerpo astral (Linga Sharira), purificando y desbloqueando los nadis (canales por donde fluye el prana o energía vital) y activando los chakras (centros de energía), pero cuyo fin último es propiciar el estado de meditación.
Cada asana o postura tiene dos fases: una dinámica y otra estática.
En la fase dinámica (armado y
desarmado del asana) cada movimiento debe realizarse de forma consciente,
armónico, lento, continuo y coordinado con la respiración.
En la fase estática (mantenimiento
de la postura) se inmoviliza todo el cuerpo, y se concentra la atención en la zona
específica en el que actúa el asana, acompañado de una respiración suave y
profunda.
Los mayores beneficios de las asanas
se logran en esta última fase, así como también por medio de la regularidad en
la práctica.